Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2025-2026

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24/11/10

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MOLAKAY Y SU PEQUEÑA ISLA

Érase una vez, una pequeña isla, que flotaba en el mar, allí donde las estrellas, se ven más relucientes que en ningún lugar de la tierra, vivía Molakai, y su hermana kanaloa, con sus padres una joven pareja, del color de la papaya, bronceada por el sol.

La isla rodeada de gran vegetación, de robustos árboles,

Altas palmeras, de playas de arenas blancas y cremosas, como los polvos de talco, verdes y escarpados acantilados, un mar de un azul cristalino, de aguas serenas, sembradas de arrecifes de coral, y una gran cascada que caía de la cima de la montaña, donde tienen su morada los dioses que gobiernan el mundo, un paraíso perdido de volcanes humeantes.

Molokai y la pequeña Kanaloa, iban todas las mañanas a recoger el ámbar de los árboles, con el que hacían collares, pulseras y adornos para los hombres y mujeres de su aldea, que lucirían en las fiestas del hula hula.

De pronto un estruendo horrible, pareció partir la tierra en dos, el cielo se oscureció y del volcán salían gigantescas llamaradas de fuego, las piedras al rojo vivo eran arrojadas al mar formando grades nubes de vapor que se podían ver desde el otro extremo de la isla.

Los niños corrieron aterrorizados para alcanzar su poblado, y atónitos pudieron comprobar, que efectivamente la isla se había partido en dos, y ellos habían quedado en una porción de tierra separada por un mar, que hervía a borbotones.

Molokai abrazó a su hermana, de momento sería imposible nadar hacia la otra orilla, la distancia era grande y él muy pequeño, ya pensaría en cómo salir de allí cuando las aguas se enfriaran,

Con la ayuda de kanaloa construyó una cabaña de hojas de palmeras, que ató con lianas de los árboles, encendieron un fuego, como tantas veces habían visto hacer a sus padres, después de comer los frutos, que tan sabiamente les proporcionara la maravillosa naturaleza, dulces mangos, verdes aguacates, ricas bananas, y agua de coco, todo ello les serviría para no morir de hambre ni de sed, mientras tanto fuesen a rescatarlos.

Molokai no tenía miedo, estaba familiarizado con todos los ruidos de la isla, pero Kanaloa extrañaba mucho a su mamá y a su papá y cayó en una profunda tristeza que hasta le quitaba las ganas de comer, se aferró a la idea de que nunca más los vería y se quedarían allí solos para siempre.

Molokai pensaba en cómo ayudar a su hermana, y la solución le vino del cielo, nunca mejor dicho, le cayó encima una enorme hoja verde y lisa del árbol en donde estaba apoyado, ¡Mana ¡ el espíritu que vive dentro de todas las cosas que transforma en sagradas la tierra, el mar, las plantas, y cada criatura, venía en su ayuda, y lo vio claro.

Miró la hoja y después al fuego y al instante lo supo, cogió una pequeña ramita del suelo, la calentó hasta ponerla al rojo y fue quemando poco a poco la superficie de la hoja hasta hacer un dibujo, luego la echaría al mar, la corriente la llevaría hacia la otra mitad de la isla.

A poca distancia de allí, su madre esperaba alguna señal, y le regalaba flores al mar, pidiendo que les devolviera con vida a sus pequeños.

Se levantaba con el sol y caminaba hacia la playa, sin perder la esperanza de encontrarlos, así dia tras día, su tesón y perseverancia se vio premiada. Vio acercarse una gran hoja verde, el viento y las olas, la arrastraba a la orilla hasta depositarla en las blancas arenas.

La cogió para verla de cerca, un extraño dibujo le llenó el corazón, dos niños cogidos de la mano, sobre una pequeña porción de tierra, que estaba justo enfrente de la montaña sagrada.

¡Su isla, era su isla! sus hijos estaban vivos, cuando la tierra se partió en dos quedaron separados por el mar, y su pequeño Molokai se las había ingeniado una vez más, los dioses y su poderosa imaginación habían venido en su ayuda.

Y de esta manera tan creativa y singular, logró comunicar en qué lugar se encontraban.

