Feliz año nuevo, queridos amigos.
Concluida la serie sobre Física y
Espiritualidad, le propuse a Emilio, continuar este 2022 con una nueva serie
sobre asuntos más domésticos, de economía de nuestra casa; algo así como hablar
de las tareas de Marta o, de cómo nuestra mente ha de apañárselas para que, lo
que vive María, en el espíritu, contribuya a que este mundo pueda tener alguna
esperanza, a pesar de que las circunstancias que vivimos no inviten al
optimismo.
El tema por desarrollar en 2022 es la Bioeconomía,
es decir, la gestión de nuestros recursos con criterios holísticos, entendiendo
y aceptando conscientemente,
que formamos parte de la Naturaleza y que
debemos regir nuestras vidas de la misma forma que lo hace la Naturaleza,
siguiendo las leyes de la Vida. Un planteamiento tan utópico como
imprescindible para poder vislumbrar algo de esperanza a una Humanidad que
agoniza ahogada en su propio vómito generado por su insaciable ambición.
MENSAJE FUNDAMENTAL: No hay
esperanza alguna para el Ser Humano si la Ética y el Amor no vuelve a reinar
entre nosotros.
Ninguna revolución nos sacará de la
miseria moral, si Dios, si la Divina Realidad, no vuelve a gobernar los
destinos de la Humanidad, de la sexta raza raíz y de la vida de cada uno de
nosotros. Este ha tratado de ser el mensaje de la serie sobre Física y
Espiritualidad y de la iniciativa “Consciencia y Sociedad distópica”.
Para ello, cuento con la ayuda de un gran
maestro en este tema, el profesor iraní de Biología y genética, el señor D.
Mansour Mohammadian, que impartió en el Congreso de Consciencia y Sociedad
distópica del pasado noviembre, una conferencia sobre Bioeconomía en el área de
Espiritualidad, que yo coordiné.
Espero que os pueda aportar luz sobre
cómo afrontar los asuntos materiales de la vida con respeto a las leyes de la
Vida.
Vamos allá.
El día del Overshoot
"Vivimos
tiempos de hermosas tempestades" -dice el poeta- porque la búsqueda se ha
hecho urgente y nos amenaza el exterminio.
Por el
camino que el capitalismo y su civilización occidental lleva a la Humanidad,
nos acerca a la desaparición. Y no hay resignación, crece la resistencia a ese
designio. Y no se detendrá la lucha por la salvación.
El 11-S-01 se puede considerar, casi sin
posibilidad de equivocarse, el día en el que la Humanidad comenzó su fase
final, el proceso de involución, de descomposición moral, el deslizamiento
hacia el inevitable final en el que sólo puede terminar la degradación
distópica de la Sociedad Internacional en la que estamos inmersos.
En ese día, creo que cada uno de nosotros
sintió ese extraño escalofrío que recorre la piel y nos dice que algo muy serio
ha sucedido y que a partir de ese momento, de ese día, nada va a ser igual; que
el 11-S fue el primer día del resto de nuestras vidas, que se desarrollará
inevitablemente bajo otros criterios políticos, económicos, sociales, éticos y
morales, totalmente distintos a los que habían regido nuestras vidas hasta
entonces.
Problemas y conflictos los hemos tenido
siempre, muchos y muy serios. Para muestra, el imperio de los totalitarismos
que desembocó en la Segunda Guerra Mundial, o el pánico nuclear de la Guerra
Fría o los conflictos de Oriente Medio, o la Guerra de Vietnam o el genocidio
de la China de Mao, o la Guerra de los Balcanes o del Golfo. Es decir, con ser
todos esos conflictos extremadamente dramáticos y provocar incluso millones de
muertos, e incluso, habiéndose encendido ya hacía tiempo todas las alarmas
respecto de la crisis ambiental y los problemas de la superpoblación y las
espantosas hambrunas sufridas por los países pobres; con todo eso, algo se
rompió en el corazón de la Humanidad el 11-S-01, que casi, oficialmente, nos
marcó el día del Overshoot, el día del sobrepasamiento, cuando la Humanidad
decidió dar el paso definitivo hacia su propia destrucción.
