"La verdad, aún moceta y presumida ella, se ha echado muchos
novios"
Ahora parece ser que todos los brotes no eran brotes, menos aún
enfermos, ni peligrosos..., mientras tanto el miedo sigue frenando latidos,
clausurando collados, paralizando caricias, ternuras y tantos osados
movimientos. Los aviones no despiertan todas las alas, los balcones de los hoteles no tienen quien se asome, las
plazas quien las cante, las olas apenas
quien las peine, atraviese o cabalgue... La vida no tiene quien la saque de nuevo, agarrada del brazo,
por las anchas y estrechas alamedas de nuestros asfaltos.
Ahora resulta que todos los brotes no eran brotes, pero caminamos
las playas sin aspirar salitre y alcanzamos a
nuestra madre sin poder apretarla
fuerte en abrazo y los vecinos son ajenos tras una mascarilla que nos ha vuelto
a todos iguales y multiplicados.
Ahora resulta que todos los
brotes no eran brotes, pero no hay cielo
que se preste a estallar los cohetes de nuestras fiestas. El verano se va escapando
sin haberlo zambullido y el temor
sigue enseñoreado sin apenas nadie que le haga una sombra donde
protegernos, donde tocar de nuevo una música y ponernos a bailar que es
un verbo que conjuga igual que hermanar.
Ahora resulta que todos lo brotes no eran brotes, pero tantos amigos
rompieron sus billetes y de tanto aplazar los abrazos, tendremos que aprender
de nuevo a estirar anchos los brazos y
atrapar el aire cálido y estrechar a nuestro hermano.
Ahora resulta que todos lo brotes no eran brotes, pero la vida en su
esplendor sigue encerrada sin galán
atrevido que rompa el hechizo del temor y la invite a un pasodoble.
No protestamos la ciencia sincera, la estadística rotunda, la
evidencia contagiosa que otrora tumbó tantos cuerpos. Cuestionamos el temor que
hoy no tiene sustento, ni límite, ni asiento; el miedo que nos ha alejado tanto
y que aún no apuesta por el reencuentro.
Hay otras voces, otras ruedas
de prensa tan dignas como las que se convocan en los salones oficiales que
merecen ser escuchadas. La versión oficial y la alternativa deberían dejarse
fecundar y enriquecer. No estamos para desperdiciar ninguna
perspectiva razonada, cabal y
ampliamente respaldada. Los tiempos urgidos los son también de sumar miradas.
La verdad, aún moceta y presumida ella, se ha echado muchos novios.
Colocan a nuestra Comunidad navarra junto a la señal de peligro,
pero el inmenso hayedo de Urbasa susurra silente que respira aire puro y echa
en falta la estival algarada, el loco trajín de los humanos.
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Autor: Koldo Aldai (koldo@portaldorado.com)
Fuente: http://www.koldoaldai.org/
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