La
élite de la comunidad neurocientífica, entre ellos Hawking, ya hace unos años
que se ha definido: Los animales tienen conciencia, por tanto, se dan cuenta
del daño que le infringimos. Ahora,
también se sabe, que muchos peces son capaces de reconocerse en un espejo. La socióloga Caroline Pelluchon defiende que
los derechos de los animales tienen que entrar de una vez por todas, en los
Parlamentos. Mientras tanto, toca ya
darnos cuenta, y descubrir, que lo que elegimos en el supermercado, y lo que
comemos, nos define como seres espirituales, porque tiene impacto en nuestras
vidas y las vidas de otros.
En
este acto, aparentemente simple, elegimos una posición con respecto a los
animales de granja, y su sufrimiento, el trabajo degradante de sus
trabajadores, la economía del país, y los mercados globales; y por supuesto, cada vez que decidimos elegir carne, no
olvidemos que esta decisión supone mas demanda de granos, para alimentación
animal, y más escasez para los países mas empobrecidos. La carne de los países ricos les sale muy
cara a los países pobres; sin olvidar,
que el 70% del agua que se consume del planeta procede del consumo de la
ganadería industrial. Es evidente,
que hoy en día, una de las mayores oportunidades de vivir según nuestros
valores éticos y morales, radica en la comida que pedimos y servimos en nuestra
mesa. Nuestra compra configura como vivimos en este mundo.
En los
super, de adquisición alimenticia, los animales se trocean y empaquetan como
mercancías, presentándose lo mas
atrayente posible para incitar a su
consumo. Servidos, en bandejas de
poliestireno, en una atmósfera modificadora de varios gases con objeto que la
carne no se perciba como lo que es: un trozo de cadáver grisáceo, así que, se
maquilla artificialmente con un atractivo color rojo brillante o pálido según
convenga... La mayoría de consumidores,
no se plantean en muchas ocasiones, y tampoco desean hacerlo, que hay detrás de
esa cómoda bandeja envuelta en papel transparente.
¿Qué
es lo que se oculta detrás de todo esto? Como el tema es por desgracia
amplisimo; nos centraremos hoy, en concreto (lo mas breve posible), en la carne
vacuna, la leche y sus derivados.
Las
vacas por supuesto, no ríen, ni son felices; el eslogan, es una tomadura de pelo
al consumidor, incluidos esos paisajes bucólicos, llenos de florecitas, donde
las vacas están al cuidado de ganaderos bondadosos. La vaca ahora en el siglo
XXI, es una máquina sometida a un control y una regulación extrema.
El 90%
de la carne que se consume viene de mataderos industriales. Dentro de estos
mataderos, existe una tiranía humana sin precedentes hacia ellas. Allí, se les somete al límite despiadado de su
explotación, convirtiéndose en máquinas productoras de cantidades ingentes de
leche y fabrica de terneros.
En
lugar de pactar al aire libre, Se les priva de ejercicio, mintiéndolas confinadas en espacios reducidos
de metal, sobre un suelo que rebosa de estiércol y orina, carente de aire y luz
natural, y por supuesto, sin poder moverse y además, los animales con pezuñas
están incomodas sobre suelos entablillados, y así, todo el tiempo….día tras
día… Ni siquiera, pueden adoptar una postura normal para dormir, sus ubres
revientan de leche como si se tratara de balones de playa pesados. Todo esto,
resulta un desprecio importante, del derecho al bienestar de todo ser sensible
y un desafío a la ética contemporánea.
La
industria de la ternera, es una rama de la poderosa industria lechera. Los
productores deben asegurarse de que las vacas se preñan cada año para mantener
la producción de leche.
Para
obtener leche de las vacas que dará, lugar también a todos sus derivados
lácteos, las vacas son inseminadas artificialmente continuamente, una vez que
tengan a sus terneros. Asi, en un ciclo doloroso de cuatro a cinco años.
Ellas
dan leche para alimentar a sus crías, no para alimentar al ser humano .Durante
muchos años la industria láctea ha lanzado unos mitos sobre la leche que poco a
poco se están desmontando.
Se ha comprobado
científicamente, que la leche contiene 20 sustancias químicas y fármacos muy
perjudiciales para nuestra salud, y en lugar de recuperar masa ósea, con ella,
resulta todo lo contrario. Amen de enfermedades graves, derivadas de su
consumo. La lactosa que contiene la
leche es beneficiosa para el ternero, pero no para el ser humano.
