Yo tengo 64 años, mi generación de los años cincuenta nació
en pleno mundo analógico, acaso en la revolución digital 1.0, la de los primeros
grandes ordenadores que muy pocas organizaciones disponían. Crecimos así hasta
que de repente, surge la revolución 2.0, el ordenador personal, que irrumpió en
nuestras vidas con veinte años. El cambio fue dramático y nos pilló a todos,
creo, con el paso cambiado. Yo fui de los que al ver lo que se avecinaba
decidí, como Escarlata O’hara, la de lo que el viento se llevó que “jamás
dejaré que estas máquinas me dominen”. Otros no sintieron eso. Pero yo sí, y
decidí surfear la descomunal ola que se estaba formando. A mis treinta y tantos
surgió el tsunami de Internet (3.0) y ahora, ya retirado me enfrento con la
revolución 4.0. Se diría que la vida de mi generación ha sido apasionante,
porque somos de los pocos que hemos experimentado tres revoluciones tecnológicas
alucinantes. Los postmilenials, que ya tienen veinte años, son nativos
digitales 4.0. Podréis comprender que la visión del mundo de ambas
generaciones, respecto de la tecnología, no tiene nada que ver.
La pregunta que Ricardo Griszpun planteaba, en el capítulo
sobre tecnología del libro “Consciencia y Sociedad distópica” en boca de
Antonio Rodríguez de las Heras es sobre si ¿está nuestro cerebro preparado
para un entorno digital? Con ese choque frontal del mundo analógico con el
digital, ¡hombre! no creemos haber necesitado los de mi generación, de momento,
de un psiquiatra, pero sí damos fe de que nuestro cerebro, al menos los de
aquellos que suponemos, lo hemos soportado, enfrentarnos a la revolución 4.0,
puede que ya nos venga demasiado grande. Hasta la resiliencia tiene un límite.
Cobayas del mundo digital
¿Hemos sido, mi generación, animales de laboratorio digital?
¿Lo somos todos los seres humanos? Hemos sido formateados totalmente dos veces
y aún nos queda una tercera para el paso a la 4.0, con el seso un poco seco ya.
La realidad digital está transformando nuestras señas de
identidad. La sacrosanta privacidad, a pesar de los esfuerzos del legislador,
desde que aparecieron las grandes bases de datos en los años ochenta, por
establecer una normativa severa de protección de datos personales, no sé (y sé
perfectamente de qué hablo, pues me ha tocado lidiar con la LOPD y ahora con el
Reglamento Europeo de Protección de Datos) qué capacidad de coacción va a tener
para que las grandes empresas de la información respeten sus normas. No va a
ser posible, por mucho que quiera el legislador, evitar que todos nosotros
seamos permanentemente vigilados por “Gran Hermano”.
De esto trata el capítulo segundo de “Consciencia y Sociedad
distópica”, de ese divorcio entre lo natural humano que es lo analógico, que ha
reinado en este Planeta desde su creación hasta finales de los cuarenta, y lo
digital, cuando en 1946 hizo su presentación en sociedad del ENIAC (Electronic
Numerical Integrator And Computer) ya concebido por Alan Turing. Desde entonces
al ser humano el mundo ha sido partido en dos, con dinámicas completamente
diferentes. El binomio estímulo-respuesta, o acción-reacción, se ha disociado,
pues por un lado en lo analógico ha seguido como siempre, aunque con la aviación,
se han acortado tiempos y distancias; pero en el lado digital, ambos estímulo y
respuesta han ido acortando el tiempo de reacción hasta aproximarse
literalmente a lo que solemos denominar ya “Tiempo Real”, es decir, estímulo y
respuesta en tiempo cero. Y todo lo que no sea eso, se califica de “retardo”,
aunque sea de milisegundos y, según qué operaciones, puede suponer demasiado
tiempo.
Con ello, la dinámica de mutación tecnológica digital está
siendo muchísimo más rápida que la física analógica y el desfase es aún mucho
mayor en el ámbito de los procesos cognitivos. En otras palabras, ¿hasta dónde
puede soportar el ser humano, no aprender conocimientos sino tomar
consciencia de ellos como para adaptar sus hábitos y personalidad a la
alucinante velocidad de evolución de lo digital?
Revolución 4.0
La revolución tecnológica e industrial 4.0 se caracteriza
por la irrupción en bloque de cinco tecnologías a saber: 1.- Los Macrodatos (o
BigData), 2.- El IoT o Internet de las Cosas, 3.- La IA o Inteligencia Artificial,
4.- La telefonía móvil 5G y 5.- La Robótica. Más una sexta, la bioingeniería
que está desembocando en el “Transhumanismo”. Estas seis transformaciones van a
ser tan poderosas, que cambiarán el mundo “otra vez” y para siempre. Wikipedia
tiene excelentes resúmenes sobre estas seis tecnologías, que os animo a
consultar, porque no es objetivo de este capítulo explicar en qué consiste cada
uno, sino sus consecuencias en el devenir de los seres humanos, alineado con la
exposición de Ricardo Griszpun en el Capítulo III del libro, en aras de una
comprensión global y sistémica de semejante conmoción.
