El presente análisis compila
información y puntos de vista que me ha aportado un nutrido número de personas
que, tras haber investigado y analizado a fondo la COVID-19 y todas las medidas
implantadas por las administraciones públicas, estiman necesario difundir a
toda la población el resultado de sus investigaciones, así como manifestar su
rechazo fundamentado a las medidas que las administraciones públicas han
implantado y que planean imponer en el próximo futuro.
Los
análisis se han realizado desde múltiples perspectivas tales como la biología,
la medicina, la veterinaria, la sociología, la psicología, la estadística, la
antropología, la justicia y la legalidad, la economía, la historia, la
tecnología, la educación, la física, las artes, la gestión de los recursos, la
geopolítica, la comunicación, la familia, y desde distintas especialidades.
Servirá también este manifiesto para aportar soluciones sencillas, efectivas,
viables, legales, seguras, duraderas y asequibles.
Origen de la enfermedad de la COVID-19
Si el origen de esa enfermedad es el virus
denominado SARS-Co-V2, independientemente de que cómo se haya transmitido, a
través de una zoonosis o creado artificialmente, es importante dejar claro que
dicho virus no ha sido totalmente aislado y que su secuenciación se ha
realizado de una forma en la que no se define con suficiente detalle.
Además, es importante destacar que los
efectos de esa enfermedad y cómo ataca a la salud apuntan en muchos sentidos a
que la COVID-19 implica múltiples factores. Centrarse única y exclusivamente en
el virus genera una investigación corta de miras. Un enfoque holístico aporta
muchas más opciones de conseguir medidas efectivas y tratamientos eficaces.
Tratamientos sin efectos secundarios y que no generen dependencia de agentes
artificiales que transforman la naturaleza humana e afectan negativamente en el
sistema inmune. Todo ello respetando la libertad de los individuos.
En este sentido, es importante estudiar con rigor los efectos de las radiaciones electromagnéticas, la acumulación de metales en el cuerpo, el estrés provocado por el modelo de vida actual y su desconexión con el equilibrio de la naturaleza, el efecto nocebo de las medidas restrictivas de las libertades y derechos fundamentales, el modelo sanitario y el concepto de sanidad y salud que venimos aplicando.
Además,
centrarse única y exclusivamente en el virus pone en juego una serie de
elementos clave a los que dedicamos toda nuestra energía y recursos. Exponemos
estos elementos a continuación.
Eficacia de las pruebas
“diagnósticas” del coronavirus SARS-CoV-2
Tanto
las PCR como las pruebas de antígenos y anticuerpos no son pruebas
diagnósticas. Solo son indicadores que tiene sentido usar cuando existe una
sintomatología. Su especificidad y su fiabilidad, sobre todo en PCR realizadas
con más de 30 ciclos, es escasa y origina una enorme cantidad de diagnósticos
falsos. Más cuando el virus que pretenden detectar no está bien definido.
Por otro lado, un estudio
realizado con casi 10 millones de personas en la zona de Wuhan por científicos
de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong y otras instituciones
científicas de China, el Reino Unido y Australia y publicado por la revista Nature (aquí el artículo)
reveló que de las únicas 300 personas asintomáticas con pruebas positivas,
ninguna contagió a sus casi 1.200 contactos estrechos.
El estudio deja claro que
los «asintomáticos» no son transmisores. Así, un positivo en las pruebas PCR no
se corresponde directamente con una persona enferma, infectada o infecciosa.
Por tanto, no es un “caso”. Cuantas más pruebas se realizan, mayor es el número
de falsos diagnósticos.
Además, los famosos cribados en los que se somete a grupos
específicos de personas sanas al realizar este tipo de pruebas llevan a
deducciones erróneas. Si hago muchas pruebas a jóvenes, el número de “casos”
entre los ellos crecerá rápidamente. Si lo hago entre los habitantes de un
pueblo, ese pueblo tendrá muchos más “casos” que los de sus alrededores en los
que no se han realizado pruebas. De igual manera, si lo hiciera entre las
personas rubias llegaría a la conclusión, siguiendo la misma lógica usada en la
publicación e interpretación de estas estadísticas, de que las personas rubias
son un grupo de riesgo.
Por último, estas pruebas no
sólo hacen “desaparecer” otras enfermedades como la gripe, sino que centran la
atención en una sola causa de dolencias y muerte. Paralelamente, olvidan otras
causas que provocan muchos más fallecimientos. Han etiquetado como COVID muchas
hospitalizaciones y muertes cuya causa primordial no tiene que ver con el
SARS-CoV-2.