Veinte años después, ¡veinte años después!
de haber iniciado la carrera sin retorno, la Humanidad se encuentra y se siente
algo más consciente de que “esto tiene mal cariz”, de que “algo hemos hecho
mal” y ya va a ser imposible volver atrás, a cuando éramos más o menos felices
y de vez en cuando podíamos comer perdices.
Con la pandemia de la Covid19, los
poderes mundiales se han apresurado a decir aquello de “la Nueva normalidad”,
para hacernos ver que no volveremos a vivir los felices años diez (década de
los diez, 2010-2019), a pesar de la crisis del 2008; que hacia donde vamos es
hacia una nueva normalidad gobernada por la era 4.0 de la tecnología y de todos
los aspectos de la vida humana.
De todas formas, que un sistema llegue a sobrepasar el punto de Overshoot, no significa que antes la cosa fuera bien y después mal, no; se cruza el punto de Overshoot cuando se llevan décadas, por no decir siglos, preparando el escenario para que el sobrepasamiento se produzca y ya no haya vuelta atrás. Es algo así como estar empeñados en despeñarnos o, como el excursionista que se va al campo y trata de subir una montaña tan empinada que se requiere material de escalada y la habilidad de un alpinista. Intentar subirla sin tener ni material ni experiencia y quedarse atrapado en un saliente sin poder moverse es algo que esta dentro del guion de la película.
El Modelo Estándar
De alguna forma, lo que podemos denominar, para entendernos, “Modelo Estándar” o Modelo 1 de la vida humana, ha terminado por crujir todas las estructuras de convivencia entre los seres humanos, obligándonos a tratar de tomar medidas desesperadas para corregir un rumbo que es ya imparable hacia una colisión con la propia realidad que espera pacientemente a que todo colapse y, a saber de qué forma.
El Modelo Estándar de Humanidad es el que
todos conocemos de una forma o de otra, es decir, es cómo los seres humanos
desarrollamos nuestra vida, las costumbres que hemos heredado de nuestros
padres, lo que se nos ha enseñado en el colegio y en las universidades y de
cómo nos desenvolvemos en nuestra propia vida, regida por la necesidad de ganar
dinero para poder vivir y de competir por él y por los bienes de un modo
egocentrista respecto de la Comunidad y de un modo antropocéntrico del Ser
Humano respecto del entorno natural, del medio ambiente y en general, de la
Biosfera.
El Modelo Estándar ha colocado al Hombre en
el centro de la Creación, como rey absoluto e incluso, con el mandato divino de
“dominar la Tierra”, de modo que tras el error de la manzana de Eva y la
expulsión del Paraíso, el hombre, casi cumpliendo las órdenes de Dios, se ha
dedicado a eso, a dominar la Tierra, poniéndola a su servicio.
Pero desde el Paleolítico, los humanos
nos hemos tomado eso de dominar la Tierra al pie de la letra, de modo que el
foco egocéntrico ha regido nuestras vidas desde entonces hasta la actualidad,
de un modo tal que ese dominio antropocéntrico de la Tierra se ha extendido
individualmente al dominio egocéntrico de todo lo que me rodea a mí, persona
física, de modo que no es sólo la Tierra la que he de dominar, sino a los seres
humanos que me rodean, compitiendo con los demás por los recursos, de modo que
una constante del Modelo Estándar es el dominio y sometimiento de unas tribus
sobre otras, de unos reinos sobre otros, de unos países sobre otros y de unos imperios
sobre otros.
Pero aún más, el término “comunidad”, es
decir, común unidad, lo es de puertas para fuera, que de puertas para dentro,
internamente en la comunidad, de común unidad nada, porque emerge el “yo”,
dispuesto a quitarle el pan y los derechos a mi prójimo, si viene al caso.
