Introducción: ver el primer post en el blog (18/04/2019)
LOS DOS CERDOS
Tic tac... ¿quién
esta pasado por el camino?, pensaron dos pequeños cerditos en el borde de la carretera de su pueblo. Era
una pequeña mujer anciana, tan redonda como el sauce que se arqueaba en el
lago.
Tic tac, crack
crack, crujía su bastón mientras caminaba y cuatro pequeños y atemorizados
ojos, asomaron entre la hierba.
¿Quiénes sois
vosotros pequeños? Gritó la anciana. ¿Os ha dejado solos vuestra madre? Venid a
mi cesto; os llevaré a mi pequeña casa cerca de Benares y seré vuestra madre.
Y ella cogió a los
dos pequeños cerditos y los puso en su cesta que estaba llena de algodón que
había traído de los cotonales. Luego siguió su camino, tic tac, crack crack...
hasta llegar a su pequeña casa, allí sacó a los cerditos de la cesta y los puso
sobre sus rodillas y se rió y sonrío y se sintió enormemente tan feliz. Llamó
al mayor Mahantundila y al más pequeño Cullantundila.
Pasaron días y
años, y la pequeña anciana alimentó a sus dos cerdos y los amó como a sus
propios hijos.
Pero un día una
gran fiesta tuvo lugar en el pueblo de al lado. Y los hombres del pueblo
bebieron todo el día hasta que estuvieron muy borrachos, y habiendo comido toda
la carne que había en el pueblo, y estando aún insatisfechos querían comer más.
Así que fueron a la pequeña anciana y le dijeron: Madre, aquí tienes dinero,
danos tus cerdos a cambio.
No, ella contestó,
no os los daré. ¿Se dan los hijos por dinero?
Ellos no son niños,
madre, son cerdos, dijeron los hombres. ¿Qué harás tú con ellos más adelante?
Dánoslos a nosotros ahora, y todas esas monedas de oro serán tuyas. Pero la
pequeña mujer sacudió su astuta cabecita.
Entonces los
hombres la hicieron beber y cuando estuvo borracha, le dijeron de nuevo: madre
toma este dinero y danos los cerdos.
No te puedo dar a
Mahatundila, pero toma a Cullatundila, dijo ella, y poniéndole arroz en un
pequeño bol en la puerta, llamó: Cullatundila, ...Cullatundila...
Y Manhatundila,
oyendo la llamada, pensó: madre nunca ha llamado a Cullantundila primero que a
mí. ¿Qué peligro se cierne hoy sobre nosotros?
Mientras,
Cullantundila fue hacia la anciana, pero viendo el bol en la puerta y a tantos
hombres de pié a su alrededor, con cuerdas en sus manos, volvió hacia
Manhatundila con su corazón temblando de miedo. Hermano, dijo Manhatundila:
¿por qué estas temblando así? Madre ha
puesto un bol en la puerta y hay hombres con cuerdas parados alrededor. Tengo
miedo hermano, algún peligro se cierne sobre nosotros.
Los apacibles ojos
de Manhatundila se posaron tiernamente en su hermano, y en dulce voz baja le
dijo: tu cabeza está en peligro, hermano no te
aflijas. Que sepas que para ese día hemos sido criados y alimentados. ¡Ay! es
nuestra carne lo que los hombres quieren. Ve Cullantundila; contesta a la
llamada de madre.
Luego, conmovido
por las lágrimas en los ojos de su hermano, dijo estas palabras: báñate en la
piscina de agua, como en el día de la brillante fiesta
y encontrarás un perfume
que nunca se desvanece.
Y mientras hablaba
el mundo cambió. Las pequeñas flores del césped abrieron sus corazones para
escuchar, los árboles inclinados por el viento guardaron silencio, y los
pájaros detuvieron su vuelo. Los hombres y la anciana dejaron de estar
borrachos y las cuerdas se cayeron de sus manos. La dulce voz penetró en la
ciudad de Benarés y fue escuchada por miles de ciudadanos, ricos y pobres.
Todos se emocionaron hasta las lágrimas y todos a una se apresuraron a ir en la
dirección de la que provenía la voz,
hasta que llegaron a la pequeña casa, dónde rompiendo la valla y se
apiñaron alrededor.
Cullatundila estaba
perplejo, ¿por qué dice estas palabras mi hermano? Nosotros nunca nos hemos
bañado en una piscina con agua ni hemos encontrado un perfume. Dime hermano, ¿qué es eso de la piscina con
agua y qué es el perfume que nunca se desvanece?
Mahatundila
contestó, y la multitud guardó silencio. La piscina de agua es amor, y el amor
es la fragancia que nunca se desvanece. No estés triste hermano, no estés
triste de dejar este mundo. Muchos se quedan y son infelices, muchos se van y
la alegría está en ellos.
La dulce voz
alcanzó incluso, la cúpula de mármol del palacio y el rey de Benares se
emocionó hasta las lágrimas.
En cuanto a la
multitud, los miles de ciudadanos agitaban sus manos y emitían fuertes gritos
de júbilos. Llevaron a Mahatundila y a Cullatundila al palacio, dónde el rey
dio órdenes de que los hermanos fueran bañados con los perfumes más dulces y
vestidos con trajes de seda. Les fueron regaladas joyas para colgar alrededor
de sus cuellos y a partir de entonces, mientras vivió el rey, habitaron con él
en el palacio y todas las disputas le fueron presentadas a Mahatundila y resultas por él.
Finalmente, en la
plenitud de sus años el rey murió y Mahatundila y su hermano, abandonaron la
ciudad para vivir en el bosque, con gran dolor por parte de la gente de
Benares, que lloraron su partida.
Pero el reinado de
la justicia no terminó en esta tierra. La gente continuó viviendo juntos en
amistad, y todos vivieron felices para siempre.
Ya
sabéis, os puedo ir mandando estos cuentos de Noor Inavat Khan en PDF, escribir a deeelij@gmail.com
Enlace al libro de Noor: https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=inu.39000000078449;view=1up;seq=21
Finalmente
aprovecho por si alguien quiere lo publicado, anteriormente, por Deéelij en
este Blog sólo ha de decirlo en el mail antes indicado
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