Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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2/5/10

Taller de Espiritualidad para Buscadores: Módulo 8

PARA TODOS LOS QUE DESEEN SEGUIR POR ESTE BLOG EL

TALLER DE ESPIRITUALIDAD PARA BUSCADORES

(Se publican en el Blog las entradas correspondientes a los distintos Módulos que configuran el Taller conforme éste se va desarrollando para l@s que lo siguen de manera presencial, comenzando el sábado 6 febrero y concluyendo el domingo 16 de mayo de 2010)

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Taller de Espiritualidad para Buscadores:

+ Módulo 1: Ver entradas del sábado 6 y domingo 7 de febrero.

+ Módulo 2: Ver entradas del sábado 13 y domingo 14 de febrero.

+ Módulo 3: Ver entradas del sábado 20 y domingo 21 de febrero.

+ Módulo 4: Ver entradas del sábado 6 y domingo 7 de marzo.

+ Módulo 5: Ver entradas de los sábados 13 y 20 y domingos 14 y 21 de marzo.

+ Módulo 6: Ver entradas de los sábados 27 de marzo y 10 de abril y domingos 28 de marzo y 11 de abril.

+ Módulo 7: Convivencia vibracional y Espíritu encarnado: Ver entradas de los sábados 17 y 24 y los domingos 18 y 25 de abril.

+Módulo 8: Bien y Mal:

Sábado 1 de mayo:

67. Acercamiento desde la objetividad

68. Ahora sí, Bien y Mal

69. El pecado no existe

70. La “interacción consciencial”: el “Juicio Final”

Domingo 2 de mayo:

71. La clave es el Amor

72. El Reino de los Cielos está cerca

73. Satanás

74. Hipótesis e imposibilidad del Mal Absoluto

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71. La clave es el Amor

La suma a la que pertenecemos -conviene repetirlo- puede experimentar un salto consciencial aunque la humanidad, parte de la misma o un ser humano concreto no hayamos o haya logrado el grado de consciencia suficiente como para poder participar activamente en él. ¿Qué sucede entonces?.

De forma alegórica, son numerosos los textos sagrados que responden a esta cuestión. Verbigracia, el Evangelio de San Mateos, que señala: “El Reino de los Cielos llegará a ser semejante a diez vírgenes que cogieron sus lámparas y salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco eran prudentes. Las necias, al coger sus lámparas, no tomaron consigo aceite, mientras que las prudentes tomaron aceite en sus frascos, además de sus lámparas. Como el novio tardaba, todas sintieron sueño y se durmieron. Mas a mitad de la noche se levantó un clamor: “¡aquí está el novio, salgan a su encuentro!”. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Mas las necias dijeron a las prudentes: “dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas están a punto de apagarse”. Replicaron las prudentes: “no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; id a los vendedores y comprad para vosotras”. Mientras ellas iban a comprar, llegó el novio y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas; y la puerta fue cerrada. Después llegaron las otras vírgenes y dijeron: “¡señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “les digo la verdad, no las conozco”. Manteneos pues alerta, porque no sabéis ni el día ni la hora” (25,1-13).

En esta metáfora dirigida a explicar cómo llegará el Reino de los Cielos, éste se encuentra representado por el “novio”, que, aunque tarda, puede aparecer en cualquier instante. Los seres humanos somos las “vírgenes” que lo esperan, siendo la “lámpara” nuestro nivel consciencial y el “aceite” el trabajo interior de cada uno (dinámica vibratoria interactiva) para encender la consciencia, es decir, para elevar su gradación. Las vírgenes “prudentes” son las personas que a lo largo de la cadena de vidas avanzan consciencialmente y, a través de los correspondientes estadios de conciencia y experiencias, logran y conservan un alto grado de consciencia. En cambio, las “necias” son los seres humanos que, en su cadena de vidas, no incrementan el nivel consciencial o, incluso, retroceden en él, permaneciendo en un bajo grado de consciencia. Por último, el clamor que se levanta en un determinado momento –“¡aquí está el novio, salgan a su encuentro!”- refleja la venida del Reino de los Cielos, que es un salto de consciencia de la suma en la que los seres humanos estamos integrados. El influjo vibracional de este salto tirará energéticamente –“banquete de bodas”- de las personas que gocen de un alto grado de consciencia, mientras que no tendrá tal efecto –“la puerta fue cerrada”- para los que cuenten con un bajo grado consciencial.

