Y Abul Beka bajó hasta el mar y llegó a una
ciudad que llevaba por nombre Medina Málaga. Y era como una mano de la tierra
abierta al mar. Y cuando vino a ella, ya traía algo de fama con él, por lo que,
desde que llegó a su plaza, muchos le seguían y le preguntaban.
Y él
dijo:
—Hijos
de Medina Málaga, vuestro espíritu es abierto como vuestro horizonte; y vuestro
carácter es una gaviota que trata de alimentarse en el mar de las
circunstancias.
»Vuestro corazón es un velero que sale del puerto del
sentimiento todos los días y muchos días no encuentra la vuelta al puerto.
Vuestros latidos son los latidos del mar y vuestra respiración es la brisa que
levanta sus olas.
Y
después se sentó frente al mar y, con la mano sobre la arena, dibujó un corazón
y dijo:
—¿Cuánto
durará este corazón hasta que la próxima ola lo borre? –Y después se dijo hacia
dentro–: ¿Cuánto durará este cuerpo hasta que la oleada de la evolución lo
borre? ¡Oh, Mar de la Existencia!
Y
volviéndose para todos, les dijo, señalando el corazón:
—¿Quién vendrá todos los momentos para mantenerlo dibujado sobre la arena?
Y
uno se levantó y le dijo:
—Maestro, yo estaré en todos los días y las noches para
dibujarlo una y otra vez, cuando lo borre el oleaje; dime: ¿qué he de hacer?
Y
Abul Beka le respondió:
—Cuida
el oleaje de las pasiones y de los conformismos y mantendrás permanentemente
dibujado este corazón en la playa de tu ser.
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en este
blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de
2017.
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