Las «pruebas PCR» son el pilar de una campaña sensacionalista expandida a través de los medios de comunicación que llevan a la propagación del miedo basándose en indicadores no válidos.
Como reacción a ese miedo, y sin justificación científica, se adoptan medidas que restringen libertades y se entrometen en la intimidad de las personas. Se apela así, a una “cautela”, una “solidaridad” y una “responsabilidad” que nos convierten a todos en una amenaza entre nosotros mismos.
Insistimos,
los test PCR no aportan una información fiable sobre la que puedan basarse
decisiones de actuación acertadas y eficaces.
Medidas de “prevención” impuestas por los gobiernos
El reconocimiento, respeto y preservación
de derechos humanos fundamentales ha sido un logro enormemente laborioso en el
que se trabajó durante la segunda parte del siglo XX. Siglos y siglos antes una
pequeña parte de los humanos asumía las posiciones dominantes.
La Constitución española de 1978 integra
los derechos humanos en su capítulo I y los protege a través de unas garantías
jurídicas que establecen condiciones muy estrictas. Aun cuando los protege
exigiendo procedimientos muy garantistas, todavía contempla que, con carácter
muy excepcional y por períodos de tiempo determinado, pueden ser restringidos o
limitados.
Por otro lado, el derecho natural (como
doctrina ética promovida por juristas romanos desde antes de la era de Cristo)
reconoce un conjunto de derechos universales anteriores, superiores e
independientes al derecho escrito, al derecho positivo y al derecho
consuetudinario. Ahora, en plena pandemia y con el planeta en peligro por el
cambio climático, es el momento más apropiado para que sea factible que el
derecho natural se aplique y se introduzca en nuestras normativas mucho más
allá que ese capítulo I de la Constitución.
Respecto a las medidas adoptadas, podemos
analizarlas una en una y destacar sus implicaciones en cuanto a salud,
legalidad y efectos en la sociedad. En cualquier caso es importante apuntar que
la función de las administraciones públicas es, ante todo, gestionar recursos
comunes para prestar un servicio a la sociedad.
En tal sentido cabe crear una legislación
que ayude que esa gestión sea de una manera ordenada y eficiente, y se adapte
al fluir sano de la sociedad. La función legislativa recae sobre representantes
democráticamente elegidos. Sin embargo, esos representantes se arrogan
funciones y responsabilidades ajenas al cometido para el cual fueron sido
elegidos. Imponer desde el Estado, a través de normas coactivas que vulneran la
intimidad de las personas y les impiden ejercer su responsabilidad individual
de forma libre, no puede considerarse democrático.
Mascarillas
No existe estudio
científico alguno que demuestre la eficacia del uso universal de mascarillas
para evitar la transmisión de una enfermedad vírica. Si existen, sin embargo, estudios específicos que
apuntan a que su influencia en la transmisión es nula o prácticamente nula.
Además, el uso de la mascarilla reduce
el oxígeno inhalado entre un 15 y un 20% mientras que aumenta el nivel de CO2 inspirado
(ver documento). La
reducción del porcentaje de oxígeno en el aire que respiramos afecta al
metabolismo en su conjunto. Además, volver a aspirar una buena parte del CO2 que
expulsamos acidifica nuestro organismo y no debilita el sistema inmunológico.
La mascarilla anula la expresividad. Asumida como una obligación, y
aceptada por la coacción de multas, el tapabocas anula la autoestima y la
identidad de los individuos.
Como hemos explicado, la transmisión de la COVID-19 por los
denominados “asintomáticos” no se produce. Además, como menciona la Dra. Karina
Acevedo en su clase magistral denominada “La otra cara de la moneda”, la
transmisión aérea no se sostiene. Apelar a la responsabilidad y a la
solidaridad de los que usan este elemento es una falacia que crea división y
enfrentamiento social.
Por
último, debe prestarse especial atención a uno de los efectos más graves de la
COVID-19, la neumonía bilateral. Es importante y urgente realizar tantos
estudios precisos, incluso autopsias, para determinar si dichas neumonías se
deben a infecciones víricas, bacterianas, favorecidas por las propias
mascarillas, o multifactoriales (aquí destacaría la influencia de las
radiaciones electromagnéticas). El uso de la mascarilla no evita contagios,
pero se convierte en un foco de enfermedad y debilitamiento del sistema
inmunológico.
Hidrogel
Partimos
aquí de que la trasmisión por contacto no solo no está demostrada, sino que
además cada vez se comprueba más que no se produce o lo hace en circunstancias
muy extremas y con poca virulencia. Aunque no se haya reflejado de forma legal
la obligatoriedad, el hidrogel es un complemento exigido en centros educativos,
comercios, bares, restaurantes, oficinas públicas.