De ahí que se nos inste a mantenernos “alerta” -consciencia despierta y elevada- porque no sabemos “ni el día ni la hora” en el que la suma de la que formamos parte experimentará el salto de consciencia, generando en toda ella, también en la Tierra y en la humanidad, un incremento energético que lanzará a otra dimensión vibracional a aquellos de sus componentes -seres humanos incluidos- que tengan un grado de consciencia alto y hayan contribuido a la propia expansión de la consciencia de la suma y de la Unidad.

A este respecto, cuando se hace mención a la elevación del grado de consciencia –acercamiento al polo del Bien-, es obvio que la clave radica en el Amor. Emotivamente lo recoge el Evangelio de San Mateo refiriéndose a los que gozan de un alto grado consciencial: “Heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme (…) Cada vez que lo hicisteis por uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” (25, 34-36 y 40). San Juan de la Cruz lo resumió indicando que “a la tarde te examinarán en el amor”, aunque no hay ningún juez ni autoridad externa que nos evalúe; sólo nosotros con nosotros mismos y el camino consciencial que hayamos seguido en libre albedrío, pues el amor al prójimo -dar de comer, beber, vestir,…- son las acciones innatas a nuestro Yo profundo, Espíritu o Amor, y señal de que éste ha cogido el mando de nuestras vidas, apagando el piloto automático del ego.

72. El Reino de los Cielos está cerca

Por tanto, el “Juicio Final”, considerado en el mundo católico como verdad de fe desde el Concilio Lateranense IV, no responde a la manida exégesis de un Dios justiciero que coloca a su derecha a los rectos y a su izquierda a los impíos, premiando a los primeros por sus buenas obras y castigando a los segundos por sus pecados. Tal interpretación es una imagen alegórica para describir un fenómeno cosmogónico y vibracional derivado de la conformación íntima de la Creación: la interacción consciencial entre la suma y sus partes. Una interacción que permite afirmar, aunque sea coloquialmente, que el “Juicio Final” es un punto de corte o de paso en la evolución espiritual de los seres humanos.

Dado que tal evolución se plasma en el grado de consciencia acumulado por el alma, aquellas almas que reciban la influencia vibratoria del reiterado salto consciencial será porque gozan de un alto grado de consciencia. Y, a partir de ese tirón energético, no volverán a encarnarse en el plano humano, sino que, en el camino de Absorción, lo harán con el Espíritu en otros planos y modalidades de existencia, de las muchas que pueblan el Cosmos, de menor densidad material y mayor pureza vibratoria (“Cielo”).

En cambio, las que por tener un bajo grado de consciencia no reciban el influjo del salto consciencial, seguirán encarnadas como seres humanos, aunque en una humanidad en la que ya no estarán sus componentes más activos consciencialmente (cercanos al polo del Bien) y habrá quedado reducida a sus miembros de menor grado consciencial (próximos al polo del Mal, de lo que proviene la noción de “Infierno”).

Que el salto consciencial está próximo es algo anunciado por distintas religiones –así lo indica Jesús: “está cerca el Reino de los Cielos” (Mateo, 4,17; Marcos, 1,15)-. En textos como el Libro del Conocimiento se señala que, dado su avance consciencial, para muchos seres humanos –su Espíritu y alma- la vida actual será la última de la cadena de vidas en las que se ha plasmado su encarnación en el plano humano. Otras escuelas espirituales adelantan que, tras dicho salto, la raza humana actual desaparecerá para dar paso a otra nueva. En este sentido, señalan que la raza actual, llamada “aria”, es la quinta que ha habitado el planeta, por lo que sería una sexta raza la que ocuparía su lugar. A esta quinta raza es a la que se pueden referir los Evangelios cuando utilizan el vocablo “generación”-verbigracia, para señalar “que no se le dará un signo a esta generación” (Marcos, 8,12)-.

