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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de este enlace se puede tener información sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
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“La imaginación lo es todo, es el avance de
lo siguiente que atraerá la vida”
Albert Einstein
“Glocalismo” procede del término Glocalización
como híbrido de otras dos palabras bien conocidas: “globalización” y “localización”.
Según Wikipedia, Glocalización es un término que se desarrolló inicialmente en
la década de 1980 dentro de las prácticas comerciales de Japón. El concepto
procede del término japonés "dochakuka" (derivada de dochaku,
“el que vive en su propia tierra”) y ha sido utilizado por otros muchos
autores, en especial, por el filósofo y sociólogo polaco Zigmun Bauman.
En mi caso, a principios del año 2011 afloró
con gran fuerza en mi mente la idea de Glocalismo sin saber de su existencia
previa, para dar título a la obra que en esos momentos estábamos escribiendo Emilio
Carrillo y yo. Bien es verdad, que unos meses antes supe del lema “piensa
globalmente, actúa glocalmente”, quedándoseme grabado el interesante concepto
de lo glocal (global y local). Tras reflexionar durante un tiempo sobre los
términos Glocalismo, Glocalización y lo Glocal, a la vez que buscaba por
internet sus significados, comprendí que estaban poco desarrollados o bien no
se adaptaban al significado profundo que yo les quería dar. Por tanto, les di
un significado más holístico definiendo Glocalización como “Acción y efecto de
preservar lo local de todo aquello que provenga de forma global y no sea
beneficioso para la biodiversidad que lo recibe”. No obstante, tras esta
definición corta, las implicaciones que le doy a Glocalismo son mucho más
amplias y profundas.
Aparte de tomar en consideración que lo local
y lo global (lo glocal) son las dos caras de la misma moneda (toda acción local
produce efectos globales y toda acción global produce efectos locales), he
querido dar un significado más completo y definitivo al término Glocalismo.
Pretendo definir con dicho concepto el nuevo sistema de relaciones humanas que
está emergiendo en todo el planeta, como modelo alternativo del actual sistema
capitalista-transhumanista. Y esto, desde mi punto de vista, está siendo
posible gracias a que cada vez somos más las personas que apostamos por vivir
una vida más sencilla, consumiendo únicamente lo necesario para llevar una vida
digna (sobre todo productos locales, ecológicos, de comercio justo y de segunda
mano), compartiendo con los más necesitados, cooperando en la creación de
economías alternativas (como los bancos del tiempo, los mercados de trueque,
las monedas sociales, las gratiferias, …) y, sobre todo, reverenciando y
regresando a la naturaleza para construir nuevos modelos de convivencia en
zonas rurales, ya sea recuperando pueblos y aldeas abandonadas o en estado
progresivo de abandono, o bien, creando ecoaldeas en plena naturaleza. En ambos
casos, el abastecimiento de los productos de primera necesidad sería de
producción propia. Por tanto, la nueva organización social glocalista
evolucionará hacia un mundo de comunidades autosuficientes, apoyadas en las
tecnologías de la autosuficiencia, generadoras de riqueza local (salud,
educación, empleo, cultura, ocio, energía, alimentos, ropa…) y amparadas en una
política glocal.
Quiero aclarar también, que la obra
“Glocalismo” se debe entender dentro del contexto de continuidad del libro “La
Huelga Tranquila”, sobre todo de su epílogo, donde se proyecta desde mi
interior mi gran certeza de que un mundo mejor es posible a través de una
visión o versión de la realidad que deseo para mí, pero sobre todo para mi hijo
y para las generaciones venideras. A esta, llamémosle utopía o ideal del mundo
que ha de venir, la considero mi versión particular de la realidad a la que
también me gusta llamar la Visión del Mundo que Queremos o filosofía glocalista.
