Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

13/4/21

Memorias de un descarnado (11-29). Por Deéelij

          El alumno acopló la espalda al respaldo de la silla. Respiró hondo queriendo, con el aire inhalado, deshacer cualquier nebulosa que su inconsciente pudiera, en forma de telón impenetrable, ocultarle en la introspección solicitada. Cerró los ojos, centrando toda su atención en el interior de sus recuerdos. Inició el proceso desde lo más nimio, desde los procedentes de la infancia, hasta los actuales. Encadenaba sucesos e incidentes, frases y dichos, consejos y advertencias, acciones y reacciones. Volvió a aspirar con fuerzas. Analizó cada centímetro cuadrado de vivencias que la película de su extinta vida grabó. Pero nada ofrecía alternativas viables. ¿Se estaría anulando? No, se dijo convenciéndose: tan solo no has realizado la derivada correcta. La incógnita se mantiene.

    ¡Vamos!, insistió procurando encontrarse. Sabes que eres inteligente, puedes descifrar el enigma. ¡Puedes! ¿Qué es lo que realmente estás escudriñando? ¿Qué has aprendido hoy? Fue la primera pregunta que me hizo Pitt. Quizá en ella estaría la clave. ¿Qué le habían transmitido durante el día que fuese relevante?

    Siguió cotejando los datos que fluían… Como una luz, su computadora mental abrió una ventana: un resquicio que en principio podría parecer una solución grotesca, pero que era la única que hasta el momento quiso aparecer. ¿Será esto? Esperó. La búsqueda interna se perpetuó animadamente. Descartó posibilidades. Eliminó lo absurdo, la sinrazón. Tan sólo aquella luz ofrecía una pesquisa real. Decidió realizar una exposición. Total, como solía decir: ¿qué puedo perder?

      -     De acuerdo Pitt. Déjame exponer algo. Es lo único que he considerado lógico. Y te aseguro que le he dado vueltas al asunto. Verás – iniciaba inclinando todo su cuerpo hasta colocarse al filo del asiento provocando que las patas traseras de la silla quedaran en el aire –. Al llegar a tierra abriste la carlinga soltando una pregunta: ¿qué tal la clase? Luego, aquí has lanzado otra sin desperdicio al principio: ¿qué has aprendido hoy? Y tú no eres de los que gastan saliva en balde. Recapitulando, esta tarde en el aire con Pal tuve un mal entendido. Ella aclaró la diferencia entre el contenido de la clase y lo que es el aprendizaje de las reglas de vuelo. Ello ocurrió porque confundí lo que me contó a propósito de un hecho de su vida para que captara mejor ésta cuarta norma, mientras que el contenido de la clase era la práctica de la relajación e introspección hasta llegar a la plenitud de mi Ser y poder dirigir el aparato de mi vida sin maniobrarlo con mi cuerpo, sino con el pensamiento postulado desde el Ser.

     -     ¿A dónde quieres ir a parar?  ¿No estás desviando el tema?

     -     No, en absoluto. Permíteme seguir, ya sabes que todo tiene un porqué. Pal relató que el escollo que le condujo a Nairda fue su falta de autoestima al no haberse sentido… bueno, la historia ya la conoces por ella ¿Me sigues hasta aquí?

     -     Continúa. A ver a dónde nos conduce esto; tenemos todo el tiempo del mundo.

