EXTRACTO
Te dicen:
-Hay un orden natural en
este mundo y quien lo quiera perturbar está destinado al fracaso. Este
movimiento no sobrevivirá. Si te unes a ellos, tú y toda tu familia seréis
repudiados. En el mejor de los casos, seréis unos parias y os agrederán y os
escupirán. En el peor, os lincharán u os crucificarán. Y ¿para qué? ¿Para qué?
Por mucho que hagáis no será más que una sola gota en un océano infinito.
Y contestas:
-¿Y qué es un océano, sino
una multitud de gotas?
Y sientes en
tu interior que tienes que hacer lo que no puedas dejar de hacer. Y algo más:
hambre en tu corazón; hambre de más.
A partir de lo
cual, entenderás que la frontera entre el ruido y el sonido es una convención. Que
todas las fronteras son convenciones que esperan ser superadas. Que puedes
superar todas las convenciones con solo concebir la posibilidad de hacerlo. Que
puedes percibir los latidos del corazón del otro tan claramente como los tuyos.
Que la separación es una ilusión. Que tu vida se extiende más allá de las
limitaciones de tu ser.
El saber es
un espejo y por primera vez en tu vida se te permitirá ver quién eres y en
quién puedes convertirte. Ser es ser percibido. Por eso, solo puedes conocerte
a ti mismo a través de los ojos del otro.
La muerte es
solo una puerta. Cuando se cierra, se abre otra.
La naturaleza
de nuestras vidas inmortales se halla en las consecuencias de nuestras palabras
y nuestros actos, que no cesan de retroalimentarse a través del tiempo.
Nuestra vida
no nos pertenece. Del vientre a la tumba, estamos unidos a otros del pasado y
del presente. Y con cada crimen que cometemos y con cada gesto amable
alumbramos nuestro futuro.
La fe, como
el miedo y el amor, es una fuerza que hay que comprender como hacemos con los
fenómenos de la Teoría de la Relatividad y el Principio de Incertidumbre.
Fenómenos que determinan el curso de nuestras vidas.
Ayer tu vida
iba en una dirección; hoy va en otra. Ayer estabas seguro de que nunca harías
lo que has hecho hoy.
Estas fuerzas
que a menudo rehacen el tiempo y el espacio, capaces de dar forma o de alterar
a las personas que imaginamos ser, aparecen mucho antes de nazcamos y siguen
tras nuestra muerte.
Nuestras
vidas y nuestras decisiones, como las trayectorias cuánticas, se entienden
momento a momento. Cada punto de intersección, cada encuentro sugiere una nueva
dirección potencial.
Y por las
experiencias vividas a lo largo de una inmensa cadena de vidas
(reencarnaciones), se visualiza e interioriza la “ververdad”: que, más allá de
los dualismos y las dicotomías de la mente, en el Cosmos y la Creación Todo es
Uno; y todo, sin excepción, se integra y pertenece a la Unicidad. Ahora bien, la
Unicidad es diversidad, no unanimidad (igualmente, la Humanidad, que es
diversidad, no unanimidad). Y lo es porque el Uno es Amor y el Amor tiene, como
uno de sus frutos más hermosos y potentes, el libre albedrío.
Gracias a
este, la Experiencia de Ser, que es Una, la Vida, que es Una, y la Consciencia,
que es Una, se despliegan y expresan en infinitud de experiencias de ser, vidas
y estados de consciencia. La colosal capacidad autocreadora de la Creación
reside en este portentoso hecho.
DESARROLLO
La vida como cadena de
vidas
La
encarnación en el plano humano de las almas –por medio de las cuales el
Espíritu vive la Experiencia de Ser a través una infinita variedad de
experiencias de ser- se desarrolla a través de una cadena de vidas o
reencarnaciones. La película “El Atlas de las Nubes” (“Cloud Atlas”) –dirigida
en 2012 por Tom Tykwer y los hermanos Wachowski (Lana y Andy, realizadores de
la trilogía “Matrix”)- lo muestra de forma sugerente y amena, a la par que
describe diversos estadios evolutivos y conscienciales que se generan e
interaccionan a lo largo del proceso de reencarnaciones.
El desenlace
final de tal proceso, en el desenvolvimiento del momento presente, es la
disolución de cualquier visión dual de la existencia, percibiendo que todo encaja, que todo tiene su porqué y su para qué, que todo fluye, refluye y confluye en el Amor de cuanto Es y Acontece y que ya todo
Es y nosotros mismos Somos todo aquello que nuestro Corazón pueda anhelar. Este
es el Océano de Consciencia en el que desembocan todos los ríos de la
experiencia humana. La cinta hace algunos guiños al respecto, especialmente en
su tramo final. No obstante, en el cruce de reencarnaciones, personajes, hechos
y situaciones que recoge, la dualidad se halla muy presente. Una dualidad que
tanto protagonismo ha ostentado y continúa ostentando –todo tiene su porqué y
su para qué en clave de impulso del devenir evolutivo- en el proceso
consciencial del género humano.
