Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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18/10/10

Crónicas de Ávalon: El Principio Holográfico

En la entrada Crónicas de Ávalon: Llegada a la isla de Cristal, del 16 de noviembre, se informó del nacimiento de la revista Ávalon:

http://www.revistadigitalavalon.es/

Su carácter es mensual y acaba de ver la luz el número 12, que puede descargarse de manera gratuita en el referido sitio web.

Como ocurrió en los números anteriores, mi aportación consiste en una sección fija denominada Crónicas de Ávalon. En esta ocasión tiene como título Dimensionis.


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1. Llegada a la Isla de Cristal (entrada del 16 de noviembre)

2. Ritmo de Vida (9 de diciembre)

3. Merlín (20 de enero)

4. Iapetus y Nibiru (22 de febrero)

5. Viaje al centro Galáctico y a mi interior (22 de marzo)

6. Fanum (19 de abril)

7. Vamos a contar mentiras (17 de mayo)

8. Práctica del ahora (21 y 22 de junio)

9. Ho´oponopono (26 de julio)

10. Campos morfogenéticos (1 de septiembre)

11. Dimensionis (22 de septiembre)

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12. EL PRINCIPIO HOLOGRÁFICO

Tras la inmersión en las Dimensionis de San Isidoro y en las Dimensiones de la astrofísica narrada en la Crónica precedente, me sentí con ganas y en condiciones de afrontar la charla con Igraine propuesta por Nimue, al objeto de conocer en detalle los avances científicos en el ámbito del denominado Principio Holográfico.

La cita fue en casa de la propia Nimue, que propició el encuentro haciendo de anfitriona con una sabrosa cena conformada por una miscelánea de platos fríos y templados preparados en su totalidad con setas (champiñones, gurumelos, níscalos, gallipiernos, oronjas,…) que ella misma había recogido en los terrenos húmedos de un bosque cercano, que descollaba por la frondosidad de su arboleda.

Igraine no vino acompañada por su íntima amiga Elaine, como Nimue y yo esperábamos, por lo que, finalmente, fuimos tres a la mesa, sobre la que antes de sentarnos ya descansaban los platos compitiendo por el espacio con tres jarras medianas de cerveza de abadía y otras dos, de mayor volumen, de vino rosado de la tierra con las que Nimue había dispuesto que regáramos los hongos. La conversación fue directa al grano al poco de empezar el ágape, siendo Igraine la que presentó con solvencia sus credenciales acerca de su conocimiento de la materia:

-Tras concluir mis estudios de Física en la Universidad de Londres, me desplacé a California para hacer el doctorado. Concretamente, a la Universidad de Berkely, en la que permanecí casi tres años, desde comienzos de 2001 hasta finales de 2003. Allí fui testigo de excepción de una serie de indagaciones dirigidas por mi director de tesis, Raphael Bousso, y coordinadas a nivel mundial por los físicos Gerardus ´t Hooft, Premio Nobel en 1999, y Leonard Susskind. Poco antes de que regresara a Ávalon, ambos decidieron difundir públicamente los resultados de sus trabajos, mostrando como en el origen de la Naturaleza puede haber únicamente ultra-pequeños paquetes de información pura. Las revistas científicas e incluso la prensa diaria lo resumieron en un gran titular: “la información es el componente fundamental de la Naturaleza” (“información” significa en este caso bytes esenciales de materia y las leyes físicas que los gobiernan). Con ello pusieron los cimientos de la hoy conocida como teoría del Principio Holográfico, que desde entonces ha ido adquiriendo credibilidad e influencia entre la comunidad científica. Por ejemplo, el físico Nassam Haramein defiende abiertamente que el Universo se basa en un holograma; e investigadores de todo el planeta, con los científicos japoneses a la cabeza, manipulan hologramas creando imágenes 3D o explican el funcionamiento del mundo físico en función de campos de energía e información-.

