Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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10/11/10

Comparte con nosotr@s: “La pequeña molinera”, de Encarnación Castro

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LA PEQUEÑA MOLINERA

Había una vez una linda molinera, que vivía en un molino junto al río molía la harina que mas tarde vendía en el pueblo.

Al amanecer ya estaba muele que te muele, para salir temprano y la vuelta se pasaba por la fuente para llenar el cántaro de agua fresca.

Blanca era no tenía nada, pero poseía un don ,su risa que cuando se escuchaba alegraba todo el valle, los chiquillos y los animalitos del lugar se acercaban a ella , para contagiarse de su alegría y jugaban a su alrededor, acompañándola todas las mañanas en su camino hacia el pueblo.

Un día cuando estaba en estos menesteres, sintió un ruido, al caer a sus pies trocitos de de piedras, que provenían del muro donde estaba apoyada, descansando para emprender de nuevo el camino al molino.

¿Quién anda por ahí? dijo.

Me ha asustado.

¿Acaso eres mudo?

Chiss, chiss no grites, que te van a oír los soldados, acércate.

Blanca se acercó sigilosa.

¿Quién eres?

Una voz al otro lado le contestó: soy Sebastián, el hijo de la cocinera de palacio, no me está permitido salir de aquí, pues temen que empeore mi salud, y mi madre le ha pedido al rey que me vigilen los soldados.

Pero ella no sabe que esta soledad, para mí es cómo la más temible enfermedad.

Por eso te pido, que vengas a hacerme compañía y charlar conmigo, cuando vengas a la fuente, házmelo saber de algún modo.

¿Y cómo llego hasta vos?

Bastará con que oiga tu risa, igual que hoy, sabré que has llegado.

Así pasaron los años, y los jóvenes, fueron creciendo y con ellos creció un sentimiento profundo.

Ninguno de los dos se conocía, ni se habían visto en todo aquel tiempo.

Tan sólo la risa cantarina de ella era lo único, que el viento le traía cómo un regalo cada día.

Y Blanca solamente conocía su voz, su amada voz que podría reconocer en cualquier lugar.

Un día, vinieron a buscarla, unos soldados de palacio, y le ordenaron que llevara la harina de su molino, para que las cocineras pudieran ver su calidad y blancura.

Pues el rey preparaba los festejos, para que el joven príncipe eligiera esposa.

Blanca se puso muy contenta, si tuviera suerte, seria una oportunidad para conocer a Sebastián el hijo de la cocinera, el muchacho que le había robado el corazón.

Esperaba verlo deambulando entre la gente de palacio.

Cuando franqueó las enormes puertas del castillo, se esforzó por poner el oído, a ver si podía reconocer aquella voz que le acompañaba desde hacía tiempo en sueños.

Y Sebastián de la misma forma de pasaba las horas, en el balcón que daba a las cocinas.

Había tal bullicio, gente entrando y saliendo, bellas muchachas con los cantaros de harina para su pastel de bodas, ¿Cuál seria blanca, ella vivía en el pueblo, recodaba que su casa era el molino y que esta estaba a la horilla de un río.

En estos pensamientos, le rondaban la cabeza cuando una de aquellas jovencitas, resbaló y cayó al suelo, la vasija se rompió en mil pedazos cubriéndola de harina de los pies a la cabeza, todas comenzaron a reír y en aire se elevó aquella risa cantarina, que también conocía.

¡Era ella la molinera que le había brindado su amistad tanto tiempo, y que se le había colado poquito a poco en su corazón.

De un salto llegó al patio, y amorosamente le fue quitando la harina que la cubría, se la quedó mirando, la había imaginado mil noches. Se preguntaba ¿cómo sería la dueña de aquella risa?

Y de sus labios, salieron las palabras, y el viento se las hacía llegar a Blanca.

Tu risa pequeña molinera, ha sido la mejor medicina que ningún galeno me pudiera dar, has alimentado mi alma y has encendido mi corazón.

¡Ha eres tú!, pero mi señor dijo confundida: una sonrisa no cuesta nada y alegra al que la recibe.

La risa abre las puertas de la alegría y las cierra al dolor.

Su padre que los observaba, se dirigió a su hijo y le dijo: ¡ Supongo que ya pararás de pedir harina ya que has encontrado a tu molinera ¡

Y todos comenzaron a reír.

Cuentan que el pastel de bodas fue el más grande que nunca se viera en mucho mucho, tiempo y todos comieron y fueron felices.

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Otros textos de Encarnación Castro publicados en el Blog:

+El gran engaño (9 de febrero de 2010)

+La música del alma (23 de febrero de 2010)

+Intuición (26 de marzo de 2010)

+El Árbol de Nube Blanca (12 de abril de 2010)

+Bibia, la hija del herrero (16 de abril de 2010)

+Renacer (2 de mayo de 2010)

+El tiempo del sueño (17 de mayo de 2010)

+El niño tejedor de alfombras (4 de junio de 2010)

+Sueños de cartón (9 de septiembre de 2010)

+Nube Blanca (20 de octubre de 2010)

+Darlac y el sauce llorón (27 de octubre de 2010)

+El hijo del mar (3 de noviembre de 2010)

2 comentarios:

  1. Grasias por compartir tus cuentos,los cuales surcaran el universo.......Tu amiga del alma....

    namaste.....la molinera......

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  2. La Tejedora de Sueños6 de mayo de 2012, 2:25

    Gracias por tus palabras, Namaste tu amiga del alma

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