En una coyuntura como esta, la falta
de trasparencia, deontología profesional y de justicia humanitaria, para temas
relacionados con la ciencia y la salud, al dispensar esos medios una desigual
oportunidad divulgativa a las versiones diferentes a la oficial, acrecienta la
sensación del autoritarismo del gobierno.
Médicos que en España reciben doble
presión en su conciencia y su dignidad al verse obligados a silenciar ante los
medios lo que consideran denunciable, en Italia son invitados a exponer su
versión diferente a la oficial en el parlamento.
La prevaricación en el ámbito de la
política institucional, podría estar dándose, al hacer llegar dinero público a
quienes difunden su versión de la verdad y no más, (hoy ya todos sin
excepción), en el reparto de los 40 millones concedidos en 2.020 mas los 150
millones en publicidad, más el plus global de Google.
No hay duda de que lo que se da en el
ámbito mediático forma parte de lo bien atado que necesitan tenerlo para sacar
adelante su plan global. Prueba de ello, son los cambios por despido, relevos,
etc. que se vienen dando en los medios de comunicación, siendo muy significativos
el del director de la sección de opinión del New York Times, James
Bennet y la renuncia de Bari Weiss en el mismo periódico, como también el de
Andrew Sullivan del New York Magazine y David Shor por citar estudios
científicos “desalineados” de la oficialidad.
En su tesón para que la versión
crítica nunca esté a nivel de igualdad de publicación con una versión médica
acomodada a verdad oficial, la atmósfera que están creando por el afán de
homogeneizarla y excluir al disidente o escéptico, que no conspiranóico, hace
que se ceben en quien piensa diferente.
Esto es lo que está enrareciendo la
vida social y corporativa de profesionales del periodismo, la ciencia, el
derecho, la salud, orden público, justicia y la docencia, desde la universidad
hasta el jardín de infancia....y el parque.
En todo esto y más, lleva
sobrepasándose el gobierno español, al poner la guinda el mes de septiembre,
promulgando en el BOE, la Ley 3/2020 del 18 de septiembre, de medidas
procesales y organizativas para hacer frente al Covid-19 en el ámbito de la
Administración de Justicia. En el BOE del 19, añade una Ley de Medidas de
Agilización Procesal; modificación a la Ley de la Jurisdicción Contenciosa, que
en artículo 122 quater dice:” Autorización o ratificación judicial de las
medidas que las autoridades sanitarias consideren urgentes y necesarias para la
salud pública e impliquen limitación o restricción de derechos fundamentales”,
dando pie a que intervenga el Ministerio Fiscal, en detrimento de la justicia
ordinaria y jueces territoriales naturales.
Del añadido se deduce que
corresponderá al Juzgado de lo Contencioso, autorizar a la autoridad sanitaria
con arreglo a su legislación y siempre que consideren urgente y necesaria para
la salud pública, no solo la entrada y registro del domicilio contraviniendo la
inviolabilidad recogida en el artículo 18, sino que al ser tan genérica y
ambigua, pudiera conllevar la limitación y restricción de derechos
fundamentales en general sin especificar, lo que lleva a entender que pueden
violar la integridad física de las personas, forzándolas legalmente a someterse
a test y a medicarse contra su voluntad.
Se han alzado las primeras voces en el
mundo del derecho, para anunciar que dar pábulo a esta ley ordinaria en contra
de la Constitución y Derechos Fundamentales, es prevaricación, al modificar la
LJCA – 29/1.988 y 3/2.002.
Como referente, el dinero público (270
millones) tirado a la basura en 2.010 al comprar miles de vacunas por falsa
alarma de pandemia contra la gripe aviar y porcina, y de esa malversación de
fondos públicos... nadie purgó por ello.
Pocas dudas de que hoy estamos a las
puertas de lo propio con variante y agravante del autoritarismo de gobiernos,
que valiéndose de la declaración de estado de alarma permanente por falsos
test, equivalente a un estado de excepción y limitación de derechos, nos
obligan a la fuerza a ser dependientes, preservar la salud incluso invadiendo
domicilios y violando el hábitat íntimo de nuestro cuerpo hasta el ADN y en
aproximación al alma...¿cómo llamar a esto?
La segunda guinda de septiembre, la
campaña de vacunación masiva contra la gripe estacional 2020-2021 con
publicidad y extensión hasta niños de 6 años, cuando la estadística desmiente
su eficacia y ahorro sanitario, dándose el caso que el virus influenza coexiste
con el resto de coronavirus, causante todos ellos por igual de cuadros
respiratorios generales muy similares, aunque por la razón que fuere, diagnosticados
y trasvasados todos a un mismo grupo vírico.
