Capítulo 3 del libro “Bioeconomics,
Biological Economics”
4.- El imperativo moral
La Bioeconomía puede
actuar como una disciplina rejuvenecedora para renovar y reponer nuestra fe en
la bondad humana básica y su obligación moral hacia el prójimo, los seres
humanos y la Biosfera. Lamentablemente, esta obligación, por un tiempo, ha sido
distorsionada y paganizada a través de una feroz competencia entre los humanos
en la actividad socioeconómica. La renovación podría lograrse a través de la
"propiedades emergentes”; es decir, el surgimiento de un tipo de
comportamiento humano que valore la cooperación y la conservación en lugar de
la competencia destructiva y el consumo derrochador.
La posibilidad de tal
comportamiento es corroborada por el modelo de investigación de la pila de
arena de Per Bak, que indica la posibilidad de que la mutación de eventos y
acciones muy pequeños e incluso insignificantes por parte de un individuo, que
podría resultar en grandes cambios útiles. Esto resalta nuestra paradójica situación
como seres “egoístamente evolucionados, pero llamados a una vida moral”.
La Ecología es demasiado limitada para proporcionarnos un imperativo ético.
Necesitamos mucho más, abarcando ciencias como la Biología que junto con las ciencias
sociales en forma de Bioeconomía con sus aspectos ambientales, socioeconómicos,
bases biológicas y éticas, darán como resultado una ética bioeconómica, imperativo
que dará una base sólida para una verdadera ética de la vida.
El imperativo ético bioeconómico
pretende ser un hipotético imperativo, que es lo contrario del "imperativo
categórico» absoluto de Kant. Está destinado a estar asociado con nuestro
deseo de dar a la Humanidad el impulso moral para despertar a su
responsabilidad de conservar la Naturaleza y sus recursos ahora y además
cumplir con su obligación moral de preservarlos para las generaciones futuras.
Según Georgescu-Roegen (1976) para lograr esto, la acción más racional es “minimizar
los arrepentimientos futuros en lugar de que maximizar la satisfacción
presente.”
La verdad es que no tenemos derecho moral a firmar para las generaciones futuras, cheques cuando difícilmente habrá fondos suficientes para cubrirlos. El imperativo moral provisto por los principios bioeconómicos, con suerte, nos permitirá dirigirnos hacia una meta noble que es “Tratar a la Humanidad siempre como un fin y nunca como medio.” Lo mismo debería ser cierto para la Biosfera, que no debe ser tratada como un medio de promover nuestra existencia a cualquier precio sino como nuestra casa para ser cuidada y protegida.
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Autores: Mansour Mohammadiam y José
Alfonso Delgado (traducción)
Nota: La publicación de las diferentes entregas
de El Tercer Camino
se realiza en este blog, todos los lunes desde el 3 de enero de 2022.
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