14. Mayday, Mayday
“La aventura podrá ser
loca, pero el aventurero para llevarla a cabo, ha de ser cuerdo”. Gilbert K. Chesterton. Escritor inglés. (1874-1936)
“Cuanto antes nos
percatemos de que nuestro destino está en nosotros mismos, y no en las
estrellas, tanto mejor para nosotros”. Axel Munthe. Escritor sueco. (1857-1949)
Décimo novena jornada. 08:10 horas. Complejo
aeronáutico de Nairda
Las
nuevas marcaciones estaban descritas. La decisión tomada era asumida. El libro
cerrado. Jano terminó de vestir el uniforme azul sustituyendo las insignias de
alumno por la de Piloto entregada por
Pitt durante la íntima ceremonia nocturna.
El escaso
personal que, a esas horas, ya tardías, terminaba el desayuno, al divisar el
distintivo brillante que lucía sobre su pecho derecho, le transmitía efusivas y
sinceras felicitaciones. Él correspondió con sumo agrado a todas las
manifestaciones.
Ingirió,
degustando exquisitamente, cada porción de los alimentos que se sirvió. Lo hizo
en silencio, meditando, pensando, recordando cada una de las jornadas pasadas
en Nairda. La posibilidad de quedarse como instructor fue una opción costosa de
descartar, pero quería paladear una de las afirmaciones que escribió en el
capítulo de las conclusiones: “Si no has
experimentado el Amor, no has experimentado nada, no sabes lo que Es”.
Retozó, con cada sorbo del segundo café que se sirvió, los extraordinarios
momentos disfrutados. Mantuvo su esencia durante algunos minutos. Sabía a lo
que iba a enfrentarse; no estaba inquieto ni nervioso, y mucho menos sentía
miedo alguno. Ahora, henchido de Amor, sabría cómo afrontar cualquier
acontecimiento resolviéndolo.
Dejó
la bandeja en el sitio acostumbrado y enfiló sus pasos hacia su nuevo destino.
Encontró a Pitt en la entrada del hangar que contenía su oficina. Daba
la impresión de estar esperándole.
- Buenos días Piloto.
- Buenos días General.
- ¿Estás listo?
- Afirmativo.
- Pues, cuando quieras.
- ¿Qué debo hacer exactamente
para el nuevo “cómo Ser”?
- Ir al mismo lugar por el que
entraste. Desde allí, el destino que hayas marcado dará su comienzo; sólo
déjate llevar. Y no lo olvides: confía en ti, tú eres tu propio hacedor, el
ingeniero de tu vida.
- ¿Qué hago con el libro?
- Lo sabes de sobra, él no
puede ir contigo. Dámelo, no es necesario que lo dejes según las normas sobre
mi mesa para que lo revise. Lo archivaré según el procedimiento estándar.
- Pitt, hay una cosa que he
mencionado en las conclusiones y que me hubiera gustado transmitir a Pal, ¿lo
harás tú por mí?
- Dalo por hecho ¿Qué es?
-
Dile, respondiendo a la carta que me dejó en la enfermería, que pienso
que después de todo este recorrido, puedo manifestar con claridad y rotundidad
que “una oportunidad de Amar es una
oportunidad de ser Amado”. También me gustaría que le dieras este sobre, y…
– no pudo decir nada más, le emoción le embargaba.
Un
abrazo selló la despedida. El Piloto marchó andando con paso firme y decidido,
con soltura y tranquilidad, hasta el trigal que le recibió, sin dudar, sin
mirar atrás en ningún instante. Pitt aún no sabía de su decisión, la cual
miraría luego, al llegar a su despacho; no tenía mucho trabajo que abordar. Por
lo demás, los planes de entrenamiento seguían sus procesos normales.
- ¿Le volveremos a ver? –
indagó mentalmente al notar la presencia de Pal tras de sí.
- ¿Tu qué crees? – respondió ella verbalmente.