Cuando el mar se enfrió, su padre cogió una canoa y remando llegó, donde estaba su querido Molokai, Y su adorada Kanaloa, llevándolos sanos y salvos, de nuevo a casa, donde les dieron la bienvenida colocándoles los leis, ese era nombre que le daban a los collares de lindas flores, y se los colgaron al cuello, como habían hecho desde siempre sus antepasados.

Molokai les obsequió con las pulseras y adornos que había confeccionado con el ámbar que habían ido a buscar.

Así fue, como ayudó a salir de su letargo a la pequeña Kanaloa, que contenta se puso crear hermosos collares para su mamá, segura de que algún día irían a buscarlos, y todo sería como antes de que la montaña escupiera fuego, con una diferencia ahora había dos maravillosas islas y la mas pequeña desde entonces le llaman Molokai, si quieres puedes buscarla en un mapa.

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Otros textos de Encarnación Castro publicados en el Blog:

+El gran engaño (9 de febrero de 2010)

+La música del alma (23 de febrero de 2010)

+Intuición (26 de marzo de 2010)

+El Árbol de Nube Blanca (12 de abril de 2010)

+Bibia, la hija del herrero (16 de abril de 2010)

+Renacer (2 de mayo de 2010)

+El tiempo del sueño (17 de mayo de 2010)

+El niño tejedor de alfombras (4 de junio de 2010)

+Sueños de cartón (9 de septiembre de 2010)

+Nube Blanca (20 de octubre de 2010)

+Darlac y el sauce llorón (27 de octubre de 2010)

+El hijo del mar (3 de noviembre de 2010)

+La pequeña molinera (10 de noviembre de 2010)

+La tejedora de sueños (17 de noviembre de 2010)

17/11/10

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LA TEJEDORA DE SUEÑOS

Hace muchísimos, muchísimos años, antes de que existiera el tiempo.

En el país de los cuentos.

Vivía un hada tan pequeña como una luciérnaga; traviesa y alegre, saltaba de flor en flor igual que una trapecista, mientras que el sol reinaba en el bosque.

Al atardecer, remontando el vuelo se posaba sobre los grandes árboles, y allí, contemplando el mundo de los humanos se ponía a soñar.

Viendo con tristeza como los niños y niñas, se iban olvidando de la magia y de la fantasía.

Su hada Madrina al nacer le otorgó el Don de poder ver en el alma de los niños y niñas y hablarle a través de los sueños.

Tejiendo un sutil hilo de plata, que une los dos mundos.

Cuando los niños y niñas cierran los ojos y sueñan.

El hada tejedora de sueños, les cuenta cuentos, sembrando la magia y la ilusión en sus corazones.

Y de esta forma cuando sean mayores, crearán un mundo mejor para todos.

Algunos de estos niños, aun no se han olvidado de ella, y conservan todavía ese recuerdo.

Por eso existen los cuentos y las leyendas, y quienes creen en ellas.

En nuestro tiempo las hadas siguen existiendo y viven entre nosotros...

Cada uno de los niños y niñas pueden ser tan mágicos como la tejedora de sueños.

Dejando volar su imaginación.

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+La pequeña molinera (10 de noviembre de 2010)

10/11/10

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LA PEQUEÑA MOLINERA

Había una vez una linda molinera, que vivía en un molino junto al río molía la harina que mas tarde vendía en el pueblo.

Al amanecer ya estaba muele que te muele, para salir temprano y la vuelta se pasaba por la fuente para llenar el cántaro de agua fresca.

Blanca era no tenía nada, pero poseía un don ,su risa que cuando se escuchaba alegraba todo el valle, los chiquillos y los animalitos del lugar se acercaban a ella , para contagiarse de su alegría y jugaban a su alrededor, acompañándola todas las mañanas en su camino hacia el pueblo.

Un día cuando estaba en estos menesteres, sintió un ruido, al caer a sus pies trocitos de de piedras, que provenían del muro donde estaba apoyada, descansando para emprender de nuevo el camino al molino.

¿Quién anda por ahí? dijo.

Me ha asustado.

¿Acaso eres mudo?

Chiss, chiss no grites, que te van a oír los soldados, acércate.

Blanca se acercó sigilosa.

¿Quién eres?

Una voz al otro lado le contestó: soy Sebastián, el hijo de la cocinera de palacio, no me está permitido salir de aquí, pues temen que empeore mi salud, y mi madre le ha pedido al rey que me vigilen los soldados.