     -   Deduzco, por tanto, que en la misma medida que ella obtuvo ese resultado del trato percibido, yo conseguí justo lo contrario. Fíjate, y ahora llega la conclusión del análisis que espero sea el que necesitamos para seguir escalando hasta llegar al final de esa escalera que, como ejemplo gráfico, mencionaste antes. Desde que tengo uso de razón, puedo asegurar que yo fui tratado de forma totalmente distinta a la de Pal desde el nacimiento. El ejemplo es, concretamente, mi padre, pues, aunque mi madre siempre constituyó un ejemplo de virtudes adornándonos de buenos consejos, mucha ternura y cariño; el espíritu vital, el impulsor de la familia, lo forjó a cada instante su marido. Ambos se compinchaban perfectamente, cada uno en su papel. En casa éramos tres hermanos, yo el mayor, y, como consecuencia, al que se le inculcaba más responsabilidad y ejemplo. Tuve que cuidar de mis hermanos en multitud de ocasiones, y cada vez que quedaba en casa a cargo de todo, mi padre siempre me hacía la misma pregunta: ¿por qué nos sale todo bien en la vida? La respuesta la teníamos grabada a fuego en nuestra conciencia, la habíamos repetido miles de veces, y estábamos convencidos de ello: porque nos lo merecemos; porque somos cada uno lo más importante de papá y mamá. Tal “adoctrinamiento” ha sido el auténtico impulsor de mi coraje y fuerza para alcanzar cualquier meta auto propuesta. Ahora, como nunca, puedo dar las gracias a ellos por inculcarme ese valor concreto. ¿Hemos subido un peldaño Pitt?

     -     Desde luego que sí confesó socarrón –, unos cuantos de golpe…

     -    Uff, creí que no daría con la tecla. Ya iba a pasar toda la noche indagando y dando vueltas a mi vida. ¡Aleluya! – concluyó levantándose de un brinco y alzando los brazos sarcástica e irónicamente a la vez.

     El estallido de risas fue mutuo. El ambiente apelmazado por la indagación preliminar y la exposición subsiguiente del aventajado alumno se había distendido de súbito.

     -     De acuerdo entonces. ¿Eres capaz de establecer un corolario tras tu deducción?

     -   ¿No sería un atrevimiento por mi parte? Después de todo, tú eres el instructor, y yo, el alumno.

     -     Precisamente por ello. Lánzate, seguro que lo harás bien.

     Otra vez se veía avocado, sin ser forzado, a realizar un discernimiento que nunca, antes, solía recabar en su antigua vida. Quizá, pensó, esto era algo que también debía aprender. Solía saltar de un lado para otro sin extraer las consecuencias de sus acciones. Un claro se describía en el océano de nubes por el que danzaba. Otra ventana se volvía a abrir en su interior. Una cosa era obrar por razones, y otra muy distinta hacerlo con razón.

-          Bien Jefe, intentaré sorprenderte –dijo convencido.

     Pidió papel y algo para escribir, materiales que solícitamente puso en sus manos Pitt. Apuntó varias frases, unió algunas palabras de cada una de ellas, enlazó ideas, y creó al fin algo que presumía podría ser plausible.

     -    A ver si te gusta: uno se merece lo que cree merecer; siempre que lo crea y cree a nivel mental, lo verá; pero siempre que sepa que él es la causa que lo genera. Por tanto, el motor de su merecer se contiene en el pensamiento que lo crea desde su Ser, desde su totalidad y plenitud – se quedó esperando un vítore.

     -    ¿Y…? – inquirió Pitt sin inmutarse, incitándole a seguir acompañando con el gesto de sus manos abiertas.

     -     ¿Y…? ¿No te parece poco? ¿No está bien?

     -   Vamos pilotillo, estás a punto de escalar la montaña; queda nada; piensa un poco; sólo algo más; ya casi lo tienes – concluía, sonrisa en ristre, asiendo la jarra que contenía su gustoso té de fruta.

        ¿Y…? se dijo Jano, reflexionando. Este Pitt hoy conseguirá dejarme sin neuronas de segunda generación. Nací de nuevo hace tres jornadas, y está apunto de machacarlas, todas de un tajo, con tanto ejercicio metal. ¡¿Y…?, me dice! ¡¿Qué más quiere que diga?! ¡¿Acaso hay más?! Este era su refunfuñar interior contra el Jefe de Instructores cuando el mismo le sacó de sus cavilaciones y quejas.

     -       Hay una cosa más, lo esencial, lo que engloba a todo…

     -      No lo hagas otra vez profirió Jano malhumorado –  no me leas la mente ¿Quieres?