Así, de modo centrípeto, de fuera
adentro, se ha desarrollado siempre la vida del hombre sobre la Tierra.
El Modelo Estándar está perfectamente
descrito en los libros de Historia, en los libros de Economía, de Sociología,
de Derecho, de Filosofía e incluso en los libros de Religión. Es el Modelo que
pone el foco en el ser humano con el derecho de crecer, de incrementar su poder
social y económico, su influencia sobre los otros. Es el Modelo que ha tenido
que inventar el Derecho para intentar poner límites a esa tendencia a excederse
en el empeño individual de acumular, y defender a los que no pueden competir
con los fuertes. Porque el hombre siempre ha sido consciente del mal que hace
cuando viola los límites naturales entre las personas, invadiendo su intimidad
y derecho a también tener lo que necesita.
Y así entre los ricos aprovechados y los
pobres sometidos y esclavizados se ha desarrollado el Modelo Estándar de la
vida humana.
Superando los límites
Hasta el Siglo XX, ante los problemas
internos de los países, siempre había un lugar a donde ir, a donde comenzar una
nueva vida, de donde conseguir más recursos cuando los propios estaban ya
agotados
El descubrimiento de América como Nuevo
Mundo supuso la solución a los problemas surgidos en la vieja Europa. América
era una nueva tierra por conquistar y de donde extraer recursos y donde
comenzar una nueva vida. Ese fue el espíritu de los colonos españoles y el de
los ingleses, representado este último en la travesía del Mayflower en
1620, cargado de 132 emigrantes pobres ingleses, los Padres Peregrinos, rumbo
al nuevo futuro que les ofrecía el Nuevo Mundo.
Es decir, cuando el viejo mundo agota las
posibilidades de prosperar, existe la tendencia de “ir más allá” en busca de un
nuevo mundo, nuevos territorios que permitan superar la pobreza o la
persecución. El descubrimiento de América y la colonización de África, permitió
a Europa vivir de las rentas de un Nuevo Mundo a donde emigrar y de donde
extraer materias primas casi ya agotadas en el viejo continente. América
inauguró la época colonizadora de Europa y en el caso británico, la época
preferentemente colonial desde el Siglo XVI hasta finales del XIX o comienzos
del XX. Esto permitió un nuevo esplendor europeo hasta las revoluciones
industriales, la aparición del proletariado sumido en la miseria y
posteriormente las tiranías comunistas y nazis que desembocaron en la Segunda
Guerra Mundial.
Ya en el Siglo XX, tras el aviso
malthusiano sobre el peligro de la superpoblación, las grandes potencias eran
conscientes de que, aún teniendo a su disposición la América latina y África,
era conveniente mantener todas esas zonas, todos esos países en una situación
moderada de pobreza, porque sobre todo, tras la Segunda Guerra Mundial, la
creencia generalizada de que era posible el desarrollo económico ilimitado, esa
creencia no debía prender en los países pobres, porque sus riquezas serían
necesarias para sus correspondientes metrópolis. Así que con esa actitud hacia
los países pobres, los países ricos han podido sostener un crecimiento
económico y poblacional constante, tratando de desprestigiar la amenaza
malthusiana y posteriormente las amenazas del Club de Roma sobre los límites al
crecimiento.
Pero resulta que la Europa más la Rusia soviética
y la América de postguerra se han visto sorprendidas con el advenimiento de dos
nuevos competidores, China y el islam. Los orientales, casi desde la invasión
europea en el Siglo V por los hunos de Atila, los bárbaros mongoles, han sido
vistos como una amenaza para Europa desde entonces. En la actualidad, tras la nefasta
época de Mao Tse Tung, a finales de los noventa vimos cómo los chinos dejaban
las bicicletas para comprarse coches, lo que provocó el disparo del consumo de
petróleo de repente por mil millones de seres humanos más. En la actualidad,
China, recuperada de su fase medieval y maoísta, se enfrenta al mundo con un
ansia insaciable de poder y expansión. Así que un planeta que parecía propiedad
exclusiva de Occidente, ahora se presenta China, disciplinada bajo la tiranía
comunista del PCCH, dispuesta a desafiar al decadente Imperio Occidental.
