Un cambio real desde la teoría económica
clásica a la Teoría Neoclásica es el énfasis en la economía basada en el
intercambio a través del máximo crecimiento y producción en vez de una economía
basada en el valor de uso. Incluso en la Teoría Neoclásica la utilidad marginal
de los factores de producción es importante, así como el reemplazo de la teoría
del valor del trabajo de Smith y Ricardo por la teoría del valor marginal. El
progreso original a este respecto fue alcanzado a mediados del Siglo XVIII por
el inglés Stanley Jevons, el francés Leon Walras y el austríaco Anton Mengel.
Se les conocía como “marginalistas”, debido a la importancia que daban al valor
marginal, el significado de la abundancia frente a la escasez en el proceso
económico y también debido a considerar cada unidad como un “input” separado,
esto es, marginal a otros en el proceso general, mientras otros se mantienen
constantes.
De acuerdo con Walras, cada producto es
influido por dos funciones: (1) La función de demanda, significa que la cantidad
de un producto demandado por los consumidores depende de su precio, precio de
productos similares, el gusto de los consumidores y su nivel de ingresos. (2)
La función de suministro, significa que la cantidad de un producto suministrado
por los productores depende de los costes de producción (recursos, trabajo y
maquinaria) y la cantidad de producto, o productos similares que ya estén en el
mercado. En cada mercado, las dos funciones deberían estar en equilibrio (al
fin es el mismo concepto que en la Teoría Clásica) para satisfacer a ambos,
productores y consumidores.
Walras fue también responsable de aportar
los fundamentos matemáticos de la conocida como Teoría General del Equilibrio,
por las ideas de algunos economistas clásicos como Smith y Ricardo que habían
propuesto que el sistema económico nacional se componía de muchas actividades
independientes que tienden hacia el equilibrio. Desde luego, determinar el
punto de equilibrio para un elemento es una cosa y otra bien distinta, hacerlo
para millones de productos en millones de mercados en una economía global. Haré
mención aquí de que el establecimiento de la teoría del equilibrio ha sido
bastante perjudicial en la formulación y desarrollo de las nuevas teorías sobre
las realidades globales.
El neoclasicismo y su análisis marginal,
que pone el acento en los incrementos del sistema productivo, está orientado
sólo en el corto plazo. Por lo tanto, no aporta a la Economía una teoría de la
utilización en el largo plazo de los recursos naturales, su explotación y, por
tanto, su sostenibilidad. En realidad, los factores de producción son
responsables de la producción de mercancías y no como mercancías marginales. La
Teoría Marginal se basa sólo en metodología matemática, pero tiene poca
relevancia en el trabajo la actividad económica social. La teoría neoclásica
(marginal) mientras, tiene la ventaja de tratar todos los factores de
producción con equidad, sin embargo, tiene el gran inconveniente de que ignora
la heterogeneidad de los recursos naturales y por tanto, su posible
complementariedad en el proceso productivo en tanto asume que actúan de modo
independiente. Además, tiene la desventaja de que ignora la cantidad de
factores de producción y la posibilidad de sustituir unos elementos productivos
por otros. La Teoría Neoclásica, al no reconocer los inconmensurables factores
de producción, por ejemplo, entre diferentes tipos de capital (natural,
manufacturado, monetario) podría realmente permitir substituciones. Está por tanto el problema de que la sustitución
en muchos casos no es posible; esto es, tiene que ser unidad a unidad y
habitualmente, tiene que ser a pequeña escala ambos, lo que es en general
bastante irreal.
Durante las pasadas décadas, la Teoría
Económica y el análisis ha sido grandemente influido por los matemáticos y la
simulación de modelos informáticos (lo que justifica por qué varios de los
premios Nobel de Economía en el pasado han sido otorgados a economistas
matemáticos); 1998 siendo una bien merecida excepción a ello, fue otorgado al indio
Amartya Sen por su trabajo sobre la economía del bienestar. Sin embargo, el
tratamiento matemático no es el apropiado para las teorías de la producción y
la utilidad del análisis neoclásico, debido a que el hecho en el que estas
teorías se basan es en la asunción de que ni la utilidad ni la producción
pueden influir a los consumidores. El dominio de las técnicas matemáticas y
estadísticas han arrastrado a la economía hacia movimientos “más allá” de los
problemas reales del día a día tal y como refiere un artículo del periódico
Washington Post de 1979 “Ambiciosos economistas diseñan soluciones
elegantes para problemas teóricos con poca o nula relevancia en los problemas
reales”. Este aspecto ha sido enfatizado por
el economista Wassily Leontief (1982) quien se lamenta de que el uso de modelos
matemáticos no contribuye a avanzar de modo perceptible en la comprensión
sistemática de las estructuras y operaciones de los sistemas económicos reales (lo resalto yo).
