Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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24/1/22

4.- Keynes versus Marx

Economía keynesiana

La Economía keynesiana es la denominación que se le da al sistema socioeconómico atribuido a John Maynard Keynes (1883-1946), discípulo de Marshall, y mejor conocido como el padre de la Macroeconomía. Él se interesó por cuestiones en las que nunca hasta entonces nadie había tenido en cuenta. Quiso investigar cómo los procesos económicos pueden estar influidos por el nivel de ingresos de las naciones y por los niveles de empleo. Convencido estuvo de que las respuestas tenían que venir del antiguo “caballo de batalla” en relación a la oferta y la demanda. Sin embargo, en contraste con los clásicos y neoclásicos que ponían el énfasis en lo individual, es decir, en la pequeña escala empresarial, él se interesó por los niveles nacionales (gran escala) de oferta y demanda. En otras palabras, para Keynes el proceso económico real ocurría a escala nacional y dependía de la capacidad de la nación para producir, es decir de la capacidad de oferta que una nación (en su conjunto) puede generar, que no es otra que su capacidad de consumir. Keynes creía que la demanda debe ser alentada incluso gasto deficitario por el Gobierno y así se introdujo en el argot económico los conceptos de inflación, recesión y depresión.

La economía keynesiana está centrada en la demanda de modo que la prosperidad de una nación depende de su consumo, es decir, consumir todo lo que produce. Aunque a primera vista su teoría económica parece estar a favor del crecimiento continuo, no obstante, un análisis más detallado de sus escritos indica de otro modo su preocupación por hasta dónde este proceso puede mantenerse. Por lo tanto, él apuesta por el crecimiento económico salvo por su preocupación por el empleo, el crecimiento de la población y el incremento de la demanda de alimentos, en la que él no creía en un galopante crecimiento, alimentado por la avaricia y el egoísmo.  Por supuesto, él era consciente del hecho de que estas características, sin importar que sean desagradables, son las fuerzas que impulsan el sistema económico capitalista y un mal necesario para el éxito, como instrumento para satisfacer la siempre creciente avaricia del mundo.

Así que ¿cuál es la solución y cómo la Humanidad puede superar esta paradoja? El creía, sinceramente, que la “salvación de la Humanidad llegaría por el ejercicio de un “consciente control” sobre su capacidad reproductora y no dejarlo todo a la supervivencia del más fuerte e inteligente en la competitividad. No obstante, a este respecto, es más bien desafortunado que incluso la economía keynesiana haya sido malentendida por algunos economistas y manipulada por algunos políticos para adaptarla a sus ideologías. Para subrayar esto, Keynes a menudo saltó que estos pragmáticos hombres, los políticos, son “esclavos de algunos economistas trasnochados”.

La Teoría General del empleo, el interés y el dinero de Keynes se usa sólo bajo ciertas restrictivas condiciones y no se puede aplicar a todas las condiciones generales. Alentar la demanda a través del déficit masivo solo causa inflación, lo que neutraliza cualquier intento de crecimiento. Sólo sirve para gastar una mayor cantidad de recursos naturales e incrementar los niveles de contaminación. Keynes fue un gran impulsor de la adaptación a las condiciones cambiantes; su siguiente comentario es un buen indicativo de su actitud: Cuando la situación cambia, ya cambio mi mente; ¿qué hace usted, señor?”.

Otra debilidad de la economía keynesiana, que es estática, es decir, niega el fundamental elemento del horizonte a largo plazo. Esto significa que no tiene en cuenta la minoración de los recursos naturales, su finitud o su valor en la forma de depreciación. Es un gran problema den el presente, la severa reducción de los recursos naturales, así como la pérdida de la biodiversidad, llevada a cabo por nuestra generación, en perjuicio de las futuras generaciones; esto es, la sostenibilidad en todos sus posibles formas.

