Unos están
deseando que les llegue ese SMS, otros/as quisieran que nunca entrara en su
móvil. Van corriendo los turnos... A muchos recién sexagenarios nos alcanzará
pronto un mensaje que nos dispondrá para la reflexión profunda. Podremos
atender o no a su invitación, podremos meternos o no la polémica aguja en el
cuerpo, pero no olvidemos que el mundo no se divide entre pro y antivacunas. No
levantemos nueva frontera entre quienes se colocan o no en esa ya cercana cola.
Más
importante que vencer al virus de la pandemia, es vencer al virus más peligroso
del separatismo humano. A lo largo de la historia hemos inventado las mil y un
formas de alejarnos mutuamente, pero ahora es cuando tocaba sólo inventar las
formas de reencontrarnos. Ahora es cuando el camino de regreso a la unidad
diversa, a la condición de hijos e hijas de Dios sin excepción de ningún
género. El bichito del pandemia no debiera tampoco dividirnos.
El mundo no
se dividía entre cristianos e “infieles”, tampoco entre proletarios y patronos.
El mundo no se partía entre derechas e izquierdas, entre nacionalistas y
centralistas, tampoco en provacunas y antivacunas, entre promascarillas y
antimascarillas.
Cuando uno
no entiende de un tema ha de aprender a callar, la boca cerrada constituye la
salida más honrosa. Cuando el tema es controvertido y atañe a la salud
colectiva, el silencio mejor sepulcral. No ponderaré por lo tanto sobre lo que
no entiendo.
En todo
caso en el mundo se podrá observar una diferencia, que no dividir, entre
quienes viven por y para sí mismos y quienes viven para el prójimo, quienes
aspiran a hacer de sus vidas una bella aventura de servicio a los demás. En
medio encontramos toda la gama. ¿En ese siempre confuso escenario, dónde se
ubica la vacuna antiCOVID? Creemos profundamente que hemos violado un orden
natural y prima volver a él. Creemos en el poder inmunológico del sol, del
aire, de la tierra, en general de la vida natural. Ahora nos piden que metamos
en nuestros cuerpos otra vacuna más "contundente". Asiste su cuota de
razón a los que abogan en favor de ellas, asiste también su cuota de argumento
a los que las cuestionan.
Sólo
apuntaremos que no se nos vaya con la aguja la nostalgia del retorno, la
imperiosa necesidad de volver a la armonía con cuanto late, pues el virus ha
medrado en ese desarreglo. El sumo respeto a lo que haremos cada quien ante ese
SMS es la esencia de nuestro mundo libre que tanto nos ha costado alcanzar. Esa
actitud respetuosa con las opciones de los otros representa nuestra sólida
conquista.
La decisión
que tome cada uno en razón de su conciencia y sus circunstancias será la
adecuada. La intimidad es nuestro territorio más sagrado. Nadie de ninguno de
los dos extremos ose amenazarla.
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Autor: Koldo Aldai (koldo@portaldorado.com)
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