La toma de conciencia solidaria puede
ser a menudo un ejercicio más de detenerse, serenarse y adentrarse que
de movimiento y agitación. La empatía no nos lleva inequívocamente a la calle y
a la pancarta. La pancarta tiene sus evidentes límites a la hora de transformar
el mundo y las relaciones humanas. No tanto pasearla como encarnarla. No tanto
gritar la consigna sino integrarla, ser testimonio de lo se proclama a los
cuatro vientos, entre otras cosas porque, de vuelta de su recorrido, los
vientos siempre acaban pidiéndonos cuentas.
No necesariamente activismo, sino “seísmo, o como diría Ghandi “ser
nosotros el cambio que queremos ver en el mundo”.
Pueden tocar o no la aldaba, que el
reclamo será primeramente interior. La empatía con respecto a quienes sufren no
implica después necesariamente una exteriorización. “¿Qué estás haciendo tú?”
Me preguntan por “washapp” en un mensaje/cartel contra la violencia hacia las
mujeres que firma, entre otras entidades, el Gobierno de Navarra. Quisiera
hacer más, pero hoy por hoy me retiro, respiro y me reitero internamente en
favor de quienes padecen, pido igualmente para que se arríen todas las manos
amenazantes. Estamos haciendo todo lo que podemos. Es preciso poner todo cuanto
esté a nuestro alcance para erradicar esa lacra, es preciso comprometerse en la
urgente causa contra el maltrato de la mujer, pero tenemos delante legión de
empeños. En realidad, no hay plazas, ni avenidas para tanto anhelo. Hay también
otras apremiantes causas que requieren nuestra atención y compromiso. No deberíamos
entrar en la peligrosa espiral de pedirnos cuentas los unos a los otros por
nuestros grados de respuesta.
Somos cada vez más los que optamos por
la revolución de la distancia corta, del círculo más cercano. “¿Y yo que
hago…?” Pues mirarla con mis mejores ojos. Buscar mis más amables
palabras, a sabiendas de que quizás mis gestos nunca lleguen a la altura de lo
que ella merece. Cariño y ternura siempre suman, pero no compitamos en su
derroche. Cada quien fije sus propios retos. Hay un ámbito de intimidad que
ningún Gobierno debería traspasar. Es preciso preservar lo que ocurre en el
hogar. Sí hay infiernos a erradicar puertas adentro, pero no se extienda la
sospecha.
Es preciso afianzar el principio
supremo de la libertad. Es preciso ser cuidadosos a la hora de respetar las
opciones de preferencial solidaridad de cada quien. Hay que respetar al que
agita conciencias, también a quien simplemente sopla sobre ellas. Es preciso
sumar las causas altruistas y no hacer cundir recelos. Hay que acabar con la
terrible lacra del maltrato de la mujer, pero igualmente salvar los bosques de
la Amazonía, rescatar a los hermanos que se ahogan en el Mediterráneo,
erradicar el hambre de la Tierra, proseguir en la profundización democrática…
El etcétera sería largo.
“¡Queremos tíos buenos!” dice la actual
campaña de la Diputación de Bizkaia, pero a nosotros no se nos ocurre, ni
siquiera en broma, poner esa frase en femenino. Lo sagrado frena en seco hasta
el chiste. La portadora de vida lo es y lo llevamos tan dentro escrito que no
necesitamos sábanas, ni rotuladores para recordárnoslo. Por lo tanto, la sola
condición de varón no auspicie recelo. No propiciemos separación de sexo ante
lo que a todas y todos nos concierne. Unamos corazones y voluntades de ambos
géneros tras la misma y noble causa morada. Queremos hombres y mujeres de buena
voluntad armonizados y haciendo todos los posibles para erradicar la violencia machista.
Cada quien sabe dónde puede aportar más,
dónde puede ser más útil, dónde se encuentra más a gusto… Sí podemos pedir
ayuda, sí podemos y debemos recabar apoyos, pero creo que no debemos inquirir:
“¿Qué estás haciendo tú…?” Quien más, quien menos, en una medida u otra, todos
y todas estamos haciendo los posibles por construir un mundo definitivamente
nuevo, más cordial y amable en el que esté erradicado todo tipo de violencia.
Todas y todos estamos por hacer posible una nueva sociedad más justa, solidaria
y sostenible, en la que por supuesto a ningún varón se le ocurra la infamia de
poner la mano agresiva sobre ninguna mujer. Permanecemos por lo tanto unidos/as
tras la causa lila, también tras la causa verde, roja, amarilla…
Somos devotos de la mujer que nos ha
tocado en suerte poder acompañar. Perdón si nos movemos en el asiento cuando
alguien cuestiona nuestra devoción. Perdón si no salimos a la calle para
manifestarla. Nos estamos midiendo cada día puertas adentro.
==============================
Autor: Koldo Aldai (koldo@portaldorado.com)
Fuente: http://www.koldoaldai.org/
==============================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.