La estadística real, no de enfermos,
sino de “casos”, extraída del binomio: test PCR positivo/asintomáticos, es el
único parámetro que utilizan para mantener el estado de alarma y
justificar las medidas de excepcionalidad, asumidas por la mayoría debido al
estado de pánico a la que la someten. Esto mismo nos vino a decir el
exconsejero de Salud del Gobierno de Navarra Fernando Domínguez: “La falta
de información veraz y clara está provocando una nueva ola de pánico en la
población. Las autoridades y los medios cuando presentan cifras hablan de
casos; estas cifras son las que llegan a la población y le hacen pensar que
estamos como en marzo, pero en absoluto es así. Cuando queremos comparar la
situación actual con la de marzo, quizás sería más correcto comparar el número
de ingresos de entonces con el de ahora”.
La salud es vida. Así entendieron
nuestros gobiernos, cuando Sanidad era un servicio público voluntario, más
cuando reconocieron derecho constitucional.
Hoy con el Covid-19 legislan
absurdamente hasta fiscalizar la prevención y obligatoriedad de tratamiento,
desde el embudo de la ciencia química para la economía farmacéutica. Nada de
educar en la autogestión de la salud desde la escuela y aprender a preservarla desde la farmacopea natural y una
nutrición bien balanceada; ello nos permitiría tener un sistema inmunológico
activo y de suficiente capacidad para neutralizar y resolver cualquier
patogenosis vírica. Desprecian esta riqueza social en aras de una rentabilidad
económica. De ahí, la eterna pelea de la medicina basada en la evidencia contra
la de salvar vidas.
La mayor razón para reafirmarnos en
nuestro escepticismo es, que han logrado reducir toda la vida social, económica
y clínica, a un único tema, monopolizado por los medios en versión única.
También, al ver que han programado como única solución médica, vacunar
masivamente a la población, con contrapartida doble, por la enorme factura de
la industria farmacéutica a la sanidad pública, y por las ínfimas garantías
para la preservación de nuestra salud, siempre que, además no sea lo
contrario.... y ya se han inmunizado en responsabilidades.
Vivimos para crecer y evolucionar.
Evolucionar es mejorar a base de cambios. desde sufrir a disfrutar, caer a
levantarnos, enfermar a sanarnos....todo así.
Impedirnos crecer, nos infantiliza y
ello va contranatura en nuestra evolución genética. Siendo portadores sanos del
Covid-19 mantener activas y en plenitud nuestras funciones biológicas, nos da
autosuficiencia en salud, siendo el mayor indicador de riqueza en una
comunidad. Imponernos sus vías exclusivas para preservar nuestra salud desde
todo soluciones externas, nos impide ejercitar y potenciar nuestro sistema
inmunitario y macrobiota intestinal; siendo ambas, respectivamente...alma y
cerebro de nuestra salud psicofísica y espiritual.
Siendo que cada día mueren en el mundo
40.000 niños por falta de atención médica, hace 30 años en Nueva York, 60 jefes
de estado de los principales países de la Tierra, firmaban el Plan de
Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia bajo el siguiente
enunciado: “No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y
el desarrollo del niño, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el
progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana”.
Si esas cifras han empeorado, ¿a qué
viene ese ingente gasto económico y empeño en vacunar a personas sanas del
primer mundo con recursos propios para proteger su salud?, ¿por qué la mascarilla
obligatoria a niños y personas sanas?, ¿por qué en partes médicos de afectados
por la mascarilla constan solo las consecuencias pero tienen órdenes “de
arriba” de no reflejar las causas? No tienen respuestas, tampoco salen las
preguntas... gracias a los medios.
Si olvidar el alarmante incremento del
nivel de metales pesados (aluminio, mercurio, cadmio etc.) con causas en
vacunas, aguas fluoradas y fumigaciones aéreas, el problema fisiológico más
grave que hoy sufren nuestros niños, es la acidificación progresiva de la
sangre debido al déficit de oxigeno inhalado al respirar, provocado por el uso
continuado de mascarilla. Personas con elevado ritmo respiratorio debido a su
actividad física, dándose casos de hipoxemia, infecciones y hongos en laringe,
etc, que han requerido ingresos hospitalarios.
El problema más grave que sufrimos los
adultos, es que seguimos adormilados en nuestra zona...hoy de miedo y en los
últimos 40 años de confort. Más grave aún, cuando lleguemos a un umbral de
sufrimiento e impotencia insoportables, que nos haga cambiar y reaccionar ante
nosotros mismos, ya que no se trata de ir contra nadie sino a favor de buscar
la verdad de la vida y ser desde uno mismo, a partir de lo cual todos esos
“nadies”, “cosas”, “casos”, “goles”, “votos” y demás señuelos evasivos por los
cuales les mantenemos....nos sobrarían.
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Autor: Iulen Lizaso (iulenlizaso@gmail.com)
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