Luego está el mundo árabe, que, viendo
cómo se está terminando su época de esplendor basada en la abundancia de
petróleo y de la dependencia de esta fuente de energía que ha caracterizado a
Occidente, creo que, ante el temor de volver a la vida austera del desierto,
ven en la colonización de Occidente, la forma de garantizar su futuro como
etnia y como cultura. Y de paso, convertir al islam a los infieles cristianos.
Esta es otra amenaza al esplendor occidental teñida de guerra santa, de yihad y
terrorismo islámico.
Y por último y, no menos importante están
los pobres de América latina y de África. No constituyen una potencia política,
no son un peligro (de momento) para “Wall Street”, pero sí que son miles de
millones de seres humanos que, como se suele decir, “de perdidos al río”. Es
decir, hablamos de las oleadas migratorias desde el Magreb y África
subsahariana a Europa y de Centroamérica y Suramérica a Estados Unidos y a
España. Es la invasión por pateras que diariamente desembarcan a centenares de
desposeídos en las costas europeas del Mediterráneo, huyendo de la nada para
conseguir al menos un trozo de pan de la basura de los europeos y
norteamericanos.
Este es el escenario tras el 11-S-01, el
día del overshoot. Y el problema es que hemos llegado a los límites del
Planeta. Ya no hay nuevas tierras que conquistar, ya no tenemos un nuevo
continente por descubrir ni a donde emigrar para escapar de la presión
demográfica, económica y política de nuestro viejo mundo. Ya no hay más cera
que la que arde. Aunque se siguen explorando nuevos yacimientos de lo que sea,
ya ni las tres “R” que recomiendan los ecologistas de Greenpeace, “Reducir,
Reutilizar y Reciclar”, dan para evitar verle el fin a los recursos naturales
de nuestro Planeta. Porque esta es una carrera asintótica, una caída
exponencial hacia el agotamiento de nuestras reservas naturales y además, hacia
el crecimiento, también exponencial de la basura humana que ya inunda todos los
océanos, atmósfera y territorios del Planeta.
Con los poderes mundiales compitiendo
cada vez más, con uñas y dientes por cada vez menos recursos naturales, el
horizonte de futuro próximo y a largo plazo impresiona de desolador.
El Tercer Camino
Existe una atávica tendencia en los seres
humanos a dividir el mundo en dos bandos, en general la división es entre
nosotros y los demás o entre nosotros y los que no pertenecen a nosotros, los
del otro bando. Acaso esto se produzca porque en la Naturaleza hay una Ley
Universal por la que se rige la estabilidad de los seres, de los sistemas
físicos y biológicos, la Ley de Fuerzas Antagónicas, que Isaac Newton
definió como la Tercera Ley o principio de acción y reacción, “toda acción genera siempre una reacción
igual y contraria”. Cuando ambas fuerzas son
iguales, el resultado final es movimiento nulo. Pero habitualmente esto no
suele suceder, sino que una suele predominar siempre sobre la otra y por eso
sucede el movimiento, un movimiento que irá siempre en la misma dirección pero
en sentido variable, según prevalezca una u otra.
Sin embargo, si además de esas dos
fuerzas, aparece una tercera con un vector diferente, el móvil cambiará de
dirección según la recta hacia la que esa tercera fuerza se dirija.
Aristóteles sentenció como uno de los
principios de la lógica, el “Principio del Tercero excluido”, según el cual, si
existe una proposición que afirma algo y otra que lo contradice, una de las dos
debe ser la verdadera, pero no es posible una tercera, el famoso “o A, o B”, no
es posible “C”. Es el clásico planteamiento académico de bivalencia de
las hipótesis, con dos posibilidades, la primera que sea cierta (hipótesis
nula) y la segunda que no lo sea (hipótesis alternativa). El Principio del
Tercero excluido junto con el de “no contradicción” (no pueden ser
ciertas una afirmación y la contraria) y el principio de identidad (una
entidad es idéntica a sí misma), conforman las tres leyes clásicas del
pensamiento.