“Unanimidad” versus
“Unión”
La citada
dualidad se hace especialmente evidente en la sociedad futurista del siglo XXII
que ocupa pasajes muy significativos de la cinta. Rige en ella un sistema que
se autodenomina “Unanimidad”. Y a él se enfrenta un movimiento llamado “Unión”.
La Unanimidad
es gestionada por “corpócratas” (“funcionarios de la Unanimidad”,
“historiadores corpocráticos”,…), que aseguran –por la alienación de la gente o
por la fuerza- el cumplimiento de sus normas, parte de las cuales se recopilan
en “catecismos”, clasificados por orden de importancia. El Primer Catecismo
indica: “honrarás a tu consumidor”. Sintetiza bien la meta del sistema: el
orden corporativo te consume –te utiliza y manipula imponiendo la visión del mundo y la vida, la forma de vivirla y la escala de valores que a él le interesan- y tú no sólo debes
resignarte, sino que has de estar agradecido y honrar a quien así te trata.
La Unión se
opone a la uniformidad, la globalización-homogenización y la alienación que la
Unanimidad ha establecido. Y procura hacer llegar a la gente un modo distinto
de contemplar la vida, de entenderla y vivenciarla.
El hilo
conductor de los postulados de la Unanimidad se resume bien en estas palabras
que en la película pronuncia un personaje situado en el siglo XIX -mucho antes,
pues, de que la Unanimidad fuera el sistema imperante-, para desmerecer las
pretensiones de los que abogaban en aquellos tiempos por la abolición de la
esclavitud (minuto 153 de la cinta): “Hay un orden natural en este mundo y
quien lo quiera perturbar está destinado al fracaso. Este movimiento no
sobrevivirá. Si te unes a ellos, tú y toda tu familia seréis repudiados. En el
mejor de los casos, seréis unos parias y os agrederán y os escupirán. En el
peor, os lincharán u os crucificarán. Y ¿para qué? ¿Para qué? Por mucho que
hagáis no será más que una sola gota en un océano infinito”.
Sus
interlocutores –una pareja que, vidas después, liderarán el movimiento de la
Unión-, le contestan así: “¿Y qué es un océano, sino una multitud de gotas?”
Evolución de la
consciencia
Impulsa a
esta pareja un hondo convencimiento interior que sintetiza con estas palabras
un personaje situado 109 años después de la “caída” –una especie de involución
acontecida siglos después del régimen de Unanimidad y que divide a los humanos
entre “visionarios” (con alta tecnología, pero en proceso de extinción bajo la
influencia de la radioactividad que asola el planeta) y “vallesinos” (con un
estilo de vida cuasi-medieval)- (minuto 82): “Tienes que hacer lo que no puedas
dejar de hacer (…) Los antiguos (…) tenían algo más: hambre en sus corazones;
hambre de más”.
De este modo,
“El Atlas de las Nubes” va planteando una evolución en la consciencia de la
Humanidad cuya clave la enuncia otro personaje, un joven compositor, ubicado en
la primera mitad del siglo XX (minuto 115): “Ahora entiendo que la frontera
entre el ruido y el sonido es una convención. Todas las fronteras son convenciones
que esperan ser superadas. Puedes superar todas las convenciones con solo
concebir la posibilidad de hacerlo. En momentos como este percibo los latidos
de tu corazón tan claramente como los míos y sé que la separación es una
ilusión. Mi vida se extiende más allá de las limitaciones de mi ser”.
Esta visión
de las cosas es completada por el miembro femenino de la pareja referida
anteriormente, pero ya en su vida del siglo XXII, en plena Unanimidad, mediante
estas dos aportaciones:
+”El saber es un espejo y
por primera vez en la vida se me permitía ver quien era y en quién podía
convertirme” (minuto 67).
+“Ser es ser percibido.
Por eso, solo puedes conocerte a ti mismo a través de los ojos del otro. La
naturaleza de nuestras vidas inmortales se halla en las consecuencias de
nuestras palabras y nuestros actos, que no cesan de retroalimentarse a través
del tiempo” (minuto 139).
Las reencarnaciones y sus
implicaciones
¿Qué
significa y supone exactamente esta retroalimentación? Se puede expresar así: el
hecho de que la vida sea realmente una cadena de vidas y reencarnaciones tiene
repercusiones e implicaciones directas y contundentes en cada vida concreta, en
cada nueva reencarnación.