Si recordáis las primeras entregas de la serie, refería que,
para la existencia de los sistemas vivos, y las sociedades humanas lo son, son
esenciales tres componentes, materia, energía e información; teniendo las tres
una expresión virtual denominada “dinero”, con la que los seres humanos se
entienden y hacen negocios. Pues bien, con la revolución 4.0 y, como nunca
antes, la información adquiere un
absoluto predominio sobre las otras dos, en el sentido de que, antes, mucho
antes de que un Kg de materia o un Megavatio de potencia pase de un lugar
físico “A” a otro lugar físico “B” para su uso o consumo, se ha producido todo
un proceso de captura de datos, almacenamiento de información, análisis, toma
de decisiones y comunicación a terceros en el mundo de los sistemas de
información, siendo el movimiento físico, sólo el acto final de toda la cadena.
A este absoluto predominio de la información David Brooks en
2013, en el New York Time lo denominó “Dataismo”, algo así como una nueva
religión cuya diosa, a la que adora, es la información y los datos. Y la
liturgia del Dataismo se basa en IoT, BigData, IA y 5G. El Dataismo necesita de
estas estructuras para honrar a la diosa Información y sus ángeles, los datos.
El término ha tenido fortuna.
Ya en el Siglo XX a los medios de información, a la prensa,
radio y televisión, por el poder de propaganda que se les veía, se comenzó a
denominarles “el cuarto poder”, además del ejecutivo, legislativo y judicial.
Ahora, si nos damos cuenta sorprende ver cómo no hay empresas más poderosas en
el mundo que las grandes tecnológicas, hasta los gobiernos, haciendas y banca
mundial están en poder de las empresas tecnológicas que permiten mantener
activo todo el entramado digital del ciberespacio, por donde se captan,
analizan, elaboran las ordenes y se transmiten de una punta a otra del mundo en
pocos milisegundos a golpe de “Intro”. Y como dice Morozov, estas estructuras
no están hechas por las grandes tecnológicas para ser seguras, sino para ganar
dinero. Y pueden hacerlo.
Si en entregas anteriores hacía referencia a la frase de
Mayer A. Rothschild
“dame la máquina de hacer dinero y poco me importará ya los que hacen las
leyes”, ahora, esta frase es fácilmente cambiable por una que diga “dame
el control de la información y no me importará ya ni quienes hagan el dinero, las
leyes ni los gobiernos, ni siquiera los bancos”. Posiblemente, lo veremos
al tratar el capítulo sobre los círculos de poder, el que antes tenía la máquina
del dinero, ahora tiene también la máquina de la información, con lo que tiene
ya el control de absolutamente TODO.
El punto de singularidad
Para tener el control absoluto de la información, es crítico
el uso masivo de los Macrodatos (inmensas cantidades de información de ámbito
planetario estructurada y no estructurada), 5G para conseguir tiempo cero de
retardo de la información, Inteligencia Artificial para su procesamiento y
decisiones rutinarias, el IoT para comunicaciones entre máquinas y algo esencial
para que todo esto sea manejable, que son los Sistemas de Mando y Control, del
que hablamos en la entrega 16 sobre las funciones de información (4 de mayo de
2020). El término es militar, pero universalmente utilizado en el mundo
empresarial, que permite procesar la información para convertir la inmensidad
de datos capturados en información estructurada, esta en conocimiento analizado
para con él, poder aportar al decisor “inteligencia” para una toma de decisión
correcta o con el menor margen de incertidumbre posible.
La velocidad con la que los modernos sistemas de información
operan excede con mucho la capacidad del ser humano de procesamiento, así que
cada vez más se desarrollan herramientas de análisis y minería de datos capaces
de filtrar la información para transformarla “automáticamente” en conocimiento
y en “inteligencia” con un planteamiento prospectivo “que pasaría sí…” para
cada una de las opciones. Y debajo de todo esto está la Inteligencia
Artificial, dejando al hombre, de momento, la capacidad de decisión.
Pero, aunque no parece que sea inminente, está cercano el
momento en el que incluso la capacidad de decisión de la IA exceda la del
propio ser humano. En los sistemas de armas es ya una realidad la capacidad del
propio armamento de decidir si disparar o no al objetivo. Técnicamente es
factible, son algoritmos de decisión en “tiempo real”, en tiempo cero. Las
consecuencias legales de la decisión tomada por el arma es otra cuestión, pero
posible es.