Mientras la escuchaba, no pude remediar que mi imaginación fantaseará acerca del impacto que una mujer de sus características intelectuales y físicas debió haber causado en las aulas californianas, en la también yo estuve cuando era joven cursando estudios de economía. Por si la dulzura de su voz, el profundo encanto de sus ojos azul esmeralda y el esplendor de su melena pelirroja fueran pocos reclamos, Igraine sobresalía por la altura tanto de su inteligencia como de su cuerpo, en el que las curvas se desenvolvían entre medidas de auténtica modelo. Por tanto, atractivos más que suficiente como para que no pasará en absoluto inadvertida para estudiantes y profesores por muy dedicados que estuvieran a la física teórica.

Afortunadamente, Igraine proseguía su alocución ajena a mis pensamientos, aunque Nimue, por la mirada con la que me sacó de los mismos, sí se había percatado tanto de mi abstracción como del por qué de la misma:

-En buena medida, la idea de que vivimos en un holograma se deriva de la comprensión de los agujeros negros y cuenta con una base teórica bastante firme. Los hologramas de las tarjetas de crédito y billetes están impresos en películas de plástico bidimensionales. Cuando la luz rebota en ellos, recrea la apariencia de una imagen tridimensional. Lo que está haciendo la ciencia es sugerir que el mismo principio puede aplicarse a todo el Universo. Así, nuestra experiencia cotidiana sería una proyección holográfica de procesos físicos que tienen lugar en una lejana superficie bidimensional. Desde hace algún tiempo, los físicos han mantenido que los efectos cuánticos podrían provocar que el continuo espacio-tiempo convulsionara descontroladamente a escalas muy pequeñas. A estas escalas, la red espacio-temporal podría granularse y estar compuesta de diminutas unidades (similares a los píxeles) de un tamaño de aproximadamente cien trillones de veces el tamaño del protón-.

-Fascinante...-, la interrumpió Nimue. -No estoy versada en la materia, pero recuerdo haber leído en algún sitio que, para los seguidores del Principio Holográfico, el “big-bang” que dio lugar al nacimiento del Universo tendría más que ver con una gigantesca “bajada” de bytes de información por parte de un “superordenador” que con una explosión masiva de materia.-

-Así es-, respondió rápidamente Igraine. –Por lo que la Naturaleza estaría realmente configurada por pequeños paquetes de información, que son los que especifican el cuándo, dónde, cómo y cuánto del espacio, el tiempo y la materia-

-Tampoco los círculos alternativos que propugnan la existencia de una unión íntima entre ciencia y espiritualidad-, ahora fui yo quien se sumo al diálogo, -han sido ajenos a estos avances. Recuerdo que Deepak Chopra habla del ámbito cuántico como el campo de información de donde parte todo lo conocido (materia, emociones, pensamientos,...). Y el influjo del Principio Holográfico ha llegado hasta la esfera farmacéutica, donde hay laboratorios que fomentan la “farmacología holográfica”. Igualmente, hay que tener en cuenta que en esos círculos El Kybalion es una obra de referencia obligada. Y sus explicaciones acerca del “principio hermético del mentalismo” están impregnadas de lo que hoy tildaríamos percepción holográfica de la Realidad: “el Universo es una creación mental sostenida en la mente del Todo”, enuncia literalmente. Lo que deriva en una de las máximas más famosas del texto: “la mente infinita del Todo es la Matriz del Universo”-.

-Esto es, precisamente, lo que la física parece estar revelando-, Igraine volvió a la carga en un tono que evidenciaba lo mucho que le apasionaba el tema. -En el núcleo del mundo material y cuanto la compone hay una realidad no física que puede ser denominada ondas de probabilidad, información, consciencia o pensamiento. Por ejemplo, el físico Jeffrey Satinover ha señalado que “la materia, sea lo que fuere, no tiene nada en esencia; es completamente insustancial; lo más sólido que se puede decir sobre ella es que se parece mucho a un pensamiento, es como una pizca de información concentrada”. Nikolas Tesla recalcó que en el núcleo de lo material hay una realidad no física que se expresa como vibración y tiene su razón de ser en información, consciencia o pensamiento. Y el antropólogo y lingüista Gregory Bateson ha llegado a llegó a afirmar que “la mente es la esencia de la vida”-.

