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Aprendices de Dios
¿Recordáis una encantadora película de Walt Dysney titulada
“Fantasía”?
Se estrenó a finales de los cuarenta, algo después de Blancanieves.
No tuvo inicialmente mucho éxito, pero ha terminado siendo uno de
los grandes clásicos de la animación.
Pues bien, De aquella película, que era una antología de los
grandes éxitos de la música clásica, quiero hacer alusión al episodio del
aprendiz de brujo. Para animar esta encantadora obra de Paul Duka, Walt Disney
empleó las artes escénicas del incomparable Mickey Mouse. El motivo que sirvió de
animación es sencillamente delicioso, como toda la obra interpretada por la
orquesta filarmónica de Philadelphia y dirigida por Leopold Stokowsky. Mickey
es un aprendiz del Gran Mago, que se siente sometido a trabajos rastreros,
tales como llenar un aljibe de agua, mientas el mago crea grandes y
espectaculares figuras con el humo que hace salir de su marmita.
En esto que el Mago siente sueño, se va a dormir, pero deja el
gorro picudo encima de la mesa. Mickey que lo ve, de repente le viene a la
cabeza una idea increíble. Qué pasaría si, una vez quedándose solo, toma el
gorro del mago, se lo pone y, como tiene poderes mágicos, le da las órdenes
oportunas a la escoba que usa para barrer, para que le haga el trabajo.
Así que cae en la tentación, se pone el gorro y dicho y hecho, hace
la magia necesaria para sacarle dos brazos a la escoba, y le ordena que vaya a
tomar agua de la fuente, llene los cubos y los lleve hasta el aljibe, para
llenarlo… y así, una vez llenado, podrá dormir plácidamente toda la noche.
Pero en esto que mientras está cómodamente sentado en el sillón y
la escoba llenando, transportando y vertiendo el agua en el aljibe, Mickey se
queda dormido y se produce el desastre. La escoba no para de llenar agua,
mientras nuestro héroe cae en un profundo sueño que le hace imaginarse el mago
más poderoso del mundo, dominando toda la naturaleza, el cielo, la tierra y el
mar, tratando a los elementos como un gran ballet, un gran cortejo escénico,
dominador de los océanos y de las tormentas.
Peeero…, el agua que hace horas ha rebosado el aljibe, porque la
escoba no para de llenarlo con agua, cubre el piso y alcanza el sillón donde
duerme Mickey, hasta que vuelca y le hace caer al agua.
La expresión de horror del ratoncillo travieso es increíble. Y a
partir de aquí, la debacle. Trata de parar a la escoba, pero esta no le
obedece. Rompe la escoba en trocitos con un hacha y de momento, pero tas unos
pocos instantes de silencio, cada astilla de la escoba muerta se transforma en
una nueva escoba programada para transportar agua. El final catastrófico es
previsible. Todo se inunda. El caos llega al paroxismo, se forman vórtices de
agua que pronostican un final dramático.
Pero en esto que, soliviantado por todo el estruendo, aparece el
Gran Mago, el cual, con gesto indignado, hace callar a las aguas y las devuelve
a sus lugares de origen.
Todo queda en calma.
Nuestro personajillo, absolutamente avergonzado, trata de
humillarse ante el mago; le devuelve el gorro mágico, le devuelve la escoba,
toma los dos cubos de agua y casi de puntillas para no armar ni una sola nota
de ruido trata de volver a su tarea.
El Mago le mira entre enfadado y con gesto de oculta misericordia,
terminando el incidente con un escobazo en el culo del ratón, que le hace salir
pitando de la estancia.
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero esta es de esas
oportunidades donde reventaría si no te hiciese, querido amigo, una comparación
absolutamente magistral entre Mickey y tú, o yo, o cualquiera de nosotros, de
los seres humanos que en el mundo han sido.
¿Qué pasa si asociamos los trabajos de Micky con nuestros trabajos
normales en este mundo, y el gorro del Gran Mago, con la puñetera manzana del
árbol de la vida?
¿Qué pasa si a la tentación de la serpiente a Eva, le asociamos la
sugerente idea de Micky de calzarse el gorro del Gran Mago, para jugar a ser
brujo?