Incluso los neoclasicistas asumen que las
fuerzas del mercado, por ejemplo, los precios, determinan la organización y el
funcionamiento y más allá, la estabilidad del sistema económico, aportando
equilibrio entre la oferta y la demanda. Esto ignora la base biológica sobre la
que depende el sistema socioeconómico; la evolución de un sistema dinámico como
el socioeconómico y las innumerables interacciones entre este y el sistema
biológico natural. Esto es, ellos creen que la producción económica está
determinada por la localización inicial de los recursos y como tal, está
desprovisto de temporalidad (escasez debido a la explotación de los recursos) y
cambios de localización espacial (escasez debida a la devastación)
La Teoría Neoclásica, además es
reduccionista con los agentes económicos que actúan independientemente de los
demás de acuerdo con los gustos, preferencias y por su propio interés y
beneficio. Esta actitud de independencia también gobierna la teoría de la
producción y los factores de producción están pensados de modo independiente y
los recursos naturales pueden ser utilizados arbitrariamente al margen de las
leyes que rigen la transformación de la materia y la energía. Es esta una
importante debilidad de la Teoría Clásica que se ha extendido al trabajo y el
capital en la Teoría Neoclásica. La debilidad del modelo de equilibrio de la
Teoría Neoclásica se muestra en los siguientes hechos:
1. Se asume un
equilibrio mientras es bien conocido el hecho de que el mercado, en ningún
caso, puede funcionar bajo más de una condición de equilibrio. De acuerdo con
Ben Fine (1999) esto es restrictivo e inaceptable, que “La
Economía tiene una larga tradición en dejar a un lado cualesquiera resultados
incluso con su propia lógica, lo que resulta inaceptable”. Además,
la asunción de una condición de equilibrio ha sido debido a la ineficaz
capacidad de computación y que estos equilibrios han podido crear problemas muy
complejos para el diseño de modelos económicos.
2. Se asume
que los agentes económicos se comportan racionalmente y de modo predecible.
Como Ben Fine ha establecido la noción de racionalidad, no es aplicable de modo
ni universal ni individual en una sociedad que se comporta en base a agregados
y sin embargo aislados modos de operar. El énfasis en la racionalidad podría
llegar a ser peligroso porque puede llevarnos a tendencias reduccionistas
mediante la reducción de varios ámbitos económicos como una familia
institucional o políticas económicas para una sola “arena mercantil”.
3. La Teoría
neoclásica asume estos agentes económicos operando en un “mercado perfecto”,
cosa que sabemos no es real. La Economía ejerce influye en las teorías
económicas y la neoclásica no es una excepción. Un “mercado perfecto”, se
supone que no debería sufrir recesiones, inflación o desempleo. Pero así es y,
cuando ninguno de estos errores sucede es la evidencia de la perfección del
mercado, como indica Lionel Robbins en un discurso que dio en 1930, momento de
la Gran Depresión, que a la Economía sólo le preocupa la asignación de los
recursos escasos entre fines que sean competitivos y poco más.
4. El modelo
neoclásico de equilibrio no tiene en cuenta la competencia como un proceso real
que tiene lugar entre compañías líderes diferenciadas por su calidad y
cantidad.
5. El modelo
no cuenta completamente con los fenómenos derivados del cambio tecnológico o
por qué existen diferencias al respecto en el desarrollo entre diferentes
naciones. Esto sorprende especialmente si se considera que la globalización del
capital y la tecnología nos haría creer lo contrario.
Antes de terminar esta breve revisión del
neoclasicismo, quiero aportar el pensamiento de otro destacado economista,
Alfred Marshall (1842-1924). Él pensaba que el futuro de la Economía debería
basarse en la Biología y no en los mecanismos al uso y planteaba que, “en las
etapas más avanzadas de la Economía nos debemos acercar casi a las condiciones
de funcionamiento de la vida, mucho más que a los comportamientos
mecanicistas”. Sin embargo, el no siguió sus propios pensamientos, porque en
aquel entonces, la Teoría de la Evolución biológica estaba en sus inicios y
también por sus propios compromisos con el mecanicismo económico. No obstante,
Marshall tomó prestado la noción biológica de la división del trabajo como una
fuente de eficiencia en la competitividad. Él intentó aplicar la noción de competencia
y supervivencia a la Economía (similar a la lucha por la supervivencia de
Darwin) y tomó la innovadora idea de acoplar integración con diferenciación,
las cuales son inherentes a las organizaciones sociales de las empresas. Esto
parece estar de acuerdo con la idea de Smith de las habilidades y la
especialización que ayudó a Marshall a desarrollar su idea de la organización
de la economía nacional. El hecho de que las analogías biológicas fueran
rechazadas por varios economistas, como Penrose (1952) no ha prevenido su
exitosa aplicación años más tarde (Boulding 1981).