–Personalmente-, Nimue entró de nuevo en la conversación, -destacaría las contribuciones de alguien a quien admiro: el profesor de física teórica David Bohm. Convencido de que existen otros planos de la realidad a los que sólo podemos tener acceso a través de estados místicos (éxtasis, alteración del estado de consciencia,…), subrayó que la globalidad de la Creación y todas sus Dimensiones están conectadas “en un estado de interminable flujo o doblado y desdoblado”, siendo la evolución un signo de la inteligencia creadora explorando estructuras diferentes que van mucho más allá de lo que se precisa para sobrevivir. Para Bohm, existe un orden implicado plegado en la naturaleza que se despliega gradualmente a medida que evoluciona el Universo. Algo parecido a un holograma, aunque prefirió hablar de “holomovimiento”: forma parte de la realidad que se envuelve y se desenvuelve constantemente, entre el orden implicado y el orden manifestado, a un ritmo tal que el mundo visible aparece como uniforme. Todo ello fuerza a replantear lo que entendemos por “real”. Ya lo manifestaron antiguas culturas: el mundo percibido por los sentidos físicos es pura ilusión (“maya”) y por debajo hay algo más poderoso y fundamental y, desde luego, más real, aunque sea totalmente intangible-.

-Gracias a científicos como los que habéis nombrado-, Igraine retomó el protagonismo tras haber ingerido un buen trago de cerveza, -en el siglo XXI se empieza a describir la realidad substancial de cuanto existe como energía vibratoria asociada a alguna modalidad de información, idea o pensamiento. La Teoría de Cuerdas, por ejemplo, sostiene que las partículas fundamentales no son puntos, como ha mantenido la teoría de partículas convencional, sino objetos extensos y vibratorios. Para el físico David Gross, Premio Nóbel en 2004 y uno de los máximos expertos en dicha teoría, partículas como el electrón o la radiación electromagnética corresponden sencillamente a las vibraciones de menor energía. En palabras de Fritjof Capra, prestigioso físico fundador del Instituto Elmwood, “no resulta inverosímil pensar que todas las estructuras del Universo, desde las partículas subatómicas hasta las galaxias y desde las bacterias hasta los seres humanos, sean manifestaciones de la dinámica autoorganizadora del Universo que hemos identificado como la Mente Cósmica”.

-Entonces, Igraine, la Teoría de Cuerdas y la del Principio Holográfico son muy semejantes-, expresé más como duda que cual conclusión.

-No tanto, Emilio. Mira…, según la Teoría de Cuerdas el espacio está descrito por la vibración, en miles de maneras y frecuencias, de diminutas cuerdas de una determinada dimensión: una cuerda vibrando arriba y abajo a cierta frecuencia podría crear un átomo de helio o una ola gravitacional, tal y como las cuerdas de una guitarra crean diferentes sonidos a diferentes frecuencias. Los partidarios de esta teoría han mantenido hace mucho tiempo que estas cuerdas son el componente fundamental de la Naturaleza. Frente a ello, el Principio Holográfico considera que, observando más de cerca una cuerda, se ven bytes cuánticos llamados “baldosas de Planck” (distancia o escala de longitud por debajo de la cual se espera que el espacio deje de tener una geometría clásica). Son estos los que engarzados indican a las cuerdas como tienen que vibrar. Estas “baldosas” son bytes cuadrados que delimitan un “área de Planck”, o lo que es lo mismo, un trillón de un trillón, de un trillón de un trillón de un trillón de un trillón de un centímetro cuadrado. Una cuerda de baldosas de Planck sería la versión natural de un byte. Y el Principio Holográfico nos permite saber cuántos datos (bytes) son necesarios para decirnos con detalle cada cosa que ocurre en cualquier zona o parte del espacio.

