Anteayer, Día de los Santos Inocentes, nos adornamos para conmemorar y celebrar la Inocencia... La tuya... La mía... La nuestra... La de todos los Niños-Dios que hemos vencido al mundo y lo recorremos y gozamos, de instante en instante, cabalgando sobre las estrellas.
Inocencia… Escuchamos en nuestro interior, como oyó el profeta Jeremías,
los lamentos de Raquel… Y nos conmovemos y nos llena la Com-Pasión por su luto
y gemidos, que son los de tantas personas que sollozan ante el dolor de sus
seres queridos y que con sus ojos solo alcanzan a ver una Humanidad y un mundo sumidos
en el sufrimiento, sin percibir que todo encaja, que todo tiene su porqué y su
para qué, que todo fluye, refluye y confluye en el Amor de cuanto Es y Acontece
y que ya todo es y nosotros mismos somos todo aquello que nuestro Corazón puede
anhelar.
Raquel, como la Humanidad, jamás ha cesado de llorar, usando en libre
albedrío el sufrimiento como herramienta y como vía de avance consciencial. De
ahí, precisamente, que el mito de la matanza de los Santos Inocentes reaparezca periódicamente en la historia, sea con
Krishna, Moisés o Jesucristo como protagonistas, en lugares tan dispares como
la India o Egipto y en épocas tan distantes como hace tres mil años o unos
pocos siglos. Pero la nueva visión comienza por la Evolución y la transformación
interior de uno mismo. Para alcanzar un mundo nuevo hacen falta ojos nuevos
para ver el mundo. Y la Inocencia es,
para ello, la mejor Guía.
Inocencia… Estado
y manifestación del Espíritu libre. Libre de cargas y de culpas… libre de
quereres y de quehaceres… libre de saberes y de deberes… libre de deseos y de
renuncias… libre hasta de querer ser libre.
Inocencia… Sencillez, sinceridad, transparencia, jovialidad, alegría,
vaciamiento… ¡Pureza!
Inocencia… Sentimiento y Sabiduría. El Sentimiento que recupera la
luminosa blancura de la Infancia. Y la Sabiduría Innata que queda desvelada por
el recuerdo alcanzado en el marco del discurrir evolutivo de los procesos
conscienciales del alma.
Inocencia… Bandera de Suma Albura que resplandece en nuestros corazones
como Vibración Primigenia y Pura. La ondeamos con Amor y Entusiasmo para
insuflar Vida Inocente a cuanto
Somos y en cuanto nos proyectamos y creamos siendo lo que Somos.
Inocencia...
que sólo puede ser vista a través de la mirada pura de un niño... en
el que no hay juicios, ni prejuicios... Que vive y contempla la Vida como lo
que Es, fresca, siempre renovándose a cada instante, sin memorias, ni
recuerdos...
Inocencia…
libre de pecados... sin karmas, sin mente... como nos lo muestra este gran
libro abierto para todos… la Madre Naturaleza... en la que todo acontece de
instante en instante, en el eterno Presente... en total Perfección.
¿Cómo poder
ver todo con los ojos de la Verdad, para salir de la ignorancia que tiene
esclava a la humanidad? Solo la Comprensión profunda te puede devolver la
Inocencia de saber que Todo lo que acontece es Perfecto, completo y entero...
La mente ya queda a un segundo plano y deja de juzgar y etiquetar, para entrar
en el vacío y, como consecuencia, en la pureza de la mirada de un niño, en la
Inocencia...
Por eso,
realmente, el pecado, la culpa, y ni siquiera el perdón son reales... no
existen, porque son ilusiones de una mente velada por la ignorancia y el olvido
colectivo. Con esa visión, que es contemplar la Vida desde la Realidad,... no
hay culpables… porque todo es perfecto, y por lo tanto, no hay nada que
perdonar... ya no es necesario el perdón, porque…
…Todos Somos
Santos e Inocentes ante los ojos de Dios, que es yo, nosotros y ellos. Él nunca
condena, porque Él, tu y yo, en esencia Todo Es y Somos Amor. Y donde el Amor
vive y reside, no puede coexistir el miedo, el dolor, ni el sufrimiento... todo
se desvanece como espejismos de un largo sueño ilusorio... que se creó en el
plano mental...
Para contemplar
un nuevo mundo… sólo se puede ver con unos nuevos ojos... eso es lo único que
te puede salvar del dolor, la queja y el sufrimiento... Esa es la clave...
La Inocencia
te devuelve la pureza, como dijo nuestro amado Jesús de Nazaret... Sed
como niños para entrar en el Reino de los Cielos. Precisamente a la Inocencia
se refería... a esos ojos nuevos, a ver todo y a todos simple y llanamente con
los ojos del Corazón...
El que
contempla así el mundo, es que realmente Ve...
El que ve con
los ojos del Amor Vive la Verdad. Y Vive ya en el Paraíso, que está siempre
Aquí, no en ningún otro lugar... El Cielo en la Tierra es eso precisamente. ¡Es
tan fácil y sencillo!
Inocencia…
sagrada, bendita, que los ángeles encarnan… Tú y Yo... somos esos ángeles sobre
la Tierra... y Todo aquel que entre en esa contemplación... un Niño será. Y
volará como Nosotros en el Uno y en la Paz absoluta del Padre/Madre,
eternamente y por siempre.
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Autor: Memedi
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Memedi es fruto
de la Comunión y de la fusión de dones y talentos entre Diana Santos
Cid y Emilio
Carrillo
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