Quien desee poner en valor la pureza de su Yo Verdadero y conseguir la integridad de su Ser, que está por encima de cualquier preocupación y sufrimiento, ha de insistir pacientemente en la actividad contemplativa.
Los habrá que durante más o menos tiempo hayan vivido bajos los influjos del ego y sus acciones. Los que más tiempo lo hayan estado, sentirán también más el esfuerzo que la contemplación requiere. Sin embargo, sucede con frecuencia que estos llegan antes a la perfección, pues la gracia divinal es verdaderamente maravillosa.
Lo que quiero resaltar es que en esta vida ninguna persona puede juzgar a otra como buena o mala por la simple evidencia de sus obras. Los obras en sí mismas son otra cuestión. Podemos juzgarlas como buenas o malas, pero no a la persona.
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