—Hoy –decía Abul Beka– he
mirado al cielo y, elevando las manos, he dicho en mi corazón: Padre Nuestro
Común que vienes en el viento de las montañas, que haces palpitar la vida y
llenas de alados pensamientos nuestras almas...
»¿Qué es sino tu lengua la que habla en el río, grita en los
torrentes, medita en los lagos y descansa en el mar?
»¿Qué son sino la palma de tus manos los valles y las laderas de
las colinas? ¿Y acaso no es tu respirar el viento que todo lo vivifica y mueve?
¿No son tus suspiros las brisas que suben desde las costas hasta las montañas?
»En tu pecho están todos los corazones y en tu frente todas las
esferas; y en ellas, las almas.
»¿Cuántas veces te busqué estando en Ti?
»¿Cuántas subí a la montaña porque soñaba con verte en sus cimas?
»¿Cuántas bajé de ella con el corazón dolido y la mirada caída y
diciendo: «Me has abandonado, mi Padre Dios, no merezco tu latido ni tu
aliento?».
»¡Ignorante de mí! ¿Acaso no soy tu latido y tu aliento? ¿Hay algo
que no sea tu latido y tu aliento? Hasta lo que llamamos muerte no es sino otra
modalidad de ese latido tuyo y de ese tu aliento?
»¡Cuántas veces moví mis pensamientos e indagué entre las letras de
los más viejos pergaminos por encontrar una definición de Ti! ¡Me olvidé de que
Tú eras mi pensamiento, su móvil y aquello que buscaba! ¡Que tú eras el
principio, el medio y el fin de mí mismo y tan solo en mi mente te separabas
porque ella vive en el tiempo!
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial
Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en este blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de 2017.
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