Hacemos más vida puertas adentro que en las
plazas y avenidas, por eso la revolución más decisiva y trascendente es también
entre paredes. Pancarta sí, pero la calle no es el solo
espacio donde se dirime el nuevo mundo, las nuevas relaciones
entre mujeres y hombres. La pancarta detenga el abuso, frene en seco la
brutalidad, pero no nos confronte. Las conquistas del asfalto se manifiesten
también sobre el pavimento del hogar, sobre el azulejo de la cocina, sobre la
moqueta del dormitorio y el salón.
Todos los derechos por supuesto y más, pero nuevas
trincheras no, por favor. Sobre todo la revolución de lo cercano, de lo
íntimo, de lo verdadero; sobre todo la madurez nuestra y de vosotras en
el espacio cotidiano, sobre todo el progreso de una consciencia llamada a
desbordar la esfera lila, que abarque otros urgentes colores y esferas,
otros compromisos y responsabilidades colectivas.
Sobre todo, alianza de mujeres y hombres decididos/as a
levantar un nuevo paradigma en que nosotros compremos, pasemos la
fregona, hagamos la plancha, limpiemos los wáteres…, pero sobre todo nos
reencontremos en nuestra profunda unión y complementariedad, que no en
nuestra igualdad esencial. Hay verbos regulares y únicos como abrazar,
acoger, amar... que nunca conjugaremos como vosotras. Hay el verbo más
importante que es el engendrar, el de dar continuidad a la vida en el que sólo
podemos volcar la semilla y acompañaros.
8 de Marzo para reconstruir también el uno de la amistad, de la
pareja, de la familia, de la entera sociedad. Radicalidad sí, pero sobre
todo la de la siempre urgida ternura, la del genuino amor y la
mutua comprensión.
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Autor: Koldo
Aldai (koldo@portaldorado.com)
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