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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de este enlace se puede tener información sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
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Las ideologías configuran en nuestra civilización aquellas
agrupaciones de ideas a las que las personas se adhieren, por muy diversas
razones, como formas preferidas para aplicarlas a la solución de diversos
problemas de la experiencia de vida.
En materia política, son sustratos de ideas que configuran un
sistema de actuación en el gobierno de diversas instituciones.
Actualmente, tenemos dos grandes bloques de ideas que configuran
una primera clasificación ideológica: conservadurismo y progresismo. Lo que
vulgarmente conocemos como las ideologías de izquierdas y las de derechas,
terminología que se adopta de forma generalizada desde que la ubicación en la
cámara de los representantes de unos y de otras en la asamblea nacional
francesa en 1789 cristalizó dicha semántica.
Para esclarecer qué podrían defender actualmente las izquierdas y
las derechas hoy en día partimos de la idea de que una mayoría de la población
está de acuerdo en que el mundo debe evolucionar desde una situación de
ostentación del poder y la riqueza de unos pocos sobre la mayoría, hacia otra
situación de distribución del poder y la riqueza más igualitarias, buscando el
bienestar general. Desde ese punto de vista, la derecha ideológica partiría de
la mejor conveniencia de una determinada forma de transitar dicha evolución
diferente de la izquierda, quien sería partidaria de una forma alternativa de
realizar dicho tránsito evolutivo.
Antes de describir las líneas generales de dichos caminos, es
conveniente recordar la enorme dificultad de descripción de los diferentes
caminos defendidos por izquierdas y derechas para lograr el mismo objetico de
aumento del bienestar general, debido a factores como la dispersión
espacio-temporal que han adquirido dichos significados a lo largo de la
historia y a lo ancho de la geografía, de forma que algunas formas han sido
defendidas tanto por las izquierdas como por las derechas; también por la
problemática de la diferente semántica que dichos vocablos han adquirido, a
veces completamente contradictoria en diferentes situaciones, momentos y
lugares.
Así, la derecha se relaciona habitualmente con la forma de
transitar dicha evolución por el camino de la defensa de los valores del
conservadurismo (la jerarquía, la autoridad individual o aristocrática; los
principios de mérito y capacidad como principios de actuación pública; las
clases sociales; el mantenimiento de la tradición en las costumbres; el individualismo;
el liberalismo económico; el capitalismo y la privatización de los medios de
producción; el nacionalismo; la religión; etc.)
Y por otro lado, la izquierda se relaciona frecuentemente con la
forma de transitar la evolución humana antes descrita por un camino
alternativo, que preconiza la defensa de los valores del progresismo (la
colectivización, la autoridad asamblearia; la solidaridad como principio de
actuación pública; la igualdad social; el rupturismo costumbrista; el
intervencionismo económico; la socialización o nacionalización de los bienes de
producción; el regionalismo; el respeto a las libertades ideológicas; etc.)
A partir de ese momento, diversas corrientes ideológicas de
diferente matiz se han identificado como de izquierdas o de derechas, aunque
hoy en día, pese a que la terminología a veces es confusa y ambivalente,
básicamente podrían situarse en la derecha los movimientos conservadores,
liberales, democristianos, y en la izquierda los socialistas, progresistas,
socialdemócratas y laboristas.
Y con base en dichos movimientos, se han ido conformando las
diferentes agrupaciones políticas particulares de cada país, que en la
actualidad, en los países desarrollados y avanzados social y culturalmente,
optan por la ostentación del poder a través de mecanismos democráticos, en
estados habitualmente regidos por el Derecho, donde el sistema político
garantiza generalmente una división de poderes legislativo, ejecutivo y
judicial y un sistema de valores protegido constitucionalmente.
A partir de esa primera clasificación del espectro ideológico,
entre izquierdas y derechas, entendiéndolas en la actualidad como vías
alternativas para conseguir el mayor bienestar general de la humanidad, surgen,
por diversos motivos, otros espacios ideológicos que combinan o acentúan los
descritos.
Por un lado, los extremos ideológicos, conocidos como extrema
izquierda y extrema derecha, que establecen caminos radicales para conseguir
dicho objetivo de bienestar general, e incluso muchas veces no persiguen expresa
o nominalmente ni siquiera el bienestar general sino bienestares particulares
de determinados grupos de personas.
Por otro lado, el centro ideológico, confluencia común entre las
vías de la derecha y de la izquierda que intenta combinar de diversas formas
los postulados de ambas vías para conseguir el repetido objetivo común.
