¿4.0?
¿Qué es 4.0?
Podríamos decir
que 4.0 es algo así como la Cuarta Revolución Industrial; de hecho, es en este
sentido siendo la primera la producida por máquina de vapor, la energía
hidráulica y el advenimiento de la electricidad; la segunda, la debida a la
introducción de la producción en masa y las líneas de montaje; la tercera la
automatización de los procesos y la cuarta, el advenimiento de la cibernética y
la inteligencia artificial.
Así mismo, se
aplica también la Revolución 4.0 a las cuatro revoluciones en el campo de la
informática, la 1.0 fue la aparición del ordenador digital, la 2.0 el ordenador
personal y la microinformática, la 3.0 el advenimiento de Internet y la 4.0 es
del advenimiento de los cinco pilares de la actual cuarta revolución digital: los
Bigdata, la 5G, la IA, el Internet de las Cosas y la robótica.
Y en realidad
todos los aspectos de la vida están siendo afectados de alguna forma por lo que
podríamos denominar, la Sociedad 4.0. También podríamos hablar de
distopía 4.0, en la medida en que las características y atributos del actual
mundo distópico está íntimamente relacionado con el entorno 4.0 que se mete por
todas las rendijas de nuestra vida. De hecho, sin este apoyo esencial 4.0, no
estaríamos viviendo, probablemente, la actual distopía social a nivel
planetario.
Esto no deja de
ser una hipótesis de trabajo, pero que creo que es fácilmente demostrable.
Nuestro libro, “Consciencia
y Sociedad distópica” en realidad lo que hace es describir con pelos y
señales la Sociedad 4.0, una sociedad planetaria que está a punto de alcanzar
el umbral de viabilidad y que, hace ya bastantes años que sobrepasó el punto de
“overshoot”, el sobrepasamiento tras el cual, hagamos lo que hagamos, ya nada
podrá evitar que en algún momento crucemos el límite de la viabilidad, nos
queden para ello uno, cinco, diez o veinte años.
Resulta paradójico
que justamente vayamos a cruzar ese fatídico umbral cuando disponemos de cada
vez mejores recursos, herramientas y procedimientos para hacer de este mundo un
lugar habitable, equitativo, solidario y cómodo para que todos los habitantes
del mundo pudiéramos vivir una existencia agradable. Pero resulta que los seres
humanos hemos desarrollado nuestra civilización potenciando las dos caras de la
moneda, o en terminología de George Lucas, hemos ansiado explotar los dos lados
de la Fuerza, el luminoso y el oscuro. Lo que sucede es que si las
potencialidades del lado luminoso de la Fuerza no tiene nada que ver la que
ofrecía la “Sociedad 0” o preindustrial, o la 1.0, 2.0 o 3.0 y ninguna de ellas
con las que nos ofrece la Sociedad 4.0; en el lado oscuro, las capacidades de
destrucción desde la Sociedad 0, con sus guerras napoleónicas la 1.0, con
guerras como la de Secesión americana y coloniales, 2.0 que hizo posible la Primera Guerra
Mundial y 3.0 que hizo posible la Segunda y el desarrollo del armamento
nuclear, la Sociedad 4.0 nos tiene reservada guerras hasta ahora inimaginables,
pero que ya estamos viviendo, además en carne propia, como hemos podido intuir
en la entrega “34.- Armas silenciosas…” para guerras tranquilas. Como diría el
General Sanjurjo Jul, las guerras reflejan el ambiente de cada época y emplean
los mismos recursos para el combate, que se emplean para la paz.
En nuestra
Sociedad 4.0 pasa y pasará exactamente lo mismo, todo lo que vemos con ilusión
y esperanza que puede suponer un avance hacia delante en una sociedad más
tecnificada y fácil de vivir, “alguien” ya ha pensado cómo utilizarla para
hacer daño al enemigo.