Pero ella no sabe que esta soledad, para mí es cómo la más temible enfermedad.

Por eso te pido, que vengas a hacerme compañía y charlar conmigo, cuando vengas a la fuente, házmelo saber de algún modo.

¿Y cómo llego hasta vos?

Bastará con que oiga tu risa, igual que hoy, sabré que has llegado.

Así pasaron los años, y los jóvenes, fueron creciendo y con ellos creció un sentimiento profundo.

Ninguno de los dos se conocía, ni se habían visto en todo aquel tiempo.

Tan sólo la risa cantarina de ella era lo único, que el viento le traía cómo un regalo cada día.

Y Blanca solamente conocía su voz, su amada voz que podría reconocer en cualquier lugar.

Un día, vinieron a buscarla, unos soldados de palacio, y le ordenaron que llevara la harina de su molino, para que las cocineras pudieran ver su calidad y blancura.

Pues el rey preparaba los festejos, para que el joven príncipe eligiera esposa.

Blanca se puso muy contenta, si tuviera suerte, seria una oportunidad para conocer a Sebastián el hijo de la cocinera, el muchacho que le había robado el corazón.

Esperaba verlo deambulando entre la gente de palacio.

Cuando franqueó las enormes puertas del castillo, se esforzó por poner el oído, a ver si podía reconocer aquella voz que le acompañaba desde hacía tiempo en sueños.

Y Sebastián de la misma forma de pasaba las horas, en el balcón que daba a las cocinas.

Había tal bullicio, gente entrando y saliendo, bellas muchachas con los cantaros de harina para su pastel de bodas, ¿Cuál seria blanca, ella vivía en el pueblo, recodaba que su casa era el molino y que esta estaba a la horilla de un río.

En estos pensamientos, le rondaban la cabeza cuando una de aquellas jovencitas, resbaló y cayó al suelo, la vasija se rompió en mil pedazos cubriéndola de harina de los pies a la cabeza, todas comenzaron a reír y en aire se elevó aquella risa cantarina, que también conocía.

¡Era ella la molinera que le había brindado su amistad tanto tiempo, y que se le había colado poquito a poco en su corazón.

De un salto llegó al patio, y amorosamente le fue quitando la harina que la cubría, se la quedó mirando, la había imaginado mil noches. Se preguntaba ¿cómo sería la dueña de aquella risa?

Y de sus labios, salieron las palabras, y el viento se las hacía llegar a Blanca.

Tu risa pequeña molinera, ha sido la mejor medicina que ningún galeno me pudiera dar, has alimentado mi alma y has encendido mi corazón.

¡Ha eres tú!, pero mi señor dijo confundida: una sonrisa no cuesta nada y alegra al que la recibe.

La risa abre las puertas de la alegría y las cierra al dolor.

Su padre que los observaba, se dirigió a su hijo y le dijo: ¡ Supongo que ya pararás de pedir harina ya que has encontrado a tu molinera ¡

Y todos comenzaron a reír.

Cuentan que el pastel de bodas fue el más grande que nunca se viera en mucho mucho, tiempo y todos comieron y fueron felices.

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+Nube Blanca (20 de octubre de 2010)

+Darlac y el sauce llorón (27 de octubre de 2010)

+El hijo del mar (3 de noviembre de 2010)

3/11/10

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Mañana jueves 4 de noviembre verá la luz un libro de relatos cortos de Encarnación Castro (La tejedora de sueños), amiga personal y del Blog, titulado Cuentos del Jardín Encantado (Editorial Hufeland). El acto tendrá lugar a las 20:00 horas, en el Salón de Actos del Círculo Mercantil de Sevilla (C/ Sierpes, 65) y Encarnación ha tenido la amabilidad de pedirme que me encargue de la presentación, lo que haré con mucho gusto.

Como aperitivo, se inserta seguidamente uno de los relatos recogidos en la obra.

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EL HIJO DEL MAR

Había una vez un humilde pescador, que vivía con su esposa Lisa, en una cabaña junto a la playa.

El matrimonio era feliz, aunque echaban en falta, la risa de un niño o niña, que alegrara sus vidas.