Este planteamiento conduce al
reduccionismo de sólo dos caminos opuestos en una misma dirección. Es como
vivir en un espacio de dos direcciones “X-Y”, sin la posibilidad de una tercera
que nos daría la posibilidad del maravilloso espacio tridimensional “X-Y-Z”.
Pues volviendo a la vida humana, desde la
Antigüedad, hemos tenido los humanos la tendencia a sólo reconocer dos
alternativas para nuestros ámbitos de actuación, la que va en un sentido y la
que va en el sentido contrario. Así que hemos sentenciado a la Humanidad a que
en casi todo esté dividida en dos partes, en ricos y pobres, en blancos y
negros, en amantes de Dios o del dinero, en políticos de izquierdas o de
derechas, en capitalismo o comunismo, en judíos y gentiles, fieles e infieles,
payos y gitanos, nosotros y los demás.
A lo sumo, en ocasiones ha habido sectores
de población que han tratado de ser equidistantes de los extremos, como la
socialdemocracia respecto de los extremos derecha e izquierda, pero siempre ha
sido esto dentro de un espectro de una misma dirección con dos sentidos
opuestos. Además, en la actualidad, este principio se ha aproximado tanto al de
bivalencia, que el principio del tercero excluido se reduce a creer que sólo
una afirmación es cierta y las demás falsas, lo que ha convertido el mundo en
un auténtico infierno, empezando por las religiones, cuando cada cual afirma
que la suya es la verdadera y las demás se agrupan en el conjunto de religiones
falsas y, terminando por la política de pensamiento único, que afirma la
veracidad de su planteamiento, frente al error de cualquier otra alternativa.
Es decir, habiendo múltiples caminos, en realidad un espacio tridimensional de
acción, los defensores del Principio del Tercero excluido se han fanatizado
hacia el Principio de bivalencia, donde sólo un planteamiento es cierto y los
demás son todos falsos.
Pues bien, llegados a este punto, el
biólogo iraní Mansour Mohammadiam, en la década de los noventa presentó a la
Comunidad Científica un planteamiento que rompe con el Tercer principio de
Aristóteles, con el Tercero Excluido, afirmando la posibilidad de la tesis del
“Tercero Incluido”, una síntesis ecléctica que armonice posturas irreconciliables,
y que sobre todo, abra la puerta a un planteamiento alternativo al que hemos
sido sometido desde la antigüedad. Esto no supone un planteamiento de equidistancia
entre los extremos que, aparte de ser casi imposible, dado que neutraliza ambas
fuerzas antagónicas, no ofrece nuevas alternativas, sino la de pastelear
estúpidamente entre ambos extremos.
Pero el planteamiento de un Tercer Camino
supone primero, comprender cuál es el planteamiento que soporta y establece la
dirección en la que se mueve la vida humana, que define la recta en el espacio,
su posición de modo tal que hace que un extremo esté situado en una posición X1Y1
y el otro extremo en la posición X2Y2, y de ahí no
sea posible salir y sólo sea posible desplazarse a lo largo de esa recta en
sentidos opuestos.
La base de esta unidireccionalidad se
basa en el Hombre como centro de la Creación, que ya hemos referido al
describir someramente el “Modelo Estándar” del Mundo en el que vivimos, casi el
mandato divino de “dominad la Tierra”, del Génesis, el ser humano lo ha tomado
literalmente y es eso lo que ha hecho, creyendo que la Tierra está a su
servicio y llegando al paroxismo de que “los demás” también están a su
servicio. Sea por culpa de la manzana de Eva o por simple naturaleza humana
inmadura, densa, de baja frecuencia, el caso es que la vida humana se ha basado
en el principio antropocéntrico, el Ser Humano centro de la Creación y todo lo
demás a su servicio y, en el extremo, “yo” el centro de todo y todo lo demás a
mi servicio. Es decir, hemos ido pasando del genérico antropocentrismo al
egocentrismo, al planteamiento egóico de la vida humana.