El
tono vibrante de la voz denotaba algo que provocó que Pitt se volviera para
mirarla estrujando el ceño.
- Por cierto, Jano ha dejado
un mensaje para ti…
- No te molestes, lo he
escuchado.
- … y este sobre.
Permanecieron juntos de pie, observando como la figura del piloto
desapareció ocultado por el trigo que le rodeaba, hasta que un destelló azul
brillante y breve proclamó la partida efectiva del mismo.
- ¿Qué tienes pensado hacer
ahora? – reclamó Pitt escrutando el clamor de sus ojos miel.
- El comedor está a punto de
cerrar y todavía no he desayunado – respondió sin dejar de mirar al trigal.
- ¿Qué tal los nuevos?
- Avanzan a buen ritmo. Por
cierto, les he cambiado el plan de instrucción; las modificaciones las acabo de
dejar sobre tu mesa. Los he puesto en buenas manos. Espero que no te moleste.
- Si así lo has decidido,
estará bien.
- Una pregunta Pitt –
prorrumpió enfrentándole –. ¿Por qué decidiste este destino y no otro?
- Creo, Pal, que no hace falta
que conteste. Tú misma decidiste de idéntico modo que yo. ¿No?
- No Pitt. Sabes de sobra que
cada uno lo hace por un motivo concreto; cada uno somos distintos, aunque
semejantes e iguales por la procedencia que nos sustenta. ¿Por qué lo hiciste
tú?, si no te importa que insista.
- En definitiva, querida Pal,
sea lo que sea que decidamos, en el trasfondo de la cuestión está, como esencia
sustentadora, el grado de implicación que cada Ser desea experimentar de forma
Libre y Voluntaria en sus decisiones – respondió Pitt locuazmente, aunque su
experiencia le indicaba que algo más existía en el sustrato de la pregunta
–. Pero… dime una cosa Pal ¿A qué viene
esa cuestión? ¿Tienes alguna duda por resolver? Me sorprendería que fuese así.
- Tan sólo quería
evidenciar un contraste de conocimientos.
- De acuerdo Pal. Anda, ve a
desayunar antes de que cierren. Creo que necesitas un buen desayuno; siempre es
bueno llevar el estómago lleno antes de todo vuelo. ¿Nos vemos luego?
- ¿Tú qué crees? Hasta luego. En un “Instante Perfecto” estaré de
vuelta – respondió encaminándose hacia el comedor.
- Un momento Pal. ¿No me vas
a dar el beso de buenos días de siempre?
Ella se echó en sus brazos estrujándose con fuerza. Pitt le acogió
regalando todo su Amor. Sabía bien lo que por sus pensamientos podría estar
pasando pese a que Pal no quisiera comunicárselo mentalmente. Varias lágrimas
quedaron embebidas en el mono de vuelo del General sin que él hiciera
comentario alguno al respecto. Segundos después, Pal se despegó del abrazo,
enjugó sus ojos y regaló los acostumbrados besos de buenos días. Encararon sus
miradas que solas clamaban lo inexpresable con palabras. Ella respiró con
profundidad y dio media vuelta marcialmente marchando con rapidez.
Cada uno tomó su propia deriva. La jornada se
prometía sugestiva.
Camino al comedor abrió el sobre y leyó el contenido:
Querida Pal:
Mucho tengo que agradecer, en especial a ti, y por muchas palabras que
diga no encuentro otras mejores que éstas en un poema que he compuesto y que
lleva por título “En la pista de despegue”:
Díjome un amigo una vez,
que la cobardía es de hombres,
y el Amor, para los valientes.
Para los que coraje poseen.
Y dijo más:
que quién huye es pobre,
y quien cuida y adora,
rico se vuelve.
Que morir de amor, se puede,
y que por Amor, morir, es posible.
Pero que siempre que Ames,
todo te colmará,
y cuanto más desprecies,
fatigas atraerás.