Una de tantas mañanas, que Antón, pues ese era su nombre, salió a pescar, trío la red al mar, y para sorpresa suya se llenó enseguida de peces plateados de gran tamaño. Tiraba y tiraba, pero esta se había vuelto muy pesada.

Solo no lo conseguiré, y volcaré mi pequeña barca, en eso estaba cuando oyó una voz, ¡ayudadme, ayudadme buen hombre! soy la hija del rey del mar, si me liberas y me devuelves a mis azules aguas, mi padre te premiará.

Antón se sumergió, con un cuchillo, y de un tajo partió la red en dos, sin importarle perder tan preciada carga, pues este era su único sustento.

Allí enredada, estaba la criatura más extraordinaria que había visto jamás; sus largos cabellos, eran del color del mar, cuando el sol se oculta entre sus aguas.

¡Una sirena ¡ había oído siempre hablar de ellas, en alguna que otra taberna, pero nunca creyó que existieran.

La bella muchacha al sentirse libre, dio las gracias y se despidió del pescador, que la vio alejarse perdiéndose en las profundas aguas.

Se disponía a marcharse, remando hacia la playa, cuando una gigantesca ola se alzó ante él. De ella salió el mismísimo rey Neptuno, que le dijo:

Por haber prestado ayuda a una de mis adoradas hijas, pífeme lo que quieras, que te será concedido.

Antón se acordó de su mujer, deseaba tanto un hijo o una hija, y él quería tanto a Lisa…

Que así se lo hizo saber, al rey del mar, y éste le habló con una voz cavernosa.

Ven mañana, y tráeme dos perlas, una blanca y otra negra, y diciendo esto se perdió entre las aguas.

Contento volvió Antón a su cabaña, aunque sin pescado que llevarse a la boca, sólo pensaba en la dicha, que traería ése niño o niña a su hogar.

Después de contarle lo sucedido a su mujer, se retiró a descansar, pensando en cómo podría conseguir las perlas, que le había pedido el rey del mar.

Se quedó dormido junto a Lisa, y tuvo un sueño, en él, la bella sirena que liberara, aquella mañana lo guió hacia los acantilados y mostrándole una gruta sumergida, le enseñó el camino, para poder encontrar las perlas.

Al amanecer cogiò la barca, y siguiendo los pasos que la sirena le mostrara, encontró sus ansiadas perlas, dos maravillosas y preciosas perlas, una blanca y otra negra, y con ellas esperó en el lugar indicado...

Al atardecer, apareció el rey, y Antón cogiendo las perlas, las depositó en las gigantescas manos de Neptuno, que sopló sobre ellas, y al instante, un hermoso niño surgió.

De cabellos negros como el azabache y la piel color de la canela.

El pescador abriendo los brazos, cobijó al pequeño, y quitándose la camisa lo envolvió, para que no cogiese frió.

¡Tened cuidado! con este ser que os doy, Pues solamente, una vida tendrá para caminar en esta tierra.

El cuerpo del niño que ahora contemplas, alberga un alma, más preciosa aun, que las perlas que me has entregado.

Cuidad de vuestro cuerpo, porque cuando éste se daña, por enfermedad, o accidente, el alma se escapa, dejándolo atrás, como deja el cangrejo de mar su concha vacía, cuando esta ya no le sirve.

Y, con un gran remolino se hundió, en las frías y profundas aguas.

Antón remó hacia la orilla, donde Lisa su mujer, lo esperaba ansiosa.

Tomó al niño en sus brazos, acarició su linda carita, contemplando el hermoso regalo, que le había entregado el Dios de la mar.

El pequeño al sentir el calor de las manos de la esposa del pescador, se acurrucó en su regazo, y por primera vez Lisa sintió las delicias de ser madre.

Antón, abrazaba feliz a su esposa, junto a su hijo, que parecía sonreírle, con sus lindos ojos negros.

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+Nube Blanca (20 de octubre de 2010)

+Darlac y el sauce llorón (27 de octubre de 2010)

27/10/10

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La próxima semana verá la luz un libro de relatos cortos de Encarnación Castro (La tejedora de sueños), amiga personal y del Blog, titulado Cuentos del Jardín Encantado (Editorial Hufeland). El acto tendrá lugar el jueves 4 de noviembre, a las 20:00 horas, en el Salón de Actos del Círculo Mercantil de Sevilla (C/ Sierpes, 65) y Encarnación ha tenido la amabilidad de pedirme que me encargue de la presentación, lo que haré con mucho gusto.