Desafortunadamente el pensamiento de
Marshall no consiguió coger la esencia de la sinergia entre lo biológico y los
componentes físicos delos procesos económicos y el proceso de las organizaciones
debido a su enfoque reduccionista y mecanicista de la Economía. De hecho, esto
es lo que se necesita; esto es, producir esa ligadura para hacer la
organización más viable y hacer el proceso económico más adecuado para lograr
la sostenibilidad. Esto es verdad porque, aunque las instituciones sociales son
de naturaleza regulatoria, sin embargo, son las organizaciones las que
determinan comportamientos y actitudes, tan importantes para establecer
restricciones al consumo y la demanda, en aras a la sostenibilidad.
Marshall también tomó prestado de la
Biología el concepto de irreversibilidad e innovación en el tiempo y los usó
para mostrar cómo las condiciones históricas juegan un papel muy importante
como variables económicas. Fue también consciente de la importancia de la
conservación en los procesos productivos. Es más bien desafortunado que no
desarrollara una teoría comprensiva para el tratamiento de los aspectos físicos
y biológicos (recursos naturales y tecnología) de las organizaciones económicas,
así como la idea de irreversibilidad en el proceso económico desde el punto de
vista de la depleción de los recursos biológicos, el cambio en la organización
de sistema económico debido al cambio de actitudes y de los valores. Habría
sido muy útil en nuestra actual preocupación por y el tratamiento de, un
desarrollo sostenible y de la sostenibilidad en general.
Marshall intentó un consenso entre el
clasicismo y el neoclasicismo al afirmar que la primera enfatiza en la
producción, esto es, en la oferta y la segunda en el consumo, el lado de la
demanda del proceso productivo. Lo que es verdad es que el precio no depende ni
de la una ni de la otra solamente, sino de ambas. Esto puede ser interpretado
como la economía de crecimiento consciente e incesante oferta de mercadería
para una demanda insaciable capaz de destruir las bases biológicas de la
economía humana.
Es también bastante cierto que la actitud
y el comportamiento tan importantes en la cooperación y en la utilidad en el
intercambio económico de las transacciones e inversiones, han sido socavados
por la competitividad, codicia y el propio interés que son no obstante, muy
importantes para el éxito comercial. Por lo tanto, el agente económico, el Homo
economicus, debe siempre saber tolerar la inaguantable tensión, la “exquisita
tensión” entre las fuerzas que impulsan el consumo conspicuo y la avaricia y la
necesaria conservación y sostenibilidad. Parece que Smith, al fin, era
consciente de esta tensión, porque en sus dos grandes libros, “La Teoría del sentimiento
moral” y “La riqueza de las naciones”, hablaba sobre la importancia de ambos,
los límites sociales y la cooperación y también la importancia de la ambición y
el egoísmo, necesarios ambos para el avance de entorno económico.
Otro aspecto de la Teoría neoclásica que
la descalifica es que no da importancia a la ética individual y a la conducta
moral. Da mucha mayor importancia para la actividad económica a la necesidad de
intervención del Gobierno para asegurar el bien público. En otras palabras, quiere
decir que el neoclasicismo ofrece un mundo bastante utópico asumiendo que los
agentes económicos se comportan con ética en sus actos. La lógica de la
economía neoclásica es falsa porque asume la libre participación de la gente en
la producción, el intercambio y el uso de los bienes y servicios y, que la
gente disfruta de la misma libertad y cuota de poder de participación en el
mercado. Esto sería verdad mientras que su participación no sea coaccionada, y
fueran enteramente libres de elegir, aunque, en realidad no tienen alternativa,
y el mercado neoclásico en el que participan les impide disfrutar de sus
actividades económicas.
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Autores: Mansour Mohammadiam y José
Alfonso Delgado
Nota: La publicación de las diferentes entregas
de El Tercer Camino
se realiza en este blog, todos los lunes desde el 3 de enero de 2022.
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