¿Qué pasa si asociamos el devenir de la Historia del género humano,
con el progresivo desastre en que la hemos convertido, a base de embarcarnos en
empresas de ambición, en ensoñaciones de grandeza, “dominarás la Tierra”, que
se dice?
Hasta que la Tierra está empezando a pasar por encima de nosotros,
como una apisonadora, como la legión de escobas que convirtieron el tranquilo
taller de experimentos del Gran Mago, en un indescriptible caos acuático.
Hemos tratado de ser aprendices de dios, cuando el Plan de Dios era
en de que nosotros fuéramos su misma esencia adornada de su Voluntad. Dios
pretendía actuar en el mundo a través nuestra, “amaos los unos a los otros como
Yo os he amado”, pero nosotros. Pero nosotros hemos querido ser como Él, pero
por nuestros medios, haciendo uso de falsos embrujos y sortilegios que han
convertido este mundo en un infierno tecnológico, económico, político, social y
ético. Y además, medioambiental.
El ensayo de tomar a hurtadillas el gorro del Gran Mago nos ha
salido “como el culo”.
Y ahora ¿Qué hará el Gran Mago?
¿Vendrá de lo alto para resolver el desaguisado y mandarnos de un
escobazo a nuestras seguir con nuestras serviles actividades?
Un buen susto y reprimenda no nos vendría mal, para bajarnos los
humos, todo hay que decirlo.
Pero sorprendentemente, lo que ha preferido hacer es llamar
suavemente a nuestro corazón, y darnos una “segunda oportunidad”, una segunda
venida, preguntándonos… “¿Me dejas un hueco en tu corazón? ¿me dejas nacer en
tu pesebre?
No importa que esté sucio. Me conformo con el calor de tus bueyes,
en el frio de tu noche.
El rapto de los benditos
39…y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a
todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: 40 dos
hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; 41 dos
mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. Mateo 24.
En los textos bíblicos se hacen multitud de referencias a la
segunda venida del Hijo de Dios. En general este suceso se describe con todo
lujo de efectos especiales, con relámpagos, con ángeles trompeteros tronando
ensordecedoramente, cataclismos y demás sucesos que no dejarán lugar a dudas de
que “se acabó la vaina”. Será como en una discoteca a las tres de la mañana,
cuando, estando toda la gente súper enrollada, se corte la música, se enciendan
las luces de la sala y por megafonía una voz estentórea diga, “hagan el favor
de ir saliendo”.
Pues algo así.
Lo que viene después es el gran corte. Unos saldrán y otros se
quedarán, el trigo se recogerá y la cizaña será echada al fuego.
Hay una película de Nicolas Cage, titulada “Left behind”
(Desaparecidos sin rastro), que no tuvo demasiado éxito, que revela cómo podría
ser el rapto de los benditos, los cuales simplemente desaparecen de escena,
dejando a los no raptados en este mundo sumido en un verdadero caos.
De alguna forma, este parece ser el final de la peli de la
Humanidad, o al menos de nuestra Humanidad. En la esfera cristiana, esta claro
que las almas benditas serán arrebatadas de este mundo y llevadas al Paraíso,
mientras que las no benditas, se quedarán aquí, como muestra la película, en
medio del gran marrón que la ambición humana ha generado, provocando el caos
absoluto y un mundo post apocalíptico del tipo “Terminator” o peor aún, tantas
veces llevado al cine por los directores empeñados en imaginarnos el mundo tras
la destrucción final.
Y además, Jesús vendrá como un ladrón, de súbito, de
repente, cuando los pollos sin cabeza que seremos los humanos en medio de la
tribulación, nos quedemos todos tiesos ante la parusía.
Es algo así como la caterva de niños en el patio del recreo,
enzarzados en sus escandalosos juegos y de repente la profesora toca el pito, y
todos a formar para entrar de nuevo en clase, justo antes de que Juanito
colocara el balón para meterle un gol al contrario. Y todos para adentro.
Pues así. Cuando el desbarajuste humano llegue al paroxismo, vendrá
el dueño de la Hacienda y pondrá orden, como el mago puso orden en el desastre
que Mickey había montado al pretender jugar a ser dios.
