En muchas ocasiones, cuando nuestro mundo exterior se comprime,
nuestro mundo interior le sigue y la forma de volver a expandirlo suele llevar
el mismo orden.
Este es el caso de una chica, ilustradora, que tras tener que
instalarse en casa a trabajar debido al confinamiento, su mundo interno se
redujo tanto como su mundo social y laboral.
Antes, su mente abierta y colaborativa le permitía crecer en
ambientes laborales abiertos con personas de diversas áreas. Trabaja en un
coworking luminoso y con mesas amplías.
Instalarse en su casa sólo era posible en su propia habitación en
la que cabía únicamente una mesa pequeña redonda que dificultaba el desarrollo
de su labor por la falta de espacio que sentía, sobre todo, en los trabajos
manuales.
Esto supuso que su creatividad también se viese poco a poco
comprimida y comenzó a sentir internamente que perdía la noción del rumbo de
una profesión que pasó de sentir consolidada a completamente difuminada.
Contactó conmigo por recomendación.
No sentía ningún tipo de esperanza respecto a posibles futuros
cambios. Conforme me explicó su historia y vi las imágenes de la habitación,
supe que el cambio debía, de nuevo, nacer del exterior.
Le recomendé que adquiriese un tablero blanco de unos 120cm de
ancho y 80cm de profundidad (lo mínimo vital y ergonómico por persona) y que,
antes de ponerse a trabajar, lo colocase sobre su pequeña mesa redonda y
dispusiese así de más espacio laboral y creativo.
Esa medida, además, le permitía guardarlo detrás de la puerta de la
habitación cada vez que terminara de trabajar.
Las pautas eran sencillas: trabajar con espacio más amplio y
observar en su interior, cada vez que colocase el tablero y se sentara a
trabajar, qué ideas nuevas percibía.
Fueron necesarios 9 días para recibir un mensaje suyo con su
ilusión renovada.
Una mañana, mientras colocaba el papel y las pinturas sobre el
tablero, sintió contactar con un antiguo compañero de carrera. Hacía tiempo que
no hablaba con él, pero el compromiso de seguir su intuición con el protocolo
recomendado hizo que no demorase la llamada.
Se sorprendió cuando el chico le contó que también llevaba días
pensando en ella. Había decidido crear un espacio nuevo para artistas y estaba
buscando colaboradores para impulsar el nuevo espacio.
Una semana más tarde la chica estaba instalada en el nuevo local y
con una energía renovada.
Cada vez que ampliamos nuestros espacios vitales, adquirimos una
lucidez extra que nos permite ver en nuestro interior aquello que no tenía
espacio.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos
los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de
publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de
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