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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de la web del Proyecto se puede tener información detallada sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
Franco Bifo
Berardi combina la docencia como profesor de historia social de los
medios de comunicación en la Academia de Bellas Artes de Brera (Milán) con la
agitación cultural: creó el fanzine A/Traverso, Radio Alice —la primera emisora
pirata de Italia— y la TV Orfeu, cuna de la televisión comunitaria en Italia.
En sus libros indaga cómo las tecnologías digitales están generando una
mutación del ser humano y aceleran de forma tan vertiginosa el tiempo que no
deja tiempo para la pausa, la escucha o la capacidad crítica ponderada.
Cartografía un tejido social en el que, como en las shitstorm [una
tormenta de mierda] de las redes sociales, los individuos se mueven por los estímulos
de todo tipo que reciben sin tiempo para reflexionar, y donde reina el
resentimiento identitario, la desertificación del pensamiento complejo y el
autismo coral. Ayer habló en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona
con Ingrid Guardiola sobre cómo “los dispositivos tecnológicos se han
convertido en una prótesis de nuestros cuerpos y en una herramienta de relación
permanente con el mundo, devaluando así nuestra experiencia directa e inmediata
de la realidad, afectando a las emociones, el psiquismo, la percepción y la
relación con el otro”.
Pregunta. ¿En qué está
mutando el ser humano?
Respuesta. La modernidad
nace cuando la escritura se hace medio de masas y la imprenta permite difundir
el pensamiento en miles de copias. Hoy vivimos una segunda mutación
técnico-comunicativa mucho más profunda, porque mutamos de una forma conjuntiva
del pensamiento, de la comunicación, del afecto, a una forma conectiva.
P. ¿Cuál es la diferencia?
R. Que la presencia de la
corporeidad ya no es decisiva. En la comunicación conjuntiva la creación de
significado, de sentido, pertenece a la esfera de la presencia. Yo puedo decir
algo que puede tener un significado diferente según la manera en que lo digo,
de su contexto, de la relación afectiva que existe con mi interlocutor, pero en
la comunicación conectiva es la sintaxis, la estructura técnica del medio, el
formato, el sentido mismo. Además, la comunicación conectiva nos permite una
aceleración, una intensificación infinita de la información, que no es solo
información, este el problema, sino al mismo tiempo estímulo nervioso, es
shitstorm. La consecuencia es que las capacidades críticas que la humanidad
tenía en la época de la imprenta se están perdiendo. Y esta transformación está
vinculada a la aceleración de la infoesfera que produce efectos en la
psicoesfera, es decir, en el cerebro, en la mente, en la emocionalidad humana.
Vivimos una época de patologías masivas, como las crisis de pánico, la
depresión, la ansiedad, que no son patologías simplemente psíquicas, sino de la
relación comunicacional.
P. ¿Hemos perdido sentido
crítico de la complejidad?
R. El universo técnico se ha
vuelto demasiado complejo para el entendimiento humano. Tenemos que reconocer
que la posibilidad de una crítica de la discriminación racional es imposible
cuando se habla de fake news, por ejemplo. El problema no son las fake news,
que siempre han existido, el problema verdadero es lo que está pasando en el
cerebro. El cerebro se ha vuelto incapaz de elaborar la complejidad del
universo técnico. La velocidad, la intensificación, no permite que el cerebro
pueda discernir, redistribuir. Cuando leemos un texto escrito o hablamos con un
compañero la velocidad de esta comunicación nos permite discriminar entre bueno
y malo, verdadero o falso.
P. Ya hace muchos años que
vivimos un proceso de desculturización del individuo.
R. No estoy seguro de que
podamos utilizar la palabra desculturización. El problema es que estamos
pasando de una cultura a otra. Podemos identificar la cultura como nuestra
cultura, la que nos gusta, la progresiva, la democrática, pero hay otras,
estamos entrando en otra condición cultural. La mutación es más profunda, es
cognitiva, lo que significa que no implica solo un cambio de las formas
simbólicas, políticas, racionales, significa una mutación de la maquinaria. Lo
que pasa en la esfera política, social, parece una locura porque seguimos
interpretando comportamientos, sí, dementes, con las categorías de la
racionalidad política. Por un lado, como decía Eco, está el crecimiento de la
inteligencia artificial y por otra el crecimiento de la demencia humana. No es
casual. Cuanto más atribuimos la actividad inteligente a la máquina, tanto más
renunciamos a la capacidad de actuar de manera inteligente.