Este planteamiento ha ignorado el hecho
fundamental de que el Ser Humano vive en un entorno natural del que se
beneficia, pero que ha de cuidar e interactuar para mantener la tendencia
natural al Estado Estable, que no es una línea recta temporal, donde nada
cambia, cosa que es contraria al simple hecho de vivir, sino que evoluciona con
comportamiento oscilante, donde unas fuerzas predominan alternativamente frente
a las otras y así, la vida evoluciona y se perfecciona en un entorno armónico.
La aparición de la inteligencia humana ha
alterado desde su misma aparición, las relaciones de fuerzas naturales, introduciendo,
con el Modelo Estándar, unos comportamientos que, como se ha explicado en el
anterior epígrafe sobre la superación de límites que nos está situando al borde
de una situación que puede desembocar en una crisis tan profunda, que
simplemente dinamite de raíz lo que hemos denominado “civilización”, la obra
del Hombre en la Tierra.
El Modelo Estándar, esa recta de una
dirección con dos sentidos ha ignorado el Ecosistema terrestre; ha abusado de
él hasta extenuarlo y contaminarlo al punto que, pone en peligro la propia vida
humana como el cáncer, al poner en peligro la vida del ser vivo que ha
invadido, al final se pone él, igualmente, en peligro vital.
El Tercer Camino de Mohammadiam plantea
volver a incorporar la Biosfera y las leyes que la rigen, dentro de un nuevo
modelo de mundo, dando luz a un Modelo Alternativo en el que las leyes que
rijan la Vida humana sean las mismas que rigen la Naturaleza.
En el fondo, el Tercer Camino de
Mohammadiam es aquel que consiga transformar el Modelo Estándar de realidad
humana (Modelo 1), en un nuevo Modelo Alternativo (Modelo 2), que vuelva a
respetar el principio del Tercero Excluido o aún mejor, de bivalencia, por el
que sólo uno es el verdadero y viable y el otro falso e inviable.
La Historia de la Humanidad ha demostrado
hasta qué punto el Modelo Estándar ha demostrado ser ya en la actualidad,
inviable y el Modelo Alternativo (el que ha regido la vida desde su aparición
hace 3500 millones de año) es el único viable, principio de bivalencia.
El Tercer Camino de Mohammadiam abre la
puerta a la Bioeconomía, es decir a poder gestionar los recursos disponibles
con un criterio holístico, en el que la Humanidad y su medio interno denominado
“civilización”, es capaz de convivir en actitud de igualdad y armonía con el
conjunto de la Naturaleza y de gestionar la “Economía” con los mismos criterios
con los que la Vida se rige a sí misma.
Esto supone un cambio total de paradigma
que, desde que Mohammadiam propuso el Modelo Alternativo o Modelo Bioeconómico,
el eco de este planteamiento ha sido bastante escaso, dado que la inercia
(Segunda Ley de Newton: todo
cuerpo tiende a mantener su estado de reposo o movimiento uniforme en línea
recta) de los seres humanos es ya tan
descomunal, que no es posible en estos momentos provocar el frenado antes de
que se produzca el estallido y colapso de la actual civilización. De ahí que
hayamos cruzado ya el punto de overshoot, con el que comenzamos esta
presentación.
Objetivo de la serie “El Tercer Camino”
Con esta nueva serie, la tercera que
vengo publicando en el Blog de Emilio Carrillo, pretendo desgranar los
principios del pensamiento Bioeconómico, su íntima relación y fundamento con el
pensamiento sistémico, en el que ancla sus raíces, dado que está soportado por
la visión holística del Planeta y el crecimiento orgánico del ecosistema humano
integrado en la Biosfera, en Gaia, La Tierra.
