En todas las corrientes espirituales que
contemplan la meditación, ésta se inicia a partir de los diferentes métodos de
respiración y del reconocimiento y recogimiento del cuerpo físico, empezando
por las extremidades inferiores y ascendiendo hasta la parte superior,
terminando en la zona de la glándula pineal, cuya vuelta a la actividad
funcional es primordial para un buen funcionamiento del método.
Este proceso de recogimiento, tantas veces
realizado, me lleva a la consideración de la similitud con el ciclo del agua y
la obtención del aceite esencial para la lámpara primordial de la existencia,
de nivel tan deseado, y del que nuestro amigo Emilio hace tanto uso y
frecuencia.
Es sintomático como reconocemos en dicho
ciclo que la virginal agua del manantial de la montaña baja por ríos y por
arroyos de nuestro entorno para que podamos hacer uso y servirnos de ella y
como la devolvemos sucia y contaminada a
las centrales de filtración antes de ponerlas nuevamente a disposición de los
agentes naturales para su reincorporación a un nuevo ciclo.
Similarmente el rayo del espíritu se
sumerge en la materia a través de la involución en la rueda de la vida y una
vez ha alcanzado el punto mínimo de inflexión comienza su evolución en ascenso,
habiendo absorbido e interpenetrado a la materia, pero antes las diferencias
vibracionales han de ser tratadas por medio de los apropiados y diferentes
vehículos de los que se ha provistos para resolverlas. Todos aquellos que
posean conocimientos técnicos lo pueden asimilar a los diferentes tipos de interfaces
de que el hombre hace uso para resolver
los problemas técnicos que al igual se presentan tanto en mecánica, hidráulica
y electricidad.
Volviendo al tema de la meditación y el
aceite esencial de la lámpara con el ciclo del agua, de igual forma que el
hombre debe devolver el agua residual al ciclo, pero antes ha de someterla al
proceso de depuración, la meditación podemos considerarla, el proceso
depurativo de las vivencias que producen nuestro aceite, mediante la
decantación (recogimiento y estabilización de la mente) y la concentración
procesamos la esencia de nuestro proceso evolutivo y la disponemos en
condiciones aceptables para que puedan ser filtradas y rellenen nuestra lámpara
con las condiciones adecuadas para que sean asimiladas y adaptadas a las
frecuencias vibracionales admitidas.
Una vez más la naturaleza nos brinda con
un maravilloso ejemplo la posibilidad de hacernos fácil el entendimiento de los
complicados procesos de que se vale y
que con su grandiosa ley de “como es arriba, es abajo” nos permite entenderla y
que con sólo la observación de sus
método, el hombre, con tan sólo copiarla, pueda desarrollar su actividad a
satisfacción, sin dañarla ni perjudicarla. Otra cosa es cuando nosotros mismo
tratamos absurdamente de mejorarla y lo que conseguimos al final es alterar su
equilibrio y perjudicarnos en nuestro propio desarrollo evolutivo.
Por lo tanto, llenemos nuestra lámpara,
si, pero detengámonos por un momento en nuestro día a día para que por medio de
la meditación, el aceite esencial que produzcan nuestros pensamientos,
sentimientos, emociones, y acciones, sean reprocesados y filtrados en un ciclo
ideal para que se puedan ofrecer con
todas sus propiedades al completo.
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Autor: Pedro Castañeda
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