Por otra parte, la economía keynesiana es correctiva y no preventiva. Más bien es reactiva en el sentido de que ofrece soluciones a los problemas, una vez que se han producido. Tomemos el empleo como un ejemplo universal suplicando casi todas las naciones ahora a la economía keynesiana abogar por el gasto público incluso por el déficit para impulsar el crecimiento. Por supuesto que es una solución, pero acompañada por un necesario periodo de inflación que reduce el crecimiento de forma inevitable. Esto genera los clásicos periodos de crecimiento y recesión económica, de diferente duración, desde el nivel familiar al global, sin solución real en el horizonte. ¿Cuál es la solución? Keynes ofrece una solución al afirmar que el correcto remedio a los ciclos económicos no se encuentra en eliminar los booms y mantenernos en semi-depresiones, sino en la eliminación de las depresiones y protegiéndonos permanentemente en un quasi-boom.

¿Quiere Keynes con esto indicar que propone estar en el crecimiento continuo o simplemente, propone soluciones contra las recesiones económicas mediante la manipulación de las tasas de crecimiento? Me parece que Keynes ha sido en parte contradictorio en sus escritos en cuanto a los beneficios del crecimiento ilimitado y la acumulación de riqueza. Me baso para ello en la siguiente frase: “El problema económico no es, si miramos al futuro, el permanente problema de la especie humana.” Porque ¿no lo es de hecho?

En la economía neoclásica la regulación de los precios es la vía de coordinar la oferta con la demanda y para el sistema de mercado, su funcionamiento efectivo, considerando todas las variables. Pero el ajuste de los precios puede llegar a ser inoperante bajo dos condiciones: (1) Ni la oferta ni la demanda pueden responder a los incentivos de precios y los precios se mantendrían constantes. (2) Por razones políticas, los precios podrían mantenerse constantes. Por otra parte, de acuerdo con esta teoría los precios unitarios pueden tender hacia el equilibrio a través del ajuste de la oferta-demanda y los precios. Pero ¿porqué un sistema económico como un todo? Keynes no lo creía y argumentaba que son posibles estas situaciones (no especificadas por él) bajo las que los precios se mantendrían rígidos, aunque hubiera cambios en la oferta y la demanda.

En el análisis final del precio de los productos, pueden reflejar su abundancia o escasez y especialmente en el caso de los recursos naturales. Incluso, los precios se pueden reflejar como la oportunidad (coste-oportunidad) de manufacturar un cierto producto; esto es, si pueden ser utilizados para fabricar armamento o ser utilizado para mejorar el estándar de vida de los pobres. Realmente, estamos observando desde hace tiempo que la manipulación de los bajos precios por corporaciones supranacionales ha sido mantenida artificialmente (por ejemplo, los combustibles fósiles), aunque ha cambiado la oferta-demanda. No hace falta decir que estos bajos precios van en detrimento de la conservación de los recursos naturales.

¿Pero un mayor crecimiento económico y creación de riqueza monetaria acaso no significa mayor poder adquisitivo, y así poder consumir más de bienes de lujo? Y así, ¿esto no impulsa un mayor crecimiento económico con una mayor producción que precisa de más recursos naturales? Sin embargo, existe el argumento de que a más riqueza redunda en mayor ahorro e inversión para crear empleo y reducir así los niveles de pobreza. La experiencia de la última década del Siglo XX fue testigo por el contrario del florecimiento de los mercados bursátiles junto a un alto nivel de desempleo. Desde luego, estamos ahora inundados por problemas añadidos derivados del alto nivel de desempleo mientras tenemos un alto crecimiento económico.  Parece que este problema tiene raíces más profundas y que hemos de buscar soluciones para nuestro sistema socioeconómico, apuntalar sus bases teóricas, así como toda nuestra existencia.