     -      Lo siento, no lo hago. Ya sabes cómo son esas reglas, sólo se puede leer cuando tú la abres voluntariamente o te diriges a esa persona. En este caso me estabas hablando con tu pensamiento. Venga, un pequeño esfuerzo y concluyes poniendo la guinda. No me creo que no seas capaz. ¿O no?

     “Touché”. Pitt le había dado en su amor propio. Ahora sí que no consentiría en cejar en su empeño. Lo alcanzaría, aunque le costase toda la noche. El acertijo hervía en su interior.

    Desde que he llegado todo se reduce a eso: a un puro juego adivinatorio, –se decía Jano conjeturando–. He ido saltando de una regla a otra. Ha sido divertido en muchas ocasiones, otras han costado algo de esfuerzo, pero parece que ésta es la peor de todas. Y eso que no constituye el famoso escollo por el que todos llegamos hasta este lugar. Sólo pensar cuál será el mío me da miedo. ¿Cuál será mi problema? No, no, mejor no seguir por ahí. Dejaré que eso llegue en su momento, ahora toca resolver este galimatías. ¿Por dónde empezar, si es que había que recurrir a un hacer, en vez de a un estar en el Ser?

     Veamos – continuó elucubrando, perfilando –. Le falta algo a ese corolario. ¿Un resumen final? No. Un corolario no necesita un resumen: se demuestra por sí mismo. Tampoco necesita de otro corolario. ¿Un axioma? Tampoco parece que sea la solución. ¿Qué está esperando éste…? –  interrumpió la pregunta interna; sí se la dirigía a Pitt él le volvería a leer la mente, y eso era lo que menos deseaba –. ¿Qué narices le falta a esto? ¿Una explicación? Tampoco, resulta inconcluso.

     ¡Ya está! Prorrumpió en una eclosión neuronal. De la palabra inconcluso extrajo la de conclusión. Esto es lo que le falta a mi corolario: Una conclusión, no una explicación. Algo que une y ata. Es como el pescado que se muerde la cola. Lo pillé.

     -     Lo tengo Pitt. Lo tengo… –  aclamó eufórico. Estaba absolutamente convencido de haberlo conseguido.

     -      ¿Y a qué esperas? Suéltalo.

     -      Es realmente fácil, sinceramente creo que lo tenía que haber alcanzado antes. Déjame empezar por enunciar el corolario – él con agrado le devolvió una mirada de asentimiento y conformidad, testimoniando su seguridad en el final de sus deducciones –. Veamos, si uno se merece lo que cree merecer; siempre que lo crea y cree a nivel mental, lo verá; pero siempre que sepa que él es la causa que lo genera. Por tanto, el motor de su merecer se contiene en el pensamiento que lo crea desde su Ser, desde su totalidad y plenitud”, resultando, como consecuencia, si así queremos llamarlo, que, “cada una de las reglas no es independiente de la otra, sino que se interrelacionan entre sí para poder funcionar. O lo que es lo mismo, lo que me exigías antes, la conclusión: ninguna regla funciona si una falla” – Pitt mostró una expresión aprobatoria sin equívoco e intentó hablar, pero el ánimo de Jano no acogía la opción de verse interrumpido en un momento que consideró tremendamente satisfactorio solicitando con sus manos paciencia –. En definitiva y gráficamente expuesto, las normas de vuelo son igual que una cadena; ésta siempre cumple su función mientras que cada una de sus piezas mantenga su posición. ¿Qué, es o no es lo que querías escuchar?

     -    ¡Perfecto! – manifestó Pitt acompañando de aplausos sus palabras.

     -   ¿Esbozaste la posibilidad de que no concluiría? – indagó con vehemencia el creído, ahora, alumno.

     -     Bajo ninguna circunstancia, pero…

     -   ¿Ves? Siempre lo consigo, soy el mejor. ¿Ves? ¿Ves? – la alegría le embotaba. Dejaba de estar consciente del alboroto formado; parecía haber conquistado el primer premio de alguna lotería, más que tener en su haber el logro de descifrar las claves con las que dirigir su vida.