Yo, ahora me planteo ¿qué quiero Ser?
Y también te digo:
¡Amor!
¿Adónde queremos llegar?,
¿Qué queremos culminar,
o marchitar?
Yo claro lo tengo,
contigo quiero volar.
¿Me acompañarás?
No pretendo un seguimiento,
no propongo un estar,
invito a juntos lanzar,
llegar a donde el sol nace,
adonde las estrellas se esconden.
Nadar en nosotros,
salpicar nuestros Seres,
entrelazar nuestras esencias
¿Partimos,
o te vas?
Yo, diáfano lo percibo.
Tú, aún has de dilucidar.
Atenta,
el avión va a despegar.
P.D.: Me llevo la jarra. Espero que al pasar al otro lado no se quede
atrás. Si es así, búscala; sabrás dónde encontrarla. Gracias, siempre, por
todo; por Ser tú.
Pitt, sentado en su sillón, comenzó a leer el libro de Jano, ahora
limpio de manchas de grasa y sin rastro de olor a keroseno. No le sorprendió la
decisión, pues era algo que ya había sucedido con otros alumnos, pero sí lo
hizo lo que leyó a mitad de la lectura, justo al mismo tiempo que descubría
otro manual de vuelo dejado en lo alto de su regia mesa. Lo miró sin querer ver
su contenido; no era necesario. Cogió el cronograma que Pal dejó con los
cambios realizados y lo supervisó comprobando que estaban expuestos a la
Perfección. Luego cruzó los pies sobre la mesa colocando sus manos enlazadas
tras la nuca, y cerró los ojos esperando que todo sucediera de acuerdo a la
Libertad Infinita y Perfecta de cada Ser.
Desde el vertedero del comedor, donde estaban alojados los contenedores,
le llegaba una comunicación mental que esperaba y a la que ya no habría que
responder. Luego, se produjo un destelló azul brillante y breve.
Momento presente. 11:34 horas. Base Aeronaval de Bulk
- Torre de Bulk, aquí F-1000
en vuelo de pruebas. Solicito permiso de aterrizaje.
- ¿Dónde estaba F-1000? Estuvo
treinta minutos desaparecido de la pantalla y sin contestar nuestras llamadas.
- No he ido a ninguna parte ni
he recibido comunicación alguna – respondía sarcástico –. Estoy a veinte millas
de la uno seis izquierda. Solicito permiso para aterrizar.
- Permiso en espera F-1000;
debe introducir código de autenticación en el transpondedor.
El
piloto obedeció. Imaginó, con sarcasmo, que el radar de aproximación de la Base
Naval le habría perdido en sus pantallas, o quizá el transmisor de su aparato
dejó de funcionar por algunos instantes. Fuera lo que fuese, había pasado. Lo
importante era lo que hacía ahora.
- El código es correcto. Es
él, señor. Reconozco su voz – confirmaba el Jefe de control aéreo al Almirante
de la Base –. ¿Puedo autorizar la maniobra, señor?
- Afirmativo, pero cuando tome
tierra, diríjalo al barracón de alarma. Ordene también que una patrulla de
Policía Militar esté preparada para escoltar al F-1000, si es que en realidad
lo es. Tenemos que asegurarnos que es verdad.
El F-1000 y su piloto obedecían militarmente cada una de las órdenes
recibidas tras la toma de tierra. Apagó el motor de cuádruple inyección que
había funcionado perfectamente. Todos los registros y parámetros a los que fue
sometido magnificaron resultados excelentes. Estaba muy satisfecho de su
trabajo y de las capacidades operativas que ofertaba el conjunto formado por
avión y motor.
Un mecánico le ayudó a desprenderse de los anclajes y salir del
habitáculo hasta la escalerilla que fue acercada, permitiendo un cómodo
descenso desde los tres metros de altura a la que se encontraba la cabina. Al
pie se encontraba el Jefe de la Base para recibirle.
