Lo ideal es saber marcar límites de forma natural y desde
la integridad y coherencia de nuestra propia personalidad, pero hay ocasiones
en que marcar un límite físico también es necesario.
“Esta fue la experiencia que
viví con el director de una empresa de exportación de producto artesanal
propio.
La forma de liderar que el hombre que había aprendido de sus padres (es una
empresa familiar) era la de estar constantemente presente en la línea de
producción para controlar cada proceso, así como evitar la distracción del
personal.
Cuando recibí su llamada, su
mayor interés era averiguar si la energía general de la nave industrial era
óptima y recibir unas pautas para lograr crear una imagen de marca que
favoreciera la armonía dentro de la empresa.
Para mi sorpresa, al estudiar
los planos y recorrer los diversos espacios, al entrar al despacho de dirección
general, me encontré con un espacio completamente vacío.
Tras mi pregunta sobre el
motivo de aquella ausencia de presencia en el puesto de liderazgo, fue cuando
obtuve la respuesta de que para liderar en aquella empresa se consideraba que
lo mejor era estar a pie de fábrica.
Nos reunimos en una pequeña
sala y ante mi interés por su deseo de lograr armonía dentro de la empresa, me
confesó que sentía una gran carencia de liderazgo entre los socios y que esa
carencia la aprovechaban algunos trabajadores para crear conflictos.
Mi recomendación fue
replantear su idea de liderazgo y, ante su voluntad de hacerlo, comenzamos el
proceso por habitar aquel despacho vacío. Casualmente, al estudiar la energía
de aquel despacho, lo más llamativo fue observar que su orientación favorecía
la energía de liderazgo y, a su vez, la energía del director. Ambas coincidencias
avecinaban que el proceso sería sencillo. Y así fue.
En menos de un mes el chico
se había instalado en el despacho y comenzó, pese a la resistencia familiar, a
dirigir de una manera más ordenada la empresa y con mejores resultados, aún
así, observaba que ciertas personas no respetaban aquella jerarquía de espacio
e invadían el despacho sin ningún tipo de prudencia.
Ante este hecho y ante la
incapacidad por parte del director de saber marcar nuevos límites mejor
definidos, le recomendé colocar una alfombra grande que remarcara muy bien su
lugar.
El color de la alfombra y su
textura favorecería, además, la vibración del liderazgo y su seguridad interior
personal.
A las pocas semanas de su
instalación, la energía de aquel líder se afianzó de una manera sólida y sana”.
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Autor: Andrés
Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte
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