-¿Quiere esto decir, en definitiva, que la Naturaleza es un conjunto de bytes preprogramados?-. Empezaba a entender los fundamentos holográficos y me invadía la euforia.

-¡Exacto!. Lo que enlaza con lo que antes hablamos de que el “big-bang” tiene más que ver con una gigantesca descarga de bytes de información por parte de un superordenador que con una explosión masiva de materia-. Igraine me miro incisivamente a los ojos antes de continuar. –El Principio Holográfico toma su nombre de una ingeniosa predicción. Un holograma es una fotografía generada por láser que aparece como de tres dimensiones, pero que, en realidad, contiene toda su información en una superficie plana de sólo dos dimensiones. Es decir, toda la información necesaria para crear una imagen en 3-D está codificada en la superficie del holograma. En los años 90 del pasado siglo XX, distintos físicos de partículas, trabajando separadamente, llegaron a la conclusión de que el Universo en sí tendría que almacenar información de la misma manera. El mundo sería, pues, un holograma tridimensional configurado por las dos Dimensiones que en el texto de San Isidoro se llaman Octava y Séptima. Los teóricos, una vez asumido que la cantidad e información requerida para describir un objeto de tres dimensiones (ya sea un libro, una agujero negro o el Universo en su conjunto) está relacionada con el volumen del objeto, sospechan que dicha información puede ser codificada sobre la superficie del objeto. Todo lo cual ha sido conceptualmente refinado por mi maestro en Berkely, Raphael Bousso, que ha ayudado a formular de un modo más preciso este Principio señalando que el mundo no aparece ante nuestros sentidos físicos como un holograma, pero en términos de información necesaria para describirlo sí que se puede afirmar que el mundo es un holograma. La cosa más asombrosa es que el “Principio Holográfico” funciona para todos los ámbitos y todos los posibles espacios-tiempo.

-¿Qué tiene que ver todo ello con el GEO-600 y los trabajos de un tal Hogan?-, preguntó de pronto Nimue.

-Bastante…-, contestó Igraine de modo reflexivo. -El GEO-600, localizado en Hanóver (Alemania), se puso en marcha en 2006 en el convencimiento de que revolucionaría la astronomía. Su misión consiste en detectar de manera directa lo que nunca antes había sido percibido: las elusivas ondas gravitacionales, que son ondulaciones del espacio-tiempo producidas por un cuerpo masivo acelerado (como un agujero negro o una estrella de neutrones) y que se transmiten a la velocidad de la luz. Estas ondas gravitacionales fueron predichas por la Teoría de la Relatividad de Einstein, pero sólo se han podido recoger evidencias indirectas de ellas. Tampoco el GEO600, en sus años de funcionamiento, las ha conseguido detectar de forma directa, pero quizá casualmente se haya topado con el más importante descubrimiento de la física en los últimos 50 años al registrar un extraño ruido de fondo, con frecuencias entre los 300 y 1.500 hertzios, que ha traído de cabeza a los investigadores que en él trabajan y que para el físico Craig Hogan podría probar que, efectivamente, vivimos en un holograma-.

-¿Un ruido de fondo?. ¡Esto parece una película de ciencia–ficción!-, exclamé francamente sorprendido por el derrotero que había tomado nuestra charla.

-Ja, ja, ja-. Igraine rió con fuerza. -Pero esto es real. Bueno,… todo lo real que puede ser algo que acontece en un holograma, ja, ja, ja-.