P. Platón creía que el paso de la transmisión oral a la escritura
era una catástrofe. Zola se escandalizaba de que los primeros trenes a vapor
circularan a 40 Km/h. ¿No hay un prejuicio de la generación predigital?
R. Ja, ja. Platón no se
equivocó: la capacidad de memorización de los hombres se ha empobrecido con la
aparición de la escritura. Respecto a lo que dice, sí, creo que sí. Para la
última generación alfabética o predigital, lo que está pasando es
incomprensible porque las categorías en las que nos hemos formado, desde el
comienzo de la modernidad, de Kant y Descartes, han definido la razón y la
política. La política como técnica de discriminación entre bueno y malo y
reducción del mundo a la razón, y esto está desapareciendo. ¿Qué pasa con las
nuevas generaciones? El suicidio crece un 60 % en 40 años desde los noventa. En
primer lugar, Corea del Sur, segundo Japón, tercero Finlandia, y cuarto
Hungría. Corea del Sur es donde la aceleración informativa y el cambio digital
han sido más violentos, más transformadores. Sí, la ola de depresión masiva,
las crisis de pánico desconocidas hasta entonces, se explican solo a partir de
esta mutación. Las nuevas generaciones viven de manera más normal que las
anteriores, pero a costa de un sufrimiento psíquico y social, porque las formas
de explotación, el regreso de la esclavitud de la precariedad, libre, pero
esclavitud, es el precio que están pagando. Esto no se puede parar. No hablo
desde la nostalgia, pues ya no existe, ni volverá, como no volverán ni la
democracia ni la política. En sí la tecnología no es mala. Solo produce
sufrimiento cuando se vincula con la competencia desenfrenada, con la soledad y
la violencia social, con el neoliberalismo. Si no corres, mueres. Si no eres
más veloz, no ganas. Los trabajadores han de competir entre ellos. La relación
entre jóvenes es de competencia y soledad.
P. La democracia ha muerto,
dice usted
R. Democracia es la
dimensión donde nadie tiene razón porque todos tienen derecho a razonar
conflictivamente en una sociedad abierta, porque no hay verdad, pues la verdad
es el diálogo, y eso no significa nada hoy. Con la aceleración
tecno-comunicativa el diálogo se verifica entre el individuo y la pantalla, el
individuo y la máquina, y hay que respetar las reglas ineludibles de la máquina
digital, que son las reglas de las finanzas. Ingresar en el mundo de la
economía financiera significa entrar en una dimensión en la que las reglas
están escritas en la máquina, y no se pueden discutir. La democracia está
muerta porque la democracia es la posibilidad de discutir todo, principalmente
las reglas. La prueba la hemos visto en Grecia, en todos los lugares. Con la
democracia no se puede cambiar nada. La revuelta de los chalecos amarillos es
la última demostración. ¿Con la democracia no podemos cambiar nada? Pues salgo
a la calle y hago algo violento. No es fascismo, es locura, la sinrazón.
P. Una corriente de emotividad
recorre como un escalofrío el cuerpo social y surgen sentimientos peligrosos:
humillación, dignidad…
R. Los movimientos de
renovación social, de propuestas de posibilidades nuevas, han sido cancelados
por la voluntad europea y las finanzas internacionales. El sentimiento de
humillación es más peligroso que el de empobrecimiento. El empobrecimiento
produce ira, violencia, pero también deseo racional de ganar algo. La
humillación produce deseos de venganza, incluso el de matarse a sí mismos,
fíjese el carácter absurdo de lo que estamos hablando. El pueblo inglés que
votó por el Brexit, ¿esperaba ganar algo? Creo que no. Lo único, reaccionar
contra los que les habían humillado. Humillar a los humilladores. Igual en el
conflicto de Cataluña y España. O en Estados Unidos. Trump es el máximo
humillador. Humillador de humilladores. Este es el núcleo de la discusión
política contemporánea. No es política, es psicopatía. Vivimos una condición
que es psicopática. Las herramientas de la política no sirven, porque la
venganza no atiende a razones. Es la paradoja en la que nos encontramos hoy.