Siendo conscientes
de que vivimos en el filo de una navaja de doble filo, de que todo lo que nos
puede hacer felices, nos puede hacer unos desgraciados, según qué manos lo
utilicen, presento desde esta entrega hasta comienzos de noviembre, la serie de
meditaciones de los capítulos del libro “Consciencia y Sociedad distópica”,
para aportar en su contenido la perspectiva holística, la visión sistémica de
cada uno de los temas de sus capítulos, a modo de un resumen sistémico, global
en donde aplicar los conceptos y conocimientos que hemos visto en las entregas
hasta el momento publicadas en el Blog.
Así que empezaré
por el capítulo I sobre cultura y educación de mi buen amigo Ricardo Grinszpun.
No dejan de ser enfoques personales, pero con la amplia perspectiva de la
visión de conjunto y evolutiva a muy largo plazo. Y algo muy importante, como
diría Don José Ortega y Gasset, “de nada puedo hablar como maestro, aunque
de todo como entusiasta”, es decir, lejos de mi la necia idea de pontificar
sobre estos asuntos, no siendo un entendido en sistemas educativos. Por lo que
quiero que seáis conscientes de que no hablo como experto de casi nada, sino como
hombre de la calle que ve y observa y, desde esta perspectiva, por cierto,
entusiasta del conocimiento, me atrevo a comentar cosas, eso sí, con
perspectiva holística, sistémico o global y sobre todo con horizonte temporal a
largo plazo, por lo que no entro en detalles coyunturales.
Modelos de realidad
La Educación, como
cualquier otra actividad humana puede utilizarse con doble y antagónico
sentido, como poder de despliegue de las capacidades del ser humano y como un
poder de sometimiento. El noble oficio de cultivar el campo para obtener los
mejores frutos, puede ser utilizado para sembrar cizaña y hacer fracasar las
mejores de las perspectivas. El mundo de la Cultura, también se puede utilizar
para ambos fines. Desde encomiables arquetipos y modelos de comportamiento que
permitan al educando obtener lo mejor de sí, hasta conducirle hacia perversos
sistemas de creencias y adoctrinamientos para hacer de él un fanático e
ignorante seguidor ciego de un pensamiento único y dominante.
En el proceso
educativo, de una forma u otra, lo que se hace es facilitar al niño
herramientas para que aprenda a realizar y construir “modelos de realidad”,
es decir, partiendo de un hecho, ya referido en las primeras entregas de que la
Realidad está ahí fuera de nosotros y nosotros, mediante la percepción de
nuestros sentidos y los mecanismos de síntesis y análisis cerebrales,
conseguimos construirnos en nuestra mente concreta un modelo del mundo,
de modo que para cada uno de nosotros “el mundo es como sí…”, es decir, como
una ficción elaborada por nuestra mente que, contrastándola con la información
que recibe según su experiencia, van paulatinamente aproximándose a la
realidad. Es decir, nuestra realidad es
una ficción elaborada que tiende a aproximarse a la Real, salvo que nos
aferremos a nuestra falsa ficción de modo que rechacemos la propia Realidad,
que es lo que sucede cuando llegamos al convencimiento absoluto, que como dice
Nietzsche, “es más peligroso para la verdad que la propia mentira”.
Las recetas
educativas, parece como si hubieran evolucionado hipertrofiando las capacidades
ejecutivas de los niños y adolescentes a fin de enfrentarse “el día de mañana”
a la sociedad y saber ganarse el sustento, pero atrofiando cada vez más las
capacidades y aspectos de humanidad de los alumnos, es decir, más para saber
hacer y menos para aprender a ser. Y esto se ha disparado de forma acelerada
con el uso de las nuevas tecnologías.