Como aperitivo, se inserta seguidamente uno de los relatos recogidos en la obra.

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DARLAC Y EL SAUCE LLORÓN

Aquella noche, tenía algo de misterio, la luna de plata se derramaba sobre el bosque, dejando un sendero luminoso, una estela que daba fin a los pies del gran sauce, en cuyo interior albergaba la entrada a la morada de Darlac, un viejo mago muy poderoso, que dominaba las ciencias ocultas.

Conocedor de secretos, sortilegios, maleficios y hechizos.

Quiso el destino, que la hija recién nacida del rey fuese abandonada a su suerte, cuando su ama intentando salvarla de una muerte segura, se la arrebató a su madre en el momento de nacer.

El castillo, se vio asediado, por enemigos ávidos de la riqueza del reino.

La niña sobrevivió milagrosamente, esa noche hasta el amanecer.

El mago la encontró, envuelta en una piel de oveja, cuando se dirigía a buscar plantas y semillas para sus potingues.

Hombre solitario y parco en palabras, viendo la destrucción del poblado y del castillo, resolvió que aquella niña se la habían dejado a su cuidado, para que no pereciera en esa infortunada noche, a manos del enemigo, que sin duda serian los nuevos dueños del lugar, y la llamó Miracle, que quiere decir milagro.

Creció esta niña, entre alambiques, y calderos mágicos, con la única compañía de los animalitos el bosque.

Darlac el mago, le tenía prohibido alejarse más allá de donde terminaban las ramas del gran sauce, que tocaban el suelo, formando una gran campana verde donde estaría protegida.

Darlac, siempre supo que la niña se iría cuando cumpliese los quince años. Lo vio, en su bola de cristal.

Llevado por esta creencia, decidió no encariñarse con la pequeña Milagro, y se mostraba hosco, desconfiado.

Tenía la certeza que, llegado el día lo traicionaría, llevándose sus conocimientos.

No se permitió ni un solo pensamiento amoroso, para la pobre niña, sin embargo Milagro sí, amaba a aquel viejo gruñón y cascarrabias, que no dejaba de repetirle: Que no era nada suyo, la encontró a los pies del gran sauce, envuelta en una piel de oveja, y un día lo abandonaría robándole sus mágicos secretos.

Milagro, pensaba que su padre, que para ella era el viejo mago, algún día la miraría con amor.

Pero los años pasaban y ella seguía esperando.

Se convirtió en una jovencita, y esperó, esperó…

Hasta que se cansó de esperar.

Y llegó el día en el que cumplió los quince años y, cogiendo un hatillo con un poco de pan y una vasija de miel, se despidió del viejo mago con gran pesar.

Darlac, le dijo: ¡Ves como yo tenía razón, sabía que me abandonarías!

La joven contestó: Si padre, tu bola no te mintió, pero no me voy por los motivos en los que siempre has creído.

Me alejo de ti y de este lugar porque nunca has podido quererme. Tu miedo al abandono y a la traición, tus viejas creencias nos han robado a los dos, momentos felices, años de amor fraternal.

Quiero que sepas que me llevo lo mejor de ti, y si, también me llevo tus conocimientos.

En tu afán de ocultar tu corazón, me has enseñado que cada uno “da lo que tiene y recibe lo que da”.

Es por eso padre, que voy en busca de nuevas gentes a las que darle mi amor, con la esperanza de recibirlo.

Iniciaré un camino en el que tu recuerdo, vendrá siempre conmigo.

Pues aun sin tu saberlo, me has enseñado a amar, y diciendo esto, se despidió de Darlac el viejo mago que quedó solo en el interior del gran sauce.

Tarde comprendió ¿Cuánto había amado a su hija?

La nostalgia y el llanto serian desde aquel día sus

Únicos compañeros, y desde entonces se conoce a los sauces, como sauces llorones, porque sus ramas y hojas caen como lágrimas tocando el suelo, igual que las lágrimas que derramaba Darlac el viejo mago, día a día.