Por experiencia, soy consciente del gran poder
que tienen nuestros pensamientos sobre nuestra vida cuando son acompañados por
ciertas emociones y sentimientos, pues siempre terminan materializándose en
nuestra realidad sin que haya ningún tipo de limitación. Lo que ocurre, sin
embargo, es que la mayoría de las veces son nuestros pensamientos inconscientes
los que dominan nuestras vidas e impiden el cumplimiento de nuestros deseos.
Aunque esto también está cambiando, pues cada vez somos más los que conducimos
nuestras vidas de forma más consciente.
Y a nivel colectivo, cuanto mayor sea el
número de personas que piensen y sientan que un mundo mejor está a nuestro
alcance, tanto más fácil será que se pueda lograr. Pero, de igual manera, si
hay gran número de personas que no creen en un mundo mejor, o bien, sí que
creen, pero no saben qué tipo de mundo mejor quieren ni cómo llegar a él, o
bien, sí que lo saben, pero se enfocan en los miedos, es decir, prestan más
atención a lo que no quieren del mundo en el que viven (crisis económica,
guerras, hambre, destrucción medioambiental, etc.), entonces de igual manera
podría retrasarse el logro de ese mundo mejor. Dicho de otra manera: si cada
vez somos más las personas que creemos que un mundo mejor es posible, que
además intuimos o sabemos cómo podríamos construirlo, deseándolo de todo
corazón primero y entregándonos a su realización después, entonces, tarde o
temprano, lograremos hacerlo realidad. Para ello es necesario que cada uno de
nosotros comparta su propia versión de la realidad y, al mismo tiempo, nos
interesemos por conocer la de los demás. De esta manera, lo mejor de las
versiones más conocidas tendrá enormes posibilidades de llevarse a cabo.
La Visión del Mundo que Queremos (mi versión
de la realidad), expresada con mucho sentimiento y gran confianza para su
cierta materialización presente y futura, la he decidido compartir y difundir,
principalmente a través de los libros “La Huelga Tranquila” y “Glocalismo”, con
la intención de que todas las personas que aún no tienen claro qué clase de
mundo mejor desean ni cómo conseguirlo, encuentren en ellos ideas para
construir su propia versión de la realidad como ideal sobre el que orientarse y
trabajar. No obstante, tengo claro también, que Glocalismo nunca deberá
convertirse en una ideología que adoctrine, sino que deberá permanecer siempre
como un ideal o utopía posible de alcanzar. Lo importante no es el concepto en
sí, sino el significado profundo que alberga, con capacidad de “echar raíces”
en el corazón de muchos seres humanos, independientemente del nombre que se le
quiera dar.
Sentir y pensar que cada uno de nosotros es
tremendamente útil y necesario en la construcción de un mundo mejor y más
justo, nos llevará a crear ese Mundo que Queremos. Creer es crear. Y creer
juntos en una misma o similar versión de la realidad, es co-crear. Lo
importante no es creer en mi Visión del Mundo que Queremos, que desde el año
2009 vengo desarrollando y, al mismo tiempo, enriqueciendo con otras versiones
de la realidad de otros muchos autores. Lo importante es que cada cual tenga
suficiente confianza, compromiso y perseverancia en la realización de la Visión
del Mundo que desea para sí y para los demás. Una vez que tengamos claro hacia
qué clase de mundo mejor queremos ir, pongámonos en marcha y avancemos con
determinación hacia su logro. Compartamos con los demás la forma de hacerlo.
Cooperemos, en la medida de nuestras posibilidades, con todas y todos los que
avancen en el mismo sentido, sin perder tiempo y energías en propiciar la
destrucción del injusto sistema capitalista actual, que por sí solo irá
desmoronándose conforme vaya creciendo dentro y fuera de nosotros el ideal de
un mundo mejor. De esta manera construiremos un nuevo modelo de relaciones
humanas más justo y solidario. Pero para ello es preciso, además, que primero
seamos coherentes en nuestras vidas cotidianas, sobre todo en lo relacionado
con el consumo consciente y con el estilo de vida que llevamos.
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Autor: Manuel López (Autor de “La Huelga Tranquila” y “Glocalismo”)
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