Del mismo modo, otras escuelas relacionan ciertas profecías, como la maya sobre el 2012, con el momento del salto consciencial -el texto El misterio de 2012 (Arkano Books, 2008) realiza una buena y plural aproximación al asunto-. Y aunque parcialmente puedan tener razón, hay que matizar bien sus afirmaciones, en cuanto que el 21 de diciembre de 2012 no acontecerá nada especial: ni cataclismos, ni días de oscuridad, ni nada que se le parezca. Simplemente, el solsticio de invierno del 2012 marca un punto especialmente álgido dentro de un proceso de carácter cosmogónico que será largo: comenzó lustros atrás y se dilatará en el tiempo. Tal proceso cosmogónico es un ciclo más de la naturaleza -como lo es, por ejemplo, un cambio de estación dentro de un año cualquiera-, pero su envergadura no se cuenta por días o semanas, sino por milenios: sucede cada muchos miles de años y se corresponde con la culminación del movimiento cíclico de nuestro sistema solar -Ors- en el seno de la Vía Láctea- y el alineamiento del Sol y la propia Tierra con el centro galáctico.

¿Qué es lo que empieza a aportar -lo hará con más intensidad en el futuro- tal proceso cosmogónico?. Pues proporciona un suplemento energético al sistema solar, a la Tierra (con impactos en el cambio climático), a la humanidad y a cada persona; una sobrecarga de energía vibratoria y electromagnética que coadyuva a activar componentes durmientes o semi-durmientes del ADN humano y planetario. Pero ¡ojo!, tal suplemento de nada servirá si cada uno no realiza un trabajo propio e interior que eleve su grado de consciencia y posibilite que el Yo verdadero, nuestro Ser divinal, coja las riendas de nuestra vida.

Esta es la clave: un trabajo íntimo que nos permita comprender, aceptar y asumir nuestra condición y dimensión divinal, así como la Unidad de cuanto existe. Y que abra las puertas a un Amor Incondicional que nos vuelque en el amor al prójimo. Que nadie espere que este trabajo lo haga alguien por nosotros. Ni alienígenas, ni ángeles, ni fuerzas cosmogónicas son responsables de nuestras vidas. Que cada cual asuma la responsabilidad de la suya. Por algo somos Hijos de Dios no porque nos haya creado Él, sino porque somos Él. Ya sabéis: somos Todo y Uno; Creación&Creador; Creador&Creación.

73. Satanás

El funcionamiento tanto de la dinámica vibratoria interactiva -por la que una manifestación concreta de existencia, por ejemplo, una persona, puede llevar a cabo la elevación de su grado de consciencia- como de la interacción consciencial entre la suma y sus partes –verbigracia, entre la Vía Láctea y el sistema solar de Ors, el planeta Tierra o un ser humano- ayuda a entender una figura recurrente en cuantiosas tradiciones espirituales: la de Satanás (el Maligno, Diablo, Demonio…).

Para numerosas personas la existencia de Satanás es una fantasía o, como mucho, el reflejo metafórico del Mal en abstracto, diluido en los seres humanos y en el mundo. Sin embargo, Satanás no es una ficción, aunque, como escribiera Beaudelaire, “la victoria más grande del Demonio es hacer creer que no existe”. Este ser oscuro y perturbador existe realmente y continúa actuando. Jesús lo define señalando que “es mentiroso y padre de la mentira” (Juan, 8,44). San Pedro lo compara con un león rugiente: “vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe” (1Pedro, 5,8). Y los textos sagrados de diferentes religiones lo citan con asiduidad y lo describen como un ser espiritual y concreto, el “ángel caído” de las Escrituras.