Los tres prorrumpimos en carcajadas. Por un instante todo mi ser fue consciente de lo feliz que era en Ávalon. No se trataba sólo del acceso a conocimientos, la compañía de Nimue, la condición tan singular de los demás pobladores o la hermosura de su geografía. No, nada de eso. Era cuestión de energía. Lo sentía nítidamente en mi interior. La energía de la Isla, su frecuencia vibracional, era muy distinta a la de cualquier otro lugar en el que hubiese estado. Comprendí entonces que en un plano dimensional puede haber áreas concretas de una Dimensión mayor (esto es, más interior, como se vio en la última Crónica). Y este es el caso de Ávalon en el contexto de la Tercera Dimensión.

-El dichoso ruido-, mi atención retornó a las palabras de Igraine, -trajo de cabeza a los investigadores hasta que Hogan afirmó que el GEO600 se había tropezado con el límite fundamental del espacio-tiempo: el punto en el que el espacio-tiempo deja de comportarse como el suave continuo descrito por Einstein para disolverse en “granos” (más o menos de la misma forma que una imagen fotográfica puede verse granulada cuanto más de cerca la observamos). Por tanto, el ruido proviene de los confines del Universo, del rincón en que éste pasa de ser un suave continuo espacio-temporal a ser un borde granulado. De ser cierto, dicho ruido sería, como el propio Hogan ha aseverado, la primera prueba empírica de que vivimos en un Universo holográfico, en un gigantesco holograma cósmico-.

Probablemente por que notó signos de extrañeza tanto en la cara de Nimue como en la mía, Igraine insistió al respecto, aunque dando un giro más de tuerca a sus argumentos:

-Según Hogan, parece como si el GEO600 hubiese sido golpeado por las microscópicas convulsiones cuánticas del espacio-tiempo, siendo el ruido captado el registro de tales convulsiones. Esto supondría considerar el espacio-tiempo como un holograma granulado y describirlo como una esfera cuya superficie exterior estaría cubierta por unidades del tamaño de la longitud de Planck. Cada una de estas “piezas” del mosaico universal sería, asimismo, una unidad de información. Y la cantidad total de información que cubre el exterior de dicha esfera habría de coincidir con el número de unidades de información contenidas en el volumen del Universo-.

-Pero teniendo en cuenta que el volumen del Universo esférico sería mucho mayor que el volumen de la superficie exterior-, la cabeza me daba tumbos, aunque todo en mi interior resonaba armónicamente como queriéndome confirmar la veracidad de todas estas disquisiciones, -este galimatías se complica aún más-.

-Ya, pero Hogan también señala una solución para este punto. Si ha de haber el mismo número de unidades de información o bytes dentro del Universo que en sus bordes, los bytes interiores han de ser mayores que la longitud de Planck. Enunciado de otra forma, el Universo holográfico sería borroso. La longitud de Planck ha resultado demasiado pequeña para ser detectada hasta la fecha, pero Hogan afirma que el GEO600 ha podido registrarla porque la proyección holográfica de la granulosidad podría ser mucho mayor, de alrededor de entre 10 y 16 metros. En definitiva, lo que ha detectado el GEO600 podría ser la borrosidad holográfica del espacio-tiempo desde el interior de este Universo holográfico. Según publicó la web del GEO600, para probar la teoría del ruido holográfico, la sensibilidad máxima del detector ha sido modificada hacia frecuencias incluso más altas-

-O sea, que desde la experiencia observacional de los seres humanos y sus indagaciones científicas-, habíamos finiquitado la cena y quería apurar los razonamientos, -la Tercera Dimensión, no sabemos si también otras, es, en verdad, una Matriz Holográfica. Su solidez es sólo un engaño de los sentidos y en verdad, como gusta en recordar Morgana, es un gran teatro, el Gran Teatro del Mundo.-

-Chapó por Morgana-, exclamó efusivamente Igraine, a la par que se ponía de pie en dirección a Nimue, obsequiándole con un beso en el Tercer Ojo en señal de agradecimiento por la cena y despedida.

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