Es
cuestión de repetir un slogan durante años, para convencer a la mayoría de la
población, como hace la industria lechera; aunque las autoridades científicas
no lo avalen.
Pero
su mayor sufrimiento procede del enorme trauma emocional que les produce la
separación de sus terneros inmediatamente después de parir; ya que ellas tienen
un vinculo maternal muy fuerte con sus crías, al igual, que las madres humanas,
se desesperan enormemente, y a pesar de ser tranquilas y dóciles como casi
todos los herbívoros, debido al traumática separación, suelen rugir histéricas
cuando no tienen a sus crías, efectuando
coces de desesperación e impotencia durante mucho tiempo.
Por
otra parte, los terneros, al ser arrancados de sus
madres, sufren una añoranza profunda, pues el vínculo innato con la madre, es
muy intenso.
Separados
de sus madres, son tiernos como bebes y
sin su calor natural físico y emocional, se les introduce en jaulas pequeñas
con una cadena al cuello. Allí no hay paja, ni otro material mullido; ni
posibilidad de succionar, como les pide su instinto. Allí se les ha robado
cruelmente su leche materna. Su alimentación es sustituida por una leche en
polvo desnatada disuelta en un cubo de agua que se les añade vitaminas,
minerales y drogas de crecimiento.
En la
cosificación de los animales los terneros machos no tienen ninguna utilidad
para la industria láctea, se deshacen de ellos, días e incluso horas de haber
nacido.
Son
mercancía de carne lechal. Muchos al morir no están aturdidos se retuercen y
gritan. Esa ha sido sus vidas en pro del deleite humano.
Durante
16 semanas, las terneras viven confinadas en los cajones y pueden pasar de 40 a 180 kilogramos de
peso. Para conseguir que engorden lo antes posible, se fecundan artificialmente
cada año con objeto de maximizar la
producción de leche. Después, serán ordeñadas mecánicamente durante diez meses
al año, incluidos los siete de gestación. Este proceso continuo de gestación y
lactancia estresa tanto su cuerpo que muchas desarrollan cojera y mastitis, que
les produce una inflamación continua de las ubres, a veces con infecciones
purulentas. Sin poderse mover… así continuamente…
Por
otra parte, las vacas también son sometidas a un dolor intenso, cuando se les
castran los cuernos, con objeto de que sean más fáciles de manejar en el
establo y en las operaciones de transporte, donde su amontonamiento puede
producir heridas graves de unas con otras. No se suele usar anestésicos por lo
que añadimos mas dolor al dolor… los
anestésicos suponen un coste que aminora los beneficios y las granjas
industriales no se lo pueden permitir…
Una
vaca tiene una esperanza de vida de unos 20 años aproximadamente, en las
granjas industriales a los cuatro o cinco años ya no es rentable y se les
llevan al matadero para utilizarlas como filetes de ternera o hamburguesas.
Pero
antes de llegar al matadero tienen que
pasar por una experiencia terrorífica para ellas: el trasporte hasta el lugar
del sacrificio.
El
trasporte para los animales, supone un estrés infinito. Se les obliga a subir a
los camiones mediante patadas, o descargas, que les paralizan de miedo y
pánico, ya que para ellas es un medio totalmente desconocido. También,
soportan temperaturas extremas, falta
de comida, agua, y ayuda veterinaria, hacinamiento en sus propios excrementos,
y fracturas en los huesos. Debido a
ello, muchas mueren por paro cardiaco, aplastamiento, y por supuesto estrés extremo.
Las
que sobreviven a este transporte, les espera la muerte mediante disparos de
bala cautiva (aturdimiento cerebral) o baños de agua electrificada. Debido a la existencia de malas practicas,
son llevadas a la muerte, en un estado de plena consciencia, durante el degüello y sangrado.
Huelen
la muerte, y sus ojos, en el corredor, antes de ser ejecutadas, en videos grabados por activistas, son de
verdadero terror.
Esto,
muy resumido, y sin imágenes, es la
atroz realidad que viven las vacas, sin mencionar otros animales, que será motivo
de exposición en otro momento.
¿Cómo
salvar a estas indefensas y bondadosas criaturas de tanta atrocidad subhumana?
Está
muy claro que, un negocio tan macabro, no podría existir sin el apoyo cómplice
de quienes consumen sus productos.
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Autora: Ruth
Santiago Barragán (luzdehuma@gmail.com)
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