Su existencia se debe a que en el Omniverso rige la ley del ritmo. Por ella sabemos que no todo es evolución o progreso, sino que hay igualmente involución o regresión. Esto es así, como se subrayó en su momento, en lo que a la dinámica vibratoria interactiva se refiere: no sólo es posible elevar el grado de consciencia, sino que, como resultado de la manera en la que en libre albedrío se aborden los estadios de conciencia y experiencias, puede haber también reducciones en la gradación consciencial del ser. Y lo mismo ocurre, como se ha reseñado en los párrafos previos, en lo que a la interacción consciencial afecta: el salto consciencial tirará vibracional y dimensionalmente de aquellos seres con nivel de consciencia suficiente, pero no de aquellos que mantengan baja su gradación consciencial.

¿Qué ocurre con aquellos seres que caen en grado de consciencia y quedan fueran del salto consciencial?. Como ya se ha apuntado, el tirón vibracional no impacta en ellos y sus almas permanecen en el plano en el que ya estaban encarnadas, volviendo a vivir en él la dinámica vibratoria (grado de consciencia – estadio de conciencia – experiencias) que les permita recuperar y aumentar el nivel consciencial. Pero igualmente puede darse que continúen degradando su grado de consciencia hasta un punto que provoque el descenso en el plano o dimensión de existencia.

A esto último precisamente se está haciendo mención cuando se califica a Satanás de ángel caído, aunque ciertamente no tiene por qué ser sólo uno, sino muchos (legión) los ángeles caídos. Existiendo en una dimensión más pura vibracional y consciencialmente, sus vivencias en ella, en lugar de contribuir a incrementar su grado de consciencia, impulsándolo incluso a planos más elevados, estuvieron marcadas por el renacer de comportamientos egóicos impropios de tal dimensión, por lo que la minoración de su grado consciencial fue tan contundente que cayó –o cayeron- a un plano más denso vibracionalmente y de menor nivel consciencial: el plano de la tridimensionalidad, el planeta Tierra.

Su alma, cual acumulador vibratorio y energético, arrastra el recuerdo de la caída y, dado el rango vibracional que llegó a alcanzar, la Ley del Ínferos no desactiva el mismo del modo que sí hace en los seres humanos. Ante ello, la pérdida del antiguo rango vibracional y consciencial, en lugar de conducirlo a una dinámica de recuperación de grado de consciencia, lo ha arrastrado a una existencia ruin: su desmesurado ego lo ha llevado a considerarse rey de este mundo (plano) y ejerce su poder –que conscientemente sabe que deriva de su condición de Hijo de Dios- procurando que los seres humanos, sus súbditos, no elevemos nuestro grado de consciencia. Para ello no duda en utilizar a su favor, con engaños, mentiras y la promesa de una felicidad imposible, el engatusamiento que el mundo material, sus apegos y anhelos, provoca en las personas que andan con el piloto automático encendido y sin consciencia de su Yo profundo y divinal. Nos presenta acciones perversas como si no lo fuesen, nos estimula a actuar egóicamente y, en tercer lugar, nos sugiere razones para justificar tales acciones y sus consecuencias. Después de engañarnos, nos llena de inquietud y de tristeza.

Ante sus artes (las famosas “tentaciones”) conviene estar atento y no dejarse atrapar. Y si en algún momento esto se produjera, no hay que desesperarse, sino adquirir experiencia de lo sucedido, llenar con amor los efectos de daño o dolor que hayamos podido ocasionar, recordar nuestro linaje divinal y confiar en la fuerza y energía que ello nos otorga para volver a avanzar en grado de consciencia y Amor.

Por todo lo expuesto, la figura de Satanás nada tiene que ver con apariciones, fantasmas y asimilados, que pertenecen a un ámbito bien distinto denominado “bajo astral” por determinadas escuelas. Pero sí debe ser puesta en conexión con la visión de lo demoníaco de distintas corrientes trascendentes que sostienen que sin haber descendido al plano humano, sino manteniéndose en planos de mayor nivel vibratorio, existe y se produce la acción consciente de seres que, a pesar de su grado de evolución, se han apartado del “plan divino” y pretenden impedir el avance consciencial de la humanidad, a la que desean mantener bajo su mando e influencia.

