Sensibilidad
Todos tenemos un concepto
totalmente subjetivo de la sensibilidad, porque es un atributo esencial de
nuestra vida. Las cosquillas es un ejemplo cotidiano y muy personal de la
sensibilidad. Hay personas que tienen cosquillas en la planta de los pies, de
modo que a poco que se les acerque una pluma de pájaro a los dedos les entra la
risa, mientras otras, ni se inmutan. Una persona sensible es aquella que se
emociona con los problemas de los demás, mientras que otra insensible o fría
puede ni pestañear ante los mismos problemas. En fin, estos son ejemplos de la
vida diaria que indican que la sensibilidad es tanto mayor cuanto más intensa
es nuestra reacción ante estímulos externos.
En teoría de sistemas, la sensibilidad expresa cuáles son las
variables que tienen mayor influencia en el comportamiento de un sistema. Por
ejemplo, el público es muy sensible ante los anuncios de subida de las gasolinas.
Las colas que se forman en los surtidores pueden ser kilométricas. La bolsa es
un sistema muy sensible a las noticias; “sesión de pánico en las bolsas con
fuertes caídas en todos los parquets” escuchamos cuando por alguna noticia de
fusión, de subida de tipos, de despido masivo en una empresa importante, etc.,
los índices caen varios enteros.
La Naturaleza presenta una alta sensibilidad ante determinadas
perturbaciones. Acordémonos del problema de los cloro-fluoro-carbonos, los CFC.
La atmósfera es una estructura tremendamente compleja. Curiosamente los gases
del efecto invernadero y los CFC están presentes en el conjunto de la atmósfera
en proporciones ínfimas, sin embargo, la atmósfera presenta una altísima
sensibilidad y los efectos son de todos conocidos.
Hablamos de sensibilidad en relación a la respuesta que un sistema
da ante mínimos cambios de determinados parámetros, es decir, cuando una
variación del horizonte cero en un parámetro en cantidades ínfimas, provoca un
cambio espectacular.
Regímenes de comportamiento impredecibles
Otra cuestión es la existencia de los denominados atractores, o lo
que también se denomina “comportamiento en régimen permanente”. ¿Qué sucede
cuando una variable experimenta un crecimiento aparentemente leve y de pronto
se dispara en un crecimiento o caída imparable? Esto no es sensibilidad, sino
la aparición de un régimen impredecible, caótico.
Aun así, esta brusca variación del comportamiento puede ser
predecible. Y puede serlo si se es capaz de identificar variables que muestren
tales síntomas, de modo que permitan evidenciar que “de seguir las cosas
así..., más tarde o más temprano, se producirá una ruptura en el
comportamiento”.
La predecibilidad de un sistema no consiste tanto en adivinar el
futuro con exactitud –esto sería determinismo barato, que además actualmente es
poco menos que imposible-, sino en determinar el perfil básico de la
trayectoria temporal.
Todo sistema dinámico puede mostrar un considerable número de
comportamientos diferentes, según las circunstancias. Pero de mantenerse a lo
largo del tiempo una cierta regularidad en el entorno, los sistemas “tienden” a
estabilizarse en torno a un conjunto de valores, alcanzando con ello el estado
estable o estacionario. Este conjunto de valores en torno al cual el sistema se
estabiliza es lo que se denomina atractor. El atractor es por tanto aquello
hacia lo que tiende un sistema en búsqueda de su “steady state”. Un péndulo es un
ejemplo sencillo. En tanto existan fuerzas de rozamiento, el péndulo tenderá a
minorar la amplitud de su balanceo hasta detenerse. Utilizando lo que se
denominan diagramas de fase que describe el ángulo formado entre el péndulo y
la vertical, vemos cómo este diagrama describe una espiral orientada hacia el
centro, punto en el cual, el péndulo se detiene.
El péndulo de un reloj de pared, en tanto haya cuerda suficiente,
no se detiene, y el diagrama de fase no es una espiral, sino una
circunferencia.
En terminología formal se dice que las trayectorias de un sistema
bajo “condiciones iniciales idénticas” son siempre idénticas. Y si varían
dichas condiciones, variarán las trayectorias, aunque, si el modelo está bien
estructurado, suele haber una tendencia normal hacia un comportamiento
asintótico o periódico final a largo plazo.