Estos productos
son muy agresivos con la piel, especialmente en las más sensibles, las de los
niños. La promoción de su uso y la exigencia bajo vigilancia lleva a usos
convulsivos. La sustitución por agua y jabón se plantea en muchos casos como
imposible y, a menudo, a aquellos que solicitan esa alternativa se les
discrimina y trata de forma displicente. El uso del hidrogel se convierte en un nuevo elemento en el que el
acoso y la vigilancia son una constante.
Tampoco olvidemos
que si bien la higiene personal es muy recomendable y sana, la asepsia completa
lleva a una hipertrofia del sistema inmunitario.
Cuarentenas, derechos
fundamentales y otras medidas
Las infraestructuras de los hospitales y
las contrataciones de personal sanitario han mostrado históricamente momentos
de desbordamiento en distintas épocas del año. Estas deficiencias pueden
requerir, en casos excepcionales, tiempos de ajuste y estímulos a la población
para ayudar a esos ajustes.
Confinar a toda la
población y paralizar la actividad económica causa efectos graves ligados a
coyunturas sociales y económicas que ponen a una buena parte de la sociedad en
situaciones que llevan a la enfermedad, el estrés, la muerte o el suicidio. Ver
estudios sobre este asunto en este vínculo.
Adoptar medidas
específicas, no tanto de control, sino de atención y cuidado hacia las
poblaciones más vulnerables, no sólo no afectará a la población en su conjunto
sino que ayudará a esa población a ser bien atendida. Conviene conocer, en este
caso, la Declaración de Great Barrington. Además, los
confinamientos debilitan a la población y evitan la inmunidad adquirida de
forma natural.
Prohibir la libre
circulación vulnera derechos fundamentales y ninguna administración ha
gestionado esa anulación de derechos cumpliendo las garantías jurídicas
necesarias. Además, tampoco ha demostrado la necesidad de aplicar ese tipo de
medidas.
Toques de queda
Otro
atentado contra derechos fundamentales sin justificación científica que se
implanta y sin cumplir con las garantías jurídicas exigibles. Es evidente que
aplicar este tipo de medidas indiscriminadamente no tiene sentido. Si existen
algunos entornos y actividades no recomendables, las medidas deben centrarse en
ellas y no aplicar una norma puntual a toda la sociedad. Resulta mucho más
efectivo y socialmente aceptable proporcionar alternativas a actividades de
riesgo. En este punto podría ayudar mucho el sector de la restauración, ocio
nocturno, gimnasio y hostelería en general.
Restricción de las
reuniones y aforos de las administraciones públicas
Las
restricciones han provocado un gran estrés entre las familias y grandes
perjuicios económicos en una gran parte del empresariado. El Gobierno
asume unos poderes que están fuera de sus cometidos y atenta contra derechos
fundamentales y cortan las fuentes de ingresos de muchas personas y de los que
dependen de ellos.
Las
mesas de diálogo social no atienden el tal diálogo. La medidas se imponen y se
hacen cumplir trasladando costes, responsabilidades y merma de ingresos a
empresarios indefensos y amedrentados. La imposición reflejada en leyes,
decretos leyes y normativas creadas con urgencia y repetidamente declaradas
ilegales por los tribunales de mayor nivel causan enormes daños. Empero,
quienes las imponen siguen sin ser cesados y sancionados.
Todas
estas restricciones, respaldadas de forma constante por una costosa propaganda
difundida por los medios de comunicación subvencionados o dependientes de los
fondos públicos, nos abocan a una única solución, a la panacea a la que
denominan “vacuna”.
“Vacunación”
Se viene denominando
vacuna a lo que en realidad es una terapia génica experimental con autorización
de “urgencia”. Un experimento que no solo no proporciona inmunidad ni impide
“el contagio” de la enfermedad, sino que además sus efectos secundarios a corto
plazo se están mostrando importantes. Incluyen muerte y enfermedades graves e
incapacitantes. Aventurar lo que ocurrirá a medio y largo plazo es complejo,
aunque cada vez más científicos, incluso muchos de los que han colaborado en su
desarrollo, alertan de la negligencia de utilizar este fármaco y de hacerlo de
manera generalizada (ver estudio detallado aquí).
Muchos de los componentes
de dichos medicamentos no han sido oficialmente desvelados por sus fabricantes.
Estudios independientes han detectado altas proporciones de elementos nocivos o
sospechosos de causar efectos nocivos (ver clase “la otra cara de la moneda” aquí).