A este convencimiento responden tanto los “pactos con el diablo” como diversos tipos de “endemoniados” y “posesiones”. Los primeros -recuérdese el Fausto de Goethe- conforman una tradición de mucha raigambre en diferentes culturas. En cuanto a los segundos, están muy presentes en la narrativa y el cine de nuestros días –verbigracia, la famosa película El exorcista-, aunque provienen de muy atrás, siendo bien conocidas, por ejemplo, las escenas evangélicas en las que Jesús se enfrenta a “espíritus impuros” que han poseído a seres humanos, como el hombre de la sinagoga de Cafarnaún (Marcos 1,12-19), o el ciego y mudo cuya curación milagrosa ocasiona un debate con los fariseos a propósito de Belcebú y Satanás (Mateo, 12,23-33). No obstante, estas categorías han de ser diferenciadas de los “espíritus inmundos”, más cercanos al “bajo astral” antes citado y recogidos igualmente en los textos evangélicos (Mateo 12, 43-45 y Lucas 11,24-26).

74. Hipótesis e imposibilidad del Mal Absoluto

Para finalizar estas reflexiones sobre el Bien y el Mal y al hilo de lo enunciado sobre Satanás, no puede eludirse el examen de la hipótesis del Mal Absoluto, como polo opuesto al Bien Absoluto que es el Amor Incondicional, la Esencia del Ser Uno. Una hipótesis que ha de partir de lo ya descrito acerca de que como el Bien y el Mal comparten la misma naturaleza y se diferencian en el nivel vibratorio. Éste es el que distingue a ambos polos, entre los que hay innumerables estadios y modalidades vibracionales. Las frecuencias altas marcan la esfera del Bien; y las bajas, la del Mal. Y la gradación vibratoria más elevada radica en la Esencia divina (vibración pura e infinita, Bien Absoluto) y su opuesto en la materia más extremadamente densa que podamos imaginar.

Pero, ¿cuán densa puede ser la materia?. Porque la densidad de las manifestaciones intangibles y tangibles y, por ello, de la materia depende del nivel de condensación del Verbo -la vibración asociada a la Emanación de la Esencia-. Y puede pensarse en la hipótesis de la condensación absoluta: el cero vibracional, que equivaldría a lo que en temperatura se corresponde con -273 grados. El cero vibracional sería, así, el extremo contrario a la vibración pura e infinita, es decir, el Mal Absoluto, el polo opuesto del Bien Absoluto.

Y en caso de que el Mal Absoluto existiera, la dinámica vibratoria interactiva que se ha examinado sería ante él un imposible, pues el Espíritu que por la Inmanencia de Dios estuviera subyacente en las manifestaciones de cero vibracional no podría nunca inyectar potencia suficiente en el alma para superar la fuerza de este influjo negativo: como ensañan las matemáticas, infinito (vibración del Espíritu) multiplicado por cero (vibración del Mal Absoluto) es igual a cero. En tal escenario no habría posibilidad de que el alma incrementara su frecuencia vibratoria, ni de resurrección de la carne. Es el polo opuesto a la vibración pura (la Esencia divina) y sus atributos (Bien); es el Mal Absoluto sin remisión.

Ahora bien: ¿es factible que en la Creación exista un estado así?. Lo hace imposible el hecho de que la Creación toda surge de la Consciencia y Concentración del Ser Uno y de la Emanación y expansión de la Esencia divinal y el Verbo. Y por fuerte que sea la condensación de éste, cualquier cosa que emane del Ser Uno y en su Mente se sostenga cuenta, forzosamente, con un mínimo de energía vibracional. Así ocurre incluso con la mente humana, en la que cualquier pensamiento lleva asociado vibración, por modesta que sea su frecuencia. De idéntica forma, en una escala incomparable, sucede en la Mente divina.

Por tanto, existe el Bien Absoluto, pero no el Mal Absoluto. Esto hace que en cualquier supuesto, por alta que sea la condensación vibracional y baja la frecuencia de la manifestación resultante, pueda desarrollarse la dinámica vibratoria interactiva, con todo lo que ello supone.

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FIN MÓDULO 8

Próximo: Módulo 9 (entradas del sábado 8 y domingo 9 de mayo de 2010)

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