Es decir, llegará un momento en la historia en el que
crucemos el Punto de Singularidad que ya predijo Von Newman en los años
cincuenta.
En suma, que la evolución del ser humano ha dado paso a la
tecnificación de la vida, quedando el propio ser humano cada vez más a rebufo
de los avances tecnológicos. Resulta que somos tanto dueños como esclavos de la
tecnología que hemos creado, porque de toda la inmensa capacidad de procesado
que permite 4.0, a nosotros se nos ha dado en nuestro Smartphone una simple
limosna informática, que nos hace felices al ver que nos podemos descargar una
peli en cero coma.
Nuevas clases sociales
Antes de la sociedad 1.0, la de la primera revolución
industrial, el mundo se dividía en ricos y pobres (como ahora. Sí) pero en
castas de reyes, nobles y plebeyos. Tras la primera revolución y sobre todo
tras la segunda, con el advenimiento de las fábricas, las clases sociales se
transformaron en empresarios capitalistas y proletarios. La 4.0 vuelve a
transformar las clases, denominadas ahora como “white collar y blue collar” (de
cuello blanco, con corbata y de cuello azul, el del mono de trabajo) en castas
biológicas “alfas”, “betas”… y “épsilons” o incluso “omicrones” para la
inmensidad de pobres de los pobres del mundo. Es decir, la casta dirigente
estructurada en ciclos concéntricos que se explican en el capítulo V del libro
y la inmensa masa trabajadora, felizmente esclavizada para mantener la noria de
la producción y el mercado.
Para esto hace falta la quinta y sexta tecnología, la
robótica y la biotecnología que permitirán ambas el transhumanismo o diseño
artificial de las nuevas castas de seres humanos, siendo un porcentaje bastante
elevado de “humanos descartables”. La conmoción que la revolución 4.0 en su
conjunto va a provocar en el mercado laboral es inimaginable. Las tasas de paro
se pueden disparar a niveles inconcebibles. Lo que significa que tal y como
están las cosas ahora, es un futuro insostenible.
El riesgo de estallido social puede darse por garantizado, a
menos que se produzca una revolución en la legislación del mercado laboral tan
brutal, que logre parar el inevitable conflicto social que la incorporación de
la IA y la robótica va a suponer.
Pero el poder legislativo no se ha caracterizado por su
rapidez y, mucho menos, con el actual ene-partidismo, en el que los partidos
políticos no son capaces de ponerse de acuerdo ni en el color de los lápices.
Veremos a ver qué pasa. Pero lo que es seguro es que el
mundo de dentro de diez años no tendrá nada que ver con el actual.
Conflictos 4.0
Los augurios que referíamos en la entrega “34.- Armas
silenciosas” para guerras tranquilas, son reales, porque real es el armamento
que utiliza, la información, lo que ratifica Pino Caballero cuando dice que la
próxima gran guerra será en Internet y donde el enemigo es simplemente la
población, todos nosotros, y el objetivo, simplemente el sometimiento a la
nueva esclavitud del NOM. La democracia (que ya es un lejano recuerdo del
pasado en todos los países que alguna vez lo fueron), el término será eliminado
del diccionario.
Posibilidades de una tecnología 4.0 luminosa
Las piezas musicales en clave menor suenan tristes o
sombrías, mientras que las compuestas en clave mayor suenan alegres. Parece
como si todo lo que se nos avecina fuera, de nuevo, escrito en clave menor, con
claro predominio del lado oscuro de la Fuerza. Parece que todo está pensado
para que, de un modo meteórico, todo evolucione hacia la concentración del
poder absoluto (que supone la información) en manos de una élite central
mundial, capaz, por supuesto, de implantar el NOM, sin ningún tipo de problemas.
De hecho, se está ahora mismo implantando rápidamente (la pandemia está
suponiendo una increíble aliada). Así que el lado luminoso de la Fuerza no va a
surgir por evolución inercial del sistema en esa dirección. Es como el
incremento de la fuerza gravitatoria de una estrella en su proceso de gigante
roja, respecto de sus planetas y satélites. No hay forma de detener el proceso.
Es una reacción en cadena a velocidad uniformemente acelerada.
¿Dónde está la luz al final del túnel? Pues no queda otra
que la que podamos encontrar en el interior de cada uno de nosotros. El
capítulo VIII de Espiritualidad es claro al respecto, que nadie se crea que
seremos capaces los seres humanos de construir un mundo feliz, tecnológicamente
feliz. Sería posible, pero el régimen inercial del sistema indica una dirección
completamente contraria.