Y más aún, en el
aspecto humano, cada vez menos se permite al educando que evolucione por sí
mismo, sino que se le somete a un cada vez más intenso proceso de
adoctrinamiento en modo “pensamiento único”, políticamente correcto con el
gobierno e ideología de turno, muy cercano a visiones antagónicas de la
realidad; liberales versus conservadores, religiosos versus escépticos o ateos,
hétero versus homo sexualidad, integradores versos racistas, afirmacionistas
versus negacionistas, etc. Lo que está generando una sociedad cada vez más
radicalizada en sus planteamientos, que tiene que ser peligrosamente afín al
gobierno e ideología de turno, a riesgo de sufrir persecuciones y acosos. Y
todo esto tanto más cercano al mundo de la ficción (en ambos extremos del
espectro) cuanto más polarizada está la sociedad, hasta el punto en el que, en
ambos extremos la gente desarrolla su vida en la pura ficción y postverdad
elaborada por los ideólogos de ambos extremos culturales.
No es una frase
hecha, pero la armonía la da la centralidad en los planteamientos, la neutralización
de las fuerzas antagónicas, con un aceptable margen de oscilación y
variabilidad, pero jamás con el predominio absoluto basado en el convencimiento
absoluto. Volvemos a lo de siempre, la realidad está ahí fuera y nosotros nos
manejamos con modelos de realidad, tanto mejores cuanto más centrados y equilibrados
estén. Porque los extremos son “rigurosamente falsos” y deletéreos.
Reconozco que soy
por naturaleza ecléctico y que, como el Yin y el Yang, tanto en la luz hay un
punto de duda y oscuridad y en la oscuridad un punto de lucidez. Conseguir que los
niños aprendieran esa capacidad de no dar nada ni como totalmente cierto ni
totalmente falso debería ser un objetivo para conseguir, que no se divisa en el
futuro inmediato ni a largo plazo.
El poder de la ficción frente a la verdad
Por el contrario, es
cada vez más acusada la manipulación, tanto de la realidad objetiva como de las
creencias, convirtiendo verdades universales en certezas locales, que pierden
todo su valor fuera de la tribu, así sea, como tiende a ser, la tribu una tribu
planetaria. Y como apunta Ricardo Grinszpun, es más costoso conseguir señales
confiables que falsas, lo que se denomina como el principio de la desventaja o
yo diría el de “la verdad incómoda”. Es lo del sentido de los informes
jurídicos ¿en qué sentido lo quiere, Sr. ministro? Hay que dar gusto al jefe,
así como que hay que dar gusto a la gente y que se crea lo que quiere oír,
ficciones a gusto del consumidor. Eso lo tienen claro los políticos cuando
diseñan campañas electorales.
No obstante, las
elaboraciones ficticias muestran un gran poder de cohesión en la gente. Es más
fácil conseguir el aplauso de las masas enfervorizadaqs en base a una ficción o
a una mentira, que ante la cruda realidad. Por eso, creo que fue Padme Amidala,
la reina del planeta Naboo, en el episodio 1 de la Guerra de las Galaxias, la
que dijo aquello de que “todas las dictaduras comienzan con el gran aplauso
del pueblo”. Mirad a los inteligentes nazis…
Y esto sirve tanto
para las ficciones políticas como religiosas. La quinta raza raíz de la que somos
los actuales seres humanos de las últimas de sus generaciones, arrastramos
decenas de siglos de una fe basada en las creencias y dogmas que han hecho de
este mundo un mosaico de verdades locales que han ocultado la Verdad Universal,
la que nos uniría a todos los seres humanos. Han conseguido que por un mismo
Dios esté dividido el mundo, sin que Dios tenga nada que ver en el desaguisado,
porque todo lo que tenía que decirle al mundo lo ha dicho ya y a la gente se
las educa en las interpretaciones teológicas de cada creencia. Y es triste ver
cómo esas verdades universales, que están ahí, al alcance de todos, están
ensombrecidas detrás de las organizaciones erigidas en sus garantes. Acaso no
han podido hacer otra cosa, dado el nivel de consciencia de sus seguidores.
