Solemos atribuir a la
constancia un valor tan alto que cuando no logramos manifestarla en nuestra
vida durante el tiempo que nos gustaría, nos convertimos en compañeros insanos
de otro aspecto mal valorado: el fracaso.
Bajo la creencia arraigada de
que la superación llega con el esfuerzo, hemos llegado a generalizar que todo
funciona bajo ese paradigma, y, aunque en los aspectos materiales sí que se
cumple esa relación, en los aspectos más sutiles como el energético y el
espiritual, la evolución está ligada al placer y es precisamente el esfuerzo lo
que debilita la sutilidad o lo que es peor, la endurece.
Este es el caso de una chica
acostumbrada a vivir desde su infancia en un ambiente de exigencia y conforme
su mundo interior fue ganando Luz, se atrevió a ir tomando decisiones en
coherencia con la nueva realidad que observaba.
Dejó su trabajo en un equipo
directivo que le desgastaba internamente para crear su propio proyecto
relacionado con promover un estilo de vida más consciente.
En poco tiempo creó un lugar
con una energía especial. Las personas que acudían a sus talleres y a sus
clases de meditación eran cada vez más y pronto alcanzó un nivel de
reconocimiento alto. Sin embargo, el mundo interior de la chica soportaba una
tensión muy alta por la presión que el crédito bancario que tuvo que solicitar
para abrir su propio centro, le generaba cada mes.
No podía permitirse todavía
contratar a una persona y no contemplaba ni siquiera ponerse enferma.
Todo el mundo admiraba su
constancia, pero el esfuerzo que le suponía a ella, comenzó, poco a poco, a
pasarle factura a nivel sutil.
Su tiempo personal de
autocuidado bajó, la calidad de su silencio interior también y poco a poco, su
contracción interior se tradujo en una contracción de su consciencia.
Casi sin darse cuenta comenzó
a ver a sus clientes como oportunidades de negocio. Activó inconscientemente su
patrón de ventas de la época anterior en un ambiente tan sensible que le llevó,
en poco tiempo, a perder credibilidad y confianza entre algunas de las personas
más asiduas.
Cuando entré por primera vez a
su espacio de trabajo sentí la energía bonita que emanaba en el entorno que
ella había creado, pero no percibí lo mismo de la energía que emitía la chica.
Su postura, la tensión en su mirada y la comunicación reactiva, mostraban una
severidad que, conforme se la expuse, se diluyó en un reconocimiento por su
parte de autoexigencia tan alto que estaba saboteando su propia luz interior.
Me contó que observaba desde
hacía un tiempo una "fuga" de clientes y no entendía por qué ya que
el espacio estaba siempre cuidado y no había realizado ningún cambio
importante.
(Estos casos son delicados
porque la Verdad y la Luz se han creado y se mantienen por fuera, pero la
inconsciencia se ha activado por dentro y es en el interior de la persona donde
es necesario activar la Luz con el apoyo de la que emite su propio entorno.)
Fueron necesarias 2
conversaciones y hacer un cambio en la recepción:
+En las conversaciones
reconoció lo acostumbrada que estaba, en su anterior etapa, a hacerlo todo por
ella misma y lo mucho que le costaba delegar y confiar.
+Vio que esa resistencia a la
ayuda activaba su, cada vez más, autoexigencia rozando incluso el automaltrato.
+Pudo ver que abrir la
consciencia es sinónimo de abrirse y confiar internamente en la vida y se
comprometió, durante unas semanas, a abrirse a recibir apoyo.
+Fue entonces cuando, por sí
misma, hizo más hueco en la recepción y la iluminó más.
+Tal como la redecoró,
facilitaba espacio para una persona más a la hora de ayudarle en la gestión de
visitas y esta ayuda no tardó en aparecer.
En poco más de un mes
comenzaron a surgir una serie de cambios en su vida que facilitaron de nuevo la
apertura interior de su consciencia y la captación de nuevos clientes que se
acercaban a ella por su buena vibración.
Poco a poco, los cambios que
de forma armoniosa y natural se produjeron, crearon en ella una nueva gestión
del tiempo y un hábito de vida más saludable.
Encontró su propio ritmo, un
ritmo que lejos de desgastarle, le recargaba y que curiosamente, además de
aportarle más lucidez y de llegar a todo, tenía también más tiempo personal.
Cuando nuestros ritmos
internos se sincronizan con los de la vida, la sensación de esfuerzo se diluye
dando paso al placer de hacer, de ser y de estar.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y
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