Igual que veíamos en la entrega anterior que en educación
existen iniciativas fantásticas para frenar la deriva educativa hacia lo mismo
(la nueva esclavitud) con diversas iniciativas de planes de educación
fantásticos, como los 7 pétalos o la escuela Waldorf, en el caso de la
Tecnología la cosa pinta mal, porque la tecnología 4.0 se centra en el uso de
la información, que en este momento de la historia del mundo es simplemente el
poder absoluto. Y los que lo pueden ostentar, no van a renunciar a él, de
ningún modo.
Sólo queda la resistencia mental y espiritual de cada ser
humano, que le permita despertar, que le permita ser consciente de que está
inevitablemente siendo manipulado y casi su mente hackeada.
Nunca como ahora es absolutamente necesario ser conscientes,
tomar consciencia de la realidad en la que vivimos, que es el objetivo del
libro. Hay que reconocer que estamos enfermos para poder buscar el tratamiento.
Hemos de ser conscientes de que se nos ha regalado un aparato muy majo que nos
permite hacer muchas cosas, al que llamamos “móvil”, “celular”, Smartphone,
iphone o teléfono inteligente, que es la expresión física de Gran Hermano, (Big
Brother is watching me). Nadie lo dude. Así que ya podemos empezar a tomar
consciencia de la máquina que tenemos entre manos, porque es nuestro cordón
umbilical con Gran Hermano. Lo demás vendrá por añadidura.
Llegados a este punto, la aplicación de la visión sistémica
de, en este caso nuestra actual tecnología, puede hacernos entender hasta qué
punto es vital tomar consciencia de todo lo que se expone en el libro y trato
de resumir en este artículo.
Es un tema de ganancia de entropía o, dicho de otro modo, el
cumplimiento de la Segunda Ley de la Termodinámica, donde para que exista un
estado de equilibrio (que no de estabilidad), se ha de haber alcanzado un valor
máximo para cierta magnitud denominada entropía, que refleja el nivel de
desorden del sistema. Los seres vivos por el simple hecho de serlos violan
constantemente este principio, ya que tienden a mantener el denominado estado
estable, de máximo orden de sus estructuras a costa de un alto coste de
energía.
Trasladado este principio a lo que nos ocupa, creemos que la
evolución actual de la Humanidad, con apoyo de la Tecnología, tiende cada vez
más a un estado paradójico de máxima complejidad tecnológica (orden), a costa
de un derroche de “energía humana” (de consumo alucinante de valores,
principios y libertad humanas). Es decir, es como si la tecnología empezara a
tener consciencia de sí misma y para mantenerse y crecer, fuera necesario
empobrecer, disminuir, sofronizar o descomponer la propia consciencia humana,
al menos de la inmensa mayoría de seres humanos, sometidos a un estado
matricial (de la película “Matrix”) que, para crecer y vivir, necesita el
letargo de la Humanidad, sometida a esas celdas generadoras de energía y calor.
Es decir, es algo que para vivir tiene que hacerlo a costa de otro algo que le
proporciona materia, energía e información.
Pues estamos siendo sometido a un continuo incremento de
entropía por un nuevo ente que ha surgido de nuestras manos cada vez más
complejo e inteligente. La tendencia a muy largo plazo es una distopía 4.0
consistente en un planeta altísimamente complejo tecnológicamente, que necesita
a toda la humanidad para mantener su estado estable.
O, dicho de otro modo, vivimos en un sistema tecnológico que
ha tomado su propio régimen inercial que se encamina, como un incendio, a un
consumo cada vez mayor de energía humana, para evolucionar hasta sobrepasar el
Punto de Singularidad. Si esto sucede, la Humanidad, como tal se habrá
convertido en cosa del pasado. Y esto es paradójicamente igual que lo que ha
hecho la propia Humanidad con el Planeta, se divorció de él a partir de la
revolución 1.0 y 2.0, dando con la 3.0 claros signos de peligrosidad reflejado
en los informes al Club de Roma.
El final de modo inercial que, es como está ahora, es
francamente siniestro. Y lo único que podemos hacer la Humanidad, es tomar
consciencia como Neo, cada uno de nosotros, seguir los consejos e instrucciones
de los que ya lo están, los Morfeo y Trinity de la película y luchar entre
decidir nosotros o que “algo” decida por nosotros lo que hacer con nuestras
propias vidas.
Es por eso por lo que nuestro libro no se titula “Sociedad
distópica”, sino “Consciencia y sociedad distópica”, porque es imperativo esta
toma de consciencia en todos los aspectos de la vida, en los ocho capítulos del
libro, justamente para luchar con todas nuestras fuerzas por resistir el
intenso campo de fuerza gravitatorio que ejerce, en este caso la tecnología
sobre nosotros.
8 De nuevo el diablo lo llevó a un monte
altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, 9 y le
dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». 10 Entonces
le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios,
adorarás y a él solo darás culto”». (Mt 4, 8-10)
Este pasaje es un mensaje para los que puedan dudar de que
estamos siendo sometidos a la misma tentación.
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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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