     -   ¡Jano! – Pronunció Pitt sólidamente, captando al completo su atención –.  Déjame terminar. Tranquilízate; no te enarboles tan rápido. Has obtenido un triunfo notable, de acuerdo. Has captado a la perfección el sentido de las cuatro primeras normas del vuelo, y, además, enuncias la concatenación existente entre ellas y la paradoja que encierra su articulación y correcto funcionamiento para obtener la armonía en su fin. Sé que estás en condición de digerir lo que no pude concluir hace unos instantes. Has de captar que todos los alumnos alcanzan la misma cognición. No eres el único. Pero, y déjame concluir… – apuntaló ante las señales evidente de volver a cortar la comunicación – Sí, he de reconocer, como anteriormente he mencionado, que estás progresando a muy buen ritmo. Espera, espera…– advertía, de nuevo ante otro intento de Jano por tomar la palabra – ¡Mira que eres impaciente a veces! Quiero que entiendas, en profundidad, que hasta ahora todo ha podido parecer fácil o rápido; no obstante, el gran problema lo encontrarás cuando tropieces con el denodado y fatídico escollo que te ha conducido a Nairda. Es, o será, ese momento el principal; y para ese preciso instante has de estar preparado. Por eso era preciso aventurarte hoy en estos conceptos, dado que es imprescindible tenerlos bien aprendidos para cuando llegue tu particular infierno. ¿Entendido?

     Y tanto que lo estaba. Tenía razón, le conocía mejor de lo que había imaginado. Segundos atrás, estaba encumbrado en su conquista; ahora, sumido en la advertencia de un posible desastre. Aquello le desasosegó.

     -    ¿Cuándo será eso? ¿Cuándo tropezaré con mi personal obstáculo? Seguro que tú sabes el momento y a qué atañe. Vamos, Pitt, dímelo.

     -    Eso es algo – decía negando con la cabeza –  que no forma parte de la instrucción. Cada cosa a su momento, todo a su hora. Tú lo percibirás. Es como saber que llueve, así de simple.

     -    Con Pal fue distinto, ¿no es verdad? – argumentó reprochando sin otro recurso y a modo de chantaje.

     -   Sí, lo fue. Pero con cada alumno es diferente –proclamó con rotundidad  –, ninguno es igual. Y al adiestramiento se accede acorde a las circunstancias individuales, personales e intrínsecas que componen la esencia propia de cada Ser sin que deje de ser igual al Todo del que forma parte – Pitt matizó un breve silencio queriendo conquistar la voluntad inquebrantable del alumno – Creo que es hora de dormir un poco. Mañana será un día intenso, imagino – concluía dejando su sillón vacío y girando al levantarse, dando fin a la conversación – ¿Prefieres ir a pie o en jeep a la residencia?

     Jano frenado ante la actitud expuesta, percibía, con la exigua lucidez que le restaba tras una jornada tan intensa, el momento adecuado para obedecer sin rechistar. Mañana encontraría argumentos, si era posible, para atacar con la caballería suficiente y conquistar la información que requería. No le apetecía nada encontrarse de bruces con su peor enemigo, desconocido aún, pero con toda probabilidad, experimentado en su anterior vida. Debería realizar un ejercicio de auto análisis desentrañando, si era posible, la razón que le impulsó hasta esta dimensión.

     -   Prefiero, si no te molesta, dar un paseo. Quisiera disfrutar del frescor de la noche, creo que me ayudará a conciliar el sueño y despejar la mente. ¿No te importa?

     -    Al contrario Jano, eres libre de hacer lo que consideres oportuno – remató abriendo la puerta    Que descanses. Buenas noches.

 Posdata:

En el artículo del día 1 de diciembre (Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre. III Parte) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en psicoterapia, que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional, siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán, pues mis tiempos están contados, para seguir en esa labor. No se trata de dar una formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su correo profesional:  terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es

Para las actualizaciones de Todo Deéelij y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com

Nota a la posdata: si quieres recibir esta ayuda terapéutica más vale que te comprometas contigo mismo, pues es exigente. Sólo apto para valientes y no timoratos.

===============================================

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.