P. Cuando todo es incierto
y nos mueve el miedo, ¿surge el deseo punitivo, el populismo punitivo?
R. En Italia hay quien tiene obsesión es castigar la casta hasta el
punto de que estamos dispuestos a perder nuestra condición democrática para
castigar a los ladrones de la casta, de la elite. La identificación de la elite
tiene un carácter esencialmente punitivo: Lo que ha pasado con los chalecos
amarillos y Finkielkraut es antisemita, pero quién ha preparado todo esto. La
razón liberal, democrática, ha producido una humillación, al identificar la
razón con el algoritmo financiero.
P. ¿El sueño de la razón
produce algoritmos financieros?
R. Sí. El sueño de Goya.
Adorno y Horkheimer ya lo dijeron: si la razón progresiva no logra entender la
oscuridad que lleva en sí misma está firmando su condena de muerte. Hablaban
del nazismo, pero está ocurriendo ahora mismo, si miramos los movimientos en
Estados Unidos, España, Londres o el mundo árabe.
P. ¿La falta de una
alternativa no lleva a la inacción?
R. La única terapia que yo
veo tras la oscuridad presente es la reactivación del cuerpo colectivo, del
placer de encontrar el cuerpo del otro en la dimensión colectiva. Si miramos
los movimientos en Estados Unidos, España, Londres o el mundo árabe, vemos que
no eran movimientos políticos, sino de un movimiento de reactivación del
erotismo de la sociedad, erotismo entendido como una dimensión del psiquismo
que es la dimensión empática, la dimensión del placer del otro. La patología
que estamos viviendo es de des-erotización de la relación social. Si puedo
imaginar algo bueno para el futuro es la reducción de la velocidad y de
reactivación del cuerpo erótico de la sociedad. Es la única forma de reactivar
lo que un día llamamos democracia. Una terapia poética, estética y ética,
porque cuando hablamos de ética no estamos hablando solo del bien y del mal,
sino también del placer. No creo en la batalla política por la democracia, es
como un círculo vicioso. Cuando hablo con los jóvenes alumnos de sufrimiento,
de impotencia sexual, de la falta de placer sexual, de la falta de
reconocimiento erótico, de la fragilidad psíquica, me escuchan y algo se mueve.
Cuando hablo de política, no se produce ningún efecto.
P. El sexo que no habla
R. Hay muchísimo sexo, pero
se ha perdido la capacidad de ser algo dialogante.
P. ¿Quién auguró mejor el
futuro: Huxley, Ballard, Orwell o Philip K. Dick?
R. Philip K. Dick, sin duda. Orwell llegó muy lejos, pero Dick vio
algo esencial, que el problema no era solo la pantalla como Orwell, el problema
era la relación entre la máquina y el cerebro, la interconexión e
interdependencia. El problema es cómo la pantalla se ha apoderado del cerebro,
cómo la tecnología digital está modificando la cultura, pero también la
actividad cognitiva, y a nivel más profundo, la estructura neurofísica misma
del cerebro humano. La humanidad siempre se ha orientado con los sentidos, la
vista, el olor… Hoy nos orientamos a través de un mapa telemático de un
satélite. ¿Qué pasará dentro de dos o tres generaciones con la capacidad de
mirar el panorama, detectar señales olfativas, auditivas, en el ambiente? Es la
actividad cognitiva misma la que se está modificando y cuando se modifica la
capacidad cognitiva, pasa a la física del cerebro. Tendremos un cerebro
conectivo que funcionará a través de conexiones sintácticas que cancelarán la
capacidad pragmática de redefinir el contexto.
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Entrevista a Franco Berardi realizada por: Josep
Massot
Fuente: El Pais
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