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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de este enlace se puede tener información sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
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De la revista Cristianisme i Justicia, en 1989, se le pidió a Ignacio Ellacuría una reflexión sobre el "Quinto Centenario visto desde América Latina". Estaba trabajando en el tema... pero su vida fue segada junto con las de buena parte de su equipo, en la UCA de San Salvador, la madrugada del 16 de noviembre de aquel mismo año, año de la caída del Muro de Berlín. Actualmente, me han llegado unos puntos de meditación, desde el pensar y la vida comprometida de la Madre Teresa de Calcuta, Premio de la Paz, en 1979, que falleció el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta (India). Finalmente, me encuentro con un correo de Emilio Carrillo que invita a participar en un nuevo Proyecto de investigación “Consciencia y Sociedad Distópica". Estamos, pues ante un reto de análisis, meditación y consciencia de algo que no sólo es futuro lleno de contradicciones, sino pasado y presente.
Estamos ante el reto de si
podemos o no ir configurando realmente una Nueva Humanidad, una Nueva Comunidad
Humana, más justa, más solidaria, más consciente, capaz de vivir en paz y
armonía.
La sociedad distópica es
como un huracán creciente. Pero desde la realidad actual ya no la podemos ver
como un futuro imaginario o apocalíptico, pues la propia experiencia nos
desvela un presente de situaciones de extrema dureza: guerras, hambre,
enfermedades, inundaciones, terremotos, alienación e injusticia social,
injusticia estructural que consagra desigualdades..., manipulaciones de todo
tipo, discriminaciones, y deterioro del Medio Ambiente y de nuestra Casa Común,
que es este Planeta Tierra, parte minúscula del Universo.
Tomar consciencia de la
sociedad en la que vivimos nos sitúa en el corazón de la realidad donde se dan
las contradicciones del sistema socioeconómico y político, con las carencias
globales en salud, educación, y cultura, o la falta de un diálogo sincero entre
la fe y la ciencia, la técnica y la ética, y entre las distintas
religiones, confesiones o ideologías -demasiado sectarias y cerradas en sí
mismas-.
En esta toma de consciencia
ya no puede prender el sueño de una Utopía, a modo de sociedad idílica, pero si
el compromiso de la ejemplaridad.
Con Teresa de Calcuta
sabemos de la importancia del hoy, del día a día, de que es fácil equivocarse e
importante rectificar; sabemos de los miedos como obstáculos para la
convivencia; nos damos cuenta que la raíz de muchos males está en el egoísmo y
el egocentrismo. Basta haber sido emigrante, o tener los ojos abiertos, para
darse cuenta de ello.
No es lógico que el trabajo
esté al servicio del Capital, de quien sea esclavo. El trabajo tiene sentido si
es realización personal y colectiva y si es incluso creativo. No cabe, pues,
ser esclavo ni desalentarse por las dificultades de la vida. La vida de los
pequeños, niñas y niños, nos enseñan y estimulan en nuestro peregrinaje. De ahí
la importancia de la comunicación, del ser útil para ser feliz, apartando los
momentos de mal humor -uno de los peores defectos de nosotros los humanos-.
Frente al mal humor, la alegría de vivir, más allá del misterio de la muerte.
¿Qué es lo más peligroso?
Pregunta la Madre Teresa. Respuesta: lo más peligroso en la convivencia y en la
sociedad es mentir; y lo más negativo: la envidia. Por eso, tal vez, el sentido
de la vida lo da el amor, el perdón, el hogar, la paz, el optimismo, la
satisfacción del deber cumplido.
Para concluir esta
meditación, fe y esperanza, sentido de religación, de donde venimos y hacia
donde vamos, y lo más bello de la vida: el amor, la confianza en esa realidad
que nos transciende y que denominamos Dios y que nos remite a que nos amemos
los unos a los otros como hermanas y hermanos que se llevan bien.
¿Cuál fue la aportación de
Ignacio Ellacuría? Desvelar las contradicciones de la Civilización del
Capital, en la que estamos inmersos y que se remonta más allá de los tiempos
del Descubrimiento de América Latina por parte de españoles y portugueses.
Hacer cristianos en aquel entonces o hacer demócratas hoy es como un modo de
encubrir intereses de explotación inconfesables. Importa más el capitalismo,
los intereses económicos, que toda otra riqueza propia o ajena, autóctona
o supuestamente universal. A veces, incluso el dinero mismo es corrupto cuando,
bajo el pretexto del "Desarrollo" encubre la violencia de la Guerra.
De ahí la expresión que el denominado Tercer Mundo se nos presente como un
Cristo, como un "Crucificado".
Esta toma de consciencia
considera que toda violencia es mala y que la peor violencia es la estructural,
la realidad estructuralmente injusta. Por eso es imprescindible en el huracán
de la distopía situar el objetivo claro de terminar con las guerras, para poder
establecer la Paz Perpetua y la Justicia Social en el seno de la Nueva
Comunidad Humana, que desde ayer y hoy camina hacia el mañana.
¿Cómo sustituir la
Civilización del Capital por la Civilización del Trabajo, la Civilización de la
Solidaridad, la Civilización del Desarrollo Integral e integrador?
Esa es nuestra tarea de
amor, y de compromiso, en el día a día, en el municipio, en la
"civitas", en la sociedad, en el Estado Federal, en la Confederación
de Estados, en la Nueva Comunidad Humana. Esa es la toma de conciencia que
se propone: situar el amor y la paz en el corazón de toda convivencia humana.
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Autor: José Mora Galiana
Fuente:
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José Mora es Doctor en Filosofía e investigador en Humanidades,
Filosofía Política y Derechos Humanos. Ha sido profesor de Filosofía del
Derecho en la Universidad Pablo de Olavide y Secretario Técnico del Consejo
Social de la Universidad de Huelva (España). También ha ocupado distintas
responsabilidades públicas en el ámbito de la cultura y los servicios sociales. Y
ha formado parte de Comités Científicos como el del “I Congreso Internacional África-Occidente”
(fue Presidente del II Congreso) y del "Congreso Internacional Ignacio
Ellacuría, veinte años después". Es autor del libro Filosofía Política y Derechos Humanos (vol. III de La Praxis Política
objeto de la Filosofía, desde Ignacio Ellacuría).
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