Ni que recordarse necesita el hecho sobradamente conocido por todos
de que la cuestión de las ideologías como diferentes caminos para conseguir el
bien común, en la práctica, se ve empañado por la corrupción, entendiéndose
dicha corrupción como la manipulación que pretenden determinadas personas al
pretender perseguir antes fines particulares de mejoramiento personal por
delante de los fines generales de bienestar común.
La corrupción es un fenómeno que depende del nivel evolutivo
individual en cuestiones éticas, morales y espirituales. Dicho nivel evolutivo
individual depende de muchos y muy variables factores, pero en conjunto,
resulta al agregarlo, el nivel evolutivo colectivo de la civilización humana.
Precisamente, es fácilmente observable que el nivel evolutivo
colectivo de la civilización humana aún no es suficiente para conseguir el
presuntamente ansiado por todos, y nominal y expresamente defendido bienestar
general de la población. Y lo que es menos fácilmente observable, menos
sencillo y directo deducir, es que hay determinados mecanismos de conformación
de la voluntad general que no favorecen la disminución de la corrupción de los
valores de la civilización.
La escasa evolución ética, moral y espiritual individual y
colectiva han excluido de facto los sistemas de gobierno individualistas, por
no poderse determinar cuál sería la persona adecuada para gobernar un
determinado colectivo. En tal sentido, se han superado las monarquías y poco a
poco también los totalitarismos y las dictaduras.
Dicha evolución cedió el camino a la atribución de la soberanía (la
capacidad de decisión) a todos los individuos que forman parte de una
agrupación, surgiendo la democracia. Por cuestiones prácticas, el ideal
democrático se aterrizó mediante el sistema representativo por sufragio
universal. Es decir, el otorgamiento de la soberanía, de forma temporal, a unos
determinados representantes de sistemas ideológicos alternativos. En este sistema,
las ideologías vienen representadas por los partidos políticos, que establecen
bloques programáticos sobre acciones de gobierno coherentes con la ideología
defendida.
Desde “Estado universal”, organización resultante de la promoción
de los principios teóricos que sustenta el libro homónimo, creemos que este
sistema de partidos y elección representativa de un sistema ideológico concreto
es uno de los principales obstáculos del fuerte retraso en la consecución del
objetivo expresamente declarado por la mayoría de la población de conseguir un
bienestar general. Es por ello que preconizamos un sistema de elección que
excluya la cristalización, en unas pocas personas que establecen la política
como una actividad profesional y un fin en sí misma, su medio de vida. Este
sistema de elección es el sorteo aleatorio entre un censo de elegibles libre y
abierto a todo el que desee participar.
Otro de los pilares fundamentales de “Estado universal” es la idea,
aparentemente utópica, de la consecución de un único gobierno planetario, con
el objetivo paralelo del alcance de un único estado político, sin fronteras más
allá de las puramente organizativas desde el punto de vista meramente
administrativo.
Un tercer sustento del proyecto es la configuración de un sistema
de principios, cuyo enunciado original parte, como idea inicial, del contenido
en el libro “Estado universal”, (accesible por Internet a través del sitio
ww.estadouniversal.org) que pueda dar origen a la primera constitución
planetaria, que sirva de marco jurídico y sostén de los principios
fundamentales del pretendido gobierno universal.
En la propuesta de gobierno universal, de carácter periódico y
temporal, por sufragio aleatorio de entre un censo de elegibles libre y
abierto, surge una cuestión relevante a la que el proyecto debe dar un
principio de solución práctica de forma que no suponga un obstáculo insalvable,
que es la cuestión de las ideologías.
Hoy por hoy las ideologías son inesquivables, toda vez que, en un
mundo manifiestamente imperfecto, con un nivel evolutivo insuficiente colectivo
(como trasunto del un igualmente deficiente nivel evolutivo individua), a
juzgar por la experiencia final de su manifestación a lo largo de la historia y
a lo ancho de la geografía planetaria, la libertad de pensamiento ofrece
soluciones muy dispares para la consecución del objetivo de mejoramiento
general de la civilización.
Dicho déficit en el nivel evolutivo ético, moral y espiritual es el
causante de la corrupción generalizada en las formas de gobierno tradicionales
de las naciones, sistema territorial alcanzado en este particular momento
histórico. Y es el causante de los vaivenes en la aplicación práctica de la
acción de gobierno y de los vaivenes en la economía, resultantes de los ciclos
económicos. Y es el origen de las diferentes experiencias vitales entre las
agrupaciones de individuos en nuestro planeta, en las que se acentúan las
diferencias materiales y de realización personal en todos los órdenes vitales.
