Cuando se estudia la vitalidad de una vivienda con la intención de lograr una armonía general, hay una zona vital que muestra un aspecto clave: la capacidad de Amar.
A nivel de vibración, una
relación sana vibra igual que el elemento Tierra.
La Tierra, cuya naturaleza es
nutrir y dar de sí calor y unidad, indica, según su aplicación en esta zona
vital, la forma de Amar de las personas que habitan dicha vivienda.
Hay personas, parejas o
familias que muestran en su decoración una capacidad de amar muy alta y
ordenada.
En cambio, hay otras personas
que ni siquiera tienen espacio para ello y es un reflejo exacto de su interior.
Este es el caso de una chica
que contactó conmigo para solicitarme dos diagnósticos vitales; uno para su
vivienda actual y otro para la vivienda que acaba de alquilar y a la que se iba
a mudar.
Su intención con ambos
diagnósticos era constatar si con el cambio de vivienda lograría una mejor
calidad en su vida interior.
La chica acababa de terminar
una relación. La que era su pareja, había tomado la decisión de dejar la
relación por una falta, por parte de ella, de cercanía, de calor y de unidad.
Tras la ruptura, la chica
decidió cambiar de aires y de vivienda. Durante el proceso de diagnóstico, en
una de las encuestas que le envié, me contó que desde hacía un par de años, su
intensidad laboral le había llevado a ser más fría y confesó que su temor a
quedarse sin clientes y sin dinero le hacía trabajar cada vez más y sentir más
estrés.
Debido a ello, y tras su nueva
realidad sentimental, había decidido alejarse de la ciudad para vivir en un
entorno con más posibilidad de contacto natural y con la intención y esperanza
de que ello le ayudara a cambiar los hábitos de vida y su tendencia material.
También tenía la esperanza de que su anterior pareja viese un cambio en ella y
se replanteara volver a la relación.
Cuando vi el nuevo plano y los
datos de la nueva vivienda pude ver enseguida que la zona de relaciones era
llamativamente pequeña. Tanto, que era muy complejo intervenir en ella.
Comparada con la anterior
vivienda había ganado en luminosidad, en la calidad del entorno y en espacio
personal, pero había perdido mucho su capacidad de entrega.
Se lo transmití y pareció no
importarle.
Durante unas semanas seguí su
adaptación y pude observar su comodidad ante tal realidad.
Soltó estrés, pero se adentró
en su propio mundo en el que dar de sí era cada vez algo más exclusivo. Su
anterior pareja llegó a ir un día a ayudarle en la mudanza, pero ya no volvió.
Se alejaron por completo. Sus relaciones más cercanas de amistad se fueron
diluyendo y fue, cuando se dio cuenta de que su realidad exterior la creaba
ella desde su propio interior, cuando cambió su actitud. Cuando pudo constatar
que la poca calidad de amor que tenía a su alrededor la generaba ella misma por
sus propias decisiones y prioridades, fue cuando reaccionó, activó la zona
vital de forma intuitiva y creó una nueva realidad.
La distribución y decoración
de la vivienda donde habitamos habla mucho sobre nuestro interior.
Es desde nuestro propio
interior desde donde todo se proyecta, incluso el espacio y la calidad que le
damos al Amor.
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Autor: Andrés
Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de
publicaciones centradas en
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