El comportamiento a largo plazo de un sistema se conoce como
“comportamiento en régimen permanente”.
En puridad, si esto fuese absolutamente cierto, concluiríamos que
el determinismo rige nuestras vidas. Y así pareció ser en la física del siglo
XIX.
Henri Poincaré estudiando la mecánica celeste, trató de aportar un
método de análisis para alcanzar una visión global de los modos de
comportamiento de un sistema, el conjunto completo de posibles comportamientos,
y no sólo una trayectoria particular. Estudiando el comportamiento gravitatorio
de dos cuerpos celestes, el determinismo triunfaba sin problemas, el
comportamiento de dos cuerpos que se atraen es predecible. El problema surgió
cuando trató de introducir un tercer cuerpo. Se encontró con resultados
asombrosos. Las trayectorias de los cuerpos no eran predecibles, eran
complejas, tanto que las denominó “enredo homoclínico”. Este concepto dio lugar
con el tiempo al concepto de “atractor”.
En 1963 Edward Lorenz, del MIT, tratando de explicar el
comportamiento de los modelos de predicción en meteorología observó cómo el
clima seguía pautas razonables de periodicidad en su comportamiento, sin
embargo nunca dos modelos meteorológicos se repetían exactamente. Para
explicarlo Lorenz simuló en un ordenador un sistema dinámico simple compuesto
por tres ecuaciones diferenciales, cuyo resultado en un diagrama de fase fue el
ya archifamoso atractor de Lorenz.
De todos los atractores posibles, sólo tres permiten asegurar una
completa predecibilidad, el punto, la circunferencia y la espiran decreciente.
El resto de atractores implican un comportamiento extraño, que puede quedar
fuera de control en según qué circunstancias.
El efecto mariposa
Este concepto de la Teoría del Caos,
dice que, si en un sistema dinámico se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un
efecto considerablemente grande a corto o medio plazo. Es tradicionalmente
conocido con el ejemplo de Edward N. Lorenz, como que el batir de unas alas de
una mariposa en Hong Kong, hace que llueva en Nueva York, o que, si se parte de dos mundos o situaciones globales casi idénticos, pero
en uno de ellos hay una mariposa aleteando y en el otro no, a largo plazo, el
mundo con la mariposa y el mundo sin la mariposa acabarán siendo muy
diferentes.
Con la pandemia del Covid19, tenemos
un claro ejemplo de “Efecto mariposa”, lo indicamos en el addendum sobre la pandemis
en el libro “Consciencia y Sociedad distópica”. Y nuestra mariposa es un
pequeño ser que ni siquiera se está de acuerdo si es un ser vivo, que mide 100
nm (nanómetros), la millonésima parte de un milímetro, pero con el poder real
de aniquilar la civilización. Para poner un ejemplo, una ficha de dominó puede
físicamente tumbar otra ficha de dominó, igual de altura que ella y hasta a
otra 1,5 veces más alta. Y esta, a otra 1,5 veces más alta. Si una ficha de
domino de 1 milímetro tira a la siguiente de 1,5 milímetros y esta, a la
siguiente de 2,5 milímetros, la ficha número 32 de la secuencia en caer tendría
una altura de 287 metros, que tumbaría sin problemas una ficha de tan solo 50
metros menos que el edificio Empire State de Nueva York. Así que nadie piense
que hay enemigo pequeño.
Aunque estamos ya en clara fase de desescalada, nadie es capaz de
predecir las consecuencias a medio y largo plazo del batir de las alas de las
mariposas. Ahora y en los próximos días, puede que exploten las ligaduras más sensibles
y débiles de la sociedad, pero sus efectos puede que repercutan hacia otras que
nadie pensaba, pudieran romperse. Es decir, estamos a nivel planetario en el
borde de un efecto explosivo de consecuencias que, a saber, dónde pararán.
Este efecto multiplicador, no hay sistema político ni económico que
lo pueda resolver, si se despliega de este modo. Por esto, este tipo de
acontecimientos son “sucesos Cisne Negro”, es decir, “lo peor que nos puede
pasar”.
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Autor: José
Alfonso Delgado (Doctor en Medicina
especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas
de Visión sistémica del mundo se
realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto
Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada sobre los
objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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