Varios años tardó un almendro en asomarse a la orilla de un río. Ya
estaban sus flores abriéndose a la existencia, cuando por primera vez vio su
imagen reflejada en sus aguas. Entonces, lleno de gozo, exclamó:
—Me siento en esas ramas tan bellas que veo y parece como si
contemplara mis formas; preguntaré a mi hermano el río para que me oriente.
Y el hermano río, que le escuchaba, le dijo:
—Te veo en mí mismo como un almendro. Y en verdad te digo que eres
el más bello de todos cuantos se acercaron hasta mí a lo largo de mi curso.
Y el almendro le preguntó, porque era muy curioso:
—¿Cuál es tu misión, hermano río?
Entonces el río le respondió:
—Hacer consciente en ti lo que eres al igual que hacer consciente
en cada uno de los hermanos que vienen a mí aquello que son. Porque tú has
nacido como almendro, mas solo lo has sabido al reflejarte con toda tu belleza
en mi superficie cristalina.
Le respondió el almendro:
—¿Acaso no es una ilusión el creer que soy ese reflejo e
identificarme con él y ser uno en él?
—Cierto es cuanto dices –repuso el río–. Mas
para transcender las cosas hay que conocerlas. Para trascenderte en tu forma
has de conocer la forma que te ha dado la mano de la evolución para verte a ti
mismo.
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial
Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en este blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de 2017.
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