Aquel
día Medina Runda estaba de fiesta. Y las calles se cubrían de guirnaldas y
colores. Y las torres se decoraban con rosas. Y las puertas de las casas se llenaban
de jazmines. Y todos los que moraban en ellas salían aquel día al campo para
vivir en la naturaleza y, en armonía, convivir con ella.
Abul
Beka había salido muy de mañana, antes de que despertara el sol por las
montañas y el Guadalevín se vistiera de plata. Iba acompañado por tres de sus
más amados hermanos y llegaron a Benadalid.
Es esta una aldea de tejados bajos y casas pequeñas y
blancas como la nieve. Sus habitantes son caritativos y sus árboles son los
castaños. Apenas si hay seis familias que viven en armonía. Y cuando vieron
llegar al poeta, sus corazones se abrieron como las amapolas y sus bocas no
dejaban de cantar alabanzas.
Y él
así les decía:
—Benadalid, Benadalid, eres como una perla en medio de
este verdor. En el futuro del tiempo el hombre construirá ciudades populosas, y
en ellas habrá más seres que ahora hay en todo el reino de Medina Runda. Tendrá
que hacer esto el hombre para volver a ti y vivir como tú vives: pequeña y
recogida.
»¿Acaso se puede pagar con algo la armonía interior que hilan entre sí tus familias? Ellas forman una gran familia. Lejos de la codicia, tu creces sana. Lejos de las vanidades, tú eres hermosa. Lejos del ruido, tu eres alegre como el chamariz.
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en este
blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de
2017.
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