Algunos economistas post keynesianos han continuado las ideas de Keynes y han refinado el análisis teórico, bastante preocupados con la microeconomía (economía doméstica) o con la economía a gran escala a nivel nacional (macroeconomía). Ellos están sólo preocupados con la demanda a corto plazo, ignorando la demanda a largo plazo y sus consecuencias. En otras palabras, ellos han sido fieles discípulos de Keynes en su noción de que en el largo plazo, acaso estemos todos muertos. La preocupación en el largo plazo significaría localizar recursos siendo conscientes de su agotamiento y así maximizar su uso y así como la valoración y monetización de intangibles. De todas formas, lo que significa para la Economía es la necesidad de su análisis a ser intercambiable y aplicable desde el corto hasta el largo plazo.

Por lo tanto, la Economía y su análisis teórico se muestra con el problema de cómo tener en cuenta en ambas escalas (macro y micro) una teoría comprensible que una un puente entre ambos. Aunque puede parecer de otro modo, sin embargo, la macroeconomía depende de una aproximación individual y su preocupación con grandes agregados de la economía y grandes ofertas y demandas que no imposibilitan el hecho que no haya acuerdos en los precios, y que el análisis final parte de las elecciones y preferencias de los individuos. Aunque esta teoría aporta el marco de trabajo por descontado, aunque algunos economistas, como Georgescu-Roegen, ha sugerido que este aspecto es más relativo a la ética que a la economía.

 

Economía marxista

Merece la pena incluir en este capítulo algunos aspectos de la filosofía económica de Karl Marx (1818-1883) cuya visión constituye la base fundacional del sistema socioeconómico de los países del bloque soviético durante el Siglo XX. No nos interesa aquí por qué el sistema socioeconómico fracasó sino considerar brevemente la Teoría Marxista en cuanto afecta en nuestro interés en la historia de la economía en relación con los recursos naturales y el medioambiente.

La teoría económica marxista deriva en realidad de las teorías de Smith y Ricardo, sobre cómo valor de los productos el este sistema económico determina el precio sobre el coste del trabajo realizado en su producción más una cierta cantidad de beneficio. Marx extendió su teoría más allá, en orden a adaptar su ideología y proclamar la teoría del trabajo de superávit, significando que un producto puede tener un precio superior sin pagar el beneficio extra o una proporción del mismo al trabajador o trabajadores que hayan intervenido en su fabricación. Para Marx esto significa exploración del trabajo y quería enfatizar la importancia del trabajo y el esfuerzo físico para ganar un justo nivel de vida en contraste con el vivir de las propiedades de cada cual.

Por supuesto, él apreciaba que en la economía capitalista los individuos están sólo interesados en la acumulación de capital mediante (1) Máxima producción, (2) máximo consumo y (3) máximo beneficio. Pero esto no le desvió de su mayor preocupación que era el esfuerzo extra de trabajo para lograr la máxima producción no compensaba la sobreexplotación [del trabajador] Aunque Marx creía que la economía capitalista malgastaba los recursos naturales y abusaba del medioambiente, no apreciaba que este mal uso fuera parte y parcelaba semejante sistema y era indispensable para la dinámica del sistema socioeconómico capitalista y su adecuado funcionamiento.

El gran avance de la Teoría marxista, miente en su aceptación de la importancia del sistema natural como base de la Economía. Esto está mejor ilustrado por Marx en la declaración de su manuscrito de Economía y Filosofía: “El trabajador no puede crear nada sin la naturaleza; sin el mundo exterior. Es el material sobre el que realiza su trabajo.” No obstante, los economistas marxistas se muestran más interesados por los recursos naturales en tanto saber qué precio pueden pagar a sus propietarios para afectar a la distribución de ingresos y también ahorrar en inversiones. Su interés no es biológico ni físico, esto es,  no está repartido entre los recursos biológicos y el medioambiente en cuanto a (1) su viabilidad, (2) su agotamiento, (3) asignación intergeneracional y (4) la contaminación del medioambiente.