Donde se ha podido
evidenciar esta manipulación ha sido y es en los colegios, donde al alumno se
le trata de adoctrinar en uno u otro sentido, para efectuar una programación
mental que Miguel Ruíz, autor del libro “Los cuatro acuerdos” denomina “El Sueño
del Planeta” o lo que la Sociedad quiere que pensemos y en qué creamos.
Es como lo de la
programación neurolingüística que define la realidad como una ficción y no como
un descubrimiento, lo que en parte se basa en el indiscutible hecho de que la realidad
que todos conocemos no es sino “modelos mentales de esa misma realidad” que a
veces funcionan bien y otras nos encajonan en ficciones incluso absurdas.
Y esto no es sino
un robo de la propia consciencia, ya que como afirma Ricardo Grinszpun, la educación
actual no facilita el crecimiento personal en consciencia, sino que aporta un
conjunto de habilidades y conocimientos para trabajar y a la postre, mantener
la maquinaria productiva de la sociedad. Esto desemboca en una verdad, la de
que la crisis de la actual distopía social parte de la crisis nuclear del
sistema educativo, pues no disponemos de una educación para la
consciencia. Se nos enseña a pasar exámenes, aunque luego no nos acordemos
de lo supuestamente aprendido. Esto hace que nuestra vida sea un simple papel
(currículum vitae) que dice que existimos, quienes somos, qué sabemos y qué
habilidades profesionales nos son reconocidas. Y si lo perdiéramos, simplemente
dejaríamos de existir personal y profesionalmente.
La hipertrofia racional y la atrofia afectiva
En la educación,
supongo, ocurre como en lo que se denomina “pedagogía del amor”, que no tiene
absolutamente nada que ver “saber que Dios nos ama” a “ser conscientes de que
Dios nos ama”. Se sabe algo cuando se ha leído, se ha estudiado, y se pasado un
examen que certifica que sabemos eso. Pero ser conscientes de lo que se sabe,
supone vivir esos conocimientos, hacerlos propios, personales, vivenciales,
experienciales. Pero el sistema educativo, inclusive el religioso, se conforma
con “saber”, pero tomar consciencia parece, no digo irrelevante, pero sí
secundario. Bastante tiene el profe con enseñar matemáticas, geografía de su
Comunidad Autónoma, lengua de su Comunidad Autónoma e historia de su Comunidad
Autónoma, es decir, enseñar “verdades locales”, que no universales. Y además
tratar de que los niños estén en silencio en clase.
No se tiene en
cuenta en los planes educativos que tenemos tres cerebros, el visceral, el
afectivo y el racional (el cerebro triuno de Paul McLein). Tuvo que venir
Daniel Goleman en los años noventa para enseñarnos con su best seller
“Inteligencia emocional”, que a los niños no se les puede medir, calificar y
encorsetar sólo por su IQ (Coef. Intelectual), sino que tenemos un atrofiado
cerebro emocional que en la vida puede destacar en inteligencia, a veces mucho
más que el racional; y demostraba cómo niños de IQ normalito, pero con gran
desarrollo afectivo, tenían mucho más éxito en la vida, desde todos los puntos
de vista, que aquellos huraños cerebros matemáticos de descomunal IQ, esos que
ganan olimpiadas de cálculo.
Líbreme, Dios de
criticar las múltiples leyes de educación y planes de estudios que hemos
disfrutados en los últimos cuarenta años (gracias a Dios, yo soy de la Ley del
57 y, aún me acuerdo de algo del Griego que estudié), pero diría que estamos
cada vez más lejos de que nuestros hijos se formen en una Educación holística.
Hemos desarrollado (o intentado desarrollar) a la Marta de Betania, la que
andaba ocupada con las cosas de la casa y dejando dormir el sueño de los justos
a María, la que se quedaba embobada escuchando al Maestro. Y el problema está
en que al descuidar el lado humano de la persona y sólo incidir en el racional
con las disciplinas STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics), supone
un esfuerzo inútil, porque cada vez estamos más cerca del “Punto de
singularidad”, donde la Inteligencia Artificial desbanque definitivamente al
ser humano en estas labores racionales STEM.