Desde “Estado universal” creemos en un sistema de principios que
rijan la acción de gobierno que combine de forma óptima lo mejor de ambos
bloques ideológicos, la izquierda y la derecha. Aunque dicha combinación no
tendría por qué corresponderse con la particular conformación ideológica de
ninguna ideología centrista concreta, sino con la resultante de un sistema de
principios éticos, morales y espirituales comúnmente aceptados, que
determinasen a su vez unos principios de acción de gobierno lo más
representativos posibles de la humanidad.
En el momento actual de evolución del proyecto “Estado universal”
dicho sistema de principios aún no está determinado, aunque sí esbozado, porque
considera más acuciante la remoción de los obstáculos que claramente
interfieren en el establecimiento del objetivo del bienestar universal. Y de
ahí que destaque inicialmente, como sus pilares básicos, y objetivo inminente,
la consecución de una asamblea planetaria, por sufragio aleatorio, de entre un
ceso de elegibles libre y abierto, que tienda a suprimir la traslación automática
del déficit de evolución individual a la acción política colectiva.
Los componentes de dicha asamblea pasarán por un proceso de
formación necesario para desempeñar su labor, de la mano de la estructura
organizativa de “Estado universal”, con carácter previo al comienzo de su
desempeño, que actuará como formadora y asesora en todos los órdenes que dichos
futuros congresistas universales necesiten para el desempeño de su alta
función.
Por supuesto, dado el carácter fuertemente disruptivo con la situación
actual del objetivo perseguido, existirá una primera fase, lo más corta
posible, de conformación territorial de la estructura y definición detallada
del proyecto de “Estado universal”. Y a continuación, ya en fase de
funcionamiento de la asamblea, de una larga fase en la que dicha asamblea
comenzará su actividad legislativa, paralela a la de los gobiernos nacionales y
a la de las instituciones internacionales, persiguiendo una creciente
influencia orientadora (tanto como personas se adhieran a tan sublime
proyecto), sobre dichos gobiernos e instituciones internacionales, hasta lograr
finalmente una influencia tan decisiva que acerque y viabilice en la práctica
el postulado final del gobierno universal.
Mientras, la inesquivable presencia de las ideologías en las
personas que se integren al proyecto “Estado universal” debería tratarse de
forma que distorsionase lo menos posible el proyecto, evitando a toda costa su
colapso prematuro.
A tal fin, partiendo de la distribución normal de la población en
el espectro ideológico, nos encontraríamos con un panorama en el que la mayoría
de las personas se situarían en posiciones de centro ideológico disminuyendo su
número según no alejásemos desde el centro hacia los extremos.
Por eso, “Estado universal” debe actuar en la práctica su sólido
basamento intelectual en el derecho natural (inspirado por la filosofía ética,
moral y la espiritualidad profunda), alejándose de la polarización que suponen
la izquierda y derecha ideológicas, buscando la mejor combinación práctica de
ambas ideologías, fusionadas en una ideología ambivalente para la mayoría de
las personas y desechando, por supuesto las posiciones ideológicas extremas que
no tendrían cabida en el proyecto. Persiguiendo así el establecimiento de
valores transversales admisibles para todos bajo un determinado marco acotado
de principios de partida (inspirados actualmente en los contenidos en el libro
“Estado universal”).
El mismo hecho de la puesta en marcha de la asamblea planetaria, y
de su valor como mecanismo reductor de la corrupción en la actuación política,
sería un potente factor catalizador ideológico para la humanidad hacia dichas
posiciones ideológicas óptimas y neutras, de forma que contribuyesen a suprimir
la necesidad de algunas personas de identificarse con los extremos ideológicos,
y a formar una tendencia general hacia dichos principios centrados
ideológicamente.
Para ello, en tanto se determina definitivamente el contenido de
principios fundamentales de la proyecto, base de la posterior declaración de la
constitución de la humanidad, el proyecto debe nacer y desarrollarse en dicha
línea ideológica neutra (en la práctica, centrada, tendente hacia la inclusión
y no hacia la exclusión), debiendo desde el principio suponer la asunción, para
los que se adhieran, de un compromiso en tal sentido, única forma posible de
conseguir la necesaria congruencia y consistencia en el proyecto.
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Por: Iván Fernández
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