Y en medio de la madrugada uno se despierta llorando incontroladamente, después de ese sueño recurrente dónde no encuentras el billete del avión que te llevará de regreso a un país donde nunca estuviste; o estás desnudo, caminando detrás de las columnas, al atardecer de un día fantasmagórico, que se repite una y otra vez. Y de repente uno decide dejar que la tristeza se manifieste, que salga de esos rincones dónde está metida sin que uno pueda advertir su presencia. Y las lágrimas mojan y mojan la almohada por los seres queridos que llegaron a tiempo para tomar el tren y los viste partir misteriosamente, con la esperanza de encontrarlos algún día en esa estación desconocida a la que sabes que llegaremos todos.
Entonces, te percatas de pronto qué ha amanecido, que milagrosamente ha salido el sol de nuevo, y que era tu alma que necesitaba lavar la cara del maquillaje que a veces usamos, de las sonrisas que fabricamos para aparentar una felicidad de la que nos creemos responsables.
¿Quién sabe a ciencia cierta hasta dónde conoce su inconsciente?
¿Quién está exento de esas batallas internas, que aprovechan la ralentización durante el sueño y se manifiestan cómo delfines que necesitan salir a la superficie para tomar oxígeno?
Hay madrugadas que el Universo nos regala como una oportunidad para conocernos. Para que hagamos consciente que no hay emociones malas ni buenas, que todo lo humano es divino y hemos venido a conocerlo.
Gracias Universo!!
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Autor: José Miguel Vale (josemiguelvale@gmail.com)
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