Si a esto añadimos
la peligrosa deriva de un Sistema Educativo que, para decirlo sin rodeos,
parece que se dirige hacia la programación de una ingente masa de “épsilons”, diseñados
para las tareas más peligrosas y repetitivas, con una planificación educativa e
incluso genética que inculca consignas subliminales en la educación. Así describe Aldous Huxley nuestro casi
presente “Mundo feliz”.
Iniciativas hacia el lado luminoso
La gran paradoja
en todo esto, y tanto en el capítulo dedicado a la cultura y educación, como en
el resto de los capítulos del libro, está en que saber, saber, sabemos cómo
convertir nuestro mundo en un mundo feliz, para salir del lado oscuro de la
Fuerza y vivir a plena luz de la verdad, de la armonía y de la solidaridad
entre todos los seres humanos. Empezando por los grandes maestros de la Filosofía
y de la Espiritualidad y pasando por las grandes corrientes de renacimiento
cultural y espiritual, para terminar en todos los recursos tecnológicos y
psicológicos y sociales que las modernas ciencias humanísticas disponen, sería
posible una educación en valores, potenciando las habilidades del corazón.
Griszpun señala varias e importantes iniciativas, tales como la Escuela de los
7 pétalos de Noemi Paymal (Pedagoogía 3000), o las Escuelas Waldorf, o
Montesori o Reggiana. Es decir, no estamos en un horizonte sin alternativas;
las hay y muchas.
Pero a día de hoy, no es por ser aguafiestas, pero las
posibilidades de que estas iniciativas prosperen son evidentemente muy escasas,
porque existe una decidida intencionalidad por parte de los poderes fácticos del
mundo, de que no sea así. Hay un objetivo distópico para evitar el colapso de
la Civilización, que no es otro que el de aplanar la pirámide educativa para
llegar a una simple estructura de línea-staff mundial, donde la línea sea una
inmensa mayoría de seres humanos la clase épsilon de Huxley, adecuadamente
adoctrinados y subyugados sobre la base del refuerzo negativo (el miedo), al
servicio de una exquisita élite staff, que es en lo que se denomina NOM, Nuevo
Orden Mundial.
Las iniciativas hacia el lado luminoso son meros desiderátum
que sólo pueden tener éxito si la futura línea, antes de que se convierta en
tal, sabe despertar y tomar consciencia de cuál es la actual megatendencia
global del mundo en materia educativa y a muy largo plazo.
Los arquetipos sistémicos de desplazamiento de la carga,
donde cada ley de educación que se publica en el BOE está dirigida a corregir
el desastre originado por la Ley de Educación anterior, hace que se insista en
lo que, se supone será un éxito electoral, sin atender el mal basal de la
sociedad, el descuido de la humanidad del ser humano, el respeto de las Leyes
de la Naturaleza, de la ética y el derecho y el despertar del alma dormida,
todo lo cual no da réditos electorales, sino que es un plan estratégico a muy
largo plazo, incompatible con el actual sistema democrático, porque supone
sembrar y trabajar para que el éxito se lo lleve el adversario político si
llegara a gobernar en tiempo de cosecha.
Como remate, la incoherencia de los mayores hace que el niño
se convierta en el “noble salvaje” de Rosseau, aquel que aprende que hay
que premiar lo bueno y penalizar lo malo, pero luego ve que los mayores hacen
exactamente lo contrario, así que el, aún siendo noble, se comportará como un
salvaje.
Y como siempre, Sólo con una visión global, con horizonte
temporal de décadas o muchas décadas, a día de hoy, con un horizonte no
anterior a 2050, se puede acometer la lenta evolución hacia un nuevo
Renacimiento que nos saque de una época tan oscura como la que aconteció en el
Siglo XV. Sólo que aquella, en oscuridad no le llegaba a esta ni a la altura de
las sandalias.
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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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