Lo explica
así otro personaje del film localizado en la época actual (minuto 83): “La fe,
como el miedo y el amor, es una fuerza que hay que comprender como hacemos con
los fenómenos de la Teoría de la Relatividad y el Principio de Incertidumbre.
Fenómenos que determinan el curso de nuestras vidas. Ayer mi vida iba en una
dirección; hoy va en otra. Ayer estaba seguro de que nunca haría lo que he
hecho hoy. Estas fuerzas que a menudo
rehacen el tiempo y el espacio, capaces de dar forma o de alterar a las
personas que imaginamos ser, aparecen mucho antes de nazcamos y siguen tras
nuestra muerte. Nuestras vidas y nuestras
decisiones, como las trayectorias cuánticas, se entienden momento a momento.
Cada punto de intersección, cada encuentro sugiere una nueva dirección
potencial. Conclusión: me he
enamorado de Luisa Rey. ¿Es posible? La acabo de conocer y, sin embargo, tengo
la sensación de que me ha ocurrido algo importante”.
El amor
Desde luego,
el amor bulle, de muy diferentes modos y con diversas representaciones, a lo
largo de toda la película. Sirva como botón de muestra este interrogatorio al
que un funcionario de la Unanimidad somete, tras su detención, al miembro
femenino de la pareja que lideraba la Unión, una vez que su compañero –con
rango de comandante en el movimiento subversivo- ha caído muerto por los
disparos de la policía (minuto 147):
“-El informe dice que el
comandante Chang murió en el asalto-, comienza diciendo el funcionario.
-Es la verdad-, contesta
ella.
-¿Estabas enamorada de él?
-Sí, le quiero.
-¿Quieres decir que aún
estás enamorada de él?
-Quiero decir que siempre
le querré. Nuestra vida no nos pertenece. Del vientre a la tumba, estamos
unidos a otros del pasado y del presente. Y con cada crimen que cometemos y con
cada gesto amable alumbramos nuestro futuro.
-En tu revelación hablas
de las consecuencias que la vida de una persona puede provocar a lo largo de la
eternidad. ¿Eso significa que crees en la vida después de la muerte, en un
cielo o en un infierno?
-Creo que la muerte es
solo una puerta. Cuando se cierra, se abre otra. Si me imaginara un cielo, me
imaginaría una puerta que se abre y detrás de ella estaría él esperándome”.
La “ververdad”
Tras la
“caída” antes citada, en la cinta se habla de la “ververdad”, cual expresión
más acabada de lo que es real y cierto y a la que hay que acceder, mucho más que por la razón, por el Corazón.
Y la
“ververdad” es que, más allá de la confrontación dual que protagoniza buena
parte del film, en el Cosmos y la Creación Todo es Uno y todo, sin excepción,
se integra y pertenece a la Unicidad. Ahora bien, la Unicidad es diversidad, no
“unanimidad”. Y lo es porque el Uno es Amor y el Amor tiene, como uno de sus
frutos más hermosos y potentes, el libre albedrío.
Gracias a
este, la Experiencia de Ser, que es Una, la Vida, que es Una, y la Consciencia,
que es Una, se despliegan y expresan en infinitud de experiencias de ser, vidas
y estados de consciencia. La colosal capacidad autocreadora de la Creación
reside en este portentoso hecho.
Esta es la
ververdad.
¿Sirve de
algo exponerla y compartirla? El interrogatorio precedente al que el
funcionario de la Unanimidad somete a la detenida continúa así:
“-Tú sabías que el plan de
la Unión iba a fracasar…
-Sí.
-Y… ¿por qué participaste
en él?
-Si hubiera permanecido
invisible no se habría sabido la verdad, no podía permitirlo.
-¿Y qué ocurrirá si nadie
cree en esa verdad?
-Alguien ya cree en ella (en clara referencia al propio funcionario de la Unanimidad que la está interrogando).
El cuento se ha acabado
Para terminar
estos breves apuntes conscienciales acerca de “El Atlas de las Nubes”, nada más
idóneo que hacerlo como la propia cinta lo hace: “El fuego ya se extingue.
Tanto mejor, el cuento se ha acabado”.
Y quizás sea,
efectivamente, así. Al menos ya es así en el Corazón de numerosos hombres y
mujeres que sienten íntimamente en su interior que el cuento se ha acabado y
que el juego de la experiencia dual toca a su fin. Démosle las gracias con Amor
por lo mucho que ha contribuido al proceso consciencial y evolutivo de la
Humanidad: Una en la Diversidad.
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