Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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31/1/22

5.- Economía neoclásica

Un cambio real desde la teoría económica clásica a la Teoría Neoclásica es el énfasis en la economía basada en el intercambio a través del máximo crecimiento y producción en vez de una economía basada en el valor de uso. Incluso en la Teoría Neoclásica la utilidad marginal de los factores de producción es importante, así como el reemplazo de la teoría del valor del trabajo de Smith y Ricardo por la teoría del valor marginal. El progreso original a este respecto fue alcanzado a mediados del Siglo XVIII por el inglés Stanley Jevons, el francés Leon Walras y el austríaco Anton Mengel. Se les conocía como “marginalistas”, debido a la importancia que daban al valor marginal, el significado de la abundancia frente a la escasez en el proceso económico y también debido a considerar cada unidad como un “input” separado, esto es, marginal a otros en el proceso general, mientras otros se mantienen constantes.

De acuerdo con Walras, cada producto es influido por dos funciones: (1) La función de demanda, significa que la cantidad de un producto demandado por los consumidores depende de su precio, precio de productos similares, el gusto de los consumidores y su nivel de ingresos. (2) La función de suministro, significa que la cantidad de un producto suministrado por los productores depende de los costes de producción (recursos, trabajo y maquinaria) y la cantidad de producto, o productos similares que ya estén en el mercado. En cada mercado, las dos funciones deberían estar en equilibrio (al fin es el mismo concepto que en la Teoría Clásica) para satisfacer a ambos, productores y consumidores.

Walras fue también responsable de aportar los fundamentos matemáticos de la conocida como Teoría General del Equilibrio, por las ideas de algunos economistas clásicos como Smith y Ricardo que habían propuesto que el sistema económico nacional se componía de muchas actividades independientes que tienden hacia el equilibrio. Desde luego, determinar el punto de equilibrio para un elemento es una cosa y otra bien distinta, hacerlo para millones de productos en millones de mercados en una economía global. Haré mención aquí de que el establecimiento de la teoría del equilibrio ha sido bastante perjudicial en la formulación y desarrollo de las nuevas teorías sobre las realidades globales.

El neoclasicismo y su análisis marginal, que pone el acento en los incrementos del sistema productivo, está orientado sólo en el corto plazo. Por lo tanto, no aporta a la Economía una teoría de la utilización en el largo plazo de los recursos naturales, su explotación y, por tanto, su sostenibilidad. En realidad, los factores de producción son responsables de la producción de mercancías y no como mercancías marginales. La Teoría Marginal se basa sólo en metodología matemática, pero tiene poca relevancia en el trabajo la actividad económica social. La teoría neoclásica (marginal) mientras, tiene la ventaja de tratar todos los factores de producción con equidad, sin embargo, tiene el gran inconveniente de que ignora la heterogeneidad de los recursos naturales y por tanto, su posible complementariedad en el proceso productivo en tanto asume que actúan de modo independiente. Además, tiene la desventaja de que ignora la cantidad de factores de producción y la posibilidad de sustituir unos elementos productivos por otros. La Teoría Neoclásica, al no reconocer los inconmensurables factores de producción, por ejemplo, entre diferentes tipos de capital (natural, manufacturado, monetario) podría realmente permitir substituciones.  Está por tanto el problema de que la sustitución en muchos casos no es posible; esto es, tiene que ser unidad a unidad y habitualmente, tiene que ser a pequeña escala ambos, lo que es en general bastante irreal.

Durante las pasadas décadas, la Teoría Económica y el análisis ha sido grandemente influido por los matemáticos y la simulación de modelos informáticos (lo que justifica por qué varios de los premios Nobel de Economía en el pasado han sido otorgados a economistas matemáticos); 1998 siendo una bien merecida excepción a ello, fue otorgado al indio Amartya Sen por su trabajo sobre la economía del bienestar. Sin embargo, el tratamiento matemático no es el apropiado para las teorías de la producción y la utilidad del análisis neoclásico, debido a que el hecho en el que estas teorías se basan es en la asunción de que ni la utilidad ni la producción pueden influir a los consumidores. El dominio de las técnicas matemáticas y estadísticas han arrastrado a la economía hacia movimientos “más allá” de los problemas reales del día a día tal y como refiere un artículo del periódico Washington Post de 1979 “Ambiciosos economistas diseñan soluciones elegantes para problemas teóricos con poca o nula relevancia en los problemas reales”. Este aspecto ha sido enfatizado por el economista Wassily Leontief (1982) quien se lamenta de que el uso de modelos matemáticos no contribuye a avanzar de modo perceptible en la comprensión sistemática de las estructuras y operaciones de los sistemas económicos reales (lo resalto yo).

