Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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1/1/14

Dinámica Consciencial, Co-creación y Matriz Holográfica (1/5): Estado de consciencia y dinámica consciencial


Son much@s los amig@s del blog que comparten conmigo sus experiencias cotidianas relacionadas con sus procesos conscienciales y me preguntan cuestiones relativas a la evolución en la percepción del mundo y la vida –la suya y la de los demás-, las subidas y bajadas en los estados de ánimo, los cambios en las relaciones y conexiones con los seres queridos y las personas más cercanas y un amplio etcétera.

Con este telón de fondo y por considerarlo de interés y utilidad para tod@s los que se acercan al blog, se inserta en él un texto titulado Dinámica Consciencial, Co-creación y Matriz Holográfica que, aunque escrito a finales de 2012 para el libro “Amor: Vida y Consciencia”, acabo de actualizar y mejorar para su difusión en el blog. Dada su extensión, se publica en cinco entradas sucesivas y concadenadas:

1. Estado de consciencia y dinámica consciencial (fecha de publicación: 1 de enero)

2. La expansión de la consciencia (fecha de publicación: 3 de enero)

3. Creación y co-creación: sus características básicas (fecha de publicación: 5 de enero)

4. “Despertar Consciencial” y desconexión de la Matrix (fecha de publicación: 7 de enero)

5. Desconectado de la Matriz, abro los ojos y veo (fecha de publicación: 9 de enero)

Espero que el texto completo resuene en vuestro interior y  lo disfrutéis

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Dinámica Consciencial, Co-creación y Matriz Holográfica:
1. Estado de consciencia y dinámica consciencial

1.1. Estado de consciencia

            Cada ser humano y en cada momento de su vida se halla con un estado de consciencia determinado. El estado de consciencia es el modo en el que cada uno se ve a sí mismo y a los demás y contempla e interpreta la vida, la muerte, Dios, el mundo, las cosas, los hechos, las situaciones y todo lo que le rodea, así como la escala de valores, las pautas vitales y las prioridades y preferencias con las que experiencia la vida cotidiana. Por poner dos ejemplos extremos: si el estado de consciencia es de armonía, amor y alegría, uno se verá a sí mismo, al mundo y a los demás, de manera muy distinta al supuesto de que el estado de consciencia sea de desarmonía, desamor, ofuscación y tristeza. En el primer caso, el ser que cada uno somos se encontrará alineado y en concordia con la vida, que será percibida como algo maravilloso; en el segundo, en cambio, se vivirá en “des-alineamiento” con la vida, considerándola como una especie de castigo y manteniéndose peleado con ella y con uno mismo. Y usando terminología científica, cada estado consciencial tiene su propia frecuencia vibracional y evidencia como vibramos, cada cual y en cada momento, interiormente, con su consiguiente manifestación hacia el exterior.

            El estado de consciencia de cada cual no es estático, sino que puede variar –lo más frecuente es que lo haga- a lo largo del tiempo, sean días, semanas, meses o años. La experiencia humana pone de manifiesto que con el devenir del tiempo vamos observando, mirando y entendiendo al mundo y a nosotros mismos de formas diferentes; es decir: desde distintos estados de consciencia, cada uno con su correspondiente frecuencia vibracional.

La llamada “dinámica consciencial” explica estas variaciones en el estado de consciencia y en su gradación vibratoria y halla su base en el hecho de que, en cada estado de consciencia concreto, vivimos experiencias que tienden a ir modificando nuestra visión de las cosas y a transformar nuestro estado consciencial y, por ende, la frecuencia con la que vibramos. Curiosamente, uno mismo, los otros y el mundo no serán en sentido estricto diferentes, pero en función del estado de consciencia, los contemplaremos de modo muy distinto.

            Antes de nacer en cada vida física, tenemos un estado de consciencia resultado de las existencias y experiencias de vidas anteriores. La vida, el cuerpo y el entorno y el contexto (el “yo y mis circunstancias” de Ortega y Gasset) en el que volvemos a nacer contará con el perfil energético y vibratorio pertinente para, a partir de ese grado de consciencia, desarrollar la aludida dinámica consciencial; esto es: vivenciar nuevas experiencias que nos posibilitarán la evolución en el grado de consciencia, accediendo a un nuevo estado de consciencia. Tras ello, desplegaremos nuevas experiencias que nos permitirán evolucionar otra vez en el grado de consciencia. Durante una misma vida física, este proceso se puede repetir “n” veces, sin que exista una regla fija, pues depende de cada uno y su respectiva toma de consciencia. Como consecuencia de todo ello, en el momento del tránsito que erróneamente llamamos “muerte”, disfrutaremos de un determinado estado de consciencia, con su correspondiente gradación o frecuencia vibracional. Éste será el punto de partida en nuestra siguiente vida física y definirá el perfil de la vida, el cuerpo y el entorno y el contexto en el que nos volveremos a encarnar.

1.2. Experiencias e impulso del estado de consciencia

Los seres humanos, la mayoría de ellos, en el momento presente de su proceso consciencial y evolutivo, es decir, en su actual estado de consciencia, buscan el bienestar fuera de ellos mismos. Y en esta búsqueda del bienestar en el exterior se usa como herramienta la experiencia dual, basada en la no aceptación y en juzgar y etiquetar dicotómicamente (“positivo” y “negativo”, “bueno” y “malo”, “agradable” y “desagradable”,…) todo lo que ocurre en nuestra vida y a nuestro alrededor. Pero las experiencias carecen de “color” –no son ni buenas ni malas, ni positivas ni negativas,…-. Simplemente, son experiencias, todas con su porqué y para qué, como se ha reseñado antes, en el impulso del estado de consciencia.

Y cada experiencia -la que sea- tiene su peculiar vibración. Las creamos, generamos y atraemos a nuestra vida desde nuestro interior para que, con su frecuencia vibracional, resuenen con la vibración asociada a nuestro estado de consciencia, impulsando la evolución de este y nuestro proceso consciencial.

Las apariencias de las experiencias -es decir: lo que perciben de ellas nuestros sentidos corpóreos y mentales- no son reales. Lo real en las experiencias es su vibración, que se puede escuchar desde el Corazón, como si se tratara de una melodía musical. Y desde el Corazón -desde nuestro "verdadero ser"- podemos armonizar la vibración de cada experiencia -la que sea- para que resuene en Frecuencia de Amor.

Todo tiene su porqué y para qué en clave del desarrollo de nuestro proceso consciencial y evolutivo. Esto es así y da igual que la experiencia consista en que te toque la lotería o te diagnostiquen un tumor. De hecho toda enfermedad es sanadora: tiene su origen y causa en el interior y limpia y sana en ese interior, impulsando el proceso consciencial y la evolución del estado de consciencia.

Por tanto, el estado de consciencia y su vibración y los posibles cambios en el mismo responden a factores estrictamente interiores. Ciertamente, las experiencias vitales se despliegan en el mundo exterior, pero el cómo las contemplamos, vivenciamos y, finalmente, las hacemos nuestras, se relaciona con el interior de cada cual: en la resonancia entre la frecuencia vibracional de la experiencia que sea y la frecuencia vibratoria del estado de consciencia que se tenga en ese momento concreto. Por ello, la base de cualquier verdadera transformación es puramente interior. Sin embargo, solemos creer que el mundo exterior se cambia desde el exterior. Pero no existe el cambio exterior, sino la evolución consciencial, que es interior. Comprender que no hay cambio sino evolución y la dimensión interior de ésta representa una nueva visión y plasma el despertar consciencial que están empezando a vivencia numerosos seres humanos.


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