Dado que las acciones planteadas en el
Tercer Camino no van a poder frenar el rumbo de colisión en el que se dirige
inexorablemente el Modelo Estándar, pues es ya demasiado tarde, la idea es preparar
las mentes y las almas de la gente dispuesta a participar de la Nueva Humanidad,
para poder edificar el Nuevo Mundo bajo planteamientos bioeconómicos y, así,
levantar el Modelo 2, el Modelo Alternativo y viable de esa Nueva Humanidad.
En palabras de Mohammadian, Economía del
Tercer Camino es una actividad socioeconómica basada en factores no
económicos entre seres humanos y en la empatía con otros seres vivos, y no
sobre una competición agresiva en búsqueda del dinero fácil a cualquier coste.
Es el brazo operativo de una Economía que centra su paradigma en “externalizar
los beneficios” e “internalizar los daños”. Es decir, beneficios repartidos
entre todos, pero los daños pagados por aquellos que tienen la culpa.
Justamente lo contrario de lo que estamos viviendo, beneficios para mí,
pérdidas repartidas a pagar entre todos.
La “cuenta de pérdidas y ganancias”,
cuando el Planeta y la vida humana están por medio, el balance entre el activo
y el pasivo, entre la deuda y el haber, se llama “sostenibilidad”, en terminología sistémica “Estado estable (steady state)”. Una
Economía como la actual, que en relación con la Naturaleza, sólo cuenta lo que
se ingresa (sólo se apunta en activo, sin generar pasivo), sin importar que eso
que se ha ingresado en muchas ocasiones ha sido extraído de la Naturaliza,
transformado y destruido para siempre, hace que esta cuenta de pérdidas y
ganancias, sólo se anoten las ganancias sin importar las pérdidas. El
alejamiento progresivo del punto de equilibrio hace que la amenaza de colapso y
estallido del sistema sea cada vez más seria y próxima. No se trata por tanto
de “respetar el medio ambiente” en el sentido de crecer y crecer pero dentro de
un mayor respeto de la Naturaleza. No, nosotros “somos la Naturaleza”, formamos parte inseparable de ella; somos su misma esencia. No
hay ninguna barrera que nos separe de ella, salvo una, que se llama “ambición”.
Es por eso, que el Tercer Camino es esa
tercera vía, ese “tercero incluido” que armoniza, integra, fusiona, unifica el
hombre con la Naturaleza de la que procede y de la que jamás se debió sentir
ajeno, y que lo ha hecho para dominarla y explotarla hasta niveles más que
críticos. Es por eso, que las claves de la Bioeconomía no se basan en nuevos
modelos econométricos, en descubrir nuevos indicadores de gestión de los
activos financieros o de nuevas medidas macroeconómicas para asegurar los
fondos de garantía de depósito de los bancos o para neutralizar los créditos
tóxicos generados por las hipotecas subprimes. Se basa en el imperio de la Ética y poniendo a La
Tierra en su totalidad como centro de la actividad humana.
Este es el objetivo de esta serie, ir
desgranando poco a poco, tanto las bases de la Bioeconomía, como su aplicación
práctica en la vida humana, una aplicación que sólo es posible si el Ser Humano
rompe la infame barrera de la dualidad, que nos separa los unos de los otros y
abraza el principio de
“no-dualidad”, ser conscientes de que todos somos Uno, como proclamaron Jesús de
Nazareth y los grandes sabios de la Antigüedad. En suma, todo se basa, como
plantea la Filosofía perenne, en volver a incorporar a la Divina Realidad a
nuestra propia vida y, siendo conscientes de que somos la misma esencia de
Dios, seamos capaces de dejar que Él guie nuestros pasos, ya que la Historia
nos ha demostrado hasta la saciedad que “sin Él no podemos hacer nada” que no
sea malvivir en el infierno que nos hemos creado nosotros mismos.
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Autores: José Alfonso Delgado y Mansour
Mohammadiam
Nota: La publicación de las diferentes entregas
de El Tercer Camino
se realiza en este blog, todos los lunes desde el 3 de enero de 2022.
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