Según advierten, con fundamentos científicos, una multitud de profesionales con carrera meritoria, estas vacunas no solo provocan efectos muy graves a corto medio y largo plazo, sino que refuerza la resistencia y adaptabilidad del virus, lo que lo hace más contagioso y agresivo (ver este artículo sobre el tema).
La vacunación no es necesaria. La mortalidad de esta enfermedad en los grupos etarios más jóvenes es muy escasa. En este vídeo el Dr. Luis de Benito lo explica muy claro sobre tablas oficiales. Por otro lado, existen otros remedios que han probado su eficacia, sin provocar efectos secundarios ni dependencia futura de sustancias artificiales. Pueden verse varios en este vínculo. Tampoco es eficaz ni evita padecer la enfermedad a quien se inocula ni que la transmitan a terceros. Ver debate científico aquí.
No es recomendable. Sus efectos secundarios son graves, incluida la muerte, y se producen con asiduidad. Para ello basta con revisar las estadísticas anuales de VAERS. Por lo que se refiere a España, esta tabla deja claro que las medidas adoptadas no han sido efectivas y nos han llevado a una situación mucho peor que la de hace un año.
Aparte de la potenciación
vírica a través de la vacunación a la que apunta Luc Montagnier y la
debilitación del sistema inmunológico producido por la proteína espiga incluida
en todas las “vacunas” autorizadas (ver este vídeo de la Dra. Martínez Albarracín), debemos
tener en cuenta que una mayoría de esas cifras en rojo corresponden a personas
que han participado en el experimento.
Centra el problema exclusivamente en el
virus. Aunque
hubiéramos encontrado la vacuna ideal, ésta no proporcionaría una solución
duradera ni en equilibrio con la naturaleza.
El principio de prudencia no solo no llama
a la vacunación sino todo lo contrario. La vacunación no cumple con el código de ética médica de Nüremberg. La experimentación
universal que se lleva a cabo es negligente y criminal. Quienes la promocionan
y coaccionan para que se aplique cometen delitos de lesa humanidad.
La imposición de condiciones especiales a
quienes deciden no vacunarse es una discriminación intolerable. La participación en
este experimento requiere un conocimiento informado bien detallado y una
prescripción médica individualizada. Además debe hacerse de forma totalmente
voluntaria. Coaccionar o condicionar las libertades de las personas rompe con
la esencia de esa voluntariedad.
Por todo ello se propone como medidas efectivas
1.
Detener
de inmediato las campañas de vacunación, especialmente la dirigida a los
menores de edad. Analizar con detalle los componentes de las vacunas y los
efectos previsibles a corto, medio y largo plazo.
2. Dejar sin efecto todas las medidas restrictivas de libertades fundamentales, así como la imposición de uso de mascarillas y toda coacción y publicidad que promocione las vacunas. Evitar por todos los medios posibles la discriminación que se está promoviendo y la ruptura de la sociedad a la que lleva. Todos estamos en el mismo barco. Atender al derecho natural y revisar desde esa perspectiva todas las normativas vigentes.
Analizar con detalle el carácter multifactorial de esta enfermedad. Entre otras cosas, esto conlleva la realización de autopsias.
4.
Prestar
atención a medicamentos y remedios naturales que están dando resultados muy
buenos a nivel mundial. Proceder a su autorización y aprobación si muestran esa
eficacia. Para ello será preciso desvincularse de los lobbies farmacéuticos y
aplicar, de forma segura, sin recortar los tiempos precisos para dejar patente
su inocuidad en cuanto a efectos secundarios a corto, medio y largo plazo,
criterios semejantes a los que se han aplicado para agilizar la autorización
del uso de las vacunas.
5.
Aplicar
la moratoria de instalación y puesta en marcha de las antenas y emisores de
radiaciones electromagnéticas asociadas a las nuevas tecnologías que promueven
la inteligencia artificial.
6.
Acabar
con la censura de información en los medios de comunicación y abrir el debate
científico.
7.
La
inversión en modelos sanitarios holísticos en los que se traten por igual la
medicina que hoy se practica en los hospitales y la medicina natural. Donde los
hospitales se reconecten con la naturaleza y den lugar a espacios de verdadera
salud. Donde la práctica de la medicina sea constantemente vocacional y
promotora de salud.
La imposición de condiciones especiales a quienes deciden no vacunarse es una discriminación intolerable. La participación en este experimento requiere un conocimiento informado bien detallado y una prescripción médica individualizada. Además debe hacerse de forma totalmente voluntaria. Coaccionar o condicionar las libertades de las personas rompe con la esencia de esa voluntariedad.
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Autor: Rafael Jiménez (baleares_accion@protonmail.com)
Fuente: Cambio 16
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