- Me alegra verle de nuevo.
Creíamos haberle perdido.
- ¿Por qué dice eso señor?
- Ya se lo ha mencionado el
control aéreo: desapareció durante treinta minutos, después de que diese la
señal de Mayday dos veces…
- ¿Yo, señor? En ningún momento
hice eso. No ha habido ningún incidente que necesitase dar señales de alarma;
por el contrario, los sistemas operativos del F-1000 han funcionado sin
detrimento alguno. Incluso el radar de situación ofrecía en todo instante la
situación exacta de Bulk. No entiendo cómo ha podido suceder eso en la pantalla
del control aéreo.
- Se sorprenderá cuando pueda
escuchar su voz en la grabación, coincide con sus registros predeterminados.
Además, por si fuese poco, inmediatamente después de su Mayday, una columna de
fuego apareció a una milla y media de la Base. Pensamos que era usted que se
había estrellado. Lo increíble – seguía diciendo el Almirante ya montados en el
vehículo que arrancaba transportándoles a no sabía dónde –, es que durante ese
tiempo un equipo de rescate ha llegado hasta el lugar del impacto. ¿Se imagina
que han encontrado?
- En absoluto señor, aunque en
mi aproximación he podido ver tal columna de humo en la demarcación que usted
indica, a estribor de la uno seis izquierda y fuera de los límites de la Base.
- Pues resulta que son los
restos de un modelo muy antiguo, un famoso interceptador: el Starfighter,
creemos que del modelo F-104C; pero los análisis que se han practicado in situ
aún no aportan total claridad al respecto. Aunque lo curioso es que, el motor
que está entero, no corresponde a ninguno de los que portaban esos aviones en
su época; es demasiado avanzado. Además, no lleva identificación, ni insignias,
ni numeración, más bien parece responder a un prototipo. En fin, un misterio
que espero se resuelva pronto, al mismo tiempo que he ordenado se mantenga en
el más absoluto secreto. No podemos permitirnos que eso pueda enturbiar el
vuelo del F-1000. Es mejor mantener cautelas al respecto y no establecer
parámetros entre ambos vuelos. Todo el equipo de ingenieros que han participado
en la elaboración de este caza están esperando, con ansias, que les conteste a
sus preguntas; por tanto, no debe mencionar en absoluto nada relativo a lo de
ese aparato ni a su desaparición durante treinta minutos de la pantalla. Es una
orden. ¿Queda claro?
-
Afirmativo, señor.
- Por otro lado. ¿Cómo han ido
las pruebas?
- Sin novedad señor. Todo ha ido
como la seda. El aparato es increíble: Ha superado todos los registros sin el
más mínimo error o mal funcionamiento. Creo que tenemos una máquina perfecta
para volar; aunque hay una novedad, señor, pero es personal.
- Ha hecho un buen trabajo.
Enhorabuena. Pero ahora le queda el acoso de los ingenieros. Tenga paciencia
con ellos, ya sabe… son civiles que no están acostumbrados a la disciplina
militar. Procure no ser tajante, relájese y responda a cuantas preguntas le
hagan, por muy tontas que parezcan. Son órdenes, y no son mías; el Alto Mando
quiere que la compenetración con el equipo civil sea inmejorable. ¿Entendido?
- Señor, sí señor.
- Ahora dígame qué puñetera
novedad es esa, aunque sea personal. Conociéndole ya estoy temiendo alguna
sorpresa.
- Señor, no se pre-ocupe, todo
a su momento. Ahora hagamos los que tenemos que hacer.
El
Almirante no indagó más. Sabía que no le sacaría nada por dos motivos: era un
asunto personal; además, cuando su piloto de prueba preferido decía algo, era
mejor aceptarlo.
A
los cinco minutos entraban en la sala de conferencias donde esperaban los
técnicos. El piloto se sentó a la derecha del Almirante, en un pequeño y
elevado estrado. El grupo compuesto por más de treinta especialistas en todos
los campos de la ingeniería aeronáutica le bombardearon con todo tipo de
cuestiones sobre el caza bombardero durante cerca de tres horas.
