Son diversos los motivos que
pueden llevarnos a tener patrones de conducta repetitivos y de los que nos
cueste salir.
Por norma general, los
patrones que no nos crean conflictos o no nos causan sufrimiento, no suelen ser
revisados. En cambio, aquellos que una y otra vez nos traen la misma escena, la
misma emoción y la misma posición interna y éstas se relacionan con la desvalorización,
la sumisión, la tendencia a quedarse a un lado o a sentir que todo lo que
deseamos conseguir supone un esfuerzo, si suelen, con el tiempo, desear
cambiarse. Aunque, en ocasiones, se necesite un apoyo.
Este es el caso de una chica
que, tras solicitarme consejo sobre el color más adecuado para pintar su
dormitorio, pude ayudarle a enfocar mejor su forma de concebir la vida.
Cuando alguien desea generar
cambios en su dormitorio, por norma general necesitan mejorar algún aspecto
interior que les impide descansar.
En estos casos, además de
solicitar imágenes del espacio a decorar y las fechas de nacimiento de las
personas que dormirán en él, también solicito un listado de aspectos de vida
que se desean mejorar.
Al leer el listado de la
chica, el más marcado era su deseo de dominar su carácter impulsivo.
Observando su tipo de
vibración personal, el de su pareja y la decoración que en aquel momento tenían
en su dormitorio, no contemplaba nada a su alrededor que le llevase a ser
impulsiva, sin embargo, conforme me contó la idea de decoración que tenía para
renovar el dormitorio, sí que observé una tendencia a crear un ambiente que le
reprimiría.
Tras asegurarme que no era una
tendencia provocada por su tipo de relación pareja, profundicé en mis preguntas
hasta que confesó que llevaba tres meses tratando de seguir una dieta que,
aunque le generaba resultados físicos, emocionalmente le mantenía tensa e
irritada.
Revisé la orientación hacia la
que dormía y la orientación hacia la que trabajaba en casa y encontré en ambas
una tendencia al esfuerzo.
Al comunicárselo, profundizó
todavía más en sus relatos y expresó su creencia de que todo debe de costar un
precio. Que nada nos lo regalan. Que todo logro requiere un sacrificio.
Le pedí permiso para reconducir
su objetivo principal y llevarlo, del deseo de dominar su carácter impositivo,
al objetivo de fluir en la vida con facilidad.
Antes unos instantes de
incertidumbre, accedió.
Revisé de nuevo su dormitorio
y observé otra posible colocación de su cabezal para mejorar su orientación,
sin perjudicar a su pareja. A la vez, le recomendé otra orientación para
sentarse a la hora de trabajar. Ambas orientaciones facilitan su crecimiento
personal natural.
Por vibración, la Madera le
aporta serenidad y la Tierra le facilita drenar su exceso de energía, por lo
que cambió el cabezal por uno muy sencillo de Madera y pintó la habitación de
un color beige suave. Ambos elementos también eran saludables para su marido.
Al cabo de tres semanas me
escribió confesando una nueva forma de concebir la vida.
No sólo había mejorado su
carácter, si no que su alimentación se había regulado sin esfuerzo y aunque su
relación ya era de calidad, aún había mejorado en comunicación y entrega.
Normalizamos con mucha
facilidad el esfuerzo sin darnos cuenta que es un indicativo de estar
sobreviviendo.
Vivir no cuesta esfuerzo. La
vida sabe cuidar de sí misma. Sólo debemos abrirnos a confiar en ella.
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Autor: Andrés
Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte
en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios
y empresas que mejoran la calidad de vida.
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