Incluso los neoclasicistas asumen que las fuerzas del mercado, por ejemplo, los precios, determinan la organización y el funcionamiento y más allá, la estabilidad del sistema económico, aportando equilibrio entre la oferta y la demanda. Esto ignora la base biológica sobre la que depende el sistema socioeconómico; la evolución de un sistema dinámico como el socioeconómico y las innumerables interacciones entre este y el sistema biológico natural. Esto es, ellos creen que la producción económica está determinada por la localización inicial de los recursos y como tal, está desprovisto de temporalidad (escasez debido a la explotación de los recursos) y cambios de localización espacial (escasez debida a la devastación)

La Teoría Neoclásica, además es reduccionista con los agentes económicos que actúan independientemente de los demás de acuerdo con los gustos, preferencias y por su propio interés y beneficio. Esta actitud de independencia también gobierna la teoría de la producción y los factores de producción están pensados de modo independiente y los recursos naturales pueden ser utilizados arbitrariamente al margen de las leyes que rigen la transformación de la materia y la energía. Es esta una importante debilidad de la Teoría Clásica que se ha extendido al trabajo y el capital en la Teoría Neoclásica. La debilidad del modelo de equilibrio de la Teoría Neoclásica se muestra en los siguientes hechos:

1. Se asume un equilibrio mientras es bien conocido el hecho de que el mercado, en ningún caso, puede funcionar bajo más de una condición de equilibrio. De acuerdo con Ben Fine (1999) esto es restrictivo e inaceptable, que “La Economía tiene una larga tradición en dejar a un lado cualesquiera resultados incluso con su propia lógica, lo que resulta inaceptable”. Además, la asunción de una condición de equilibrio ha sido debido a la ineficaz capacidad de computación y que estos equilibrios han podido crear problemas muy complejos para el diseño de modelos económicos.

2. Se asume que los agentes económicos se comportan racionalmente y de modo predecible. Como Ben Fine ha establecido la noción de racionalidad, no es aplicable de modo ni universal ni individual en una sociedad que se comporta en base a agregados y sin embargo aislados modos de operar. El énfasis en la racionalidad podría llegar a ser peligroso porque puede llevarnos a tendencias reduccionistas mediante la reducción de varios ámbitos económicos como una familia institucional o políticas económicas para una sola “arena mercantil”.

3. La Teoría neoclásica asume estos agentes económicos operando en un “mercado perfecto”, cosa que sabemos no es real. La Economía ejerce influye en las teorías económicas y la neoclásica no es una excepción. Un “mercado perfecto”, se supone que no debería sufrir recesiones, inflación o desempleo. Pero así es y, cuando ninguno de estos errores sucede es la evidencia de la perfección del mercado, como indica Lionel Robbins en un discurso que dio en 1930, momento de la Gran Depresión, que a la Economía sólo le preocupa la asignación de los recursos escasos entre fines que sean competitivos y poco más.

4. El modelo neoclásico de equilibrio no tiene en cuenta la competencia como un proceso real que tiene lugar entre compañías líderes diferenciadas por su calidad y cantidad.

5. El modelo no cuenta completamente con los fenómenos derivados del cambio tecnológico o por qué existen diferencias al respecto en el desarrollo entre diferentes naciones. Esto sorprende especialmente si se considera que la globalización del capital y la tecnología nos haría creer lo contrario.

Antes de terminar esta breve revisión del neoclasicismo, quiero aportar el pensamiento de otro destacado economista, Alfred Marshall (1842-1924). Él pensaba que el futuro de la Economía debería basarse en la Biología y no en los mecanismos al uso y planteaba que, “en las etapas más avanzadas de la Economía nos debemos acercar casi a las condiciones de funcionamiento de la vida, mucho más que a los comportamientos mecanicistas”. Sin embargo, el no siguió sus propios pensamientos, porque en aquel entonces, la Teoría de la Evolución biológica estaba en sus inicios y también por sus propios compromisos con el mecanicismo económico. No obstante, Marshall tomó prestado la noción biológica de la división del trabajo como una fuente de eficiencia en la competitividad. Él intentó aplicar la noción de competencia y supervivencia a la Economía (similar a la lucha por la supervivencia de Darwin) y tomó la innovadora idea de acoplar integración con diferenciación, las cuales son inherentes a las organizaciones sociales de las empresas. Esto parece estar de acuerdo con la idea de Smith de las habilidades y la especialización que ayudó a Marshall a desarrollar su idea de la organización de la economía nacional. El hecho de que las analogías biológicas fueran rechazadas por varios economistas, como Penrose (1952) no ha prevenido su exitosa aplicación años más tarde (Boulding 1981).

