Óyeme, Vida… Te hablo desde lo más profundo de mi ser.
Óyeme, Vida… Principio de todo, Bien, Señor, Creador, Dios.
Sé poco de ti; y de todo y de lo poco que sé, sé poco.
En mi interior, sin embargo, siento el universo, el sol, las
estrellas, los mares, los ríos, las montañas, los árboles y plantas, los
animales… Y siento la unidad en la diversidad de todo… Pero no sé nada…
Siento la unidad de los seres humanos que luchamos entre nosotros
por el poder y la avaricia, desconociendo el proyecto común de nuestra Esencia.
Y me siento una con los inconscientes, esos que llamamos malos, los que
manipulan para eliminar nuestra libertad y sociabilidad. No los juzgo, no
despliego contra ellos la espada de la ira, sino mi compasión y amor. Tienen su
papel en este ciclo histórico.
Procuro aceptar en este tiempo difícil que vivimos; también mis
perplejidades cuando tengo que decidirme responsablemente en cualquier cuestión…
Esta aceptación me lleva, casi siempre, al discernimiento y al amor.
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Autora: Concha Redondo (concharedondo@gmail.com)
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