Hay muchas ocasiones en las
que un sencillo objeto genera grandes cambios, sobre todo cuando nos ayuda a
conectar con nuestra propia naturaleza.
Es lo que ocurrió con una
sencilla piedra para ayudar a un hombre a lograr un mejor descanso.
Una chica se puso en contacto
conmigo para explicarme que su padre llevaba mucho tiempo sin descansar bien.
Por problemas de próstata el hombre se levantaba varias veces a orinar cada
noche y durante el día se sentía, además de cansado, muy malhumorado.
La chica tenía la esperanza de
que, al mostrarme los datos de su padre y del dormitorio, pudiese darle alguna
indicación que ayudase al hombre y conjuntamente a su madre ya que la mujer
también sufría la falta de descanso de su marido.
Revisé el plano de la vivienda
y calculé las orientaciones vitales del matrimonio.
Vi, también, cómo estaba
decorada la habitación y pude observar, entre todos los datos, que la orientación
hacia la que dormía el hombre y la decoración que le rodeaba generaban un
estrés añadido en él que probablemente impedía que alcanzara un descanso
profundo.
Lo más común en estos casos es
tratar de cambiar la distribución del dormitorio o su decoración, pero antes de
dar estos pasos me gusta empezar por lo más sencillo, y si lo más sencillo
funciona, según se sientan las personas y evolucionen, valorar si es necesario
profundizar más o no.
Partiendo de esta sencillez,
había un elemento que podría rebajar el nivel de estrés vital que podría estar
sintiendo el hombre y que no estaba presente en la habitación: el elemento
tierra.
Recomendé al hombre que
buscase una piedra no muy grande y que le resultase agradable ya que debía
tenerla unas noches sobre su mesita de noche.
El hombre, que desde un inicio
mostró cierta resistencia al proceso por incredulidad y confesó hacerlo por
insistencia de su hija, decidió implicarse. Salió de casa y eligió una piedra
que sintió agradable. Era plana y con los bordes redondeados.
Cuando me la mostró, le di
indicaciones para que pintase sobre ella su trigrama personal (una combinación
de líneas que, según nuestra fecha de nacimiento, representan nuestra vibración
vital). El hombre lo hizo y la colocó, según le indiqué, en su mesita cerca de
él.
Dejamos pasar un par de
semanas para ver los avances y la respuesta de la hija me hizo ver, una vez
más, que lo sutil de la naturaleza conecta lo sutil en las personas.
El hombre, casi desde la
primera noche, notó que cada vez que regresaba a la cama después de orinar,
volvía a conciliar el sueño sin esfuerzo -algo que antes no ocurría en muchas
ocasiones- y además, al levantarse por las mañanas más descansado, sentía mucho
mejor humor.
Pese a que esta mejora ya
cumplía las expectativas de todos, todavía había un síntoma más que la chica me
contó y que la tenía impresionada: su padre, hacía unos días, había decidido
apuntarse a un curso de mejora emocional y autoestima para mayores en el centro
cultural donde vivían.
La chica no daba crédito. El
hombre rechazaba siempre ese tipo de actividades y que lo hubiese hecho por su
propia iniciativa, le sorprendió aún más.
Por lo que me contaron un mes
más tarde, el hombre se llevaba la piedra, incluso, a los viajes que realizaban
para ponerla en la mesita del hotel.
¡Hasta la mostraba en su
taller de emociones!
Casos como el de este hombre
son muy comunes. La carencia de un elemento natural en el entorno donde
habitamos puede llegar a generar un estrés vital en las personas que vibran en sintonía
con ese elemento carente impidiéndoles lograr sentir su propia naturalidad.
Una vez el elemento se activa
en el entorno, el interior de la persona se relaja logrando que sus funciones
biológicas, psicológicas y emocionales se regulen con facilidad.
Si, además, se logra mitigar
el esfuerzo que supone internamente dormir o trabajar en una orientación poco
favorable, los efectos positivos todavía se integran mejor.
Todo esto es palpable en
cualquier espacio, pero en un dormitorio lo es mucho más. Sobre todo porque en
el momento en que una persona descansa bien, siente renovada su capacidad de
amar gracias a necesitarse menos a sí misma.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de
noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
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