Al
término, ya de pie, y en medio del salón, fue presentado a algunos de los jefes
de los distintos departamentos técnicos que no conocía. Cada uno de ellos le
felicitó por su excelente trabajo y por la confianza que transmitía con todos
los datos aportados, pero querían, ante el inusitado anuncio de abandonar la
Armada, que siguiera con ellos hasta la conclusión del proyecto: su valiosa
dedicación como probador era indiscutible. No obstante, él declinó amablemente
todas las ofertas que apresuradamente se estaban ofreciendo de formas
compulsivas. Su decisión era firme y rotunda. Incluso el mismo Almirante se
atragantó al escuchar tal proclama al inicio del evento, antes de que empezaran
las preguntas.
Cuando parecía concluir el acontecimiento y su estómago reclamaba pronta
ingestión, el Almirante acudió a su lado, de nuevo. Quería presentarle a la
persona que había dirigido la evolución del F-1000.
- Ella es la Ingeniero Jefe
del proyecto – decía señalando a una
mujer de edad similar a la suya, algo más baja, de ojos miel y con el pelo
rubio recogido en una graciosa coleta –.
Ella es la señorita Pamela Phoebe. Él es el Capitán García.
- Encantado, señora – decía
ofreciendo su mano.
- El gusto en mío Capitán – aseveraba
correspondiendo al gesto con delicadeza.
- Tendrán que disculparme; he
de atender unos asuntos que reclamaban mi presencia – excusó el Almirante
retirándose, esperando como último recurso, que la Ingeniero Jefe consiguiera
el objetivo de hacer cambiar de pensamiento al piloto.
- Permítame una cuestión –
anunciaba ella queriendo llevar la conversación hacia los derroteros que
perseguía –. ¿Puedo?
- Adelante ¿Qué puedo perder?
Ya veré si puedo contestar – pronunció con holgura.
- Seré directa, sin rodeos.
¿Hay alguna cosa que podamos hacer para que cambie de opinión y siga siendo
nuestro piloto de pruebas?
- Yo también seré directo,
señora, sin rodeos: no, nada en absoluto – espetaba con una sonrisa que
manifestaba verdad absoluta en su negación afirmativa.
Ella quedó impactada ante tal rotundidad, pero no cejó en su empeño.
Atacó de nuevo, con otras armas.
- Ha tomado una decisión muy
drástica. ¿Y cómo piensa ganarse la vida una vez se marche?
- Bueno… No me retiraría si no
lo hubiese previsto. Me dedicaré a la literatura.
- Umm... ¿Sabe que es muy
difícil introducirse en el mundo literario si no se tiene un nombre, o una
buena obra que ofrecer al público?
- Difícil sí, señora; no lo
pongo en duda, pero todo es posible.
Esa otra respuesta le dejaba sin muchos más argumentos. Había una
contundencia evidente en su determinación. Algo le decía que no podría hacerle
cambiar de opinión, pero volvió a la carga.
- Disculpe que insista – decía
volviendo al acoso –. Sé por propia experiencia, yo también soy piloto, que
cuando se prueba el gusanillo del vuelo no se puede abandonar. ¿Acaso no va a
echar de menos la excitación de poder volar como usted lo hace?
- Voy a dejar la Armada y el
trabajo que desarrollo en la misma, pero nunca he mencionado que quiera dejar
de volar – concluía tajante, sin ofrecer tregua.
Se
le estaba escapando y no quería perderlo de vista. Tendría que ser contundente
para conseguir su propósito.