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20/10/10

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Pronto verá la luz un libro de relatos cortos de Encarnación Castro (La tejedora de sueños), amiga personal y del Blog, titulado Cuentos del Jardín Encantado (Editorial Hufeland). El acto tendrá lugar el próximo jueves 4 de noviembre, a las 20:00 horas, en el Salón de Actos del Círculo Mercantil de Sevilla (C/ Sierpes, 65) y Encarnación ha tenido la amabilidad de pedirme que me encargue de la presentación, lo que haré encantado.

Como aperitivo, se inserta seguidamente uno de los relatos recogidos en la obra.

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NUBE BLANCA

Ese día Nube Blanca bajaba contento la colina que separaba su poblado del lago donde acostumbraba a pescar, con su abuelo ojo de Águila.

Juntos pasaban las mañanas recorriendo el bosque, en busca de caza y pescando, para mantener la familia.

Nube Blanca era un niño muy despierto, audaz, y al mismo tiempo tierno y amoroso.

Ayudaba a su madre, Pluma Gris a cortar la leña y a encender el fuego.

No llegó a conocer a su padre, Águila Veloz, pues este desapareció cuando la nieve en el desfiladero, estuvo a punto de acabar con toda la tribu.

Su abuelo Ojo de Águila guió a su gente a través del paso, hacia el gran valle.

Nube Blanca creció, rodeado del amor de su madre y de su abuelo al que acompañaba siempre que salían del poblado.

Hacia tiempo que ya no salían juntos a pescar.

¡Cómo lo echaba de menos!

Su madre le dijo un día: Pequeño Nube blanca, de ahora en adelante, tendrás que tener mas cuidado cuando te alejes demasiado; ojo de Águila no podrá caminar a tu lado por un tiempo, sus fuerzas le han abandonado y esta cansado, se está preparando para iniciar el camino hacia las cumbres, y desde allí volar con el viento.

Por eso deseaba tanto contarle, que había visto el gran pez el más viejo del lago.

Su abuelo Ojo de águila, le contaba que solo salía a la superficie cuando algo extraordinario iba a ocurrir.

Entró en el pequeño tipy, que era su casa, llamando a su abuelo.

¡Abuelo, abuelo lo he visto, lo he visto, tú llevabas razón!

Estaba pescando, cuando algo se movió en el fondo del lago y salió de debajo de las piedras.

Sabes es un pez muy extraño no tiene color, se confunde con el agua y se mueve con gran rapidez, sus ojos son del color de la noche pero tienen el brillo del sol.

¿Abuelo me escuchas?

Pero ojo de Águila ya no estaba, su madre lo abrazó y le dijo: Nube Blanca, tu abuelo emprendió el vuelo para reunirse con el viento, pero su espíritu te protegerá siempre.

De pronto se le vino abajo la alegría y la tristeza se apoderó de su alma, hasta caer enfermo.

Su mamà Pluma Gris no sabía que hacer, intentó toda clase de remedios, que la sabiduría de su pueblo le había legado.

Emplastes para bajarle la fiebre, cocimientos de hierbas que curaban el alma y el cuerpo.

Hasta le hizo un atrapasueños para que durmiera tranquilo, pero Nube Blanca no mejoraba.

Pluma Gris envió a buscar al viejo chaman, confiando en que él sabría devolverle la salud y la alegría a Nube Blanca.

Estaba encendiendo el fuego cuando lo vio llegar a caballo, miró hacia las cumbres blancas, y dio las gracias a Ojo de Águila.

El viejo chaman se arrodilló junto al pequeño y le susurró al oído, mientras posaba una mano sobre la cabeza y la otra en el corazón de Nube Blanca.

Pluma Gris Observó, como el color volvía a sus mejillas.

El viejo Chaman le dijo: No ha podido despedirse de su abuelo y cree que Ojo de águila no lo esperó para decirle adiós, y la tristeza se ha apoderado de su corazón.

El atrapasueños que le has hecho con tanto amor, le dará el sueño que tanto necesita.

Al despuntar el día, Nube Blanca abrió los ojos y llamando a su mamà se puso de pie gritando.

¡Ya sé, porque vi., Al viejo pez del lago, y por qué sus ojos tenían el brillo del sol!

Vino a decirme adiós.

¡Ojo de Águila vino a despedirse de mí! Y no lo supe ver.