El sistema natural y su valor es sin embargo importante desde dos puntos de vista; su valor en relación a (A) los tangibles, es decir, los recursos naturales y su agotabilidad y (B) los intangibles, es decir, la importancia estética de la limpieza y preservación del medioambiente de contaminación, para la salud humana. Ambos factores son realmente “condiciones de producción” como define Polanyi (1944) como Cualquier cosa puede ser tratada como si fuera una mercancía, aunque no se pueda transformar en una mercancía. Por lo tanto, de acuerdo con esta definición, no sólo son mercancía los recursos naturales, sino también las personas, el medioambiente, el conocimiento y la información, aunque no como mercancía real sino ficticia.

Marx estaba también muy interesado en las condiciones de producción, especialmente en la fuerza de trabajo y en la realización de su estimación de valor real por la cantidad y calidad de la producción. Su interés en las condiciones de producción, derivaba del hecho de que, bajo el sistema productivo capitalista, cualquier cambio en el sistema hacia el incremento de producción (mediante el uso de la tecnología, por ejemplo) era a costa de las condiciones de producción, en especial, de las condiciones laborales.

La Economía marxista está basada en tres premisas principales: (1) el gradual incremento del desempleo laboral, (2) el incremento de la competitividad de la actividad económica y (3) el descenso de las tasas de beneficio consiguiente a la actividad económica. Estas tres premisas han sido confirmadas en diversos grados. Aunque generalmente la economía y las cargas sociales de la fuerza laboral ha mejorado, sin embargo, la sociedad humana está habitualmente castigada por el paro y la imposibilidad de poder alcanzar unos dignos niveles de vida. Hasta la segunda premisa que afecta a la actividad socioeconómica, es cada vez más competitiva y compromete un resultado poco ético entre muchas otras cosas, así como el despilfarro de recursos naturales y degradación del medio ambiente, especialmente en los países subdesarrollados. En cuanto a las ganancias, excepto en algunos sectores, ha ido decreciendo en combinación con la saturación del mercado de trabajo, que lo hace en detrimento de la fuerza laboral en la que surge algo parecido a un “mercado de esclavos”.

La Teoría marxista es más bien contradictoria en el sentido de que no puede hacer compatible la capitalista forma de producción con las condiciones bajo las que puede generar beneficio para la fuerza laboral. Por esta razón Marx pensó que el sistema capitalista estaba condenado al fracaso, no por otra razón más que por el hecho de que el medioambiente y sus recursos, ha de ser humanizado mediante la ciencia y la tecnología para el continuo progreso de la humanidad. Esto haría perder a los recursos naturales su capacidad de regeneración y degradaría el medioambiente y a todo el sistema insostenible. Esto lo ilustra Schumpeter (1954) cuando dice que el capitalismo para triunfar ha de sembrar la semilla de su propia destrucción.

Marx estaba también interesado en el sistema en su conjunto, es decir, en el sistema capitalista como una unidad más que en cada una de sus partes como los recursos, el trabajo y los productos. No obstante, él ponía el énfasis en la importancia del trabajo porque pensaba que estudiándolo por separado, obtendría una idea del trabajo en el sistema capitalista en su conjunto. Él quería saber qué ocurriría con el beneficio extra obtenido cuando un mayor esfuerzo laboral impulsara un superávit en la producción, mayores ventas y mayores beneficios para el propietario. En otras palabras, mediante el estudio del factor laboral de la producción, Marx quería deducir los resultados del sistema en su conjunto. Su capacidad de abstracción se podría usar como un puente que conectara la finita subjetividad humana con la infinita subjetividad capitalista. Por lo tanto, parafraseando a Hegel la lógica coincide con la metafísica, que quiere decir que el sistema capitalista hace coincidir la lógica con la economía. Es decir, todos nuestros motivos están influidos por una entidad abstracta con ánimo de lucro. Esta entidad abstracta tiene que ser lograda mediante la fijación de precios de los bienes en comparación con otras mercancías y el intercambio por dinero en tanto el sistema capitalista no está realmente dirigido al trueque y valor de uso.

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Autores: Mansour Mohammadiam y José Alfonso Delgado

Nota: La publicación de las diferentes entregas de El Tercer Camino

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 3 de enero de 2022.

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