Hay
quienes me han preguntado al respecto de lo que aquí trato e, incluso, me
pidieron consejo, que no di de forma directa, pues se trata, en un nuevo
paradigma, de que cada uno asuma su propia responsabilidad y no en base a lo
que yo pueda declinar o invitar. Y repito, que en este nuevo declinar
espiritual no se trata de salvar a nadie, pues todos salvos somos al ser seres
divinos encarnados; y que has de ser tú mism@ sin tener que recurrir a seguir
por donde otros marchen, que no, que has de ser tú mism@ marcando tu propio
sendero que conduce al mismo promontorio en el que tod@s nos compartamos, tras
pasar por nuestros propios derroteros en ese declinar al mismo lugar.
Aquí,
de lo que se trata es de vivir y no malvivir. Pero lo enfoco de una nueva óptica: se trata de vivir con dignidad absoluta; no, en absoluta indignidad, vivir como
sea.
Para
vivir con esa dignidad absoluta, a mí lo que mejor me funciona desde hace
mucho es vivir con lo mínimo y necesario. Que sé que eso lleva su tiempo. Que sé
que eso necesita desprenderse de usos, formas y materialidades que antes nos
confortaban, aunque de una manera incierta, pues se podía tener miedo a perder
lo que se tenía y/o poseía. Pero cuando adquieres el hábito nuevo (1) de usar
lo justo y necesario independientemente de modas o criterios externos y (2)
cuando se pierde el miedo a perder lo que poco que ya se tiene, nada es
importante salvo el disfrutar de lo poco que posees y lo mucho que lo
disfrutas.
Que
con muy poco se puede vivir y, además, muy dignamente. Que se pierde mucho
tiempo en el mantenimiento de miles de cosas que sólo sirven para decorar, para
aparentar, para simular, para ostentar… Al darte cuenta de que con poco se es
más y mejor, todo cambia una enormidad. Pues antes se podía tener mucho o, incluso, de todo y ni tiempo tenías de usarlo; y nunca cesabas en cuidarlo para
no perderlo o que no se estropeara en su no usar. Y es que al dar ese paso, lo
mucho que se usaba antes, ahora te parece que ese mucho siempre parecía poco y
eso llevaba a más almacenar sin disfrutar.
No
se trata de vivir por vivir, incluso como sea. No se trata de vivir a base de
más y más cosas. No se trata de vivir para trabajar, como no lo es el vivir
para comer, sino comer para vivir. Se trata de disfrutar al vivir en dignidad
dándote cuenta de que poco es mucho; y aquel mucho siempre era casi nada.
En
este proceso se trata de romper la idea de carencia al necesitar más y más.
Porque te das cuenta que eres abundante con poco a usar, pues se goza muchísimo
más.
Y
tras dar por solucionada la cuestión que aquí me trajo, quiero contar lo que me
relataron hace bien poco tras que una entidad pública realizar un estudio del
terreno en función de los habitantes de una concreta comarca, que es bien
amplia. Llegaron a la conclusión de que cabía por cada familia a 3 hectáreas de
cultivo en secano y 1 en regadío. En vez de que todo eso estuviera en manos de
muy pocos y los muy muchos trabajaran en esos campos. Y quizá no te des cuenta
de lo que supone esto, pues esa hectárea en regadío (10.000 metros cuadrados)
produce una cantidad de alimentos bárbara, pues con que la familia que la
tuviera, y con sólo cultivar 500 metros cuadrados –hay estudios que lo
demuestran–, tendría para alimentarse por todo un año sobradísima y
abundantemente, sin carecer de nada. Así que hay algunos que tienen mucho y
nada lo disfrutan, además de tener miedo a perderlo, mientras que muchos trabajan
mucho para obtener poco.
Y no entro con esto en desigualdades sociales,
no es el caso a tratar, sino que nos demos cuenta de que con poco se puede
vivir con absoluta dignidad; y no malvivir con mucho que se almacene, pues al
final termina pudriéndose de uso no darle o por miedo a perdérsele.
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Autor: Deéelij
Fuente: De su libro Alas sin plumas (Ediciones Ende,
2016):
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