De alguna forma, lo que ha sucedido con la Humanidad desde que el
ser humano ha puesto el pie en este Planeta ha sido que, con el despertar de la
inteligencia, hemos pretendido creer que todo estaba a nuestra disposición y,
el componente egoico que nos insta a cubrir nuestras necesidades, las de la
pirámide de Maslow, ha ido más allá de nuestra propia legítima satisfacción,
para invadir las necesidades de los demás, surgiendo así la competencia por los
recursos escasos, por ser más que el otro, por dominar y pretender ser más de
lo que realmente somos, como especie biológica, sin tomar consciencia de
nuestra esencia espiritual.
Este planteamiento ego centrado, centrado en el dominio de la
mente, en Marta, con el paso de los siglos y de los milenios ha ido madurando
una conducta humana cada vez más ambiciosa y paradójicamente salvaje.
Los sabios de la Era Axial fueron los primeros que se dieron cuenta
del problema y sentaron las bases del camino de retorno a lo que es nuestra
esencia, la Divina Realidad. Jesús dijo la última palabra y los sabios
posteriores han seguido indicándonos el camino para el despertar de la
Consciencia álmica, el despertar de María.
Lo que hemos descrito en esta serie de capítulos no es sino todo el
proceso que ha de recorrer la Humanidad entera centrado en el proceso de
aprendizaje que has de recorrer “tú”, querido amigo, para volver a Casa, para
volver a ser “tal como eras” antes de perder el Norte y creer que sólo
con tu mente racional podías controlarlo todo. Te enseñaron tus mayores a
calzarte el gorro del brujo y te creíste, como ellos se lo creyeron, que podías
jugar a ser dios. Y mira…
La cuestión es qué pasará con los que, a lo largo de su vida no
hemos sabido comprender que “todo lo que ves, soy Yo”. ¿Cómo será el
corte? ¿Entraremos todos en la Era de Acuario? ¿formaremos todos la nueva raza
raíz?
Pues esta es una buena pregunta.
¿Hará Dios como el brujo, que nos pegará un escobazo para reconocer
que tenemos que cubrir el obligado camino de aprendiz, antes de ser como Él?
¿O nos echará definitivamente de la escuela de aprendices y nos
abandonará en la fría noche del crudo invierno?
Y volvemos a los mitos y leyendas eclesiásticas, por la que los
benditos no serán mucho más que los 144.000 profetizados del Apocalipsis,
procedentes de la Gran Tribulación (Ap. 14: 4-5). Tomada la cifra literalmente,
los benditos no son más que el cero coma de la Humanidad, lo que significa que
virtualmente el cien por cien no vamos a pasar de curso y tendremos que o bien
repetirlo en otro planeta o en este hecho añicos, o simplemente extinguidos de
la trama de la vida como los dinosaurios.
Aquí, cada cual se lo puede montar como quiera. Puede creer lo que
le venga mejor, según sus creencias y la literalidad con la que interprete sus
textos sagrados.
Ni yo ni nadie está ni capacitado ni autorizado sobre el cómo, el
cuándo y el dónde sucederán los hechos bíblicos de la Parusía.
Lo que sí parece cierto es que la Sexta Raza Raíz, la que conforme
la Humanidad de Acuario o la del Paraíso celestial de Cristo o de las demás
religiones, no puede estar constituida por los causantes del infierno que la
Humanidad ha sufrido en los últimos milenios. Estos serán echados fuera. A
dónde, nadie lo sabe.
La Sexta Raza Raíz es la Humanidad de los benditos. Insisto, no
creo que nadie pueda pontificar al respecto.
Lo que sí es cierto es que los que en su vida terrenal han sido
conscientes de la existencia del alma y están tratando de evolucionar en el
camino hacia la Divina Realidad que describen los místicos y expone la
Filosofía perenne, ellos ya forman parte de esa Sexta Raza Raíz y, nada han de temer.
Los escépticos, los que dudan de la naturaleza espiritual del ser
humano, acaso reciban el escobazo del brujo y deban seguir evolucionando de
alguna forma hasta que consigan caerse del guindo.
En términos de probabilidades, creo que es lo más probable…
Supongo.
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Autor: José
Alfonso Delgado
Nota: La
publicación de las diferentes entregas de La Física de
la Espiritualidad
se
realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.
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