- Una última curiosidad –
decía –: observo que tiene mucha seguridad en sí mismo, en su decisión, pero no
veo otra alternativa en su exposición, sino el hecho de que debe guardar un
buen as en la manga. Pienso, por tanto, que lo que quiere escribir será muy
suculento… debe ser algo extraordinario o novedoso, de lo contrario no se
arriesgaría a abandonar una carrera y un porvenir tan prometedor. ¿Me equivoco?
- Todo es posible, señora –
aseveró complacido.
- Y se puede saber, si no es
entrometerme donde no debo ¿De qué va a tratar su primer libro?
- Eso es algo que podrá
descubrir cuando lo lea, señora.
- Venga Capitán, deme un
adelanto – clamaba ya sin recursos para convencerlo, exponiendo la mejor de sus
sonrisas, por si sirviera de algo; jugando.
- No sea impaciente,
señora; tendrá que comprar mi libro para saberlo.
- Lo haré si me lo dedica.
¿De acuerdo?
- Delo por hecho, señora.
Ella se había quedado sin armas para convencer al piloto y sólo se le
ocurrió una última estratagema.
- Imagino, Capitán –
continuaba inquieta, procurando captar toda la atención posible de su
interlocutor –, que García estará precedido de un nombre
- Jerónimo, señora: Jerónimo
García, señora. Pero puede llamarme Jano, como hacen todos.
- ¿Jano? ¿Es acaso el
diminutivo de Jerónimo o es el nombre de guerra al que todo piloto militar
obedece?
- Es como me llamó mi hermano
pequeño cuando empezó a hablar. Desde entonces nadie me ha llamado por el
original.
- Curioso. Así se denomina a
uno de los dioses de la antigua mitología: Jano
es el Dios de las Puertas. ¿Lo sabía?
- Sí, y es agradable el
parentesco. Me gusta. Pero también es el nombre de uno de los satélites de
Saturno.
- Ya tenemos algo en común –
anunciaba ella queriendo llegar a un acercamiento más pleno –; mi apellido es
también el nombre de otro de los satélites de ése planeta, aunque normalmente
se le llama Febe. Así que ambos somos satélites de un mismo, digamos, proyecto
– cuestión esgrimida que a Jano le encantó –. Ah, y puede llamarme Pal.
- ¿Pal, por casualidad, es un
diminutivo de Pamela? Señora, perdón, Pal.
-
Es como me llamó mi hermana pequeña cuando empezó a hablar. Desde
entonces nadie me ha llamado por el original.
- ¡Vaya! Parece que ambos
tenemos más en común de lo que parece. Bien, señora, perdón Pal, ¿alguna
pregunta más?
- ¿Apetece un café, Piloto?
– reclamaba, invitándole, procurando que
ese no fuera el fin de la conversación; ofreciéndole, al mismo tiempo, una taza
de color naranja donde se leía una frase en relieve de tono malva: “Sé que Eres el Mejor”
- ¿De dónde las has sacado?
Tuve una como ésta pero la perdí.
- Una chica como yo tiene muchos
recursos. Esto, ¿acaso te anima a replantearte la decisión?
- Hablemos tomando ese café
después de almorzar, si te apetece…
- ¿Esto es una cita? – preguntó simulando
una grata sorpresa.
- Sencillamente sé volar sin
alas – respondió con picardía.
- Entonces, autorizado a
despegar, Pilotillo – definía Pal con
una hermosa sonrisa, clavando, como tenía por costumbre, la última palabra.
Sumario
Me
gustan los finales felices como al que más, pero esto no es el final;
exclusivamente constituye el principio, un punto de partida auténtico desde el
que solidificar las bases a una existencia feliz. ¿O el lector no piensa, cree
o imagina lo mismo?
Pero permíteme tutearte en la confianza que da que hayas llegado leyendo
hasta aquí, tan lejos; al igual que hacen los protagonistas al final de este
cuento novelado.
Si
Jano y sus cómplices, junto a mi particular investigación, han ayudado a
despertarte del letargo que te habías auto impuesto voluntariamente, mi alegría
será muy grande. Conque sólo uno de mis lectores haya captado la esencia de sí
mismo, habrá merecido el esfuerzo, la lucha y el empeño puestos en mi
propósito.
