Cuando estrené la novedad
de quererme a mí mismo, me di cuenta de que la angustia y el sufrimiento
emocional no eran más que advertencias de que estaba viviendo en contra de mi
propia verdad. Ahora ya sé que se trata
de AUTENTICIDAD.
Cuando me contemplé con el
periscopio del alma, comprendí el grave perjuicio que se ocasiona a toda
persona cuando se la obliga a cumplir nuestros deseos, aunque sepamos que el
momento no es el más recomendable para ella y que todavía no está preparada
para tal experiencia, incluso si dicho ser humano soy yo mismo. A eso lo llamo
hoy día RESPETO.
Cuando tuve noticia de los
óptimos dividendos de amarme a mí mismo, dejé de anhelar otra vida diferente y
me percaté de que todo cuanto me rodea me estaba llevando al crecimiento
interior. En mi estadio actual sé que eso es la MADUREZ.
Cuando me sobrevino la explosión de autoestima, me acometió la seguridad de que, en cualquier
situación y circunstancia que me depare la existencia, me encontraré siempre en
el lugar exacto y el tiempo oportuno; y que todo sucede justamente en el sitio
y momento más apropiado para ascender en la evolución. Esta certeza me infunde
calma y paz de espíritu. A lo cual llamo CONFIANZA
EN MÍ MISMO.
Cuando me intoxicó la iluminación
del amor a uno mismo, dejé de racionarme el tiempo; y descarté los grandes
proyectos para el futuro. En la actualidad sólo me entrego a lo que me proporciona
alegría y felicidad, aquello que me deleita realizar de todo corazón. Y lo hago
a mi manera y a mi propio ritmo. A eso lo denomino SIMPLICIDAD.
Cuando me topé con el
afecto a mi yo íntimo (¿y por qué no?), me liberé de lo que no es beneficioso
para mi salud -cosas mundanales,
alimentos, gente, situaciones y todo lo que me aparta de mi identidad autónoma-.
A semejante actitud la bauticé como un egoísmo saludable. Más adelante averigüé
que se trataba del AMOR A UNO MISMO.
Cuando me gusté con exultancia
ante el espejo espiritual, me liberé de intentar a toda costa tener siempre la
razón; y desde tal encrucijada vital yerro menos. Se me viene a las mientes que
todo ello es sinónimo de MODESTIA.
Cuando me llegó la hora de
la ardiente sorpresa de descubrirme a mí mismo, rechacé seguir añorando los
hechos del pasado; y dejé de preocuparme por el futuro. Ahora concentro mi conciencia
en el eterno presente, el ámbito en el que todo sucede. Vivo sólo en el
momento, día tras día, lo que lleva por nombre REALIZACIÓN.
Cuando comencé a enamorarme
de un extraño que era yo mismo, vine a intuir que mi mente interfería en exceso
y me llevaba del ronzal hacia la enfermedad. Pero al conectar el cerebro con el
sentimiento, el intelecto devino en un aliado de lo más eficaz. A tan bendita
alianza le puse la etiqueta de SABIDURÍA DEL CORAZÓN.
A estas alturas no tenemos
necesidad alguna de discutir, confrontaciones ni problemas con nosotros mismos o con los demás. Hasta las estrellas e
incluso las galaxias colisionan unas contra otras y, como resultado de tan
apocalípticas destrucciones cósmicas, se crean nuevos mundos rebosantes de
oportunidades de evolución para las criaturas. A todo ello le he puesto por
mote SIMPLEMENTE
LA VIDA.
==============================
Enviado por: Ignacio Darnaude Rojas-Marcos
==============================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.