Desafortunadamente el pensamiento de Marshall no consiguió coger la esencia de la sinergia entre lo biológico y los componentes físicos delos procesos económicos y el proceso de las organizaciones debido a su enfoque reduccionista y mecanicista de la Economía. De hecho, esto es lo que se necesita; esto es, producir esa ligadura para hacer la organización más viable y hacer el proceso económico más adecuado para lograr la sostenibilidad. Esto es verdad porque, aunque las instituciones sociales son de naturaleza regulatoria, sin embargo, son las organizaciones las que determinan comportamientos y actitudes, tan importantes para establecer restricciones al consumo y la demanda, en aras a la sostenibilidad.

Marshall también tomó prestado de la Biología el concepto de irreversibilidad e innovación en el tiempo y los usó para mostrar cómo las condiciones históricas juegan un papel muy importante como variables económicas. Fue también consciente de la importancia de la conservación en los procesos productivos. Es más bien desafortunado que no desarrollara una teoría comprensiva para el tratamiento de los aspectos físicos y biológicos (recursos naturales y tecnología) de las organizaciones económicas, así como la idea de irreversibilidad en el proceso económico desde el punto de vista de la depleción de los recursos biológicos, el cambio en la organización de sistema económico debido al cambio de actitudes y de los valores. Habría sido muy útil en nuestra actual preocupación por y el tratamiento de, un desarrollo sostenible y de la sostenibilidad en general.

Marshall intentó un consenso entre el clasicismo y el neoclasicismo al afirmar que la primera enfatiza en la producción, esto es, en la oferta y la segunda en el consumo, el lado de la demanda del proceso productivo. Lo que es verdad es que el precio no depende ni de la una ni de la otra solamente, sino de ambas. Esto puede ser interpretado como la economía de crecimiento consciente e incesante oferta de mercadería para una demanda insaciable capaz de destruir las bases biológicas de la economía humana.

Es también bastante cierto que la actitud y el comportamiento tan importantes en la cooperación y en la utilidad en el intercambio económico de las transacciones e inversiones, han sido socavados por la competitividad, codicia y el propio interés que son no obstante, muy importantes para el éxito comercial. Por lo tanto, el agente económico, el Homo economicus, debe siempre saber tolerar la inaguantable tensión, la “exquisita tensión” entre las fuerzas que impulsan el consumo conspicuo y la avaricia y la necesaria conservación y sostenibilidad. Parece que Smith, al fin, era consciente de esta tensión, porque en sus dos grandes libros, “La Teoría del sentimiento moral” y “La riqueza de las naciones”, hablaba sobre la importancia de ambos, los límites sociales y la cooperación y también la importancia de la ambición y el egoísmo, necesarios ambos para el avance de entorno económico.

Otro aspecto de la Teoría neoclásica que la descalifica es que no da importancia a la ética individual y a la conducta moral. Da mucha mayor importancia para la actividad económica a la necesidad de intervención del Gobierno para asegurar el bien público. En otras palabras, quiere decir que el neoclasicismo ofrece un mundo bastante utópico asumiendo que los agentes económicos se comportan con ética en sus actos. La lógica de la economía neoclásica es falsa porque asume la libre participación de la gente en la producción, el intercambio y el uso de los bienes y servicios y, que la gente disfruta de la misma libertad y cuota de poder de participación en el mercado. Esto sería verdad mientras que su participación no sea coaccionada, y fueran enteramente libres de elegir, aunque, en realidad no tienen alternativa, y el mercado neoclásico en el que participan les impide disfrutar de sus actividades económicas.

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Autores: Mansour Mohammadiam y José Alfonso Delgado

Nota: La publicación de las diferentes entregas de El Tercer Camino

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 3 de enero de 2022.

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