Ahora sé que está conmigo siempre.

El abuelo llevaba razón el viejo pez se deja ver, cuando algo extraordinario va a pasar.

¡Mamà! gritaba entusiasmado.

Ojo de Águila y Águila Veloz, vuelan juntos.

Y reía de alegría abrazando a su mamà.

Sintiéndose el niño más feliz del mundo.

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9/9/10

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SUEÑOS DE CARTÓN


El ser humano parece haber perdido la fe, la posibilidad de creer en él y en la Providencia.

¿Por qué?

Porque hemos puesto nuestro futuro y nuestros pensamientos en los poderosos, en los empresarios, en los políticos, en las asociaciones, que nos saquen del atolladero.

¿Cómo?

Con un trabajo que nos permita seguir viviendo.

¿Hasta cuando?

¿Qué no tenemos otra salida?

Nos hemos metido en un engranaje y somos una pieza más de él.

Un mecanismo que mueven otros en su propio interés.


¿Cómo salir de éste inmenso monstruo que nos devora poco a poco?

Nos alimentaron con sueños; sueños dirigidos.

¿Hacia donde?

Cada vez que soñamos somos capaces de vivir con alegría, con ilusión.

¿A cambio de qué?

Como el burro en la noria puedes ver tus sueños delante de ti, y con eso crees que que puedes alcanzarlo. A veces para que no desfallezcas en el intento conseguirás unas migajas.


Te harán creer que puedes conseguirlo, que estás cada vez más cerca.

Lo que no sabemos es que ellos son los creadores de esos sueños, te han creado la necesidad y la ilusión para que lo desees con intensidad.

¿Pero nos hemos parado a pensar?

¿Nos hemos detenido para levantar el velo, tras el que se ocultan esos sueños?


¿Es realmente lo que deseas?

¿Te hará más feliz?

¿Te sentirás mejor?

¿Hasta qué punto han escudriñado dentro de nuestros cerebros?

¿Hasta qué punto han llegado a descubrir nuestros pensamientos?

¿Y nuestra alma?

¿Cómo salir de esos sueños inducidos?

¿Cómo empezar a crear nuestros propios sueños con la libertad de ser quienes somos?

Sin rémoras, sin que estén condicionados por esta forma de vivir desde hace miles .de años.

¿acaso sería tan horrible, dormir bajo las estrellas, cultivar la tierra, bailar alrededor del fuego, educar con el corazón mirarse a los ojos y ver de verdad al otro, que eres tú y dar las gracia a la vida cada día por estar aquí un día más.

Compartiendo y disfrutando el placer de vivir.


Pero entonces...

¿Habría dueños de las tierras que cultiváramos?

¿Nos obligarían a trabajar a destajo?

¿Para seguir enriqueciéndose con nuestro trabajo?

¿Qué le debemos?

Si yo no quiero soñar sus sueños, no tengo porque pagar por ellos.


¿Decidme cómo lo hago?

¿Cómo salgo de éste monstruoso engranaje?

Quizás la vida venga a mi encuentro.

Quizás la vida tenga la respuesta.

Lo que si sé, es que estamos más cerca del despertar de los viejos sueños y alcanzar los nuestros.

Aquellos que nos harán libres; Libres para decidir si nos quedamos en éste mundo conocido o inventamos otro.


Han puesto el mayor interés en que olvidemos, que una vez simplemente fuimos hombres y mujeres viviendo la experiencia de vivir.

¿Pero qué es la vida?

¿Lo qué experimentamos en éste mundo de cartón?

¿Qué oscuros intereses nos han construido éste parque de atracciones?

¿Quién o quienes han cerrado y guardado la llave?

¡Quizás si se fuera la luz y todo se detuviera ya no nos parecería tan maravilloso!


¿Quiénes mantienen la luz encendida?

¿A quién interesa que el tío vivo no se detenga?

Mientras estemos en la feria seguiremos gastando dinero y energía.

Y seguiremos creyendo que nos estamos divirtiendo.


Pegasos lindos pegasos.

Caballitas de madera.

Yo conocí siendo niño la alegría de dar vueltas.

Sobre un corcel colorado en una noche de fiesta.

Alegrías polvorientas que cuestan una moneda.

Pegasos lindos pegasos.

Caballitas de madera.

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