Ahora sabes que no existe la casualidad, por lo que espero que
reconozcas que tú eres parte de la causa de que este libro se haya escrito y
haya llegado a tus manos, ofreciendo luces a tu entendimiento y grandes dosis
de felicidad a tu vida y, como consecuencia, a tu existencia.
Aunque pueda parecer increíble o imposible, tú fuiste quien dispuso lo
que experimentas; tú fuiste la causa de los efectos que vivencias, y de igual
modo concertaste el alumbramiento en un determinado momento en tu trayectoria
por esta aventura de la vida. También, escogiste hacerlo a través de este libro
entre otros medios.
Despierta y aplica las normas de vuelo: podrás ascender hasta donde te
propongas. Ya sabes que haciéndolo simultáneamente, es cómo funcionan. Decide
también qué Quieres Ser ahora y luego. Todos han de aceptarlo, yo el primero.
Si
en algún instante las cosas no funcionan de acuerdo a los pensamientos que
quieres se forjen, examínate. Hazlo con sinceridad, busca dónde está el error.
Mantén el pensamiento fijo en tu propósito, no desesperes y se paciente.
Procura creer en ti; sobre todo confía en ti. Cree y crea lo que quieres en el
presente. En cuanto lo hagas podrás verlo a la perfección; empezará a
magnificarse. No olvides que has de ser tú la Causa. Se causativo, no dejes que
te minen los demás con sus monsergas. Persevera. Mantente. Perdura. En esa
medida no serás el efecto de los demás; es la manera de no darle pábulo a la
casualidad o a la suerte. Tú únicamente determinas qué es lo que quieres
trabajándolo en el momento presente. Ya sabes que lo que ahora “consideras”, (no
“consideres”, hazlo siempre en presente, no en futuro), se va a ir manifestando
en el continuo presente que vamos vivenciando. Tú eres tu propio creador.
Postúlate. En tu pensamiento sólo puedes entrar tú. Serás siempre el fruto de
tu propio pensamiento, no lo olvides. Y saca todo el odio, rencor y pesar que
albergas. Ese es, fundamentalmente, el gran lastre que no permite el avance
hacia donde se quiere marchar. Hazlo siguiendo el método expuesto. Luego, haz
que el Amor inunde en todo instante tu pensamiento, de esta manera sólo podrás
atraer a tu vida lo mismo que emanas. Éstas son las claves. Son sencillas. No
es complicado. Pero sí es vital ser paciente y perseverante; sin olvidar que te
mereces lo mejor.
El
miedo constituye el único enemigo que podrás encontrar, pero de igual modo
sabes cómo dominarlo. Ya no hay motivos para sentir miedo de la vida, ni de
nada. Ya sabes Quién Eres. ¿Qué puedes perder si Todo lo Eres?
Esta es la aventura de la existencia. Experiméntala como quieras,
sabiendo que recibirás en la medida en que des desde lo que Eres; que sólo
puedes dar lo que tienes y Eres. Llénate de Amor, Confía en TI. Entrégalo con
respeto a ti y a los demás. Las recompensas serán impredecibles; si no al
tiempo. Piensa en Amor, y Serás Amor. Por el resto no te pre-ocupes. Estás
autorizado a despegar y volar sin alas, o, mejor dicho, con las alas del Amor ¿A
qué esperas?
Posdata:
En el artículo del día 1
de diciembre (Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre.
III Parte) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una
serie de técnicas y procesos para aplicar en psicoterapia, que solucionaba el
80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de
esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la
Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional, siendo feliz en
tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas
maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que,
con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán, pues mis
tiempos están contados, para seguir en esa labor. No se trata de dar una
formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os
habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas
(Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su
correo profesional: terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es
Para las
actualizaciones de Todo Deéelij y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com
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