A nivel vital, dentro de una vivienda, se debe prestar
atención a todos los detalles, sean estos grandes o pequeños. Especial
importancia cobran siempre los que más espacio ocupan y estos, por norma, son
el suelo y el techo.
El suelo suele ser un protagonista habitual, pues al margen
de su material, recibe atención, lo mantenemos limpio y concebimos que nos
sustenta.
Por cambio, el techo es uno de los grandes olvidados pese a
la importancia vital que tiene.
El suelo nos sustenta, pero el techo es el que, por su
función, logra cristalizar la energía en el interior de nuestra vivienda.
Sin techo, la energía no se concretaría.
Las viviendas con techos muy bajos suelen facilitar la
concentración pero pueden dificultar la fluidez.
Las viviendas con techos muy altos, facilitan la fluidez,
pero pueden generar dispersión.
Los techos con vigas marcadas pueden generar sensación de
carga y, los techos inclinados, según nuestra posición, pueden facilitar la
expansión o la retracción.
El techo de nuestra vivienda está muy ligado a nuestra
energía mental.
Mantener los techos limpios, cuidados y lograr que los
puntos de luz que elijamos compensen los aspectos débiles, generará, cómo
reflejo, el mismo efecto en nuestra actividad mental.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y empresas que mejoran la calidad de vida.
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