El verano se va poniendo
a un lado para dar paso al otoño, va suavizando sus mañanas, acortando sus días
y sugiriendo que busquemos una manta en los baúles antes de irnos a dormir por
si a media noche, nos apetece echarla a los pies.
El invierno no viene de
repente, de un día para otro, no viene sin avisar, aunque no tenga WhatsApp o
correo electrónico, se las arregla para avisar, nos advierte con señales de su
presencia cercana y viene felinamente a nuestros días.
En cambio queremos que
pase un milagro que nos haga felices de la noche a la mañana, compramos cupones
de lotería a ver si se equivoca la teoría de probabilidades y nos hacemos
millonarios de viernes para sábado.
Pasamos la vida
proyectando, planificando, controlando, haciendo... Y no digo que esté mal.
Tal vez (y nadie me
pregunte, porque no lo sé) sea mucho más fácil de lo que pensamos. Tal vez todo
está en ser conscientes.
A veces me duele un codo,
no es un dolor rabioso, es un dolor, digamos, pegajoso. Una rodilla, cierta
parte de la espalda.
Entonces me disgusta ese
dolor, no quiero tenerlo (nadie quiere tener dolores) voy al médico y me receta
un analgésico, si sigue, me receta otro más fuerte.
A veces me siento impaciente,
algún moscardón revolotea detrás de mi oreja (del tipo preocupación por como
está la cosa, la capa de ozono, la política y los incendios en el Amazonas).
Otras veces me
entristezco sin motivos aparentes, me despierto con ganas de llorar (por ejemplo
porque ya no están los viejos, quisiera estar más cerca de mis hijos, se acerca
el ocaso de mi vida y cosas por el estilo).
¡Y no quiero, no acepto,
no me gusta!
Otras veces los recuerdos
vienen: ¡Quien pudiera volver a aquella etapa de la vida en que...!
Entre recuerdos y planes
para el futuro, entre me gusta y no me gusta, a esto lo veo imperfecto, lo otro
"debería haber sido" (quisiera saber cual es la utilidad práctica de
ese tiempo verbal, "si no hubiera sido").
De pronto te das cuenta
que vives en una zozobra constante, en una especie de cuerda floja, como si
fueras por un campo minado, o un franco tirador estuviera apostado en una
terraza cerca de tu casa para pegarte un tiro.
Agradezco cada día a una
inteligencia divina que me toma cada vez más de la mano y me dice:
-Observa, se curioso con todo lo que ocurre, ten humildad para
aceptar que todo tiene un sentido profundo, que "ni un cabello se caerá de
tu cabeza sin que sea la voluntad del Padre".
¿Quién es El Padre de que
hablaba Jesús de Nazaret? Pues entonces y por mucho tiempo le hemos llamado
Dios, Jehová, Mahoma, Buda, Krishna... Ahora resulta que la ciencia le llama
campo de potencialidades infinitas, donde todo es posible y nada es real, hasta
que no se manifiesta.
Pero en lo que coincidimos
hace milenios es que no somos solamente este cuerpo, esta mente y estas
emociones, somos más.
Es posible que si
observamos y estamos atentos y tenemos el coraje de ser humildes y la valentía
de ser curiosos y de dejarnos sorprender, es posible (solamente hablo de una
posibilidad) que en ese camino, igual que va manifestándose el otoño después
del verano, es posible que la felicidad de SER nos haga el favor de
encontrarnos.
Gracias Universo
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Autor: José Miguel Vale (josemiguelvale@gmail.com)
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