Millones de años antes de que apareciera el primer ser humano, la
Tierra ya era…
El equilibrio vital entre la energía que emana la propia Tierra y
la que recibe del resto de elementos del cosmos, permite las expresiones de
vida que aquí experimentamos.
Movernos por ella y habitarla en consciencia contiene el regalo de
redescubrir nuestra propia esencia.
El día que abrimos los ojos aquí, nuestra única percepción era de
unidad. Poco a poco fuimos descubriendo que habitamos dentro de un cuerpo.
Fuimos aprendiendo cómo movernos y comunicarnos a través de él, hasta que un
día nos identificamos con su forma y la visión de unidad desapareció.
Con la nueva visión de división, no sólo apareció el concepto del
otro, sino también la de propiedad y con el tiempo tal distorsión ha creado la
de llegar a concebir que la Tierra nos pertenece y puede ser habitada a nuestro
antojo.
Vivas donde vivas, antes de que construyeran la vivienda que
habitas, todo era terreno sin ocupar y por él la energía vital fluía libre.
Las construcciones que hemos generado encapsulan en su interior
dicha energía y no solo la estructura de la construcción y la decoración
interior influyen en la fluidez de la energía natural por nuestro hogar,
también influye sobre ella nuestra consciencia personal.
De la misma manera que la energía libre natural se siente
encapsulada en un hogar y al abrir las ventanas conecta con la totalidad y se
renueva, nuestra auto consciencia, al concebir que es mucho más que un cuerpo,
acaricia su propia libertad y se renueva por dentro.
Llega entonces un día, un instante, en el que tomas consciencia de
que el cuerpo no es más que el envase externo de otros más sutiles.
Que su forma la cincelan capas internas en él como las emociones.
Que su rigidez o su flexibilidad son el reflejo de impulsos generados por
pensamientos y que, tanto las emociones como los pensamientos, son reacciones
determinadas por aspectos todavía más sutiles como nuestra madurez de Alma.
Cuando llega ese instante, eres capaz de sentirte incluso bajo el
Alma, de concebirte únicamente como esencia de vida que habita dentro de ese
envase transparente cuya edad la indica la pureza de la mirada. Es entonces,
cuando traspasas el concepto de Alma y te concibes únicamente como expresión de
vida, cuando descubres que eres la misma vida que habita en el interior de todo
aquello que te rodea y te sorprende de nuevo la Unidad, cuya más alta expresión
de Libertad es la conjugación de su verbo: Amar.
Es entonces cuando la libertad por sí misma se convierte en orden y
reconstruye desde dentro todo lo que la inconsciencia creó con prisas.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y empresas que mejoran la calidad de vida.
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