El reportero de la televisión vasca va de almuerzo
en almuerzo sanferminero. La panceta está sabrosa y el kalimotxo escanciado a
raudales, atenúa los rigores del calor. El rojo y blanco se come buena parte de
los teleberris durante todas esas populares fiestas a un mismo tiempo
pamplonicas y planetarias. Alrededor de la misma hora en que las cámaras enfocan
a la panceta, el día 8 de Julio una peregrinación interreligiosa avanza bajo un
sol inclemente desde Villatuerta hasta Estella. La componen más de cien
personas de diferentes credos y tradiciones espirituales. Ya en los jardines
del Complejo cultural de los Llanos levantan el “árbol de la paz”, que reza en
ocho idiomas “La paz prevalezca en la Tierra”. Pero ahí no hay quien recoja esa
buena nueva y la dé a conocer, no hay ninguna cámara de EITB. Están todas con
la panceta, el kalimotxo y el rojiblanco.
Cada dos años celebramos el Foro Espiritual de
Estella (www.foroespiritual.org) al que invitamos a representantes de las
tradiciones espirituales a abordar temas de actualidad y vivir unos días de
comunión espiritual entre los diferentes. Este año abordamos en unos ricos
diálogos, la cuestión de “El futuro de las religiones”. Trajimos a figuras muy
significativas y de primer orden en el ámbito interreligioso como Javier
Melloni, Enrique Martínez de Lozano, Joxe Arregi…, pero ahí no estaban los
reporteros de nuestra televisión.
Cada dos años repetimos el ritual de invitar a esas
cámaras, cada dos años brillan por su ausencia. Ninguna cámara le dio al
"play" cuando los budistas, los cristianos, los judíos, los hindúes,
los del Islam, los de las tradiciones indígenas... encendían, en el marco de
una sentida ceremonia, la llama de la fraternidad. No cabe duda de que hay más
demanda de panceta, kalimotxo y fiesta sanferminera para los teleberris, pero
siquiera cada dos años coger la autovía de Logroño y acercarse a la ciudad del
Ega; cada dos años conceder algunos segundos a esas gentes que tratan de
construir un mundo nuevo sobre la base del diálogo y la cooperación; siquiera
cada dos años enfocar las cámaras hacia ese Foro que reúne centenares de almas
de todo el Estado, con el anhelo de levantar juntos y juntas una civilización
más fraterna.
La necesidad de audiencia no nos ahogue en el
“kalimotxo”. No sólo con lo que contamos, sino también a lo que aspiramos. No
sólo fiesta y esparcimiento sino también mirar hacia adelante, cuando pasen los
toros, cuando no les hinquemos espadas, ni banderillas, cuando vuelvan a ser
hermanos y campen felices y libres en la dehesa. Nos sólo captar aquello con lo
que vibra la mayoría, sino avizorar las tendencias que están cargadas de
futuro. El teleberri no puede correr en pos de todos nuestros antojos, se debe
a la demanda de la generalidad, a los imperativos “ratings”, pero sí de vez en
cuando presentarse allí donde los diferentes se toman de la mano y levantan un
altar universal, un centro integrador que acoge, que reúne, silencios, preces y
anhelos; que sienta las bases de un mañana de perenne concordia y paz.
Pienso a menudo en las anteriores generaciones que lo dieron todo para que ahora podamos disfrutar de cuanto tenemos, que se entregaron por entero para que gocemos de importantes autonomías con grandes medios y presupuestos en casi todos los ámbitos. Estas gentes altruistas, generosas y nobles como nuestro lehendakari Agirre, eran también de una profunda espiritualidad. Aquella hora no daba más que para el credo monocolor, pero quiero visualizarlos hoy abiertos a la policromía y la heterodoxia. Me gustaría saber qué pensaría nuestro insigne presidente si le diéramos el mando de nuestra tele; si pudiera constatar que los valores y principios por los que se donaron, encuentran hoy tan reducido espacio en la parrilla de nuestras propias pantallas.
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Autor: Koldo Aldai (koldo@portaldorado.com)
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