La recién estrenada primavera puede pasar al lado con todo su alarde de
frescura, vida y belleza y pillarnos a nosotros en el Google investigando quién
es Rocío Carrasco o los últimos datos del Covid en Manchuria. La sempiterna
gresca política con la última y agresiva intervención del dirigente de turno
poco va a afectar nuestro destino, si no es para saturarnos de mediocridad.
Seguir la actualidad pormenorizada que nos sirven los medios es un ejercicio
que nos puede ir vaciando de ilusión, de esperanza en el futuro.
No podemos diariamente sucumbir al mazazo de la dura actualidad. Una cosa
es querer estar en el mundo y otra diferente impregnarte de mundo. Nos toca
impregnarnos del mundo que está naciendo, no del que está muriendo, no del que
no tiene recorrido y no es sostenible. La lectura exhaustiva del diario
acontecer servido por los medios nos puede no sólo hacer perder un tiempo
precioso, sino también causar daño, influir y contaminar mentalmente. Hay otra
actualidad “alternativa” de la que no reportan los noticieros oficiales y que
reclama también su foco. Es más estimulante en términos de progreso
colectivo.
Deberemos cuanto menos cuestionar la jerarquía de importancia de las
noticias que se nos presentan. Desde las redacciones de los medios, desde su
particular órbita y conciencia se decide qué acontecer es el más importante,
pero seguramente no tiene ninguna trascendencia para la humanidad el que
prospere o no la moción de censura en Castilla y León. Seguramente podemos
seguir viviendo sin conocer quién es Rocío Carrasco y su tóxico novio…, pero
conviene que sepamos por qué por ejemplo los campesinos indios llevan muchos
meses en sostenida y civilizada lucha.
Lo relevante para unos no lo es necesariamente para otros. La relevancia de
una información está relacionada con nuestro enfoque de la existencia. Los
profesionales de la información cumplen con su cometido de dar cuenta de lo que
conciben como noticiable, pero la idea de “noticia” está cargada de
subjetividad. La “noticia” no es igual para quien está inmerso en el mundo,
identificado con él, que para quien ve en el mundo un campo de entrenamiento de
la conciencia.
“Noticia” debiera ser aquello cuyo conocimiento nos hace más presentes, no
más ausentes. La noticia nos sirve para acompañar al otro y ser un poco más con
él, para sentirnos más humanidad en medio de esta hora intensa de desafío
evolutivo. El otro no merece caminar sólo y abandonado. Ese acompañamiento nos
empuja en el desarrollo de la conciencia, nos ayuda a dar las respuestas
adecuadas a los grandes interrogantes. Será por lo tanto preciso seleccionar
qué información nos resulta útil en ese acompañamiento, cuál nos permite estar
mejor ubicados en el aquí y ahora y cuál únicamente responde a mera curiosidad
que puede ser incluso malsana.
Reciclar el significado, leer la actualidad con los ojos de la esperanza
puede ser excusa hasta cierto punto para ese repaso detallado, pero nadie está
exento de la posibilidad de sucumbir a ese ejercicio diario. Una vez más
necesitamos el punto del medio. En este ejercicio de mantenernos informados
buscaremos el centro balanceado, un estar y no estar. Trataremos de observar
sin identificarnos; tomar conciencia aérea de lo que acontece, sin imperiosidad
de letra pequeña y análisis exhaustivo.
Después de miles y miles de periódicos leídos en infinidad de mañanas
compruebas que no eres un ciudadano que necesariamente estás mejor informado;
constatas que has consumido infinidad de información que no servía
necesariamente a la finalidad de estar más presente. La frivolidad, la
vulgaridad y el conflicto alcanzan a menudo el titular más fácilmente que la
noticia positiva, necesaria y esa carga de negatividad va depositándose en
nuestro interior. Hay que tener una enorme fe en el humano y en su superior
destino para compensarla. Esa fe nos puede habitar, pero no somos inmunes a los
efectos que comporta esa diaria digestión de un brebaje diario con exceso de
ponzoña.
Cada mañana el repaso de arriba abajo de los medios nos lastra, nos
impregna de un pesimismo, que después hemos de esforzarnos en quitarnos de
encima. Reconozco en la adicción a las noticias una droga que por lo menos
necesita su descanso. La noticia como el café o la anfetamina puede ser
adictiva, requerir su preocupante dosis diaria. No es que necesitemos ser
tratados, sólo necesitamos el antídoto, reparar en otras cabeceras de luz en
otros titulares de auténtica primavera que nos equilibren. Esos titulares a
menudo no los proporcionan los medios oficiales.
Podemos ser más felices sin el ritual de lectura pormenorizada de la
actualidad, pero tampoco podemos desentendernos por entero del mundo y del
devenir humano. Vinimos con contrato de compromiso, por más que nadie nos
exigirá saber de los últimos tránsfugas de determinado color político, ni de
los pormenores de la descorazonadora batalla parlamentaria. Acompañar sin
apresarnos, sin quebrarnos; mirada aérea sobre la actualidad para ubicarnos, no
exhaustivo “zoom” en el que seguramente nos extraviaremos.
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Autor: Koldo Aldai (koldo@portaldorado.com)
Fuente: http://www.koldoaldai.org/
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